247 preguntas sobre « La homosexualidad dentro de la Iglesia católica » Parte 1 (n°1 hasta n°79)

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Frente a la ignorancia y a la incomprensión masiva del deseo homosexual, que crean muchísimas tensiones mundiales entre los Pro-Vida (a menudo anti-Género, anti-gayismo, anti-lobby gay, anti-marxistas, anti-feministas, anti-comunistas, anti-masonería, tradicionalistas, complotistas, natalistas, familialistas, etc.) y los Pro-Gays (a menudo anti-homofobia, anti-fachas, pro-igualdad, pro-amores, pro-homosexualidad, pro-Humanismo libertario, progresistas, modernistas, etc.), he decido escribir estas 247 preguntas (que ya redacté en idioma francés : voy a ir traduciéndolas poco a poco al español) para aclararnos y apaciguarnos, y también ayudaros, sobre todo si sois creyentes, homosexuales, o que tenéis a un familiar homosexual.
 

Me pareció menester indagar sobre el tema de la homosexualidad dentro de la Iglesia y vista por la Iglesia, ya que los conflictos sociales generados por este tema espinoso son iguales a los que suceden en el mundo católico, y ya que yo mismo soy católico practicante, homosexual no-practicante. Tengo 36 años y acabo de publicar en abril del 2016 un libro titulado La homosexualidad en Verdad, que tuvo mucho éxito en Francia en el 2012 (carpeta de prensa) y que va ganando el corazón de muchos lectores españoles y latinoamericanos. Añado también la traducción de mi último libro Homosexualidad, la Prioridad negada.

 

Les deseo una buena lectura. Se compartirá en tres partes : la primera (n°1 hasta 79), la segunda (n°80 hasta 159), la tercera (n°160 hasta 247).
 
 
Mantero
 
 
 

CAPÍTULO I – HOMOSEXUAL Y CATÓLICO REGULAR EN LA IGLESIA :

 

1 – ¿ En estas 247 preguntas, usted cree que hubieran tenido que examinar un poco más seriamente el tema de la homosexualidad los cardenales y el Papa durante el último Sínodo de la Familia (en 2015) ?

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Sí. Volveré a hablar del Sínodo en el Capítulo V. Pero ya puedo decir que los católicos en general prefieren considerar el fenómeno de la homosexualidad como una realidad exterior a la Iglesia. Por temor a dejarse « contaminar » por él. Por temor a darle excesiva importancia en comparación con la Revelación. Y las pocas veces que identifican la homosexualidad como un fenómeno interno, rápidamente la limitan a un epifenómeno periférico que « acompañar » (¿Francisco no nos ha animado a que « salgamos a las periferias » ?). Sin embargo, creo que la homosexualidad es una realidad interna tanto más prolífica cuanto que se la ignora y se difunde a través de su supuesta « rival » la heterosexualidad. Lo que está sucediendo en la sociedad refleja lo que está sucediendo en la Iglesia. No hay frontera franca entre ambas. En nombre de la Encarnación de Jesús, el Hombre no es del mundo, pero está en el mundo.
 

2 – ¿ Hay muchos católicos practicantes homosexuales ? ¿ Qué proporción en las asambleas dominicales ?

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No tengo ni idea. Y eso es normal : nuestra orientación sexual (todavía) no está marcada en nuestra frente (señalo « todavía no » porque con el fichaje numérico de toda la población mundial – a través del chip RFID – según la orientación sexual, los sentimientos, los gustos, las prácticas, los comportamientos, los encuentros, las opiniones políticas, las creencias, etc., eso está cambiando). Y como, en materia de homosexualidad, no hay que dejarse demasiado engañar por las apariencias de una asamblea parroquial, prefiero no pronunciarme al respecto ni avanzar cualquier estadística. Por ejemplo, no por ver a un « buen padre de familia » que se cuida de un cochecito y de su chiquillería en los pasillos de una iglesia uno no se enfrenta a una persona homosexual. Igual con el cura : su alba y su cuello romano no siempre hacen el hombre religioso casto como debería ser. Siempre me sorprende descubrir el número de hombres casados en los sitios web de citas gays, el número de madres de familia católicas bisexuales. Y los testimonios « en off » de ciertos sacerdotes me hacen tomar conciencia que en el confesionario acogen varias situaciones de profunda desolación experimentadas por feligreses casados que están viviendo una doble vida o tentaciones homosexuales que los desgarran. Eso no me permite ni generalizar ni « ver a homosexuales por todas partes », ni ser ciego y subestimar el crecimiento fulgurante del atavismo bisexual en la Iglesia Católica actual.
 

3 – ¿ Por qué hay tantos católicos practicantes homosexuales ?

Si hay muchos, hecho que ignoro (aunque en este momento, no dejo de encontrarme con unos de ellos en las parroquias y santos lugares : hace poco, hasta he visto a una « pareja » de dos sexagenarios, cogidos de la mano como dos adolescentes, que salían del santuario mariano de la Rue du Bac en París, muy cómodos…), hay muchas explicaciones. Sólo me limitaré a subrayar tres.

Esa proximidad se debe primero a la naturaleza amante de la Iglesia : la Iglesia es un « imán para pecadores y personas heridas/hirientes », porque Ella acoge a todo el mundo incondicionalmente, y en particular a los casos clínicos, perversos y carcelarios. El Papa Francisco nos ha recordado con insistencia que la familia que Cristo dirige y que él conduce era un « hospital de campaña ». Entonces es por una Buena Nueva (Jesús vino sobre todo por los pecadores) por la que se puede averiguar una mala. En la Iglesia, a escala humana, se encuentran lo mejor y lo peor.

En mi opinión, esta afinidad entre homosexualidad y catolicismo encuentra también su origen en el funcionamiento del deseo homosexual, que es un impulso de fusión febril y orgullosa con Dios, la repercusión de un desbordamiento de generosidad y de grandes talentos recibidos inicialmente. Judas, Lucifer, los demonios, eran seres muy prometedores, desde un punto de vista objetivo. La atracción homoerótica quiere desafiar/trascender los límites de la Realidad humanizadora, en particular de la diferencia Creador-criaturas (= la Iglesia, Cristo) y de la diferencia de sexos, porque humana y divinamente, aquellos que la sienten tienen con qué competir con Jesús : ya he explicado lo bastante en qué la homosexualidad significaba un deseo de sentirse como Dios (cf. los códigos « Curas gays » y « Sentirse como Dios » en mi Diccionario de Símbolos homosexuales). Por un malentendido existencial y amoroso, por una incomprensión de la verdadera identidad de Cristo y de su Cruz, muchos fieles y sacerdotes se unen a la homosexualidad en nombre de su « fe » y de Jesús. La Iglesia Católica parece responder a su sensiblería, a sus supersticiones, a sus apetitos de excepcionalidad mesiánica y a su sed de ser todopoderosos. ¡ Es completamente lógico que Ella atraiga a los soberbios !

Por último, la atracción de las personas homosexuales por la Iglesia, y esta curiosa afluencia creciente que voy observando últimamente en Ella – digo « curiosa » porque es idólatra, se trata de un « tira y afloja » lleno de ambigüedades, un « amor » mezclado con odio celoso – se deben, creo yo, al contexto escatológico : la llegada inminente de Cristo y el fin de un mundo. La Iglesia alcanza su última fase de corrupción apostásica, sino también de purificación por la Sangre. El mal se pega a Jesús, se agarra a Él, no porque Lo ama (como lo darían a pensar las apariencias y su sinceridad) pero en realidad para retrasar su caída en su propio vacío. La presencia de las personas homosexuales en la Iglesia es una señal fuerte de la Parusía y de decadencia civilizacional/mundial/eclesial.
 

4 – ¿ Qué sentimientos habitan en una persona homosexual creyente en su vida cotidiana de Iglesia ?

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Es complicado. Debido a que podemos vivir puntos culminantes de depresión, tristeza, revuelta, asco, desaliento, compaginados con puntos culminantes de liberación y regodeo. Siendo a menudo muy sensibles, a flor de piel, exigentes, inteligentes, finos analistas, suelen golpearnos muy fuerte nuestras caídas y recaídas, nuestras fragilidades, nuestra condición homosexual. Nos cuesta perdonarnos de ser « así », de sentirnos « atraídos » por quimeras amorosas. Y encima, dado que tampoco entendemos por qué nuestro cuerpo, nuestro corazón – ¡ e incluso nuestra fe ! – nos conducen hacia aquellos humanos que nunca podremos amar verdaderamente, estamos aún más tentados a rebelarnos contra nosotros mismos, contra la Asamblea dominical, contra la Iglesia entera, un poco como un soltero que se vuelve histérico por sentirse solo en medio de una muchedumbre aparentemente « feliz » y familiar. ¡ Se trata de ese tipo de desfases vertiginosos !

Aunque podemos conocer largos períodos de paz (a veces tres o cuatro años sin la más mínima tentación), pasamos extremadamente mal las turbulencias de nuestro deseo, las « intermitencias del corazón » de las cuales habla el novelista francés Marcel Proust. Aquello puede volverse físico, visceral, muy violento. En lo más hondo de nuestro ser, experimentamos una gran hambre de amor y de compromiso, pero también la imposibilidad de verlo cumplido. A veces, las personas del otro sexo hasta nos dan asco. Y el hecho de que sean católicas como nosotros no cambia nada. Quizás ello nos repugne aún más : no tenemos ganas de dar falsas esperanzas a alguien, de usar a Dios para estar aún más decepcionados y defraudar. El espiritualismo y el angelismo no nos interesan, y creo yo, a menudo con razón, porque los hemos probado de vez en cuando « con buena fe » justamente. Incluso con gente de nuestro propio sexo. Por lo tanto, desconfiamos todavía más de una cierta relación mágica con la fe, que puede resultar viciada, catastrófica, diabólica. ¿ Por qué iríamos a romper el corazón de una maja parroquiana, ya que las mujeres son mayoritarias en la Iglesia y que se pelean las pocas oportunidades masculinas que no han ingresado en el seminario ? ¿ Y en cuanto a la relación homosexual, por qué saldríamos con una persona católica de nuestro sexo para vivir una « fe a medias », aunque en un principio e idealmente, soñamos con una presencia masculina, lo que es más espiritual (y además, ni sería una « simplemente cuestión de sexo ») ?

Nosotros, personas homosexuales creyentes y practicantes, tenemos una conciencia aguda de nuestra excepcionalidad desperdiciada, de nuestra loca generosidad desaprovechada, de un potencial que no debe ser usado, de una elección que quedará sin duda desconocida y descartada. Somos conscientes del hecho de llevar una herida irreconocible, que ni siquiera un católico compasivo apiadará. Y eso nos hunde en un abismo de melancolía profunda, que puede conducirnos hasta las ganas de suicidio. ¿ Qué puedes hacer con un debilucho como yo, Señor ? ¿ Qué sitio y qué vocación esperas de mí ? ¡ No cuadro en ninguna parte !

El día 3 de abril del 2016, para la Fiesta de la Divina Misericordia, me encontré en la iglesia de Saint-Sulpice, en París, perdido en medio de una multitud de más de 3 000 personas. No sé por qué : durante la mitad de la misa, mientras que todas las condiciones estaban reunidas para que me metiera en la fiesta (además, estaba situado detrás del coro ; todo el mundo parecía feliz ; el Cristo Misericordioso es un gran día de Fe en el año y el descubrimiento del Perdón ; yo no vivía en el momento pruebas terribles ; el obispo Monseñor Rey, que oficiaba, hizo una homilía maravillosa sobre el Evangelio del día dedicado a la « incredulidad » de Santo Tomás ; etc.), sin embargo mi corazón estaba muy lejos. Perdí el control. Tenía ganas de irme. No la tenía. Empecé a fantasear amorosamente acerca de un chico católico que conocí recientemente, a sentirme ajeno a la ceremonia e incluso a la Iglesia Católica, a hacerme realmente el incomprendido y el marginado identificándome a todas las personas homosexuales católicas en mi caso (= los Invisibles de la Iglesia), a comparar mi situación a la de una persona minusválida o enferma que no disfrutará nunca en la tierra de la curación ofrecida por Dios a algunos elegidos. Y luego, de repente, sin razón, mi corazón endurecido se resquebrajó, se deshizo en lágrimas, se ensanchó, se calentó, como después de un eclipse solar. Mi vecina, una mujer ciega con su gancho blanco, que debía cumplir los cuarenta, y que parecía poseer una inteligencia sobrenatural, se volvió misteriosamente hacia mí y me pidió, en previsión del desplazamiento de la muchedumbre hacia la Eucaristía, este servicio : que la condujera hasta el Santísimo. « Podría usted acompañarme ? » En ese momento, con entusiasmo, dije que sí. Luego, en la espera del inicio de la distribución, empecé a romper discretamente en llantos, sin que mi vecina inválida se diera cuenta (obviamente), porque sabía que era el Señor quien me la había cuidadosamente enviado. A continuación, todo el canto de comunión (« Mi Señor y mi Dios ») insistía en el hecho de que no podía contar con nadie sino con Jesús SOLO. Durante la comunión, vi pasar delante de mí toda clase de feligreses, y en particular a personas en estado físico destartalado, casi grandes quemados, recordándome así que hay más desgraciados que yo. Y, por último, fue en el momento en que pensaba que nosotros, las personas homosexuales, éramos la escoria inútil de la Iglesia, cuando divisé en el coro a un amigo – secretamente homosexual y que me había revelado su homosexualidad la semana anterior – darse la vuelta para ayudar vocalmente a cinco de sus colegas tenores que se habían confundido en su contracanto. ¡ Aquella visión me mató (de felicidad) ! Era una avalancha de signos en cosa de segundos, para volver a ponerme en mi sitio, pero también para recordarme que era especialmente amado por Dios, incluso como persona estropeada, aislada, homosexual. Ahí está. Esa misa reflejaba perfectamente el abanico de sentimientos que pueden atravesar a una persona homosexual creyente durante toda su vida de Iglesia.
 

5 – ¿ La fe hace mi condición homosexual más difícil, compromete mi felicidad e incrementa mi malestar ?

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Sin lugar a dudas, sí. A primera vista, parece realmente más complicado ser homosexual y católico que ser homosexual a secas. Pero, ¿ quién dice que la comodidad y la ignorancia son la felicidad y no privan de libertad ? ¿ Quién deja pensar que la culpabilidad inconsciente es más fácil de aguantar que la culpa consciente ? Como escribía con razón el filósofo francés René Girard, lo sagrado contiene la violencia (y por lo tanto el sufrimiento), en el doble sentido del verbo « contener » : la contiene/la incluye al mismo tiempo que la canaliza/la impide. La fe en Jesús es, en un tiempo humano, la mayor gracia pero también la mayor prueba del creyente, y más aún del creyente homosexual. Lo empuja hacia tierras áridas, dudas profundas, dilemas dolorosos, culpabilidades justificadas, concienciaciones que lo apartan de su época, que le presionan al parecer « para nada ». De hecho, muchos ateos y no creyentes consideran que la religión es una « comedura de coco » y un « sadomasoquismo » tan terribles como inútiles e infundados. Pero en realidad, la fe, experimentada en el tiempo y en una verdadera fidelidad a Dios, pone a prueba la libertad del creyente homosexual purifica los impulsos de sus deseos y sus relaciones, entrega una alegría paradójica (la del deber y del esfuerzo cumplidos), produce muchos frutos. La fe es un don de amor. Cuesta recibirla y guardarla. Nos hace libres pero duele, porque no hay Amor verdadero sin combate ni sin don/entrega entera de sí mismo. Los ateos suelen pensar que es la fe quien crea la culpabilidad… cuando en realidad, son nuestros deseos y malas acciones que la construyen… Nuestra fe y nuestra conciencia tan sólo detectan un mal que no viene de ellas.
 

6 – ¿Por el contrario, en qué la fe católica es un « plus » en mi orientación homosexual?

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La fe me da un conocimiento claro de mi identidad profunda, de mi pecado, de mis heridas, pero también de mi Salvación. Por lo tanto, ayuda a toda persona homosexual a amarse plenamente a sí misma y a amar plenamente a los demás, sin comedia, con sensillez, humor, originalidad, realismo y Verdad. Le entrega su verdadero significado y su belleza a una tendencia homosexual a veces duraderamente arraigada. Es la oportunidad de la vida de cualquier persona homosexual. ¿ Qué haríamos sin la fe ? ¡ Qué relaciones amistosas y amorosas vanas viviríamos sin ella !

A causa de ella y a causa de mi deseo homosexual que no he elegido, formo parte de dos mundos que individual, social y espiritualmente (y cuando la homosexualidad se practica) se oponen totalmente : el mundo católico y el mundo homosexual. Este mestizaje híbrido y bipatrida, que podría ser incómodo si todavía me engañara con ilusiones de encontrar al « amor homosexual » al mismo tiempo que mantuviera mi fe, o si francamente practicara mi homosexualidad, se convierte paradójicamente en un motor sorprendente para mi alegría de creer y para mi vida. La sabrosa guinda del pastel. Para empezar, la grieta homosexual me acerca a los que sufren, me hace prestar atención al más mínimo malestar psíquico, me permite detectar mejor a los feligreses o a las personas fuera de la Iglesia que tienen preocupaciones a nivel de su sexualidad, del amor, de la fe, y que necesitan mi ayuda. Ella relaja a los marginados, me hace hermano de cada uno, actúa como una puerta delantera original en la que todo el mundo puede entrar sin temor a ser juzgado. La homosexualidad es tan inesperada dentro de la Iglesia que en realidad demuestra concretamente la universalidad y la humanidad sorprendente de la Iglesia. Toda persona homosexual católica es un mensajero secreto e insolente de la Buena Nueva que es Cristo, la prueba viva de la Palabra de Resurrección siguiente : « La piedra que desecharon los constructores, esa fue hecha piedra angular. » (Mateo 21, 42) En realidad, ¡ las personas homosexuales en la Iglesia son toda una belleza !

Y luego desde un punto de vista más sobrenatural y místico, mi fisura homosexual hace posible una mayor comunión con Jesús en la Cruz (porque Él también vive un descuartizamiento doloroso), una mejor disposición para la recepción de la Gracia divina que va a atravesarla y trascenderla. La homosexualidad es una tierra idónea para la semilla sembrada por el Señor : escarificada, removida, rota, frágil, humillada, impotente, no puede luchar mucho tiempo contra el agua de lluvia y las buenas semillas divinas. La homosexualidad quiebra mi orgullo de creerme perfecto, me instala en una impotencia y un dolor que me impiden creerme un Superhombre que no necesita a Jesús. Me predispone a la humildad (si y sólo si no me rebelo y no la practico). Mi orientación homosexual puede ser, por gracia, motor y acelerador de santidad. ¡ Qué gracioso, impertinente e impactante el ser al mismo homosexual y católico, se lo juro ! Durante las evangelizaciones callejeras, por ejemplo, les aseguro que ¡ ello convierte diez veces más rápidamente a los transeúntes ateos que muchas oraciones, puestas en escena de escucha respetuosa, y soflamas !
 

7 – ¿ Cuáles son las desventajas de ser homosexual y fiel católico ?

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Esto es más que una desventaja. ¡ Es una Cruz ! Es una contradicción existencial casi impuesta. En la homosexualidad, el llamamiento eclesial a la indigencia es un dolor agudo y obsesionante que a veces se asemeja a un sadismo divino, a un suplicio, a una locura, a un problema insoluble, a una enfermedad. A ti que te sientes homosexual anuncian que si quieres vivir en conformidad con lo que te pide la Iglesia, no hay otra manera que renunciar a uno de los cinco sentidos humanos más importantes para ser feliz : el sabor. Tienes que comer sin sentir el gusto de lo que ingieres. Tienes que abandonar el goce, la carne, e incluso los sentimientos amorosos. Básicamente, ¡ amas y vives sin placer ! Te dan a conocer que, para ser plenamente feliz, es necesario que pierdas los placeres sencillos y a menudo intensos que son la ternura y la pareja. ¡ Y arréglatelas con eso para amar igual ! En realidad, siendo homosexual y católico, te atrae lo que no puedes amar ; y te repele la única cosa que te permitirá amar (= el matrimonio hombre-mujer amante o el celibato consagrado). Lo mismo : ¡ aguántelas con ello para encontrar la salida !

Y por si acaso eso no fuera suficiente, las cosas se complican cuando, de soltero (o incluso casado católicamente, con una familia que mantener), un día tropiezas con el hombre cuya sola presencia te entusiasma, cuya bondad, inteligencia, escucha, humor, integridad, nobleza espiritual, te dan en el centro del corazón. Excepcionalmente te encuentras con un alma noble, que te parece apetecible (y por razones más altas que una simple « cachonda »), que desea tu bien, que no está aquí sólo para su placer egoísta, que se siente lejos de todas las reivindicaciones políticas excesivas de la militancia homosexual clásico (incluso el activismo homo « cristiano »), y que puede compartir su fe y su ternura contigo. En mi caso, no es frecuente (las tentaciones son escasas, debido a que hay pocos chicos, incluso católicos, que me atraen tanto física, intelectual como espiritualmente, y con los cuales puedo proyectar una vida de « pareja » en común : desde el principio, la mayoría de ellos sólo quedarán hermanos y buenos amigos para mí), pero tengo que reconocer que dicha tentación puede volver a aparecer de vez en cuando. Y en el momento en que ella está allí, madre mía, ¡ cómo duele ! Aún después de cuatro años de calma absoluta. Y sobre todo cuando los sentimientos parecen encontrados, y que la voluntad de mantenerse fiel a la Iglesia de repente cuelga de un hilo… ¡ y no desaparecía siquiera, incluso si yo saliera con el hombre en cuestión, ya que esta fidelidad sería simplemente llevada por dos y no totalmente solo, y conservaría por una vez el sello de la comunión con Dios y con la Iglesia !

A veces descubro el dolor, la desgarro, la angustia, la agonía de la privación, la renuncia a salir con un chico católico del cual empiezo a enamorarme y que me atrae tanto como él se siente atraído por mí. Es un verdadero sufrimiento. « Te quiero. / Yo también… pero aún así, no hay manera. » Por mucho que ofrezca todo eso a Dios en mi oración, por mucho que sepa que debo asumir la responsabilidad y las esperanzas de muchas almas mediante mi fidelidad a la continencia, el dolor agudo del remordimiento no desaparece en seguida, y tal vez resulte duradera. La duda me asalta, y las preguntas « ¿ De qué sirve resistir (y en esta resistencia, hacer daño a un ser querido) ? » « ¿ Por qué el mal, habría total incompatibilidad entre la fe y la homosexualidad ? » « ¿ Por qué el mal, si es que se puede hablar en ese caso de mal, toma la apariencia del buen y genera bienes ?? » « ¿ Señor te enojarás contra mí, me podéis culpar familia y comunidad cristiana por lo que no he elegido o por romper mis compromisos/discursos pasados ? ») quedan pendientes, obsesivas. Siento bajo mis pies esta línea de cresta en la que no entiendo (ni intelectualmente ni emocionalmente) por qué digo NO a la « pareja » homo, ni por qué buenos motivos obedezco a la arbitrariedad de la fe, arbitrariedad que me aparece en el momento como una testarudez, una soberbia insoportable, un sacrificio de amor, un desperdicio, una intransigencia, una inflexibilidad vestida de piedad, una crueldad, una comodidad disfrazada de « valentía santa ».

Por eso nunca podré culpar a nadie, especialmente a una « pareja » homo católica que en un principio no eligió ser gay y que vive una vida « conyugal » y espiritual entregada a los demás y a Dios, por no imponerse la perfección del celibato continente, la justa distancia fraterna. Incluso a mí me parece que la distinción entre la continencia y la vida cristiana de « pareja » homo resulta a menudo tenue, inextricable. Y constantemente dudo que yo haya elegido el mejor camino. Lo que sí sé, es que, si la continencia es la mejor vía, aquella sigue siendo seca, no me hace mejor que los demás, y a veces apenas más feliz que ellos. Y no juzgaré a ningún católico homo que no puede/quiere seguirla, que no se siente capaz de la privación de ternura/compañerismo, que no mantiene el ritmo de carrera de resistencia de la continencia (llamada « amistad desinteresada »). Ambos casos – la « pareja » homo católica o la continencia sin el sacerdocio – son de todos modos soluciones por defecto. La una (= la continencia) es simplemente más libre y diferentemente desgarradora que la otra. Nada más. Conozco demasiado bien la amargura de la conciliación que es la « pareja homo » (¡ y cuanto más la « pareja homo católica » !), la insatisfacción de la « elección » de la solución dicha « fácil », todavía más devastadora que la aspereza de la continencia. Pero también comprendo a las « parejas » homosexuales católicas practicantes, su « valentía » (de la contradicción), las motivaciones de su compromiso. ¡ Tuvieron tan poca elección ! (excepto la de emparejarse y de no obedecer al 100% a la Iglesia). Acepto que la necesidad de vivir como hermanos parezca a los ojos de algunos como un artificio, una hipocresía, un desafío insuperable, una excepción inalcanzable, una irrealidad, frente a una persona que quieren obviamente mucho más que a un amigo. La elección de lo « correcto » o lo « posible » o lo « adecuado » o del « mal menor », en lugar del mejor, no merece el mayor castigo… aunque, respecto a los actos homosexuales en sí mismos, la Iglesia habla de « pecado intrínsecamente desordenado » que compromete gravemente la Salvación del alma. Una relación humana homosexual no puede equivaler al acto homosexual o se reduce al acto, aún cuando el acto le da sin lugar a dudas un tinte de pecado o de santidad.

En resumidas cuentas, ¡ le deseo mucho ánimo a cualquier persona que vive la prueba de ser a la vez católica y homo ! Esa situación es verdaderamente incómoda y no permite muchísimas hazañas. A decir verdad, las hazañas, tan sólo las he visto en la continencia… y aún, ésta sigue siendo crucificante. ¡ Y les deseo mucho ánimo a la Iglesia y al Papa para resolver esa ambigua frontera que separa la belleza de la « pareja » homo católica y la belleza de la continencia ! Es una verdadera lata de gusanos. Si me permiten una comparación elocuente, el caso de hibridez de condiciones y de situaciones relacionales ambiguas que constituye la « pareja » homo creyente practicante se asemeja a las paradojas que ofrecen los adulterios o los divorcios « logrados », las « fidelidades al matrimonio a toda costa », o bien las parejas hombre-mujer sólidas y concubinas qui viven fuera del matrimonio religioso porque éste no corresponde ni a su cultura ni a su educación. Nos encontramos con una « pareja » homo católica equilibrada al igual que con una pareja indudablemente radiante de divorciados que se han vuelto a « casar » y que han tenido hijos adorables nacidos de su segunda unión. ¡ Lío idéntico ! ¡ Gracias a Dios, existe el Espíritu Santo para desenredar todo eso ! Así que no puedo culpar a los sacerdotes que no saben cómo situarse claramente sobre la cuestión de la homosexualidad, más aún sobre una homosexualidad mejorada por alguna forma de espiritualidad, de castidad, de obediencia, de respeto, de amistad, de fecundidad y de Verdad. La delicadeza, la prudencia o el silencio de los curas a propósito de las « parejas » homosexuales, no son siempre relativismo, tibieza complaciente, o traición : a veces son el signo de su pobreza de corazón, de su humanidad, de su empatía típicamente crística. Como Jesús frente a la Samaritana, los sacerdotes nombran el pecado, dicen lo que la gente hace, sin emitir juicio de personas y sin dar a aquellas personas ordenanzas moralistas. Su fuerza sólo se limita en una presencia amante y una invitación exigente : « Vete a tu casa, llama a tu marido y vuelve acá. […] Es cierto ; no tienes marido. Has tenido cinco y ese con el que ahora vives no es tu marido. En esto has dicho la verdad. » (Juan 4, 16-18) ; « Ni te condeno ; vete, y no peques más. » (Juan 8, 11)
 

8 – ¿ Cuáles son las ventajas de ser homosexual y fiel católico ?

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Las pocas ventajas – ¡ y ya son enormes y suficientes para ser feliz ! – que veo en el hecho de ser homosexual y católico, es la gran libertad que confiere, son la extravagancia y el choque cultural personificados que crea. ¿ Cómo, si no por algún milagro, la combinación de lo que parece sociológicamente « imposible » puede existir y ser reunido en una sola persona muy viva y única, y lo que es más, feliz y asumiendo totalmente y su fe y su tendencia homosexual ?? La propia existencia del católico homosexual te deja sin habla, es una insolencia dentro y fuera de la Iglesia, y la oportunidad de un asombro permanente. Por supuesto, los otros hermosos beneficios de la mezcla fe/homosexualidad – hibridez que la mayoría de nuestros contemporáneos ven como un conflicto, una oposición, una homofobia interiorizada o una irrealidad – son el encuentro concreto y el apoyo incomparable de Jesús y María en el seno de la condición homosexual. Son los chistes y las sorpresas increíbles guardadas por el Espíritu Santo. Son los encuentros raros, divertidos, fulgurantes, sólidos e improbables que permite la homosexualidad, realidad deseosa que refleja todos los sufrimientos prohibidos e íntimos de la Humanidad, que desinhiba y atrae a muchos marginados y heridos de la vida, que reconcilia a mucha gente con la Iglesia. En serio, me he dado cuenta de que ser homo y católico nos abre la puerta de casi cada corazón humano. Incluyendo a las personas que no quieren dárselo a ministros de la Iglesia oficial. Y, por último, la gran ventaja de la combinación homosexualidad/catolicismo, me parece que es la humildad. Debido a que, en un momento dado, el aguijón de la homosexualidad impide al que proclama a Dios de forma súper original y súper poderosa que se haga Dios y se auto-glorifique. Por su naturaleza de miedo y de herida vergonzosa y violenta, la homosexualidad equilibra y mitiga necesariamente la euforia arrogante del apostolado original que permite. « Dada la extraordinaria grandeza de las revelaciones, por esta razón, para impedir que me enalteciera, me fue dada una espina en la carne, un mensajero de Satanás que me abofetee, para que no me enaltezca. » (2 Cor 12, 7) La homosexualidad sólo es fuerte cuando es débil y al servicio de la fe. Vivida en la fe, contiene su poder y su propia muerte.
 

9 – ¿ Qué es lo que, en la fe católica, aviva/refuerza la atracción homosexual ?

Fundamentalmente, hay una explicación positiva para la atracción homosexual católica (he dicho « explicación » y no « justificación » ni « razón positiva »). De hecho, es la grandeza del Amor de Dios. Un creyente un poco celoso de ella, demasiado halagado de verse provechosamente embellecido por la grandeza de los dones espirituales y humanos que Dios le ha ofrecido y por el amor que Dios siente por él, está más tentado que uno que no conoce a Dios a fundirse en Él, a creerse narcísicamente Jesús, a amarse a él mismo y a amar con exceso a sus semejantes sexuados, y por lo tanto más tentado por la homosexualidad. Queda claro que no se trata de una fe verdadera, sino sólo de un simulacro de fe, una fe descarriada, que incitan a la fascinación homosexual. Y la homosexualidad no es ni la culpa ni el hecho del Amor de Dios, sino de la libertad (mal utilizada y mal entendida por el ser humano) que induce este Amor. Cierta práctica católica protestantizada/islamizada estimula la transgresión de la diferencia Creador/criatura.
 

10 – ¿ Ya se ha enamorado alguna vez de un fiel católico ? ¿ de un cura ?

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Antes de elegir la continencia, confieso que entre el año 2009 y el 2011, mi búsqueda amorosa homosexual se dirigía lógicamente hacia un alter ego : alguien con quien podía compartir no sólo el placer físico sino también la comunión con Dios. Y a primera vista, el seminarista o él que sale del año propedéutico o el sacerdote, ¡ es un poco la encarnación del Príncipe Azul a ojos de cualquier creyente homosexual católico ! La joya especial que compagina la fe y el amor fiel. Bueno, en la práctica, resulta que caemos rápidamente en la cuenta de que la « pareja homo católica » sólo es hermosa cuando no se forma, y que existe una incompatibilidad misteriosa entre la práctica religiosa y la práctica homosexual, aún cuando la segunda es soñada « casta » : uno no puede rechazar la diferencia de sexos en el amor mientras se entrega totalmente a la Iglesia que ES la diferencia de sexos. Es imposible. Tal vez los hay que verán en tal paradoja un sadismo por parte de Dios, sadismo fortalecido por la fuerza y la ternura reales de las amistades continentes que harían creer en su propia superación. De hecho, personalmente, yo empiezo a enamorarme de un católico cuando estoy seguro de que sólo podremos ser hermanos y que nos mantendremos juntos en la continencia. En realidad, mi Príncipe Azul, es la continencia. Una vez que otro hermano católico homosexual desea romperla conmigo, he aquí que nos decepcionamos, que ya no somos atraídos el uno por el otro, ¡ y hasta nos damos cuenta de que lo arruinaríamos todo ! Yo entiendo por qué Don Xavier Thévenot (un cura francés) designaba la continencia como el « Camino Real » de la homosexualidad. A los que pretenden que la continencia sería la solución fácil, yo contesto : no, no es fácil, pero es la razón por la que es grande y que se ha de vivir. La continencia, es el comienzo de las verdaderas tentaciones (¡ o de las tentaciones verdaderas !). Es en el momento de lograr ser realmente continente cuando de repente, sin que lo hayas previsto, surgen las oportunidades amorosas serias (con católicos auténticos y homosexuales como tú, claro, que antes nunca habían salido del bosque : ¡ hasta llegaste a pensar que eras el único en el mundo !) Viendo esto, tienes ganas de volverte hacia Jesús para preguntarle si lo hace a propósito. No hay verdadera felicidad sin la Cruz, sin combate. Es la voluntad de Dios. Tiene un sabor único, intenso, amargo, insuperable y divino, esta belleza fraternal que sólo aparece en el límite fijado por la Cruz de Verdad de Cristo.
 

11 – ¿ Le rechazan a uno los sacerdotes por causa de homosexualidad ?

Gay sacerdote
 

Por lo general, somos muy bien recibidos porque hay cada vez más sacerdotes cualificados. Pero ocurre todavía con demasiada frecuencia que seamos rechazados, por desgracia. Ya sea porque nos encontramos con un cura rígido que confunde Verdad y Caridad (poniendo la primera encima de o en lugar de la segunda) o homosexualidad y persona homosexual. Ya sea porque nos encontramos con un cura cobarde que juega sistemáticamente el comodín « Ve a ver a un psiquiatra » para librarse de anunciarnos a Cristo. Ya sea (lo que es lo mismo que los dos perfiles anteriores, y mucho más frecuente hoy en día) porque nos encontramos con un cura que nos recibe demasiado bien, que es excesivamente complaciente con respecto a la práctica homosexual, que hasta nos aconseja « dejar correr », « desdramatizar » ¡ e incluso encontrarnos un maridito ! Justo cuando estaban deseosos de Verdad-Caridad, muchos de mis amigos católicos homosexuales fueron expulsados por algunos clérigos por el hecho de que aquellos querían acogerlos demasiado bien mediante una indiferencia relativista gay friendly. Iban de confesionario en confesionario, y su malestar iba profundizándose hasta el punto a veces que dejaban definitivamente la Iglesia. Sólo la Verdad es sexy, ¿ qué queréis hacer ?
 

12 – ¿ Qué decir en el confesionario como persona homosexual ?

confesionario
 

No soy yo a quien debe peguntarlo. Tiene que ser al Espíritu Santo. Usted ha de pedir a Jesús que le susurre en el oído en qué Le ha herido. En un confesionario, es el pecado (= nuestra relación con Dios) que debe salir de su boca ; no simplemente los errores (= nuestra conciencia de haber actuado mal) que ha cometido… aunque aquellos están relacionados con el pecado. Luego, mi consejo será doble : que usted vaya a ver preferentemente a un cura cuando no tiene nada que decirle (generalmente así se obtienen las mejores confesiones ; y es el sacerdote quien le ayudará a « dar a luz » dado que es el médico de las almas que se convierte en Jesús). Y además, si tiene usted muchas cosas que contar, no dude en escatimar la descripción de lo que le ha dañado y avergonzado más, porque ahí es donde está la mayor parte de su pecado… y por lo tanto le quitará un gran peso de encima cuando llegue allá arriba en el purgatorio y se encuentre en frente de su Libro de Vida (cf. el relato imprescindible de Mariano Estrepo). En fin, saque el archivo completo (de la homosexualidad, ¡ claro !) sin rodeos : masturbación, aventuras homosexuales, traiciones de los amigos, sitios web de citas, cachondas, saunas, Comunión Eucarística tomada en estado de pecado, alejamiento de la Iglesia, adulterio y esposa engañada, vida de « pareja homo » caótica, consumo de drogas, etc. Los sacerdotes católicos de hoy no sólo no caen desde muy alto y no le encontrarán vulgar (¡ oyen bastantes bolas todo el santo día !) sino que encima, hay fuertes probabilidades para que la confesión de su infamia les agrade a más no poder : pensarán, gracias a usted, que ¡ no son sacerdotes por nada ! ¡ Es a través del reconocimiento de su basura y de su barro como usted purifica su corazón y purifica el corazón y el ministerio del sacerdote ! Por increíble que parezca.
 

13 – ¿ La fe hace que las familias son más homófobas y más intransigentes ?

familia
 

Si por desgracia la fe siempre servirá de excusa – hasta el regreso de Cristo – para la violencia, el rechazo, la hipocresía, la estupidez de muchos fariseos « católicos » contemporáneos (hasta el propio diablo conoce la Biblia de memoria, y forma parte de uno de los doce discípulos a través de Judas), ¡ esto no quiere decir que la fe, o Jesús o todos los católicos tengan la culpa ! Una fe vivida verdaderamente en la humildad y la obediencia a la Iglesia sólo da buenos católicos y familias amantes. Si sus padres católicos practicantes regulares se portan mal con usted en relación con su homosexualidad, no se debe al hecho de que son católicos, sino a que no son católicos (de corazón) o que es usted quien no es realmente católico ni tolerante con aquellos que creen. ¡ Pero el Señor y su Iglesia, ellos, no tienen nada que ver con la homofobia que puede conocer ! Y la participación en las manifestaciones contra el « matrimonio homosexual », una ley objetivamente injusta y despreciable (véase la pregunta n°63) no sólo no es una prueba de antipatía homófoba de su familia hacia usted, sino paradójicamente una hermosa muestra de solidaridad.

Quisiera decir que, de todas las personas que escuchan mi testimonio y están al tanto de mi homosexualidad, son los católicos quienes me acogen más y quienes menos me juzgan (aunque, por supuesto, entre los católicos, las reacciones son muy contrastadas y cambiantes, y la recepción no es ideal en absoluto, inclusive en tiempos de « matrimonio para todos »). Mi balance globalmente elogioso contradice un poco – pero no completamente tampoco – la mala fama que tradicionalmente se les atribuye a los católicos, que son mucho menos « cerrados » que las personas que se hacen pasar por nuestros amigos y defensores de « nuestros derechos (homosexuales) » pero que en realidad no saben nada de los sufrimientos que experimentamos so pretexto de querer nuestro bien. La intolerancia homófoba, aún lo compruebo ahora, proviene sobre todo de los defensores ateos gays friendly de la seudo « identidad homosexual » y del seudo « amor homo » : aquellos activistas nos encierran en una identidad y un sentimentalismo asexuado que no son nosotros y que no nos colman.

Desde mi propia experiencia, sin embargo, nunca he sido mal acogido por un sacerdote cara a cara (¡ al contrario !), nunca me han cerrado una puerta de confesionario en la cara, nunca jamás me han lanzado tomates en las parroquias, los grupos de capellanía y las clases de institutos católicos que he visitado. Miedos, sospechas, golpes bajos y chismes por detrás, indiferencia, traiciones, sí, a veces. Pero nunca ataques frontales ni linchamientos ni amenazas (de los cuales en cambio son capaces muchos de mis hermanos homosexuales y la mayoría de las personas que se hacen llamar « heteros »). Simplemente porque desde el punto de vista argumentativo, los católicos no pueden competir conmigo en el terreno del conocimiento de la homosexualidad ni con la continencia que me ha tocado vivir por gracia. Y además porque, de todos modos, y desde toda la eternidad, la Iglesia católica pertenece y obedece a Dios-Amor, por lo que en algún punto, la maldad de sus fieles se para.
 

14 – ¿ Su comunidad eclesial le ha rechazado ?

Antonella
 

Sí en mi parroquia de Cholet, ciudad del noroeste de Francia (los feligreses me ignoraron y algunos incluso me han dicho que les di vergüenza en el momento de mis tomas de posición en contra del « matrimonio homosexual »). Sí por las órdenes religiosas en mi propia ciudad natal. Si en muchas capellanías (por ejemplo, los dos líderes de la capellanía de mi barrio parisino – un cura y una monja vestida de civil – me han expulsado sin ningún motivo aparente). Sí en casi todos las establecimientos escolares católicos franceses. Sí en un movimiento humanitario católico – que no voy a nombrar – por el que había postulado para ir al extranjero. Si en mi propia parroquia en París (tuve que esperar tres años antes de que me propusieran testimoniar). Sí por muchas comunidades parroquiales en toda Francia, que me habían acogido con entusiasmo en un principio y luego cambiaron de chaqueta. Sí por la inmensa mayoría de los sacerdotes y obispos. Sí por casi todos los periódicos católicos, sin excepciones. Sí en el Vaticano. Sí incluso en los movimientos católicos de acompañamiento de las personas homosexuales. Mientras que, concretamente, en el fondo como en la forma, tienen poco cosa que reprocharme. La ignorancia es la principal explicación. El miedo, la estupidez, el orgullo y la maldad, las explicaciones-anexas. En los tiempos que corren, ser homosexual en la Iglesia Católica no es nada valorado, se lo digo. Aún cuando, obviamente, no se trata de excomulgación, y que a cualquier observación general negativa se le pueden añadir miles de felices excepciones, y que la Iglesia Católica es guiada por el Espíritu Santo, siempre. Por lo tanto me siento totalmente solidario de mis hermanos homosexuales que tienen suficiente corazón y fe para quedarse en Ella a pesar de todo. Y entiendo a aquellos que se largan y que Le desobedecen, aunque no los justifique y que no tendrían que irse/hacer el mal.
 

15 – ¿ Alguna vez le han decepcionado los sacerdotes acerca del tema de la homosexualidad ?

claudio
 

Sí. Estoy constantemente decepcionado. Y es totalmente lógico. ¡ No llevarán la Cruz de la homosexualidad en nuestro lugar ! Sólo Jesús y María nos pueden entender… y de vez en cuando, a trompicones, por atavismo de Gracia, y por intervención del Espíritu Santo, algunos de sus ministros. En general, a propósito de la homosexualidad, los sacerdotes católicos están indefensos. Saben teóricamente lo que pedirnos (se saben al menos el Catecismo, e incluso algunos se apoyan en mis escritos). Pero son muy conscientes que lo que ofrecen está en fase experimental, se parece concretamente a una vía muerta, y es el plato amargo de la continencia. Ellos tienen el deber de proponer un camino fiel al Magisterio y al mismo tiempo no se ven pidiendo a alguien lo que ellos mismos no siempre viven, o que no viven con facilidad. No se ven indicando a las personas homosexuales un camino vocacional que no será el suyo… porque ellos, al menos, son sacerdotes : ¿ hacia dónde enviar a las personas homosexuales, si no a la soledad de un celibato que no será consagrado/ordenado, o a un matrimonio ? Hablan de un tema (la homosexualidad) que no comprenden siempre (aunque sólo fuera sensiblemente) y se dirigen a personas que saben mucho más de homosexualidad que ellos. Sólo pueden empatizar. Cuando ères sacerdote, no tienes más remedio que proponer una vía que la persona homosexual sólo puede imponerse libremente a ella misma y que sólo Dios le puede dar : la Cruz. Estupendo… Decepción al final del camino.

Además, nosotros, las personas homosexuales continentes, somos tan pocas entre nuestros gemelos de orientación sexual, que Dios nos da la impresión de que estamos abandonadas a nosotras mismas, que somos nuestra propia referencia y nuestro mejor apoyo. No podemos encontrar amparo en ninguna parte. Y esto es normal. Es la unicidad radical de la Cruz. Y aún cuando me dicen : « Ve a pedirle consejo a tu padre espiritual, vete a buscar ayuda y consejo ante un sacerdote cuando te sientas en el ojo de la tormenta », me doy cuenta concretamente de que soy casi su única referencia de éxito de continencia homosexual, que todo lo que saben los curas acerca de la homosexualidad se lo he enseñado yo. Entonces, ¿ a quién acudir cuando la crisis interna está en su peor momento ? Siento decírselo, pero la verdad es que nuestro único alivio en este tipo de situación no proviene ni de los sacerdotes, ni de los Hombres, sino principalmente de Jesús y de nosotros mismos. « Los seres humanos son vanidad. » (Salmo 62, 10) La Cruz implica el aislamiento y la singularidad. ¿ Qué quieren que les diga ? Sólo Jesús lleva nuestra Cruz con nosotros (y Él, además, no tiene dónde reposar la cabeza). No los demás. No confíemos en los Hombres.

Una vez dicho esto, la conciencia de nuestro aislamiento tendría con qué llevarnos al suicidio o a una depresión severa. Porque verdaderamente, nosotros, las personas homosexuales, no se nos ayuda. Pero a pesar de todo, sólo tenemos una única ayuda – la de María y de Jesús – y ésta es la mejor. Pidámosle a Jesús sus consuelos. ¡ Él nos los da ! Especialmente frente a su Cruz. Plazo de respuesta en caso de tentación homosexual : como máximo dos días. Pero, en general, ¡ puede ser en el instante !

Ayer mismo, no andaba muy bien. En mi fiesta de cumpleaños (aún exitosa), encontré por casualidad a un chico de mi edad que me sedujo, y como suele pasar durante 48 horas en tales casos, esa tentación romántica me deprimió, me sumergió de nuevo en cuestiones existenciales y amorosas dolorosas, que me parecían en el acto insuperables. Pierdiendo las ganas de hablar, de escribir y de expresar lo que sea por Internet (éste suele ser el habitual « efecto de los sentimientos amorosos homosexuales » en mí), no tenía sentido que me quedara en casa. Y como todavía no había asistido a la misa de mi jornada dominical, decidí – una vez no hace hábito – ir a la iglesia de San Antonio de Padua, en el bulevar Lefebvre (15º districto de París), andando, aunque está lejos de donde vivo. En el fondo, lo comprendí después : era una invitación de San Antonio en persona. En el camino, me encontré con al menos cuatro parejas hombre-mujer diferentes que se dieron besos de competición, delante de mí. Como para ponerme a prueba. Además, le daba vueltas a una venganza secreta contra una invitación de una periodista de Radio Nuestra Señora que entró en contacto conmigo por teléfono en la mañana, y que me parecía tener jeta, después de todo lo que esta radio seudo « católica » me había hecho, después de su desastroso trato de la homosexualidad desde hace años.

Llegué con el corazón partido, lleno de revuelta, de tristeza, de lágrimas, ante la estatua de San Antonio de Padua, dentro de la iglesia del mismo nombre. Doblé la rodilla ante él, mientras quedaba derecho y digno, implorando su piedad, sin teatro, sin fuerzas para expresar lo que sea durante un cuarto de hora. Sólo para estar allí y porque estaba harto. ¿ Por qué me haces esto a mí, Señor ? ¿ Por qué tengo que quedarme soltero si me hace sufrir tanto ? ¿ Simplemente por la linda cara de una promesa pública ? ¿ Por obediencia académica a una moral católica sobre la homosexualidad, de la cual nadie – ni siquiera los sacerdotes y el Papa – están muy seguros ? Todo lo que hice fue pedirles a San Antonio y a Jesús una sola cosa : que me consolaran. Clavé mi mirada – como nunca – a la cara sonriente del santo. Su lis de la virginidad sobresalía bien. Y de repente, de la estatua salió una frase : « Hay que sufrir. » No la he oído claramente como se oye a un ser humano. No era tampoco una visión. Pero la frase se repetía en mi cabeza. « Es verdad, me dije, no hay Amor ni Salvación sin sufrimiento. Es esta la Verdad insoportable que el diablo no aceptó. Ese es el consentimiento más intolerable para aquellos que no entienden a los católicos y que sueñan con una fe-confort. Quieren amor sin sufrir. Quieren ser salvados sin pasar por la Cruz. Y esto, es imposible. Hay que sufrir para ser salvado. Y el sufrimiento que vivo ahora mismo es necesario si quiero amar y ser salvado. » Dicho así, parece sencillo, pero si los sacerdotes, en sus homilías y en el confesionario, anunciaran más a menudo aquella obligación del sufrimiento (« No sé si lo sabéis, pero tenéis que sufrir. Si no, no amaréis y no seréis salvados. »), ¡ seguro que nos sentiríamos menos culpables y sufriríamos mucho menos que de tener que deducirlo solos o por los acontecimientos, o sintiendo el dolor como algo anormal ! No sólo es « normal » sufrir, lo contrario es preocupante.

Luego comenzó la misa de las seis de la tarde. A pesar de que no tenía nada que ver con los textos del día (Hechos 7, 55-60 ; Salmo 96, 1-9 ; Apocalipsis 22 : 12-20 ; Juan 17, 20-26), el canto de entrada y el canto final eran dedicados al Espíritu Santo : empezaba muy fuerte. Había pedido consolaciones : ¡ las tuve ! Primero, el Señor me mimó porque sólo había cantos que podía embellecer con el contracanto de mi voz del bajo. Además, el sacerdote que oficiaba solo era un sacerdote italiano joven, muy agradable para la vista. Y encima, tenía una espontaneidad y una profundidad increíbles. A decir verdad, es raro encontrarse con sacerdotes guapetones. En general, más bien tenemos derecho a los fines de serie, a tipos mayores o a bellezas gélidas y hieráticas tipo Escuela militar. Por lo demás, no basta con que sean jóvenes para ser atractivos. No basta con que sean hombres para ser masculinos y amables. No basta con que sean guapos para que no saquen provecho de ello. Pero Dios se empeñó en regalarme ese prodigio : un sacerdote guapo, inocente, masculino, enérgico y sencillo. Allí, por lo visto, Jesús hacía un esfuerzo especial para mí, para complacerme de una manera sana. Y no me sorprende que Él haya tomado la forma del padre Claudio : siempre escoge a las personas más bellas, tanto por dentro como por fuera. Con aquel padre Claudio Avogadri, ¡ fue para mí el consuelo visual ! (jaja) Y yo que lloraba interiormente por tener que dar mi belleza y mi edad a Jesús en la virginidad, renunciando a los hombres sexys de mi generación, tenía frente a mí otro regalo de Jesús : un hombre hermoso que no podía desear, pero que igual que yo había escogido el celibato y ha sido elegido por Dios para ser continente. Esto me calmó los nervios y me divertió al mismo tiempo.

Lo más asombroso vino después. Don Claudio comenzó la misa diciendo que la segunda lectura era la ultimísima de la Biblia, y que por su contenido, tenía lo suficiente para llevarnos al consuelo y a la fidelidad completa : ¡ la Parusía que nos librará de las tentaciones y de nuestros esfuerzos es inminente ! « Mira, vengo pronto y traigo mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo. » (Ap 22, 12) ; « Sí, vengo pronto. » (Ap 22, 20) En líneas generales, el padre Claudio nos respaldaba como un entrenador benévolo y reconfortante : « ¡ Aguanten, amigos, aunque estéis sufriendo en este momento ! ¡ Vale la pena que quedéis firmes un ratito más ! ¡ Porque Jesús está a punto de llegar ! » Además, las lecturas de la misa remitían a la pureza en el sacrificio de nuestra persona a Dios. « Se acerca la hora. Que el santo se santifique aún más. Bienaventurados los que lavan su ropa con la sangre de Jesús. » Caía como anillo al dedo.

Intrigante fue también la homilía que el padre Claudio hizo en un idioma francés casi perfecto, y que respondió casi palabra por palabra a las expectativas que había formulado anteriormente a San Antonio. ¡ Como si el santo le hubiera pasado a su joven cura toda nuestra conversación privada, toda mi oración ! Con franqueza, el sacerdote nos confesó desde el principio que sobre el texto del Evangelio (Jn 17, 20-26), muy centrado en el tema de la Unidad, él no tenía prácticamente nada que decir. Es una oración del corazón. ¿ Qué se le puede añadir ? ¿ Qué comentar más ? No se disecciona una oración. Habla por sí misma (Yo igual, frente a San Antonio, y durante el día completo, ¡ me quedé sin palabras ! ¡ Y mi reciente tentación homosexual me dejó mudo, incapaz de escribir !). También enfocó su homilía no en la Unidad – como hubiera sido de buen tono hacerlo, y como se afanan por hacerlo en este momento los moralizadores católicos-bobos (burgueses-bohemia) mediáticos que parlotean sobre la « unidad de los cristianos » y sobre la « Misericordia » para que no se les diga su falta de ánimo para anunciar la Verdad – sino en la fidelidad a sí mismo. A priori, no soy un adepto del concepto de « fidelidad a sí » porque a menudo, en nuestro mundo, ésta es una excusa para el egoísmo. Sin embargo, en boca de este cura, la fidelidad a sí mismo estaba tan conectada con Jesús, con nuestra conciencia interior (el Espíritu Santo), con el martirio de san Esteban (« ¿ Por qué él fue hasta el final ? ¿ En nombre de qué ?? » preguntaba el padre Claudio), que era exactamente lo que necesitaba oír con respecto a mi compromiso con la continencia homosexual : « Cuando soy infiel a mí mismo, es a Jesús con quien soy infiel. Cuando me atacan, es a Jesús a quien atacan en mí. » El padre Claudio nos hizo un contundente llamamiento a vivir en coherencia y fidelidad con lo que sentíamos en el fondo de nuestra alma, con lo que habíamos decidido, para no someternos a los dolores de la « fragmentación » (expresión que resonaba como un italianismo), a las tristezas de la « pérdida de nosotros mismos » en prácticas o relaciones que no nos correspondían. Y aquel fondo de nuestra unidad, es Jesús. Luego, nos explicó que era importante inclinarse ante una persona, porque eso era el verdadero amor (… yo acababa de arrodillarse mucho tiempo delante de San Antonio). Después, aludió a la melancolía que podíamos sentir en determinados momentos de nuestra vida, incluso cuando hace un lindo día fuera (… y era exactamente la sensación paradójica que me rompía el corazón justo antes de llegar a esta iglesia y de haber caminado en aquel hermoso día de primavera parisina). A la salida de la misa, esperé a que ya no hubiese nadie para entretenerme con el padre Claudio, y agradecerle (sin malentendidos) que haya sido sin saberlo el Mensajero de mi intercambio privado con San Antonio justo antes de la misa. Darle las gracias por haberme consolado tan bien. ¡ Creo que le dio gusto ! Y era verdad, además.

¡ Así que ya véis como los sacerdotes son decepcionantes y desde qué perspectiva lo defiendo ! Entonces, en pocas palabras, si usted se siente homosexual, sobre todo, no espere nada de los sacerdotes. Pero esperen todo de Jesús que han revestido. Algunos sacerdotes son el consuelo de la homosexualidad continente.
 

16 – ¿ Lo pasa mal que su familia haya ido a manifestar contra el « matrimonio homosexual » ?

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No. Estoy más bien enojado con los miembros de mi familia que no fueron a manifestar, ¡ aunque los entienda muy bien por otro lado ! Las Manifestaciones Para Todos eran tan homófobas (no en intenciones, sino en práctica) y tan inconscientemente favorables al « matrimonio para todos » (por su defensa implícita de la Unión Civil y de la heterosexualidad) que ¡ había razones para huir de ellas ! Durante las Manifestaciones Para Todos, toda persona homosexual creyente se encontraba entre la espada y la pared, dividida entre una profunda rabia frente a la homofobia bienintencionada de la mayoría de los manifestantes (« Cariño, si vamos a manifestar, no es nada contra ti, sabes. Es por las consecuencias sobre los niños. » mentían sinceramente los padres ; y el hijo homo o sus amigos les contestaban : « ¿¡ En serio ?! Esta ley pasa en nombre nuestro, en favor de las personas homosexuales. Es nuestro regalo personalizado, nuestro reconocimiento social y material. Traduce nuestro amor. Se hace pasar por nosotros… Y ahora me estáis diciendo que la homosexualidad no tiene nada que ver con ella ?!? ¡ Toda la reivindicación política, jurídica, social, sentimental, identitaria de aquella ley del ‘matrimonio para todos’ se basa en la creencia en el amor homosexual y en las personas homosexuales ! ¿¡¿ Os estáis burlando de nosotros o qué?!? ») y la homofobia objetiva y sin embargo sútil de la ley del « matrimonio para todos » en sí (de hecho, ofrecer en la forma de un contrato la diferencia sexual a « parejas » que no la incorporan, significa hacer un regalo envenenado e inadecuado a las personas que se aplaude mientras se las censura y se las utiliza para vengarse en secreto del matrimonio tradicional, es conceder un privilegio que no cambia para nada las situaciones de sufrimiento y la insatisfacción que ellas viven de manera concreta y diaria).

Todos las personas homosexuales creyentes sensatas han podido comprobar rápidamente que Jesús ha sido descartado de las manifestaciones ; y el tema de la homosexualidad así como nosotros, las personas homosexuales, ¡ igual ! Por lo tanto, fuimos rechazados en las dos dimensiones más íntimas y más importantes de nuestra persona. Entonces sí, ¡ había mucho motivo para que viviéramos mal las manifestaciones pro-Vida de oposición al matrimonio homosexual ! Incluso después del huracán y de la ola de autosatisfacción cómoda de la victimización, los manifestantes en contra del « matrimonio gay », avergonzados, apenas se atreven a mirarnos a los ojos ahora. Esta es la prueba que hubo homofobia y catofobia : a la vez por parte de los pro-matrimonio-para-todos, y por parte de la anti-matrimonio-para-todos. Si no fuera por Cristo, ¡ toda aquella hipocresía casi me impulsaría a romper mi continencia y a aparecer en público ante todos esos fundamentalistas Pro-Vida « católicos » para dar un besuqueo (con doble ración de lengua) a un hombre delante de sus narices !

La experiencia de las Manifestaciones Para Todos fue un trauma increíblemente violento que aún no se ha identificado ni curado, no tanto en la sociedad civil sino dentro de la Iglesia Católica. De hecho, los católicos todavía están seguros de que no tienen nada que reprocharse. Les llevará un tiempo reconocer la brecha interna que les divide a causa de la ley del « matrimonio homosexual ». Por eso, en adelante, se están preparando a oponerse mucho entre ellos, además a causa de malentendidos que parecen « detalles », porque no habrá habido perdón antes.
 

17 – ¿ Las personas homosexuales han sido siempre bien acogidas en la Iglesia ?

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Públicamente, y por lo que he visto, las personas homosexuales no han sido casi nunca bien recibidas (salvo a escondidas). Porque a partir del momento en que esta acogida es visible, llega el temor a las recuperaciones y a las interpretaciones, o bien surgen el acomodamiento con el « amor homosexual » y la complacencia demagógica. En mi opinión, en este momento, hay una persona en la que eso constituye una excepción, es el Papa Francisco : ni demagogo ni indiferente.

Por lo demás, si nos exhiben o nos invitan, a menudo es en un destello, y sólo para precaverse de la presunción de homofobia, más que por lo que decimos. Veo el lío que es para los católicos y sacerdotes el hacerme venir para una conferencia, y sobre todo para que ésta sea pública. Mis intervenciones suelen convertirse en una moda pasajera o literalmente en Asunto de Estado, inclusive dentro de las parroquias y capellanías. Por ejemplo, a principios de junio del 2016, en Lille (ciudad del Norte de Francia), dado que mi testimonio sobre el tema del consuelo – en relación con la homosexualidad – había sido objeto de una invitación amplia en las redes sociales católicas, aquello desencadenó una mini guerra civil en el mundo católico de la ciudad : miedos, chantajes, amenazas, escepticismo de algunos sacerdotes, censura por parte de la Pastoral de la Salud y luego de la Pastoral de las Familias, escándalo… ¡ Como si yo fuera un criminal peligroso ! Inconcebible. Estuve a punto de cancelar. Afortunadamente, la conferencia tuvo lugar igual y sucedió estupendamente, sobre todo gracias a la combatividad de los organizadores. Pero ¡ cuántos fueron los obstáculos por una simple invitación ! Y lo peor, es que las trabas por la acogida de las personas homosexuales, los ponen aquellos católicos que pretenden ser nuestros mejores amigos… pero que en realidad nos cierran las puertas de su iglesia en cuanto abrimos la boca para contarles lo que vivimos.

En descargo de los católicos, y para dar al César lo que es del César, las personas homosexuales, en la Iglesia Católica, son un poco mejor recibidas que en otros lugares. Porque los católicos están más preparados para la hospitalidad, para comprender la realidad de la Cruz en todas las situaciones humanas, y para no juzgar a las personas según sus acciones o heridas. Pero incluso en su caso, aún hay mucho margen de mejora para que se relajen respecto a la homosexualidad (¡ especialmente los católicos que nos apoyan demasiado para ser limpios !) y por otro lado para acoger a las personas homosexuales en Verdad, y con más razón a las que viven lo que pide la Iglesia y que se contentan con transmitir simplemente lo que Ella recomienda.

Sin embargo, en cualquier caso, lo cierto y muy alentador, es que Jesús, por su parte, siempre nos ha acogido bien y sigue haciéndolo ; y acerca de las personas de Iglesia que Lo imitan, ellas también son tan perfectas como su Maestro. El verdadero católico abre sus brazos al ser diferente, al segundón, al que no se ama o que es rechazado, al delincuente, al criminal, al herido en su sexualidad. Él es leal en sus amistades y no le da miedo al qué dirán. No considera la Caridad como una sumisión o una corrupción. He conocido a mucha gente así en la Iglesia Católica. Gracias a Dios.
 

18 – ¿ Existe una presión de los medios católicos tradicionales contra las personas homosexuales ?

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Sí. La he comprobado. ¡ Por personas interpuestas, además ! Por ejemplo a través de la pequeña carrera de obstáculos de mi compañero de piso actual : un chaval genial, católico, muy sencillo, que no es homo, y que en un principio tuvo que sufrir a causa de su entorno. A pesar de que no tenía dudas sobre mí, de que tiene una novia oficial con la que se va a casar, ha tenido que aguantar la fama de vivir « bajo el mismo techo que un homo » acerca de sus amigos y familiares. Los prejuicios fijos que se ciernen sobre las personas católicas con educación tradicional que desean encontrarnos y mezclarse con nosotros en su vida cotidiana, demuestran que ¡ hace falta mucha perseverancia para no desanimarse y para encargarse socialmente del tema de la homosexualidad ! Ya se pueden imaginar desde luego las actitudes de rechazo, de desconfianza, de miedo, de indiferencia, de hipocresía, que nosotros, las personas homosexuales, a veces tenemos que soportar directamente en nuestra propia parroquia y en los círculos conservadores. ¡ Sobre todo si nuestra homosexualidad llega a ser conocida públicamente !

Entreteniéndome también con católicos tradicionalistas asumidos y abiertos, relativamente lúcidos sobre las ventajas y las intransigencias de su entorno social/religioso « orgullosamente reaccionario », y que han sido sensibilizados gracias a mi trabajo a la riqueza de la interpretación universalista y crística de la cultura homosexual, admiten todos la existencia de una « profunda homofobia de ignorancia » que observan generalmente entre sus compañeros tradicionalistas, sin que sea necesario para mí insistir. La encuentran tanto más perjudicial cuanto que me conocen en la vida real y saben lo bien que nos llevamos juntos, cuánto estoy muchísimo más cerca de los tradicionalistas que de los progresistas, cuánto las hostilidades de la gente de su familia política/religiosa se basan en malentendidos absurdos : « Sucede por ignorancia, esta cerrazón de los tradicionalistas respecto a la homosexualidad y a tu discurso, me aseguran. Qué pena… ¿ No habría manera para que te escuchen ? »

Dicho esto, para tranquilizar a los católicos tradicionalistas que nos escuchan y respetan, la presión de los círculos católicos progresistas contra las personas homosexuales es mucho más violenta. Porque ellos, nos odian pensando amarnos. Por lo que ni se dan cuenta de su maldad. Quizás la ignorancia de los tradicionalistas resulte menos difícil de digerir que una pasión amorosa tan impetuosa y paradójica como el fanatismo gay friendly.
 

19 – ¿ Son los católicos homófobos ?

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Lo pienso. Al contrario de lo que había asegurado por televisión el 8 de mayo del 2011 y durante las Manifestaciones Para Todos en el año 2012, por demagogia y para tranquilizar a mis compañeros de fe y convencerme a mí mismo, observo que los católicos caen regularmente en la trampa de la homofobia. La prueba es que no pueden soportar que se les trate de « homófobos/homofóbicos », y se pontifican tan pronto como oyen la palabra « homofobia » que desprecian sin haber buscado a conocer su sentido, su esencia, sus mecanismos, a las personas y las acciones que se esconden detrás. Consideran la homofobia como un simple insulto o una ideología modernista infundada, construida desde cero por el antifascismo moralizante libertario. Mientras que la homofobia, concretamente, son intenciones y hechos reales (insultos, acoso, rechazos, asesinatos, suicidios, violaciones, actos genitales violentos o no, exterminios de masa, sistemas políticos, etc.), son agresores y agredidos (cuando no son ambos…). Sí, la mayoría de los católicos es homófoba. Como cualquier ser humano que es capaz – especialmente cuando no se encuentra bien – de tener miedo a sí y a sus semejantes hasta el punto de atacarlos/atacarse a sí mismo, y en particular de atacar a las personas homosexuales. Todos somos homófobos a causa de nuestra humanidad común y de nuestras complicidades repetidas con el pecado original. Ni siquiera yo, a veces. A pesar de todo, sigue siendo más escandaloso que la homofobia (= miedo al mismo + temor a la homosexualidad + ataque contra las personas homosexuales + « identidad » y práctica homosexuales) provenga de católicos, porque ellos conocen la Verdad-Caridad, y por lo tanto tienen aún más la obligación a obedecerLe absteniéndose de caer en la práctica homófoba.

Por experiencia propia y relativamente larga en la Iglesia Católica, les puedo asegurar que la homofobia está muy establecida en las comunidades parroquiales y en el Clero. Por supuesto, indicar esta fuerte tendencia no borra las numerosas excepciones a aquella. Hay algunos fieles y algunos sacerdotes que aman verdaderamente a las personas homosexuales y nos acogen en Verdad. Pero el miedo a la homosexualidad, cuya fuente se arraiga a menudo en la ignorancia, en una angustia legítima frente a la extrañeza y al pecado, mucho más que en una voluntad calculada para dañar y acoger mal, es real y muy generalizada. Los católicos, en conjunto, hacen de la homosexualidad un tabú, un « no-tema », un peligro, y hasta – por relativismo « misericordioso » – un amor del cual sobre todo no haría falta hablar. Confunden el acto homosexual y la persona homosexual, o bien el pecado y el signo de pecado. Están aterrorizados a la idea de sólo pronunciar las palabras « homosexualidad » y « homofobia ». Este deseo de enterrar el tema de la homosexualidad constituye la primera etapa de lo que se llama homofobia. Y cuando no se le enfrenta a un miedo y no se le alumbra a la luz amante del Evangelio, aquel se transforma muy rápidamente en irritación, en repliegue paranoico, en violencia, en amenaza, en rechazo de personas que el término prohibido abarca.

He oído por parte de mis propios amigos gays católicos el relato verídico de algunos linchamientos homófobos espectaculares e inadmisibles, orquestados por comunidades católicas enteras (inclusive supuestamente « nuevas »). He visto que ponían a feligreses homosexuales en cuarentena por haber sido atrapados en delito de adulterio o de seducción homosexual, mientras que antes de su descenso de categoría, eran los preferidos de su asamblea religiosa, de su parroquia, de su grupo de oración, de su abadía. Acabaron en depresión, tratados como apestados de los cuales es mejor alejarse, como príncipes descoronados y caídos, como héroes inmediatamente rebajados al rango de traidores o de manipuladores pedófilos (porque, por supuesto, muchas buenas familias católicas hacen la amalgama habitual entre homosexualidad y pedofilia), con cargo punitivo colectivo implacable, digno de una manada de lobos, y a menudo con la histeria melosa que se hace de « psicóloga », que « patologiza » y « espiritualiza » a más y mejor (« ¡ Te excluimos, pedazo de perverso narcisista ! ¡ Mariscariote ! ¡ Y no vuelvas ! ¡ Sin embargo, queremos que sepas que seguiremos rezando por ti ! Te lo decimos con toda amistad, eh… »).

Me encontré con chicos extraordinarios, dulces, talentuosos, para nada perversos, que sin embargo perdieron todos sus galones de la noche a la mañana, que fueron abandonados por la mayor parte de sus amigos católicos y por su red religiosa antes calurosa, que fueron definitivamente excluidos de su parroquia o su abadía, simplemente porque su homosexualidad en acto fue descubierta y no sólo les implica a ellos (pues claro : para practicar su homosexualidad cuando se es católico, en general, no se puede hacerlo solo, ni fuera del mundo católico…). Si no te quedas en los clavos, si no piensas exactamente como nosotros, si no correspondes al retrato idealizado que tenemos de ti, si defraudas las esperanzas de vocación sacerdotal que ponemos en ti, si pasas el acto homosexual (y que, encima, te hemos dejado un puesto de responsabilidad en el que has arrastrado a otra persona que tú, aún con su consentimiento), ¡ se acabó, amigo ! ¡ Nos devuelves nuestra amistad ! ¡ Te tratan como basura ! ¡ Para esos adalides de la Misericordia, no hay lugar para la Misericordia !

El enfoque parroquial y pastoral sobre la falta homosexual es más que patoso : la mayoría del tiempo, es súper violento y catastrófico. Ya no nos encontramos con una familia espiritual, sino con un tribunal de tiburones, un sistema bloqueado en casi todas partes, que acosa, que encierra al pecador en su pecado, que lleva una comisión de investigación minuciosa contra este último, que lo estigmatiza (además « por su propio bien », « por seguridad », « por caridad »). Y muy pocos feligreses se alzan para tenderte una mano. La mayoría de los católicos, respecto a la homosexualidad, se refugian apresuradamente en sus torres de marfil que son « la diferencia sexual », « la heterosexualidad », « la Familia », « Los Niños », y que erigen como ídolos.

La mayoría de las comunidades religiosas católicas, frente a la realidad de la práctica o de la atracción homosexual, entran en pánico total. ¡ Hasta en 2016 ! Nada más descubrir que uno de sus miembros está/es herido y homosexualmente pecador… y en vez de acompañarlo, de afrontar el problema, de atenderle, de consolarlo y de darle una segunda oportunidad, ¡ ellas amputan ! ¡ Excluyen ! ¡ Tiran al niño con el agua del baño ! Es la psicosis. La lapidación psicológica-espiritual en las plazas públicas. ¡ La caza del hombre impuro ! La trampa se cierra sobre éste sin que él pueda defenderse, ya que a pesar de todo ha sido pillado por una falta objetiva. Después, ¡ menudo sentimiento de culpabilidad, menuda pérdida de confianza en sí, menuda reconciliación con Dios ! Después de eso, él necesitará mucho humor y fortaleza para reconstruirse, para seguir creyendo en la Iglesia-Institución. Sé de feligreses homosexuales, de monjes exclaustrados o antiguos sacerdotes, quienes dieron la espalda de manera sostenible a la Iglesia, para acabar encerrándose en una « vida espiritual » privada y una vida homosexual activa (a menudo destructiva), escocidos por la armada diocesana de corazones secos y de juicios perentorios. ¡ Algunas parroquias tienen una enorme responsabilidad y tendrán que rendir cuentas allá arriba ! ¡ Se lo digo yo !

Para terminar de responder a la pregunta, creo que el problema de fondo hoy estriba en la relación de los católicos con Cristo crucificado. Muchos sólo lo ven como un salvador que sufre y que ama, y no al gurú criminal tal como apareció a ojos de sus discípulos y del mundo, durante y justo después de su crucifixión. Luego, esta incomprensión del Misterio de la Cruz falsifica su relación misericordiosa con los culpables de nuestro tiempo (incluyendo a los culpables homosexuales), ya que los disocian de Cristo. Sin embargo, Jesús hasta aceptó parecerse a los malos (¡ para salvarlos !). « Dios le hizo pecado por nosotros. » (2 Co 5, 21) escribe San Pablo hablando del curioso vínculo de parentesco entre Jesús y su Padre. La Cruz, mucho antes de ser el « signo de Amor loco » que sabemos, es ante todo un « SE BUSCA » de traición y de criminalidad, que precisamente nos lleva a creer que Jesús (y/o su Padre) no nos hubieran amado, ¡ y hasta nos hubieran odiado ! Pienso que tenemos que tenerlo muy presente cada vez que nos enfrentamos a un criminal o a un hombre cuya práctica (homosexual) desaprobamos. Hasta su muerte, el pecador sigue siendo un Cristo disfrazado de malo, por lo tanto un Hombre que querer y que servir como un maestro. Nuestra Papa Francisco, por ejemplo, lo ha entendido perfectamente.
 

20 – ¿ Alguna vez usted ha experimentado episodios de rechazo en la Iglesia a causa de su homosexualidad ?

iglesia
 

Sí. Comenzó con la desconfianza (disfrazada de « prudencia »), la difamación (disfrazada de « consejo »), el desprecio (disfrazado de « realismo »), el rechazo (disfrazado de « estrategia »). Y este rechazo siempre me ha sido presentado como un bien para evitar un mal. « ¿ Quieres irte con un movimiento humanitario de Iglesia ? ¿ Quieres ingresar en el seminario ? ¿ Quieres hablar en público sobre la homosexualidad ? Te lo digo con toda la amistad (¡¡¡ incluso rezo por ti !!) pero es mejor que no. Sin embargo, quiero que sepas una vez más que no soy homófobo (además, mi testigo de boda era homosexual…), y que nuestra negativa es por tu bien. Es para ahorrarte un malestar con los habitantes de acá, un sacerdocio infeliz, una mediatización peligrosa, la trampa del narcisismo ¡ en la que ya has caído declarándote abiertamente homosexual ! » Y ni siquiera hablo de los insultos de aquellos católicos que me ven como un activista LGBT oculto porque no ladro a las palabras « Género », « Madres de alquiler » (« GPA »), « Lobby », « medios », etc., y porque revelo la homofobia real de La Manif Para Todos. Encima, tengo el mal gusto de dar a conocer públicamente que soy católico y de tendencia política de izquierdas. Me contestan que « ser de izquierdas » no significa nada. Que hablar de la importancia de la homosexualidad es un delirio monomaniaco para intelectual ávido de notoriedad. Y que el uso de la palabra « homofobia » me acusa directamente, invalida mi credibilidad, me encierra en la categoría de los libertarios LGBT y de los paranoicos complotistas. Usted me lo pregunta, se lo digo sin rodeo. Y además, he sufrido este rechazo sin ser siquiera defensor de cualquier « identidad homosexual » o « amor homosexual » o « derecho legal homosexual ». Muy al contrario, puesto que soy continente. Así que ¡ tiemblo al pensar en la acogida « católica » mucho peor que encuentran mis hermanos homosexuales que no actúan y no piensan bien, que respetan aún menos las exigencias de la Iglesia que yo, y que ofrecen a sus acusadores contradicciones objetivas !
 

21 – ¿ A qué sacramentos no tengo acceso como homosexual ?

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Como persona homo, en teoría, uno tiene derecho a (o más bien el deber de) los siete sacramentos de la Iglesia Católica : el Bautismo, la Eucaristía, la Confirmación, la Reconciliación, el Matrimonio, la Unción de los enfermos, Órdenes sacerdotales. Una pequeña nota de cautela : no podrá recibirlos todos porque entre la boda y la Orden, habrá que escoger uno de los dos. Pero el hecho de sentirse homosexual no impide para nada a Dios que nos dé sus Gracias, ni a una persona que las reciba. La continencia (o la castidad en el caso del matrimonio) abre a todos los sacramentos. Sólo el pecado y las malas acciones graves nos separan de Dios. En otras palabras, sólo el adulterio y la práctica « conyugal » homo o hetero (vida fuera del matrimonio o fuera de la continencia) son un freno radical a la recepción de la Eucaristía, del Matrimonio, del Orden, y un freno parcial a la recepción del Bautismo, de la Reconciliación, de la Confirmación y del Sacramento de los enfermos. Tiene sentido : si no queremos conformarnos a la obediencia a la Iglesia respecto a la homosexualidad, ¿ de qué sirve reclamar el Bautismo como si fuera un derecho, y cuidar de su propio jardín religioso ? De nada. Por lo que incluso los sacramentos (Bautismo, Confirmación, Reconciliación, Sacramento de los Enfermos) que no requieren un don y un compromiso completos de su propia persona ya son prefiguraciones de los sacramentos (Eucaristía, Matrimonio, Orden) que los exigen.

Por ejemplo, me choca cuando una persona que practica la homosexualidad pide el Bautismo (para ella o para « su » niño criado por ella y su compañero del mismo sexo) aunque sigue siendo en « pareja » homo. Me parece que hay una incoherencia. La Gracia del Bautismo no podrá ser plenamente recibida por ella. Del mismo modo, me parece inaceptable que « parejas » homosexuales, durante la misa, tomen la fila de la Comunión, como si nada, igual que niños formales que tomarían la Eucaristía por primera vez, y que encima, el cura, que a veces conoce perfectamente su estado de vida, cierre los ojos y les deje comer el Cuerpo de Cristo. Tanto unos como otros tendrán que rendir cuentas de ello ante el Tribunal Celeste. Claro, si fuera obligatorio no ser pecador para comulgar, ¡ nadie lo podría ! Pero a pesar de todo, hay un mínimo. Y las situaciones de adulterio son lo suficientemente graves (nuevo matrimonio después de un divorcio, concubinato, práctica homosexual incluso « fiel », engaño y violación del matrimonio, parodias de boda, depravación, infidelidad…) como para que no se considere a las personas que lo viven dignas de recibir a Jesús a quien rechazan concretamente en su vida cotidiana. No se puede por un lado expulsar en « amores » a la diferencia de sexos, y luego por otro pretender recibirla a través de Jesús-Eucaristía de Amor. Debemos mostrar respeto por quién es Cristo, es decir la Encarnación divina de la diferencia sexual, ¡ en lugar de considerarLo como un « derecho » o una proyección espiritual y sentimental !

En cuanto al Sacramento del Perdón, allí también, no se le puede dar a una persona si ella no ha sido bautizada de antemano, y sobre todo si no está dispuesta a reconocerse pecadora en la práctica homosexual y no ha decidido cambiar radicalmente de vida. De lo contrario, se trata de una indulgencia parcial que se le ofrece a un corazón cerrado. Por lo tanto, el sacramento no tendrá un gran efecto. Sin embargo, incluso si no se administra el Sacramento de la Confesión, una simple conversación entre un cura y usted ya puede dar frutos hermosos y llevarle, a la larga, hasta el verdadero Sacramento : es sólo cosa diferida, y nunca es tarde para convertirse. La puerta de los Sacramentos católicos está cerrada a la persona homosexualmente practicante, pero no está bloqueada. Y hasta que no haya cambiado de vida, le es posible recibir otras formas de presencia crística que la Eucaristía y los Sacramentos : la escucha de la Palabra bíblica, la oración, la vida comunitaria y los hermanos, los actos de solidaridad y de servicio, etc.

No hay pérdida de la vida, ni del Cristiano, si no se puede (todavía) comulgar o ser bautizado. El dolor de la separación con los sacramentos puede ser muy temporal en caso de que nos comportemos mejor : en el fondo, sólo es debido a un orgullo que no quiere dotarse de los medios para morir a la Gracia, y que se cierra, se vuelve inflexible. Pero en lugar de pedirles a Dios y a la Iglesia que se suavicen, se « abran » y « se adapten » a nuestros pecados, tratemos más bien de suavizarnos nosotros mismos en la obediencia y la escucha de los mandamientos de la Iglesia para no pecar, precisamente. Y acabaremos por ver que incluso si no recibimos (aún) el Pan entero de los Sacramentos, sin embargo ya gozamos de sus nutritivas migas, al igual que la mujer cananea del Evangelio. « En esto, una mujer cananea, que había salido de aquel territorio, gritaba diciendo : ‘¡ Ten piedad de mí, Señor, hijo de David ! Mi hija está malamente endemoniada.’ Pero él no le respondió palabra. Sus discípulos, acercándose, le rogaban : ‘Concédeselo, que viene gritando detrás de nosotros.’ Respondió él : ‘No he sido enviado más que a las ovejas perdidas de la casa de Israel.’ Ella, no obstante, vino a postrarse ante él y le dijo : ‘¡ Señor, socórreme !’ Él respondió : ‘No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos.’ ‘Sí, Señor – repuso ella -, pero también los perritos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.’ Entonces Jesús le respondió : ‘Mujer, grande es tu fe ; que te suceda como deseas.’ Y desde aquel momento quedó curada su hija. » (Mateo 15, 22-28) En la Biblia, siempre hay personajes abispados y listos que intentan estafar al Señor, o que fintan para recibir los beneficios de su Gracia. Y como Él es bueno, los satisface en parte, aún cuando no aprueba sus acciones, les recuerda su deber de conversión y su Cruz, y que no cede en lo Esencial : la obediencia a Sus órdenes.

A través de la persona de la Cananea, se ve claro que Jesús trata con dureza de « perros » a todos los que no forman parte del Pueblo elegido (los Judíos) y que no Le obedecen. Eso puede parecer a primera vista injusto y desagradable. Pero, en realidad, encaja perfectamente con lo que suelen decir de ellos mismos los propios sujetos homosexuales (Véase el código « Perros » de mi Diccionario de Símbolos homosexuales). Entonces Cristo no nos traiciona y ni siquiera nos insulta. Son los pecadores quienes se insultan solos. Por otra parte, Él afirma que vino en prioridad por ellos, y acaba por curarlos igual. Entonces, que las personas que practican su homosexualidad no se mosqueen, se armen de paciencia y no se hagan los excluidos respecto a los sacramentos de la Iglesia Católica, ya que no hay para tanto. Si Jesús nos raciona, es primero porque lo necesitamos, y luego porque una dieta de Sus Sacramentos nos permitirá apreciarlos mejor y reconocerlos en el momento cuando seamos lo mínimo dignos de ellos. Uno no se sienta a la mesa si no está listo, en ninguno de los casos. ¡ Es el mínimo de los respetos que le debemos al Jefe-Cocinero !

Personalmente, creo que la mejor ayuda y el regalo más grande que Jesús y sus sacerdotes pueden proporcionar a las personas homosexuales todavía desobedientes, es justamente no cederles nada, y no darles acceso a todos los Sacramentos, en particular al gran pedazo de Pan Vivo que su paladar, su vientre y su corazón obviamente no podrán aún apreciar/honrar/acoger/digerir. No por sadismo, sino por el contrario porque ellos no tienen que liquidar lo que podrán darles tal vez un día. No se le ofrece un banquete a una persona hambrienta ni a una persona obesa. ¡ A menos que quieran matarla ! Su corazón debe convertirse poco a poco. Por dosis hom(o)eopáticas. Por migas.

Últimamente, caminando por París, me topé con un cartel del ayuntamiento que me divirtió tanto como me sorprendió, por lo que no era compatible con el espíritu de nuestra época, que promueve más el consumo, el engorde forzado, la gula y la humanización de los animales que la abstinencia y el racionamiento voluntarios : « Si aman a los pájaros, no los alimenten ! » Me atrevo a hacer un paralelo con nosotros, las personas homosexuales. Si vosotros, los sacerdotes y fieles católicos, nos queréis verdaderamente, no nos deis comida. Inclusive a nivel sacramental. Al igual que las aves, cuanto más nos racionaréis, tanto más nos amaréis y nos prepararéis al gran Banquete eterno. Amar, no es siempre darlo todo. O bien es dar también la Cruz.
 

22 – ¿ Tengo que hablar de mi orientación sexual a mi confesor ?

Lo importante, creo, no es necesariamente decirla o no decirla bajo ningún pretexto. En ambos casos, puede ser grandioso como inútil/catastrófico. Cada cual tiene que discernir los pros y los contras del secreto o de la divulgación. Si usted decide expresar su tendencia sexual, exprésela bien (y después de haberse informado bastante acerca de la homosexualidad). Si no, absténgase. Si usted ha decidido mantener el secreto, manténgalo bien, sin teatro, sin tristeza, sin rencor, con la paz de Dios que le permitirá no hacer pagar a su confesor ni a sí mismo su silencio. De lo contrario, hable de su homosexualidad. Es el Espíritu Santo, cuando Le interrogue, quien le inspirará lo que es mejor hacer en su caso.
 

23 – ¿ En una confesión, pongo mi homosexualidad en la lista de mis pecados ? ¿ Me arriesgo a hablar de ella ?

pecador
 

Si siente que la noticia no será entendida por el confesor (porque usted mismo no ve muy claro), si su conciencia le indica que su « salida del armario » (coming out) sólo sería un lloriquear del cual no saldría ningún arrepentimiento ni humildad de su parte, que le cierra puertas (para su carrera, su vocación, su relación futura con un cura a quien conoce demasiado), y que le reduciría a una caricatura que usted no es, o mucho más positivamente si usted siente que la tendencia homosexual no le encadena a adicciones o a prácticas o a una depresión insuperables, si siente que la homosexualidad no le conduce al pecado, tampoco hay necesidad de decir algo. Dios también tiene derecho a la exclusividad de algunos de sus secretos. Esto es entre Dios y usted. Y el confesionario no es el lugar donde se debe contarlo necesariamente todo, sacarlo todo, mostrar la totalidad de nuestros secretos, contar nuestros estados de ánimo. Si ciertas realidades de nuestra vida interior o exterior no son coronadas por el remordimiento, o la conciencia/la existencia de una falta, e incluso la conciencia/la existencia de un pecado, tan sólo tienen su sitio en un intercambio entre amigos o en el consultorio de un psiquiatra. No en un confesionario.

Sin embargo, si usted siente que su orientación homosexual lo debilita y lo lleva al pecado, puede hablar Y de su tendencia (que no es un pecado en sí misma si no es seguida de los actos ; sólo se reduce a un « signo de pecado », a una herencia del pecado original) Y sobre todo del pecado (acción mala + ruptura voluntaria con Dios) que le incitó a cometer. En la confesión, es el pecado mucho más que su intención, su coartada, su motor, que debe ser revelado. La intención o el deseo empeora o mitiga la gradualidad del pecado, a lo sumo. La sola tendencia homosexual no es un pecado, puesto que no constituye una elección. En mi opinión, debe ser revelada sólo si ha servido a pecar, o bien en el caso más raro de que es tan inherente a su vida de evangelización, relacional, que usted está casi obligado a hacer mención de ella para que el cura entienda los pecados que le confiesa luego, y en los cuales la homosexualidad ocupa un sitio contextual existente pero no decisivo. Y en estos casos, sí, la revelación de su tendencia puede ser puesta en la mesa, sin que ella formase parte de la lista de sus pecados. El sacerdote no es estúpido. Ya que es Jesús. Él sentirá las inflexiones de su sentimiento de culpabilidad o al contrario de su falta de culpabilidad.

Por lo demás, fuera del marco de la confesión, usted sabe que un sacerdote es a menudo un amigo estupendo y un confidente sólido con el que puede contar. No lo chocará evocando la homosexualidad : el cura del siglo XXI se enfrenta a tantas realidades que ¡ es inmune (casi demasiado, para algunos) a la indignación y al juicio de personas ! Si usted necesita un consejo, una luz, o simplemente, tiene la muerte en el corazón, no dude en revelarle su homosexualidad. Un buen sacerdote guarda un secreto como nadie. Y al ver que usted confía en él para hablarle de « eso » (porque él sabe muy bien cuánto le cuesta a uno pronunciar ciertas palabras), su corazón de padre se derretirá. Le regalará un placer tan inmenso como la alegría que habrá encontrado usted por ser escuchado por él sobre el tema tan tabú de la homosexualidad.
 

24 – Soy católico y homosexual. ¿ Debo salir (del armario) a mis amigos no-católicos ? ¿ Y a mis amigos católicos ? ¿ Necesitan saberlo ?

catolico gay
 

No necesariamente. Si hay una práctica homo escondida trás su coming out, o una ilusión de « identidad homosexual », ni siquiera vale la pena salir, me parece a mí. Si por el contrario en su coming out hay una continencia y el anuncio de un apostolado por la Verdad mediante la homosexualidad no practicada, entonces yo diría que es una lástima que se calle. Pero, como generalmente el gusto de la continencia y el descubrimiento de la potencia evangelizadora del análisis de la homosexualidad vienen caminando, y con tiempo y trabajo, de todas formas, su salida, más aún si es « homo-católica », no parece ser para hoy, y llegaría demasiado pronto. Para lograrla, hace falta un mínimo de oración, de duelo (del sueño de vivir un día el « amor » homo), de resistencia, de paciencia consolidada, un deseo homosexual comprendido y relativamente controlado.

Luego, yo no digo que en su caso el camino (hacia el coming out) no pueda hacerse rápidamente, sobre todo cuando el terreno ya ha sido desbrozado, y que los Novísimos ofrecen oportunidades de formación/conversiones aceleradas de personas homosexuales continentes gracias a la acción del Espíritu Santo. Vivimos una época fasta para ello. Así que si usted siente en su interior un deseo san(t)o de ofrecer su homosexualidad a los demás, al mundo y a la Iglesia, no refrene su impulso. Dígalo. No hay que desperdiciar los tesoros. Además, la moda de las « salidas del armario » gays va pasando. Por desgracia, está cediendo el paso a una no menos desoladora orden mundial que nos impone a todos que exhibamos quienes seríamos, lo que quisiéramos, y sobre todo quienes no seríamos y lo que no quisiéramos (véase la famosa campaña burguesa-bohemia de los #Soy, #Quiero, #Pro, #Apoyo, #NoSoporto, #Odio, etc., que en realidad es una confesión inconsciente de la falta de personalidad, ideas y combates). Entonces la salida homosexual más hermosa, más verdadera, más útil, puede volver fuerte, creando sorpresa, tanto más cuanto que se efectuará de otra forma : coronada por la fe, no se anunciará ni como un coming out clásico y ensayado, ni como un coming inSoy hetero » o « Soy un ex-gay » o « No soy verdaderamente gay sino sólo un hombre/una mujer y un Hijo de Dios »), ni siquiera como un anti-coming out ya que la homosexualidad no se negaría y sería al contrario tratada por primera vez. Sean cuales sean las épocas, de todos modos, el coming out de la continencia homo-católica siempre seguirá siendo una rareza explosiva y un éxito no humano (porque pocos lo entenderán e incluso asustará a los católicos), sino divino. Así que razón de más para osarlo. Vale la pena. Lo digo por mi propia experiencia.
 

25 – Crecí en una familia católica, me casé en la Iglesia, y me siento atraído por las personas del mismo sexo. ¿ Qué hacer ?

mi esposo es gay
 

Espero que no le lastime si le digo « Ofrezca su homosexualidad a su matrimonio, a su esposa, a sus hijos y a Dios » (sin necesariamente contárselo todo). Se lo propongo igual, en mi calidad de soltero continente que podría perfectamente « soltarse » mucho más que usted porque al parecer no hay nada – ni siquiera el matrimonio ni el sacerdocio – que me retenga. Usted ha recibido un sacramento indisoluble que es el matrimonio. A veces, ha transmitido la vida a niños de los cuales es responsable y a quienes debe el amor eterno con su madre (incluso si ya no la ama de verdad). Desde luego todo eso constituye un motivo suficiente para luego no perderse en amoríos homosexuales sin porvenir, ¡ ni tampoco en un « amor » duradero en brazos de un hombre ! Frente a aquellos que le mantendrán el discurso hedonista gay friendly del « mal menor » (« Vive tu vida. No tienes que quedarte hipócritamente con tu mujer a quien has mentido desde el principio e imaginado amar. ¿ Ya no sientes nada por ella ? No insistas porque si no, tu naturaleza volverá a despertarse y siempre pesará más… » o bien « Más vale para ti que seas feliz con un hombre – aunque sea con retraso y a costa de una ruptura – ¡ que infeliz e insatisfecho toda la vida con tu esposa ! »), se lo confieso casi con certeza : usted todavía vive el amor de su vida con su esposa (no la reduzca a la « compañera » que no es, que nunca fue y que nunca será), y jamás encontrará el amor verdadero con una persona del mismo sexo. Se lo aseguraría igual si usted fuera joven, ateo y soltera.

La fe católica, el estatuto de hombre casado (y a veces de padre de familia), la calidad de las personas a nivel individual, el contexto del encuentro o de la conmoción homosexual, las sensaciones y los sentimientos personales, la capacidad para amar, la probabilidad de enamorarse de una persona del mismo sexo, son falsos debates. Son más bien los límites objetivos de la práctica homosexual, las numerosas decepciones de la « pareja » homo, las razones del despertar desgarrador de su tendencia homosexual, las realidades del duelo espiritual que está amenazando al matrimonio, a las cuales usted debería hacer frente, y no ir directo a por el camino más fácil. Poniendo palabras en sus impulsos, sus fantasías y sus ilusiones de amor, es como logrará desactivar el poder de aquellos y revalorizar su matrimonio. Estudie sanamente su homosexualidad en lugar de practicarla para negarla mejor. Así, usted será verdaderamente libre. Y su cielo ensombrecido se despejará tan rápido como se había cargado.

He encontrado a buen número de hombres casados y mujeres casadas con una persona del sexo complementario, quienes, a pesar de la persistencia de su tendencia homosexual sobre la duración, viven igual muy felices su lucha por/en el matrimonio, y han hallado un equilibrio perfectamente satisfactorio y duradero. Componer un casamiento cristiano con la homosexualidad resulta totalmente posible y más éxitoso de lo que se dice. Aquello puede ser una oportunidad, para los cónyuges, a que compartan juntos la superación del miedo íntimo que los junta. Ser al mismo tiempo homosexual y casado, total ¡ no es ni la asfixia ni la encrucijada corneliana cotidiana ! A menudo basta con dejar de alimentarse el imaginario con pornografía y películas pro-gays románticas, y sobre todo con prestar mayor atención al otro (¡ sin asfixiarlo !).

Y si le hace sentir mejor, muchas personas casadas no-homosexuales también tienen tentaciones de adulterio feroces. Esto no es específico a la homosexualidad. Es propio de cada lucha humana por la fidelidad en el matrimonio y en favor de Cristo. Así que no centre todos sus problemas y frustraciones en la homosexualidad. Aquella sólo es un síntoma de un malestar y de un miedo más amplio. No deje que la homosexualidad lo arruine todo o ponga todo en tela de juicio. ¡ No la deje que dirija su vida en su lugar ni que apague su alegría !

Sé de hombres homosexuales casados con una mujer quienes, después de haber vivido una desviación homosexual, comprendieron que no encontrarían su felicidad en este tipo de relación, y tuvieron la humildad de volver a su vida familiar de antes, reanudando con su esposa en la fidelidad. Estos no son casos aislados. Por otra parte, muchas personas homosexuales tienen el valor sobrehumano – especialmente en el contexto permisivo y bisexual actual – de permanecer fieles a su mujer, y me quito el sombrero. Del mismo modo, conozco a muchas mujeres, casadas con un hombre cuyas atracciones homosexuales conocen, que también tienen el coraje de la confianza y de la perseverancia. ¡ Nuestra época asiste a un florecimiento de heroísmos post-modernos hasta ahora totalmente inéditos ! Y eso qué grande es… aunque el hecho de vivir a diario al lado de una persona con discapacidad sexual, no sea un día de campo, haga sufrir fuertes momentos de angustia, eche a uno de vuelta en la cara sus propias debilidades e impotencias. En todo caso, la homosexualidad no practicada y vivida en el matrimonio fiel hombre-mujer crea grandes santos cuyo esplandor de bondad, de abnegación y de paciencia, descubriremos allá arriba, ¡ seguro ! Ellos realmente saben lo que significa la frase de Cristo : « Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. » (Lucas 9, 23)
 
 

CAPÍTULO II – MINISTERIO SACERDOTAL CERCA DE LAS PERSONAS HOMOSEXUALES :

26 – Cuando hablo de homosexualidad a mis jóvenes, no me escuchan y se ríen de mí. ¿ Cómo ser creíble como pastor católico ?

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Hasta que no se ha entendido cómo funcionan los jóvenes, ya se comienza muy mal, sobre todo con un tema tan apasionado como la homosexualidad. Los adolescentes, en particular los de hoy, son adictos a lo afectivo (necesitan sentir emociones, oír hablar de sentimientos, de buenas intenciones, de sinceridad, de benevolencia), a la Encarnación (Con ellos, tiene que ser concreto, tienen que ver que el testigo vive lo que dice, que la persona directamente afectada por el problema que aborda está frente a ellos… si no, que se lo creen), a la injusticia (No soportan ser manipulados ni que se le falte respeto a alguien : tienen un sentido agudo del honor, y también de la justicia), al humor (eso, es la guinda de la torta). Sin estos cuatro criterios, los perdemos. Ya no podemos difundir el Amor, la Verdad, la Fe. No podemos pasar el amor, la verdad, la fe. Confíen en mi experiencia de profesor. No le enseño nada.

Con la homosexualidad, no hay misterio. Hasta que pase por alto el testimonio por la persona homosexual y que pretenda sustituirlo sí solo, usted seguirá siendo inaudible. ¡ Y la mala fama social y mediática que rodea actualmente a los sacerdotes, sobre todo en las cuestiones de sexualidad, confirma mi inquietud ! Por ejemplo, el padre Philippe de Maistre, uno de los sacerdotes capellanes del instituto Stanislas en París, ha comprendido su margen de maniobra respecto al tema : él sabe dónde es competente, también conoce sus límites de hombre no homosexual. Concede que sobre el terreno de la homosexualidad, él no puede trabajar solo, y que al cabo de un momento necesita de personas homosexuales de carne y hueso. Muchos sacerdotes deberían seguir su ejemplo y solicitarnos.

Ahora bien, desde el punto de vista del contenido de sus palabras sobre la homosexualidad, hasta que usted mantenga un discurso natalista anti-matrimonio gay totalmente paranoico, y que caricature al Género en términos que los jóvenes no pueden entender (porque – y eso hay que saberlo – el vocabulario sentimental y racional interno que ellos emplean suele limitarse a tres palabras : heterosexualidad, homosexualidad y homofobia), usted quedará inasequible. Los mentirosos o los ingenuos, por muy estúpidos y desagradables que sean, no toleran que les atribuyan intenciones que no tienen, que seamos imprecisos en lo que les reprochamos y que los acusemos de nuestras propias tonterías. Y de momento, lo que los anti-Género, La Manif Para Todos, los movimientos pro-Vida, y muchos sacerdotes critican a propósito del « lobby LGBT, ¡ está totalmente fuera del marcador ! Para comenzar, todavía no se han percatado de que el Género era la heterosexualidad. Así que su nivel de comprensión de la homosexualidad y de la homofobia, ni hablar…

Por otra parte, ustedes sacerdotes católicos no utilizan bastante el conocimiento que ahora tenemos sobre los actos homófobos y la homofobia (dado que por lo general, desprecian el término « homofobia »), lo cual es completamente absurdo y una pena. ¡ Si supieran cuánto la sola mención de los actos homofóbos, cuya violencia es inmensa, cierra el pico, y que ustedes podrían conocer mejor si se interesaran personalmente por ellos, por sí sola sería suficiente a impresionar a los jóvenes, a suscitar en ellos la empatía, a probarles que ustedes saben mucho acerca de la homosexualidad (mientras que ellos – e incluso las federaciones « anti-Homofobia » – nada), a demostrarles el vacío de su defensa gay friendly de la homosexualidad dictada por el pensamiento único mediático, a hacerles entender que ustedes se preocupan verdaderamente por las personas homosexuales, por su sufrimiento, más allá de los discursos politizados y teóricos sobre la homosexualidad ! Además, cuando los chavales vean a un cura hacerle frente a la homofobia, ¡ ustedes sacarán a sus ojos el Premio la modernidad ! Yo creo que no utilizan lo suficiente mi trabajo sobre la homofobia ni lo que saben de la cantidad de sufrimientos y de violencias inimaginables de las personas homosexuales con quienes se encuentran. Por eso los demás se ríen de ustedes cuando intentan hablar de homosexualidad. Casi diría que tienen toda la culpa si son inaudibles ante un grupo de pastoral escolar juvenil. Porque las herramientas, ¡ ya las tienen !
 

27 – ¿ Qué decir en el confesionario a una persona homosexual que busca consejos ?

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Antes de decir, hay que ser. Así que, finalmente, usted tranquilo. No tiene que retorcerse el cerebro para saber qué decir. Y si tiene que explicar en público la postura de la Iglesia acerca de la homosexualidad y dar consejos, el Espíritu Santo le ayudará. De preferencia, haga más preguntas que afirmaciones. Sea amable y esté a la escucha. Tenga toques de audacia también (un día, gracias a mi testimonio sobre las violaciones, un cura me contó que durante una confesión, frente a una persona homosexual enfurecida, había tenido la suavidad y la firmeza de hacerle una sola pregunta – « ¿ Ha sido usted alguna vez violado ? » – lo que desencadenó un mar de lágrimas liberador por parte del penitente). Nosotros, las personas homosexuales, somos buena tierra. Nuestra capa de barniz se rompe rápidamente.

No le estoy enseñando nada nuevo cuando le digo que, mientras anuncie la muerte de Cristo, y su Resurrección (en nosotros), lo Esencial está ahí. ¿ En qué consiste, concretamente ? Respecto al dosier « Muerte », se trata de que el sufrimiento y el mal cometido salgan fuera de nosotros. Y por lo general, de la vida de la persona activamente homosexual, ¡ hay bastante para hacer un álbum ! Luego, la muerte de Dios debe ser proclamada. La muerte del grano de trigo que cae en tierra también. « ¿ Quieres seguir a Jesús ? Tienes que morir a ti mismo y sufrir. Está en juego tu Salvación. Y tu alma, a diferencia de tu cuerpo, es inmortal. Por eso hay un reto importante para ti por la eternidad ! » Por último, en cuanto al dosier « Resurrección », en este caso, usted puede valorarnos, expresar su alegría de encontrarnos (sin dar a entender que justifique nuestra situación y nuestra práctica), pedirnos que oremos por usted (¡ apreciamos muchísimo la iniciativa !), decirnos que nuestra vida es bella y que podemos llegar a ser grandes santos en la Iglesia (porque eso, lo dudamos, pero en secreto ¡ soñamos con ello !).

El momento más difícil, pero que debe ser escaso hoy en día por la ampliación de la descristianización y de la ignorancia religiosa respecto a los sacramentos católicos, es cuando usted tiene que anunciar que no da la absolución si alguna vez el confesado cohabita o vive en pareja homo y que está al tanto de que no tiene derecho al Sacramento (Si no es el caso, usted no está obligado a revelárselo, y él se quedará con la buena impresión de una conversación filial profunda). Entonces, muchos personas homosexuales pueden entrar en rabietas al descubrir la realidad. Por eso usted tiene que ofrecer una espléndida contrapartida llena de amor y de Verdad para consolarlas de aquel límite.

Si por fin usted se ve obligado a exponer el pensamiento de la Iglesia sobre la homosexualidad, entonces yo le aconsejo que sea muy avezado para no dudar en su corazón por un lado de que la tendencia homosexual es una herida y un miedo, por el otro de que no es amor verdadero (porque el verdadero amor radica en la acogida de la diferencia de sexos) y que la homosexualidad a menudo esconde una violación, incluso si aquella es difícil de probar. Su fe y su obediencia, un poco sometidas en el momento a la arbitrariedad, le servirán de timón para mantener el rumbo. El confesionario no es obviamente el lugar del debate de ideas, pero, a pesar de todo, se requiere un mínimo. Bien se tiene que enunciar el « Ve y no peques más » para que el Amor de Cristo sea completo. Y usted, como sacerdote enfrentado a una persona homosexual que le sostiene erre que erre que ella « ama », que « no sufre », que « no tiene otra opción » y que es « muy feliz practicando su homosexualidad », siempre tendrá que padecer la indefinición de la frontera entre los actos homosexuales y la « pareja » homosexual (la Iglesia se pronuncia claramente sobre los actos homosexuales, pero no sobre la relativa equivalencia de aquellos con la « pareja » homo, ni verdaderamente sobre el llamado « amor homosexual »), indefinición que no es fácil de explicar ni de justificar, pero a la que se debe aferrar de todas formas porque el tiempo, la realidad en la duración, la experiencia de las personas homosexuales, les dan finalmente razón a la Biblia y la Iglesia Católica.
 

28 – ¿ Se puede integrar a las personas homosexuales en una oración universal ?

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No creo que sea apropiado. A menos que hayan vivido un largo tiempo comunitario de explicación de las palabras y del concepto de homosexualidad antes. A menos para una misa que concluye una peregrinación. A menos que la « O.U. » se integre en una proceso o en el programa de una sesión en la que la homosexualidad y las personas homosexuales encajan verdaderamente. A menos que (¡ es más raro !) la oración universal sea leída por una persona homosexual continente y conocida por los parroquianos. Si no, en casos distintos de éstos, la intención específica sobre la homosexualidad resulta a mi parecer tan adecuada como un puñetazo en el ojo., da la impresión engañosa de que la homosexualidad es justificada y banalizada, y será objeto de escándalo y de malentendidos inútiles.

Sin embargo, puedo entender perfectamente que muchas oraciones universales tradicionales actuales, que huelen a mensajes implícitos, a mojigatería cobarde, a fórmula ensayada e impersonal, a eufemismo hipócrita, a mimetismo escolar, irritan. Especialmente cuando se trata de nombrar la homosexualidad sin nombrarla (ejemplo : « Señor, te pedimos por las personas que sufren en su cuerpo y en su alma. »), de denunciar el « matrimonio homosexual » sin denunciarlo (ejemplo : « Te oramos Señor para que los seres humanos sean respetados, desde su concepción hasta su muerte natural, y que las familias sean protegidas. »), de repetir el discurso vacío de los partidos políticos de derechas defendiendo una cristiandad cultural más que la persona de Cristo (ejemplo oído ayer mismo en una parroquia de París : « Señor, Te encomendamos a los gobernantes : que lleven los valores respetuosos de lo Humano, de la Vida, de nuestras raíces, al servicio de los más frágiles y del bien commun »), de demostrar sin embargo un poco de apertura misericordiosa acerca de las personas homosexuales autorizándose algunas discretas fantasías gays friendly (por ejemplo : « Señor, en este Año de la Misericordia, enséñanos a no juzgar a las personas, y a acoger verdaderamente a los heridos de la sexualidad con tu corazón amante. »).

Las oraciones universales siempre han sido – por lo menos en las misas de la forma ordinaria – un fiel reflejo de nuestro tiempo. Y puesto que vivimos una época de gran confusión, extravío, banalización del mal, maniqueísmo espiritualista, demagogia politiquera, simulacros de « compromisos », miedo a proclamar la Verdad y a usar las palabras de la neolengua (con mayor motivo « homosexualidad », « heterosexualidad » y « homofobia »), no faltan las oportunidades para comprobarlo. En Francia, se observa que los movimientos Pro-Vida (Sens Commun, Les Veilleurs, Écologie Humaine, etc.) han pasado por allí y han causado muchos daños. Todavía falta un largo trecho para oír hablar de homosexualidad en las oraciones universales. Ya que en las homilías, aquella suele provocar un clamor de indignación del cual los pocos sacerdotes intrépidos que realizaron el experimento todavía se acuerdan…
 

29 – Como sacerdote, ¿ tengo que ser firme o suave frente a una persona homosexual ?

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Eso depende del perfil psicológico y del estado de ánimo de la persona homosexual a quien usted recibe. Le aconsejo que haga lo que normalmente ya sabe hacer, y lo que Santa Teresita aplicaba súper bien cuando era maestra de novicias en su convento del Carmelo : ser mansueto con la persona que necesita ser consolada, valorada, y que sería abrumada por su exceso de rigor ; ser fuerte con la persona que es frágil, y que necesita su firmeza, su autoridad y de una amenaza buena. La Verdad anunciada sin Caridad y sin humor, es un desastre. La Caridad anunciada sin Verdad, también. ¡ Es su turno de ser astuto y de jugar a dos bandas !

Con todo, las personas homosexuales pecan hoy muchísimo más por ignorancia, fragilidad, pereza, sentimentalismo, censura social y exceso de « Caridad » por parte de los demás a su respecto, que por conocimiento de la Verdad y de sus pecados. Por eso, en mi opinión, vale la pena una vez más que usted se atreva al método « fuerte »… sin perjuicio de acabar luego con la pomada. He oído relatos de amigos homosexuales que han cambiado radicalmente de estilo de vida, y que pasaron del galanteo/de la masturbación en alta dosis a la práctica religiosa ascética y fiel, gracias a sacerdotes que habían ido directamente al grano con ellos, cara a cara en el confesionario : « Oiga, le agradezco su confianza y usted es amado infinitamente por Dios. Pero ha de saber que la homosexualidad como práctica, no me gusta nada. ¡ Nada ! » Aquellos amigos, primero sorprendidos al ser estrujados como un arce, necesitaban oír eso (la radicalidad de la Cruz), conocer su pecado y darse cuenta de que su comportamiento sentimental y sexual desagradaba mucho a Dios. Si se hubieran topado con un abuelito un poco blando, laxista, relativista, poco cuadrado, que hubiese jugado a la compasión y al silencio para fingir una Caridad que ya no es, sin duda se hubieran vuelto a sus malos y viejos hábitos. Se hubieran visto inconscientemente submergidos por la melancolía del joven rico de la Biblia, que no ha querido encontrar a Cristo y que no Lo ha tomado en serio. « La Verdad los hará libres (Juan 8, 32). Y acerca de la homosexualidad, hoy en día, es la Verdad quien nos hace más falta. Como sacerdote, usted no debe perder de vista que la homosexualidad es mala (incluso en la forma de « pareja », de « espiritualidad », o de atracción no-actuada), que el reto de la Salvación eterna se juega para el alma que la practica, y que ha de documentarse sobre la gravedad de la homosexualidad si todavía no está convencido de ella (¡ y muchos de sus colegas no están convencidos !). No debe dudar de que son el entusiasmo, la vehemencia y el vigor que evangelizan mejor.
 

30 – ¿ Se debe abordar la cuestión de la homosexualidad de manera práctica como para los que, salvo los catecúmenos, no tienen acceso a la comunión ? Divorciados que se han vueltos a casar, concubinos, « parejas de hecho », etc.

Sí. Absolutamente. Como lo desarrollo en la pregunta n°157, los dos « estados de vida » – del divorcio y de la homosexualidad – sin embargo, muy diferentes si los estudiamos por separado, se asemejan en la modalidad de su resolución santa, a saber la libre elección del celibato continente. La homosexualidad actuada, más aún que por sí misma, es un pecado adulterino, igual que el nuevo matrimonio después del divorcio o como cualquier forma de sexualidad adulta fuera del matrimonio tradicional fiel y fuera del celibato consagrado fiel.
 

31 – ¿ Es necesaria una pastoral específica para las personas homosexuales ? ¿ No va a estigmatizarlas todavía más ? ¿ La creo en mi parroquia ? ¿ Hago un anuncio ? ¿ A quién contacto ?

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La pastoral específica no es una cuestión fácil para nada, porque va más allá de la mera presunción de justificación eclesial de la identidad o de la práctica homo. Ya hemos entendido (salvo Frigide Barjot y algunos obispos o cardenales supuestamente « progre ») que el Vaticano nunca justificaría la « identidad homosexual » ni la práctica homo, ni la existencia de un « amor » homosexual, ni una Unión Civil, ni la bendición de uniones homosexuales. Ya hemos entendido que la Iglesia acoge a las personas homosexuales, y apela a no juzgar sino al contrario a valorarlas. Los temores de muchos de nosotros no se centran allí en absoluto, pero en otra parte : en la posibilidad de hacer del deseo homosexual un criterio de Misión y de pastoral específica ; y yo diría aún más : en la posibilidad de que la herida homosexual sea eclesialmente reconocida como lugar desde el que puede surgir la Santidad de Dios. ¡¡¡ Una cosa de locos !!! Este es el verdadero centro de nuestros cuestionamientos interiores. ¿ Qué margen justo dejarle a la homosexualidad dentro de la Iglesia ?

Detrás del proyecto de creación de una pastoral específica destinada a las personas con atracción sexual por el mismo sexo se plantea una cuestión práctica profunda : ¿ se puede considerar al deseo homosexual como un criterio para la clasificación de los seres humanos (¡ incluso si se vive en la continencia, es decir, en la ausencia de práctica homosexual y en el rechazo de la identificación de sí mismo con una identidad homosexual o con el reconocimiento de un deseo erótico real y a menudo duradero !) ; y si es así, ¿ merece este proyecto un encuadramiento especial (ya sea una pastoral de acogida especializada, sea incluso, para aquellos que piensan en grande, la creación, para las personas homosexuales continentes, de una orden religiosa o de una consagración específica, del mismo tipo que la hermandad que había fundado el padre Lataste con destino a antiguas mujeres prostitutas y presas) ?

Rotundo SÍ, responden los exaltados de una diversidad y de una unidad eclesial algo así como una Gay Church, los románticos ansiosos por expresar una integración exprés forzada de las personas homosexuales en la Iglesia. Ello parte de buenas intenciones, pero olvidan que la verdadera Caridad no existe sin la exigencia de la Verdad sobre el deseo homosexual y los actos homosexuales.

NO rotundo, contestan los que, en mi opinión, confunden orientación sexual y identidad, o deseo erótico y práctica de este deseo. « No se puede reducir al ser humano a su única sexualidad » dicen ellos, so pretexto de argumentos universalistas. Eso no es verdad. Si bien es cierto que el ser humano no se reduce a la genitalidad, sí que se reduce, en un tiempo humano terrestre, a su sexualidad (teniendo en cuenta de que « sexualidad » significa « diferencia de sexos », « sexuación », y « relación con el mundo como ser sexuado »). Los enemigos de una pastoral hacia las personas homosexuales son los mismos que afirman que el reconocimiento de la existencia del deseo homosexual confiere a éste demasiada importancia, casi lo justificaría, « estigmatizaría » a las personas que lo sienten, las « encerraría en guetos comunitaristas » (« la homofobia positiva », al igual que el « racismo positivo » y las « discriminaciones positivas »), « se esencializaría » en la forma de especie ficticia (mientras que pretenderán por otro lado luchar contra esta esencialización y atribuirán la personificación del deseo homosexual a los individuos quienes sea reconocen la existencia del deseo homo, sea lo congelan en identidad o en acto/amor, sea construyen un « lobby LGBT »). Nada de esto, concretamente, en la creación de una pastoral específica o de una consagración específica.

La cuestión de la « pastoral orientada » merece un verdadero debate, ya que incluso en el ámbito asociativo católico que aboga por la continencia (hablo por supuesto de Courage Internacional, el único apostolado hacia las personas con atracción por el mismo sexo, oficialmente respaldado por la Iglesia Católica), sus líderes y yo no estamos de acuerdo. La mayoría de ellos hablan solamente del horizonte de la « castidad », término hermoso pero un poco trastero que prescindiría de tratar a secas de « continencia », siendo considerada la continencia como un Everest difícil/imposible de proponer públicamente (ya que ella asusta y no sería muy atractiva), como una opción asequible sólo para una pequeña minoría de personas homosexuales católicas que desean ser castas. Creo que esto no es cierto : la continencia es mucho más accesible y mucho menos costosa de lo que uno se imagina ; también es una palabra que ayuda a vivir la verdadera castidad, ya que le da una encarnación y de una forma claras ; evita los amores platónicos y el dolor de las amistades amorosas… realidades que la palabra « castidad » mal explicada entretiene.

En mi opinión, para contestar al reto de una pastoral eclesial específica para las personas homosexuales o las personas afectadas de cerca o de lejos por la homosexualidad, nos encontramos ante dos zonas grises que aún quedan por aclarar :

– La primera es la amalgama (todavía muy persistente, incluso naciente, en el seno de la Iglesia) entre castidad y continencia. Mientras que, para las personas duradera y terrestremente homosexuales, no se les propone cualquier forma de « castidad » (porque la verdadera castidad también puede se experimenta dentro de una pareja mujer-hombre amante que no tiene que renunciar a vivir la genitalidad, dentro de una amistad mujer-hombre única que se convertirá en amor en el seno de una familia) ; se les propone justamente una castidad muy específica, semejante a la que se pide a los célibes consagrados religiosos, a saber la amistad desinteresada, la ausencia total de actividad genital y sentimental, y la continencia (una abstinencia dada a Jesús y a los demás, con el reconocimiento de la existencia del deseo homosexual). No sirve para nada mentir ni esconderse detrás del concepto religiosamente correcto de « castidad » o de « caridad ». Nos guste o no, la castidad para las personas duraderamente homosexuales tiene una forma específica (un poco apremiante, es cierto, porque es más reducida y menos variada que para las personas sexualmente atraídas por el sexo complementario) ; y esta forma se llama la continencia.

– La segunda zona gris es contentarse con la continencia y hacer de ella una vocación de Iglesia. Cuando en realidad, la continencia (igual que el celibato sin proyecto de don entero de su propia persona a la persona amada) no es una vocación en pie de igualdad con el matrimonio de amor entre un hombre y una mujer o el celibato consagrado religioso y/o sacerdotal. No es una « tercera Vía sagrada » que se podría poner en el mismo plano que las otras dos. Tampoco es una vía muerta. Pero si realmente quiere seguir siendo evangélica, debe ser entendida como una etapa de transición, una cámara de descompresión hacia una de las dos vocaciones oficiales de la Iglesia – el matrimonio o el celibato consagrado – que no las suplantará (se les pide a las personas duraderamente homosexuales que dan el paso de la « continencia hacia el matrimonio hombre-mujer amante » mucha cautela ; se requiere aún mayor precaución y discernimiento para las personas duraderamente homosexuales que dan el paso de la « continencia hacia el celibato consagrado y el sacerdocio »), un camino que tampoco se apartará de ellas, y que incluso alcanzará espiritual y formalmente poco más o menos las mismas exigencias que el celibato consagrado. Para las personas duraderamente homosexuales en un tiempo terrestre, creo en la continencia como una etapa (respetuosa del celibato consagrado y del matrimonio mujer-hombre amante) que merece una consagración que no debe considerarse de la misma altura que el celibato consagrado sacerdotal o el matrimonio mujer-hombre amante, pero que, debido a la fuerza relativa del deseo homosexual, pueda existir sin correr el riesgo de hacer de la continencia un refugio justificador del deseo homosexual. Incluso yo, como persona continente, no tengo derecho a quedarme en el deseo homosexual so pretexto de abstinencia por Jesús. No sé cómo evolucionará mi deseo sexual, por lo que no debo decidir cómo Jesús y los demás me sanan/me sanarán de esta herida deseosa que habita en mí, no tengo que encerrarme ni descansarme en mi testimonio de « persona homosexual continente » abrigándome en mi deseo homosexual recubierto de fe y de abstinencia. Lo admito, existe esa tentación de utilizar la continencia para, en el fondo, no tratar de cambiar o para justificar un miedo a la diferencia sexual, o para alejarse del matrimonio o del sacerdocio y eclipsarlos. Pero mientras tanto, el deseo homosexual es real, todavía me sobrepasa en cuanto a las mujeres. ¡ Y el deseo de entregarme totalmente a la Iglesia con todo lo que soy y todo lo que siento está también muy presente ! ¡ El hecho de que no sienta la vocación del matrimonio ni del sacerdocio no es una razón para permanecer encerrado en mi casa, para no darme enteramente a la Iglesia, y que la Iglesia no pueda hacer nada de mí y no tenga nada grande que proponerme !

Tenemos el deber de contestar las dos preguntas de la pastoral específica y de la consagración específica hacia las personas homosexuales en la Iglesia, no en una lógica moralista alarmista (como « ¡ Hay que asumir posiciones absolutamente ! ¡ Para saber qué responder, para no parecer idiotas, para evitar las malas interpretaciones, los excesos y las divisiones que pueden surgir en la Iglesia a causa de la espinosa y explosiva cuestión de la homosexualidad ! Para desarrollar un discurso claro y exigente, misericordioso al mismo tiempo que Verdadero ! »), sino en una lógica mucho más positiva, un impulso de Esperanza, de entusiasmo, porque no perdamos de vista que hay personas con tendencia homosexual que son extraordinarias y que sin duda constituyen una riqueza para la Iglesia, hay la Salvación de esas personas que está en juego, y por encima de todo eso hay un reto colectivo de Santidad. Una homosexualidad vivida en la obediencia a la Iglesia hace grandes santos (es un cura católico, homosexual continente supongo yo, quien me lo dijo un día). ¿ Por qué es imprescindible que nosotros, como católicos, hagamos hincapié en la importancia de la homosexualidad en la Iglesia, sin jamás justificar el deseo homosexual, ni una seudo « identidad homosexual », ni un « amor homosexual » ? Porque, en algunos casos, una vez transformado por el Señor, el deseo homosexual se convierte en la piedra angular anteriormente rechazada por los constructores. Porque es un lugar desde donde puede fluir una fuerza de Vida enorme, original, divertida, increíblemente eficaz. Un poco al igual que una vacuna que contiene paradójicamente una dosis de veneno. Como lo escribía hace poco, no sólo la homosexualidad no es un tema irrisorio, sino que además es el escondite mundial actual del diablo. Ese es la cara oscura del problema. Pero el lado resplandeciente mucho más positivo, es que una vez que se desvela y explica ese escondite, una vez que se vive la homosexualidad en la continencia y que se la da a la Iglesia y a los demás, el deseo homosexual puede llegar a ser uno de los más potentes motores de santidad por el cual el Espíritu Santo (= la Esencia de Dios) fluye y se extiende en el mundo entero. En otras palabras, la herida homosexual, en su calidad de brecha, puede, si es atravesada por el Espíritu Santo, si es entregada enteramente a Dios y a su Iglesia, hacer pasar mucha Luz de Cristo, en un mundo tenso y particularmente hechizado/sumido por la palabra « homosexualidad » y por la práctica sensual y genital BISEXUAL.

A mi parecer, defiendo el hecho de que la existencia del deseo homosexual (que no justifico en la forma de identidad, ni de amor, ni de práctica, ni siquiera de identidad religiosa continente) sea un criterio específico de clasificación de las personas (como para los divorciados vueltos a casar), y por lo tanto yo estoy a favor de la creación de una pastoral específica hacia las personas homosexuales. No podemos, por el hecho de que no estamos de acuerdo (y con razón) con la existencia del deseo homosexual, afirmar sin embargo que este último no existe, ni argumentar que, debido a que las personas homosexuales son principalmente hombre o mujer E Hijos de Dios, no necesitan un acompañamiento especial, ni que no viven un camino peculiar con esta camilla deseosa. Sería un error, y desconocer el deseo homosexual que, aunque no sea esencial, no deja de ser a veces profundo y duradero. El deseo homosexual es una realidad deseosa que puede condicionar fuertemente la identidad y los actos de las personas que lo sienten, a pesar de que no reemplace la identidad fundamental de las personas. No puede siempre ser barrido así… aunque a veces sea efectivamente « barrido así » por el Espíritu Santo, mediante liberaciones espectaculares, mediante el encuentro de la persona del otro sexo que sabrá liberar poco a poco a la persona homosexual de su miedo a la diferencia de sexos. Tras haber estudiado seriamente el arraigo del deseo homosexual en muchas vidas humanas, también tras haberme encontrado con cierto numéro de personas homosexuales que han vidido « sesiones agapê » liberadoras pero no totalmente transformadoras en cuanto a las tendencias homosexuales, creo que el deseo homosexual es a menudo (una vez más, digo « a menudo », porque depende de las situaciones y de los grados de arraigo del deseo homosexual : ¡ el espectro de las homosexualidades es amplio !) un tipo duro. Por otra parte, las personas católicas, continentes o que se encaminan hacia la continencia, existen. Es una realidad humana de Iglesia, ciertamente minoritaria de por fuera (no estoy pidiendo que se exagere el fenómeno, o que la homosexualidad se convierta en una obsesión eclesial, ni mucho menos), pero simbólicamente muy importante. Hay detrás de estas personas con atracciones hacia el mismo sexo un fuerte reto de santidad que nos abarca a todos. Y hay detrás de la homosexualidad un fuerte desafío de conversión de los corazones de un gran número de personas no-homosexuales, que se presentan cada vez más como « heteros gays friendly », que se cortan de la Iglesia y de Jesús sólo a causa de la cuestión homosexual y de su incomprensión del tema. La Iglesia apuesta muchísimo con lo de la homosexualidad. En lugar de huir del tema (¡ y de los seres humanos homosexuales vivos !) en la tibieza y el miedo, convinciéndose sola de que esto no es tan importante, yo creo que la Iglesia tiene (y va por el buen camino) que tomar concretamente las riendas y proponer una pastoral específica para las personas homosexuales. Si Ella no lo hace, el tema se volverá constantemente en contra suya, como un bumerán. Ella se perderá a gran cantidad de personas de calidad, dejará de lado una potente herramienta de Evangelización, un súper canal de Santidad, es decir la homosexualidad atravesada y trascendida por el Espíritu Santo. Y Dios odia el despilfarro. Él sabe reciclar y encender cualquier madera humana, hasta podrida.

Aunque aparentemente el criterio que prevalece en una vocación religiosa o en la acogida de una persona humana sea la vocación de seguir y servir a Cristo, esto no impide en absoluto que se sume a este primer criterio el contexto específico en el que Jesús llama a cada uno. Y es nuestra obligación, en el nombre de la Encarnación de Cristo en nuestra Humanidad sexuada e imperfecta, tener en cuenta los lugares, los acontecimientos, las condiciones/los condicionamientos terrestres, las realidades deseosas, en los que Jesús se enmarca. A través de una pastoral o francamente de la creación de una consagración específica (oblatura, diaconado), consagración que no suplantará la vocación sacerdotal, que tampoco la parodiará. Y para evitar esta parodia, la creación de una hermandad religiosa sería ideal. Pero avancemos ya paso a paso acogiendo positivamente la noticia de la creación (que de hecho ya había sido sugerida por Benedicto XVI) de una pastoral específica hacia las personas homosexuales. Hasta que se demuestre lo contrario, nosotros, personas con atracción por el mismo sexo, no tenemos sarna. Y aun cuando la tendríamos, la Iglesia, Ella, vendría igual hacia nosotros. No La frene.

Por último, para concluir y responder a su más urgente y concreta pregunta de párroco, y en espera de esa oblatura, le envío a usted hacia la asociación Courage Internacional, que le ayudará a no crear un grupo de diálogo sobre la homosexualidad que sea un auto de payasos gigante.
 

32 – Activistas LGBT (Lesbiana, Gay, Bi, Trans) demandan mi parroquia por homofobia. ¿ Qué hacer ?

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Esto parece de broma o un detalle, y entiendo perfectamente que le moleste, y hasta que le fastidie (teniendo en cuenta el clima particularmente explosivo en América Latina). Pero las cosas se calientan peligrosamente para la Iglesia católica. Por eso la homosexualidad es un tema imprescindible y primordial, aunque no les dé la gana. Por ejemplo, sé de políticos honestos que, debido a su oposición al « matrimonio para todos », tienen en estos momentos que supervisar un juicio por homofobia en contra suya, y quiera o no quiera, ya que se la considera penalmente en ciertos países como un delito, la homofobia arma contra ellos un procedimiento y enjuiciamientos muy pesados que no hacen para nada gracia (amenaza a su carrera política, presiones financieras y psicológicas inimaginables, aislamiento social, vigilancia y acoso…). Estos políticos son los primeros en descubrir con asombro la Ley del silencio que se desata contra ellos a partir de una anodina « presunción de homofobia » que ha hinchado en juicio, y que ha corrompido en tan sólo algunos años todo nuestro sistema jurídico nacional. Además, no es casualidad que en Francia el « matrimonio homosexual » haya sido defendido por la Ministra de Justicia en persona : ¡ la Sra. Christiane Taubira !

La soga de la acusación por homofobia también rodea el cuello de los sacerdotes que se negarán a cumplir con las bendiciones y los matrimonios religiosos homosexuales, o a administrar ciertos sacramentos. O bien porque se opusieron al « matrimonio homosexual » cuando todavía era sólo el proyecto legislativo de un « matrimonio civil bis ». O simplemente porque son sacerdotes y representan una Institución religiosa odiada en nombre del mal que profiere (¡ con razón !) contra los actos homosexuales. Por lo tanto, es muy probable que, en los meses o años venideros, la homofobia sirva de coartada a un juicio atentado contra un sacerdote o una parroquia. En este caso, le sugiero que se informe seriamente sobre la homofobia (su definición, sus mecanismos, las desviaciones de su significado, y sus usos comunes : trato de todo aquello en mi código « Homosexual homófobo » de mi Diccionario de Códigos homosexuales así como mi libro La homofobia en Verdad).

Y sobre todo, no tenga miedo a la homofobia. Ella es impresionante pero queda muy inconsistente hasta que no se identifique los hechos que la palabra abarca. Siendo concretamente el coming out y la práctica homosexual, la homofobia nunca podrá soportar de ser desenmascarada hasta el final, ¡ de lo contrario incriminaría a los mismos que le acusan a usted ! Siendo también basada en la creencia infundada en la « identidad homosexual » o en el « amor homosexual », es decir en una fantasía y una intención, ella no puede constituir por sí sola un motivo de condena de una comunidad parroquial o de un clérigo. Se vuelve peligrosa sólo si acompaña un acto grave (violación, golpes, asaltos, insultos, acoso, etc.). Si no, tan sólo es una lupa inofensiva, una circunstancia agravante pero no-constituyente.

En cuanto ahora a las citas que grupos homosexuales podrían concertar con usted, sin caer en la paranoia complotista (pero el clima mundial es lo que es), tendría razón de desconfiar. Por lo general aquellas están relacionadas con una queja, una petición, una comisión de investigación, que anuncian un procedimiento oculto de acusación por homofobia. Las reuniones informales, la mera consulta a un cura, el interés gratuito por la palabra sacerdotal, no son especialidades de la casa LGBT… Si no hay cámaras o un cura a quien atrapar e instrumentalizar, las asociaciones homosexuales no suelen acudir a los presbiterios. Temen demasiado a que se les diga verdades contra que no sabrían qué contestar. La mayoría de ellas cazan en manada, cobardemente, a cara cubierta o colectiva, por carta certificada o mediante la amenaza de juicio a distancia, y con el fin de que no se anuncie el Amor de Dios por cada miembro de su delegación.

En última instancia, invítelos a misa o para una verdadera conversación. Y si las condiciones para un intercambio sereno non son anteriormente definidas un mínimo, si claramente no hay ninguna voluntad de diálogo o de escucha por parte de los activistas pro-gays, o incluso una trampa penal perversa, rechaze la oferta hasta el momento en que las reglas de respeto y de Verdad se cumplan. Además, no hay nada mejor, para la calidad de una entrevista en Verdad sobre un tema tan íntimo como la homosexualidad, que el encuentro interpersonal o en círculo pequeño, de todas formas. En cambio, Sin embargo, si usted es un cura de los mejores (¡ y los hay !), con las ideas claras, súper bien capacitado sobre el tema de la homosexualidad y de la heterosexualidad, divertido sin ser demagógica, con respuesta para muchas cosas, usted tendrá una oportunidad de oro para evangelizar en poco tiempo a muchos corazones muy heridos pues seguramente receptivos. Los debates en torno a la homosexualidad, es todo o nada. Pero la mayor parte del tiempo, con la ayuda de Dios y el consuelo interior de que el « amor homosexual » no es amor, ¡ todo va muy bien !

Por último, si el encuentro con la comunidad homosexual sucede en un contexto más forzado y peligroso para su vida de lo esperado (ni que decir tiene, ya estoy pensando en las persecuciones finales, en los incendios y la degradación de sus locales/iglesias, en su detención/juicio/ejecución), entonces llegará la hora de la Alegría del Noviazgo. Última recomendación : no se olvide que las palabras « homosexualidad » y « católico » (sobre todo asociadas) son la llave que abre todos los corazones, y a menudo la oportunidad de conseguir conversiones sorprendentes. Con ellas, ¡ palabrería imposible !
 

33 – Una pareja homosexual quiere bautizar a su hijo. ¿ Acepto ?

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Creo que sí. En teoría, es obvio que no se puede privar a un niño – especialmente un bebé – de la identidad de Hijo de Dios, del Amor del Padre y de la Iglesia Católica, ni cargarlo para una situación « conyugal » y « familiar » que no ha escogido en absoluto. Las dificultades aparecen en cuanto a las modalidades prácticas de la administración del sacramento del bautismo. No obstante, aquellas, lejos de ser problemáticas, pondrán a prueba las verdaderas motivaciones de la « pareja » homo con respecto a « su » hijo, al Sacramento, y a la Iglesia.

El hecho de que el niño sea presentado por una « pareja » homosexual va (¡ y debe !) necesariamente sufrir modificaciones formales (¡ en lo que respecta el fondo pecaminoso de la práctica homosexual !). Por ejemplo, creo que es oportuno proponer una ceremonia discreta e retirada, y no presentar – como es habitual en muchas asambleas parroquiales – el acontecimiento públicamente en la comunidad del domingo, para no dar a entender que la Iglesia justificaría la « pareja » homosexual o la « homo-paternidad ». También es bueno preocuparse por las contradicciones y los cambios que impone de facto la condición « conyugal » homosexual. De hecho, conozco a pocas « parejas » homosexuales, con o sin hijo, quienes obedecen realmente a la Iglesia, quienes se dedican realmente a la vida de su iglesia, y luego se comprometen – si crían a un niño – a apoyar la educación de éste en la fe. Y es lógico. ¿ Cómo, rechazando a Dios Padre (esto es particularmente evidente en las « parejas » de mujeres) e fingiendo la familia de sangre real, las uniones homosexuales pueden pretender concretamente integrar a « su » hijo en la gran Familia de los cristianos ? Hay una verdadera contradicción en el proceso. Algunos sacerdotes laxos quizá se laven las manos. Pero aquello sigue planteando un problema moral, simbólico y teológico profundo.

Por último, el desafío espiritual, demonólogico, escatológico, resurreccional es subrayado por la práctica homosexual pero también por cualquier bautismo infantil… y por lo tanto se traslapa con los que pretenden ser sus « padres » en el marco homosexual. Por ejemplo, me han contado hace poco que un joven sacerdote provincial – cuyo coraje e integridad personalmente admiro – aceptó bautizar a un niño criado por una « pareja » de mismo sexo, pero poniendo sus condiciones : había chocado a los « dos papás », diciéndoles que, durante la ceremonia privada, no les haría pronunciar el ritual de renuncia al mal (« ¿ Renuncian al pecado para vivir en la libertad de los Hijos de Dios? ¿ Renuncian a los engaños del mal para no ser esclavos del pecado? ¿ Renuncian al Demonio, que es autor del pecado? »). A día de hoy, ellos todavía no se han tragado la píldora. Y me alegro si el sacerdote, además de ser misericordioso, ¡ ha logrado salvaguardar la Verdad !
 

34 – Me piden que bendiga una unión homosexual. ¿ Acepto ?

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Si fuera usted, yo no aceptaría. Por la sencilla razón de que su jerarquía le pide explícitamente que no lo haga (ha sido ordenado para obedecer), pero también porque la frontera entre el acto homosexual y la persona homosexual se ha hecho totalmente borrosa, confusa e indistinguible por la realidad ambigua de las amistades amorosas y/o de los amores platónicos sin sexualidad (es decir, sin diferencia de sexos). Usted tiene el deber moral – además de sacerdotal – de no promover ni oficializar la práctica y/o las uniones homosexuales, ni siquiera mediante una imposición de manos individual sobre cada uno de los compañeros de la « pareja » homo, ni mediante una ceremonia de expresión de amistad paterna apoyada por textos bíblicos. Y aunque ello hiera el orgullo de algunos o ponga un freno a su relación con unos feligreses regulares de su parroquia. La Verdad no es popular. Y si usted La sigue como debe seguirLa, tiene que llevar consigo el yugo de Su impopularidad.

Ahora, acerca de los sacerdotes más honestos entre ustedes, que no imitan el matrimonio y que se niegan a jugar a ser los pastores súper guays, rebeldes, demagógicos, comprensivos, que « se destacarían de la jauría de los sacerdotes rígidos y dóciles a la jerarquía del Vaticano », yo no les enseño nada solicitándoles a que redoblen su vigilancia con respecto a los intentos de instrumentalización de su estatuto de curas para justificar el « amor » homosexual. Porque la presión de homofobia que pesa sobre aquellos de ustedes que no se doblegarán a la reclamación de bendición de las « parejas » homosexuales va en crescendo en este momento. Y lo que al principio parecía un chiste de carnaval o un trámite administrativo (un derecho civil) o una petición educada y quejumbrosa, se está endureciendo cada vez más en condena agresiva (« ¡¡ Malditos sacerdotes diabólicos que os oponéis al Amor verdadero que vivimos !! ¡ De todas formas, tarde o temprano, por las buenas o por las malas, nos casaréis ! ¡ Su sacramento religioso es la última cosa que nos falta para ser totalmente iguales con los heterosexuales ! ¡ Y este matrimonio no os pertenece más a vosotros que a nosotros ! »).

Os veréis obligados a tener cuidado con no caer en las trampas que os tienden. Tengo dos ejemplos precisos que citar para demostraros que las bendiciones de las « parejas » homosexuales son la próxima guinda que os espera. El primer caso es el de la invitación a una fiesta que un joven sacerdote belga – que conocí « por casualidad » haciendo autostop – recibió de uno de sus feligreses en « pareja » homo. Él ya había sospechado un poco la recuperación que podía armarse contra él. Entonces, sin rechazar el evento, tuvo la prudencia de vestirse de civil, sólo para no aparecer en las fotos de la fiesta con sotana, hábito religioso y cuello romano, y no dar la impresión de que la Iglesia lo toleraba todo. ¡ Pero faltó muy poco ! Y de ningún modo bendijo a la « pareja » organizadora. Sin embargo, desempeñó exactamente su papel de pastor acogedor.

El segundo ejemplo de chantaje emocional orquestado contra la Iglesia en cuanto a los posibles bendiciones sacerdotales de las uniones homosexuales (algunas, lo sé, ya se celebran, aunque a hurtadillas), son los efectos de anuncio mediáticos que pueden extenderse como un reguero de pólvora, sin que vosotros, los sacerdotes, podáis controlar el movimiento. Eso es lo que sucedió, por ejemplo, al obispo francés Monseñor Brouwet durante la peregrinación diocesana de las ciudades de Lourdes-Tarbes los 5-6 marzo del 2016. De hecho, él y sus ministros fueron acosados por varios equipos de televisión porque un periodista malintencionado había sacado una historia diciendo que las 250 parejas mujer-hombre que se preparaban para el matrimonio en la diócesis incluían a « parejas homosexuales » : « Es la primera vez en Lourdes. Todas las parejas, casadas o no, homosexuales o heterosexuales, divorciadas y vueltas a casar…, son invitadas al santuario de la ciudad mariana para celebrar, sábado y domingo, el día de San Valentín, la Fiesta de los Enamorados. ‘Venid a Lourdes para decirle Te quiero’, anuncia un folleto publicitario distribuido por la diócesis de Tarbes y Lourdes. La invitación está abierta a todo tipo de parejas. » El relevo de esta información falsa no se hizo esperar. Radios, prensa, cadenas de tele… todo el mundo periodístico se entusiasmó en vano. Y el diablo estaba muy orgulloso de esa presa : una vez más, obliga a los sacerdotes a que expliquen las razones de su oposición a la « pareja homo » como acto, y por qué se niegan a toda clase de bendiciones por este acto. Ya lo véis : aún cuando no sois confrontados directa y concretamente al dilema planteado por esta situación particular, la opinión pública y los medios de comunicación se arreglan para construíroslo en vuestro lugar, en el diseño oscuro de fortalecer su propio prejuicio anticlerical que enuncia que, cualquier cosa que diga o piense, la Iglesia Católica sería homófóba porque Ella no cede a los caprichos expresados por el lobby heterosexual.
 

35 – Si uno de mis feligreses está en pareja homosexual, ¿ le animo a vivir como hermanos con su compañero ? ¿ Le animo a que corte con él ?

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Depende de cómo lo anima. Si usted lo hace mal, sin amor, sin ninguna propuesta positiva detrás, sin empatía, sin haber establecido previamente una relación fraternal que tiene conocimiento de su situación amorosa y no desprecia la sinceridad ni los beneficios, no le diga absolutamente nada. Además, usted podría ser mal entendido y demandado por formalismo fariseo. El objetivo de la corrección fraterna acerca de un amigo gay, en el fondo, es su alegría. No su Salvación (o más bien lo que nos imaginamos de ella) ni romper todas sus « parejas » sucesivas. Su Salvación, sólo Dios se la dará. ¡ No lo olvidemos !

En lo que se refiere a la propuesta de un plazo medio para ir por etapas en la escala de exigencia – el famoso « compañerismo » seudo espiritual, seudo amistoso, seudo casto, y que sólo es en realidad un pastiche de « la amistad desinteresada » promovida por el Catecismo de la Iglesia Católica -, me parece que esta tiene que ajustarse a la situación de cada persona homosexual. Por ejemplo, es evidente que en caso de enfermedad de uno de los dos compañeros de la « pareja », o en caso de posesión común (casi indisoluble) de bienes materiales (¡ y hasta humanos !), la separación no puede ser brusca ni acaso posible : la persona homosexual que se ha comprometido demasiado con su compañero de vida debe tomar sus responsabilidades hasta el final, sobre todo cuando la cohabitación se convierte en una inevitable cuestión de vida o muerte. Dicho eso, estos « casos límite » son extremadamente raros, ya que, en general, la separación de una « pareja » homo no es vital ni desastrosa para ninguno de los dos compañeros.

Por eso, personalmente, abogo a favor de una ruptura concertada más seca y radical que un simulacro de transición entre una « vida amorosa homosexual activa » y una « cohabitación fraterna platónico y espiritual », a menudo propuesto por los sacerdotes tibios sesentayochistas o burgueses-bohemia. Como lo dice la cantante francesa Zazie, « duele y no duele ». Y la Verdad, en toda su radicalidad y todos los pequeños lutos que Ella nos pide, ordena y libera mucho más que los parches y los lotes de consolación. Especialmente en el caso de la práctica homosexual, de la cual es mejor cortar totalmente en vez de cortar menos pero mal. Aunque pueda llevar tiempo para progresar en su cabeza y en su corazón, muchas personas homosexuales católicas en pareja están esperando secretamente oír que « su union no encaja », que no por ello es tan grave reconocerlo (incluso se trata de una Buena Nueva, al final, de una constatación casi risible que hacer), que podrían ser mucho más radiantes en amor y en Iglesia siguiendo otro camino menos rutinario que la « pareja » homo que a menudo no se parece a nada.
 

36 – ¿ Es la homosexualidad una causa de anulación de matrimonio ?

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No. No es una causa de nulidad por sí sola. Dado que no es una esencia, ni una identidad, ni un amor ni necesariamente una práctica. Siendo una enigma (del sufrimiento) y un miedo, se podría considerar la homosexualidad como una causa pero sólo de rebote y si se sumara a un trastorno o a un hecho más grave que ella. Los que la utilizan como excusa para quitarse el anillo son de mala fe. La homosexualidad a menudo actúa como una lupa que revela problemas internos preexistentes en la pareja casada hombre-mujer que se han acumulado con el tiempo, aparece como una circunstancia agravante o aceleradora de un proceso de ruptura ya iniciado antes por otras heridas/carencias. Ella siempre viene a añadirse sea a un problema más profundo de comunicación y de libertad o de perdón o de satisfacción entre los sexos, sea más dramáticamente a un problema de adulterio, de engaño, de maltrato, de patología, de conducta obsesiva/adictiva.

Un matrimonio religioso católico puede ser considerado inválido por defecto de consentimiento (el consentimiento es el acto de la voluntad por el cual un hombre y una mujer se entregan y se reciben recíprocamente a través de una alianza irrevocable). Hay varios motivos – llamados « capítulos de nulidad » – de declaración de invalidez de un matrimonio que no son específicos a la homosexualidad, pero que pueden estar relacionados con ella (derecho canónico 1095) :

– Las exclusiones formales de un de los elementos esenciales del matrimonio (fidelidad, indisolubilidad, apertura hacia los niños) ;

– La simulación del matrimonio, es decir sin intención alguna de realizar el compromiso que representa ;

– La falta de libertad causada por presiones graves (físicas como morales);

– Un engaño, sobre cuestiones importantes, con el fin de arrebatar el consentimiento del futuro cónyuge (por ejemplo, se ha escondido un elemento importante de su personalidad);

– La incapacidad para dar un consentimiento basado en una decisión lúcida y libre (por ejemplo, una grave inmadurez) ;

– Una patología que afecta a la psique y que impide establecer o asumir una vida conyugal (por ejemplo un Complejo de Edipo pregnante, o una enfermedad mental) ;

– Una incapacidad congénita para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio (por ejemplo, un problema de identidad sexual).

Lo que va a ser (supongo) cuidadosamente examinado en el caso de una demanda de anulación de matrimonio en la que se autentica la homosexualidad de uno de los cónyuges (como practicada o simplemente deseosa y demasiado marcada), es : la profundidad del arraigo psíquico de la tendencia homosexual en la persona que la siente ; el poder de controlar esta tendencia (medible en el tiempo y frenta a ciertas tentaciones) ; la capacidad de ser excitado sexualmente (básicamente, si hay una erección o no) ; el pleno conocimiento y transparencia de la existencia de la tendencia homosexual en la pareja (básicamente, para que haya nulidad del matrimonio, es necesario que el marido no haya informado a su esposa de su homosexualidad antes de su boda).

Todo esto no elimina la confusión persistente que sigue rodeando la existencia y el significado del deseo homosexual. Tampoco quita la grandeza insondable de la acción de la Gracia, de la diferencia de los sexos verdaderamente acogida, y del Sacramento divino del matrimonio, sobre este deseo. Cada pareja es única y tiene su camino. Además, el Espíritu Santo y Jesús son libres, quitan o dejan temporalmente el mal como quieren. Y el acertijo del arraigo de un miedo o de un mal a veces es duraderamente insoluble en un tiempo humano. En algunos casos, la homosexualidad está latente, sin poner en peligro el matrimonio católico y amenazarlo seriamente. Ella incluso se beneficiará de un espectacular ayuda divina. En otros casos, por desgracia ocurre que la tendencia homosexual sea tan profundamente arraigada que actúa como un terreno que dificulta fuertemente la fortaleza de una pareja casada, y que exige la ruptura para el bien (o el « mal menor ») de todos. Por lo tanto, deseo a los jueces eclesiásticos todo el arrojo necesario para desempatar en el caso del estudio de nulidad de matrimonio en cuanto a la homosexualidad, para diagnosticar si la homosexualidad constituye un elemento anexo o dominante en la pareja casada enfrentada a ella. Hasta yo no tengo la respuesta. ¡ Sólo el Espíritu Santo puede guiarles ! (véase la pregunta n°46, que complementa ésta).

Quisiera añadir que la sistematización/banalización/democratización de la posibilidad de declaración de nulidad de matrimonio en los casos de homosexualidad incluye un alto riesgo : el revés de la homofobia, una homofobia por esta vez con un toque de ginocentrismo y de feminismo orgullosos. La normalización social de la homosexualidad puede convertirse como si nada en abuso de poder por parte de las esposas abandonadas o engañadas por la homosexualidad. He oído hablar de abusos graves en ese sentido. Algunas amas de casa explotan la homosexualidad de su marido para arrancarle sus hijos o pedir el divorcio a toda prisa o patologizarlo : lo describen como « un bipolar », « un narcisista maligno », « un manipulador » que habría engañado a todos a sabiendas. Está mal y muchas veces son injustas, estas exageraciones.
 
 

CAPÍTULO III – VIDA PARROQUIAL Y SOCIETAL ACERCA DE LA HOMOSEXUALIDAD (CASOS DE CONCIENCIA CATÓLICOS) :

 

37 – ¿ Cómo reaccionar frente a las parejas homosexuales discretamente presentes en la asamblea ?

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No hay que reaccionar o decir lo que sea, sino rezar por ellas. Y si no lo podemos, antes (si es posible) o después de la misa, escuchar a las personas y ayudarlas a que la confesión de su culpa provenga de ellas y no de nosotros. Jesús, con la Samaritana, cumplió esta delicadeza. Como me lo dijo hace poco una mujer que fue obligada al divorcio porque su marido la engañó y luego la dejó, y como me lo demuestran las personas homosexuales en « pareja » estable y católicas practicantes, todas las personas que viven el concubinato o el adulterio o situaciones pecaminosas fuera del matrimonio y fuera del celibato consagrado, tienen realmente la sensación de vivir una triple pena cuando tratan de permanecer en la Iglesia y que participan en la misa : la triple pena de sufrir de su situación irregular (un divorcio, la práctica homosexual, el aborto, el peso de sus pecados y de la perseverancia en estos), agravada por la mirada intransigente de los demás y la marginación del Sacramento de la Reconciliación, del Bautismo y de la Eucaristía. Lo más duro, me dicen ellas, no es tanto la privación de la Eucaristía (ya que existen diferentes uniones posibles con Jesús fuera de Ella), sino la privación de la confesión. De hecho, no se permite a las personas divorciadas vueltas a casar o las personas homosexuales en « pareja » recibir el Sacramento de la Reconciliación. ¡ La factura parece asesina ! (En realidad, no lo es, porque son ellas, persistiendo en actuar mal, quienes se cortan de Jesús : Él nunca las abandona. Es su práctica que les cierran puertas ; ¡ no la Iglesia !). Tienen la impresión de ser tratadas peor que criminales o apestados, de que su comunidad religiosa y parroquial es más conciliadora con una persona sin techo o un criminal que con sus hermanos más parecidos y cercanos pero que no siguen el recto camino. Por lo que se ha de atender la susceptibilidad del pecador y establecer una estrategia para que él descubra su libertad y la Verdad sin ofenderse, y que no se hunda en el desprecio de la Iglesia o en el auto desprecio.

En mi opinión, si ustedes hacen frente a una persona en situación irregular, si por ejemplo identifican a divorciados vueltos a casar o a mujeres que han abortado o a personas homosexuales en « pareja », que están asistiendo a misa o tomando la fila de Comunión, a pesar del dolor que les da, les sugiero que dejen correr el río y que oren por ellos en lugar de intervenir. Arrégleselas para revelarles su pecado antes de que ellos lo agraven por el pecado de sacrilegio. Y si ellos lo cometen o están a punto de cometerlo, mucho después del mal hecho. Regla básica de la corrección fraterna : no infligirles una humillación pública. No hay nada peor que la vigilancia o la prohibición del instante, que la denuncia, que la delación, que una corrección que atrapa el pecado in fraganti. El control debe ser personal y venir de la propia persona pecadora. Es ella quien debe tener la mano, decidir si comulga o no, si debe ir a misa (con su compañero) o no, si debe permanecer en pareja (homo o adúltera) o no. Su libertad es sagrada. Y la toma de conciencia de su pecado debe hacerse con delicadeza, diálogo en Verdad, humor, escucha. Si la persona está demasiado cerca de su pecado, se sentirá confundida con éste, juzgada, y se puede cortar definitivamente de la Iglesia. Si expulsamos públicamente a toda persona en estado de pecado mortal, es muy probable que, por orgullo, ésta se encierre todavía más duraderamente/definitivamente en su pecado. Y eso, claro, resultaría seguir el juego al diablo.

Un no por respuesta o una prohibición expresado(a) sobre el hecho consumado podría ser interpretado(a) como un rechazo de persona, cosa que el pecador no necesita en absoluto. Excepto si usted es sacerdote y que al distribuir la Comunión tiene el tacto y la autoridad que su sacerdocio acredita (¡ el Cuerpo de Cristo se lo merece !), deje que la persona vaya a comulgar. No diga nada. Diríjase a su ángel de la guarda. Jesús, aún sabiendo que Judas iba a traicionarlo, le permitió asistir igual a la Santa Cena. En tiempos como estos, durante los cuales el mal se está intensificando, extendiendo y diversificando (pienso entre otras cosas en los padres que viven en concubinato, en los padres casados católicos que han recurrido manifiestamente a la procreación con la asistencia médica, en los padres solteros cuyos hijos nacen fuera del matrimonio, en los padres que se han vuelto a casar, en las personas homosexuales en « pareja », etc.), creo que sólo los sacerdotes, o si no, sólo las personas que pasaron por las mismas prácticas ilegítimas incriminadas y que las han dejado duraderamente, tienen la legitimidad para intervenir sobre el pecado en actos, y poseen en el momento la autoridad necesaria para hablar a la persona pecadora sin que ella se enfurezca. Los demás, cerremos el pico, sin por ello renunciar a expresar la Verdad en una ocasión más oportuna. « El que de vosotros esté sin pecado, sea el primero en tirarle una piedra. » (Juan 8, 7) No perdamos de vista que Jesús escogió la hora del mediodía (la más anónima) para hablar a solas con la Samaritana (una extranjera, su enemiga).
 

38 – ¿ Usted cree que las parroquias deben admitir a las personas homosexuales que practican su homosexualidad para servicios tales como el catecismo (tutoras lesbianas en los Scout), el consejo presbiteral, la animación (organista, monaguillos, lector, coro), etc. ?

La pregunta puede sorprender o provocar la risa. Pero cuando uno empieza a profundizar en el tema, se da cuenta de que merece nuestra mayor atención. Y los sacerdotes se enfrentan cada vez más con ese tipo de « episodios anecdóticos » que pueden hinchar rápidamente en Asunto de Estado parroquial. En cuanto a la mera presencia o participación de las personas homosexuales en las actividades u oficios de la parroquia, está claro que no constituye un problema, proporciona un gran beneficio a todos, e incluso nos hace muy felices a nosotros, feligreses homos. Tenemos una disponibilidad y talentos que ofrecer. Y Dios acoge a cada uno en su casa. Además, Él odia el derroche.

Sin embargo, hay que añadir un matiz importante a lo que acabo de decir. No todas las funciones eclesiales dejadas a los laicos son equivalentes, tanto a nivel de las competencias, como de la remuneración y de la carga simbólica y sacramental. Dejo en manos de cada párroco la elaboración de esta jerarquía en función de cada caso. Pero leer una lectura o tocar el órgano, no es el mismo grado de servicio, de implicación, de permanencia y de ejemplaridad para la parroquia. No es la misma misión. Un día, un sacerdote de la ciudad de Estrasburgo (Noreste de Francia) vino a presentarme un asunto de conciencia personal : un organista, en discreta « pareja » homo, se postuló para su parroquia, y él no sabía cómo dirigir el caso. Tenía miedo a ser enviado al tribunal por homofobia y por haber juzgado a una persona por razones ajenas a sus innegables habilidades musicales. También se temía que todos sus feligreses no le apoyaran.

Creo que lo que cambia todo, es la continencia. Por mi parte, yo fui catequista en Savigny-sur-Orge (suburbios de París) durante cuatro años, y no tuve ningún problema. Justamente, debido al hecho de que la continencia libera de todo proselitismo, de toda contaminación del modelo simbólico, identitario y amoroso que normalmente se desprende de la fama de homosexualidad. Volviendo al caso del organista de Estrasburgo, yo propuse al párroco que sondee cara a cara las motivaciones íntimas de su postulante : ¿ Por qué éste quiere ocupar tal cargo en la iglesia ? ¿ Desea entrar en un proceso de verdadera obediencia a los mandamientos de Jesús, en un proceso de servicio, de humildad, de comprensión íntima del Corazón de la Iglesia, de conciencia de una Misión evangélica a través del acompañamiento musical ? ; ¿ o al contrario es para el dinero, el prestigio, el estatuto social y eclesial, el decoro litúrgico ? La práctica homosexual ya demuestra una clara desobediencia a la Iglesia. Y creo que este organista no quería el puesto para poner en tela de juicio aquella desobediencia. Así que, personalmente, y tras un intercambio, le hubiera dicho que no.
 

39 – En su opinión, ¿ qué porcentaje de feligreses pro-gays y pro-Unión Civil en la Iglesia y en las iglesias ?

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Ni idea. Adivino que es sustancial. Sólo sé que soy la única persona homosexual católica continente en Francia que ha mostrado públicamente su oposición a la Unión Civil (otras – como Jean-Pier Delaume Myard – lo hicieron más tarde, tras las manifestaciones italianas, pero para buscarse un lugar en el sol mediático : no se trataba para nada de poner en duda el « amor » ni la práctica homosexuales), y es la razón por la cual las parroquias me han apartado masivamente. Casi todos los católicos y sacerdotes franceses que conozco se han acostumbrado a la Unión Civil (desde que fue votada en 1998 en el país) y no han comprendido su gravedad. La han considerado como una ley que podría retrasar/evitar el « matrimonio gay » y que sería muy diferente de éste (mientras que estas dos leyes abarcan exactamente la misma realidad simbólica e intencional que da lugar al maternidad subrogada). Una ínfima minoría de católicos franceses han percibido la violencia de la « salida del armario », de la Unión Civil, y finalmente de toda ley basada en la orientación sexual de las personas así como de la sustitución de la diferencia sexual por la heterosexualidad.

Los pocos sacerdotes católicos que están de acuerdo conmigo se asustan en el último momento para hacerme venir a su parroquia. Inicialmente, están muy animados. Y luego, anulan. No por miedo a lo que voy a decir, pero por temor a daños colaterales antes y después de mi conferencia. Se entibian por prudencia y « pedagogía ». Varios párrocos que conozco y que, después de haberse sido muy involucrados en su parroquia súper católica donde podían mostrar si ningún problema su compromiso en contra del « matrimonio para todos », fueron trasladados a una nueva parroquia en la que, en la reunión de septiembre, a veces había varias « parejas » homosexuales que les esperaban. Sin sentir vergüenza por sus convicciones, decidieron ser estratégicos, cerrar la boca, y prefirieron en un principio aplazar (o, mejor dicho, anular) mi venida. La gran mayoría de los sacerdotes católicos franceses no han tomado en absoluto la medida de la masacre humanitaria que constituye la Unión Civil.

Esa desastrosa comprobación sobre el terreno, que muestra cuánto los católicos son poco/mal comprometidos con el matrimonio y la diferencia de sexos (desde la perspectiva intelectual e intencional sí, pero no la del corazón ni de la práctica) y cuánto entran en pánico frente a la inminencia de la persecuciones anticatólicas, puedo hacerla de manera aún más insistente en los otros países. Por ejemplo, muchos católicos hispanos endurecen tanto como ablandan (a la moda burguesa bohemia) su postura sobre la Unión Civil y sobre lo que ellos suelen llamar el « lobby gay ». Son todavía más hoscos que los Franceses, ya bastante agresivos a su manera. ¡ Con eso lo digo todo ! Ellos rechazan en masa mi discurso matizado que exhorta a la consideración de la realidad homosexual y a un cuestionamiento en profundidad de la ideología que piensan denunciar mientras la apoyan sin darse cuenta de cómo se llama : la heterosexualidad. Y en los países europeos, la mayoría de los católicos saltan de un extremo a otro con respecto a las personas homosexuales, es decir, del rechazo/indiferencia total a la « apertura », para reequilibrar el conjunto y compensarse. Lo comprobamos ahora mismo en Alemania con los catastróficos « Katholikentag » (la mayor reunión católica del país) y su programa « rainbow compuesto de múltiples y diversos talleres como « el matrimonio para todos », « ¿ Cómo viven las familias arco iris » y también « Queer Teología ». Esto anda muy mal. Es como si la Asamblea General Anual del Catolicismo en Francia se dedicara por completo a la homosexualidad, pero con las mismas miras que las asociaciones cristianas pro-gays. ¡ Imagínense la protesta que armaría ! Y sin embargo, no estamos tan lejos de ello en Francia, dado que yo ya he sido expulsado dos veces de este evento nacional católico.
 

40 – El párroco ha partido con un hombre. La parroquia le apoya. Nosotros, ¿ qué decimos ?

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Conozco varios casos concretos. El fenómeno no es para nada aislado. Primero, antes de decir nada, os sugiero que os forméis seriamente en la heterosexualidad y la trampa que ella constituye. Luego, por supuesto, no maldigáis al cura so pretexto que no estáis de acuerdo con lo que hace. Y a la inversa, no justifiquéis tampoco su acto por el relativismo ambiental ni una falsa acogida dictada por el tópico del « no-juicio ». Rezad más bien por él y su compañero. Ellos tienen gran necesidad de vuestra oración, ya que además de traicionar a la Iglesia, están mintiéndose a sí mismos y entrando en un callejón sin salida que ninguno de nosotros les puede envidiar.

A continuación, la parte más difícil son las repercusiones y la gestión de tal acontecimiento en el ambiente de la parroquia. Porque, excepto cuando se ignora el hecho (lo que aún suele suceder un poco la mayor parte del tiempo), este es el tipo de escándalo que – porque la gente no sabe nada acerca de la homosexualidad y además se siente cada vez más obligada a dar su opinión sobre ella – tiene el poder de armar mucho jaleo y división dentro de una comunidad. Entre aquellos que lanzan increpaciones, aquellos que toman el lado del cura, aquellos que simulan que no les importa, aquellos que injurian a los que injurian, y aquellos que se callan, ¡ tenemos todos los ingredientes humanos para vivir una guerra civil dentro de la Iglesia católica !

Y aún así, hablo de una época en que la homosexualidad de los sacerdotes se arreglaba en una relativa discreción y no se beneficiaba de una exhibición orgullosa ni de una cobertura mediática alimentada por el cotilleo de los feligreses. Eso está cambiando. Cada vez más católicos pierden su pudor, y se sienten obligados a « tomar partido » o discutirlo todo (« Para salvar a vuestro cura, tecla 1. Para echarlo, tecla n°2. »). Y cada vez más sacerdotes, en vez de ocultar su práctica homosexual y de esconder a su compañero, deciden jugárselo todo a una carta, se creen que « cuanto más grande, mejor pasa », que su aplomo o la piedad que inspiren los librará de la vergüenza, que su « salida del armario » no bastará para destituirlos. Entre otras cosas, ellos crean una distracción desplazando el problema de su adulterio hacia la falta de posicionamiento de la Iglesia sobre la homosexualidad (falta presentada como rígida, arcaica o ingenua) y, especialmente, hacia la energía colosal e impopular que necesitarán sus superiores jerárquicos eclesiales para decidir públicamente su expulsión/excomunión.

No os creáis que aquella temporada del orgullo/descaro arco iris sacerdotal llegue en un futuro muy lejano. Estos coming out « gays-cristianos » se vuelven cada vez más frecuentes, a veces incluso « gays-sacerdotales » (Yo sufro bastante a causa de las entrevistas-emoción huecas de mis hermanos « homos-católicos » que cuentan su vida ante las cámaras de televisión y expresan sus sentimientos sobre el « cómo viven con estas dos identidades » ¡ sin ofrecer ningún análisis de fondo sobre la homosexualidad !). Actualmente, los Krzysztof Charamsa, William Nasarre, José Mantero, Andrés Gioeni, salen a la luz, y encuentran que es muy « profundo » revelar a todos que son « sacerdote y homo » o « cristiano y homo ». No se contentan con decir que « es posible ser ambos a la vez » sino que encima argumentan que sería « más bello y más verdadero » porque ello se les impondría, que es real, que lo mantienen escondido hace mucho tiempo, que cuesta expresarlo, que puede ser mal entendido, que sería una doble declaración de amor, y que estos dos aspectos de su vida podrían fusionar con mayor perfección si la Iglesia tuviese el ánimo del Amor y del realismo. Y a través de celebridades cristianas que confiesan tanto su « inquebrantable » apego a « su » Iglesia/sus feligreses como su dolor de ser « indudablemente » homos, cada vez más católicos, afectados por estas personas « doblemente víctimas », afirman que las dos dimensiones – católica y homosexual – no se opondrían, e incluso que serían perfectamente compatibles sin tener que pasar por la continencia.

Y casi nadie se atreverá a contradecir eso, por miedo a quedar como un homófobo, incluso los católicos tradicionalistas que se sirven de aquellos malos ejemplos de sacerdotes secularizados para distanciarse aún más de la Iglesia posconciliar Vaticano II y para perseguir aún más al Papa Francisco. Y puesto que un número creciente de católicos duda de la Presencia de Jesús en la Eucaristía o de la existencia del diablo, ya que desprecian la palabra « homofobia » y « homosexualidad », que ya no creen en la primacía de la diferencia de sexos en el Amor verdadero, ni en la primacía del celibato continente sobre el matrimonio (¿ Por qué sería tan necesario que los sacerdotes no se casen, si algunos lo desean ?), que demonizan el modernismo así como el tradicionalismo, la casi totalidad de los creyentes está lista para jugar respecto a la homosexualidad la comedia sea de la « apertura tolerante », sea de la intransigencia/indiferencia exasperadas/ofendidas. El telón de los tiempos está a punto de caer.
 

41 – ¿Cuál es el mayor peligro que acecha a un católico frente a la homosexualidad ?

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Yo puedo citar peligritos : la ignorancia y por tanto la vulnerabilidad ante el mal, si alguna vez nos enfrentamos con la realidad homosexual ; el relativismo, la indiferencia o la invectiva, si es que uno está molesto o seducido por el tema (sobre la base de una mala comprensión de lo que es la Caridad o la Verdad) ; la insatisfacción o infelicidad en « amor », si alguna vez se practica la homosexualidad ; la sensación de estar en contradicción constante con su propia fe o con los católicos en general, si alguna vez nos creemos Dios o un Don Nadie y si vivimos una doble vida.

También puedo identificar un mayor peligro que acecha al católico que practica la homosexualidad : el de verse privado de la Salvación eterna. En otras palabras, de arriesgarse a ir al infierno y de « pecar con pleno conocimiento de causa » (pleonasma). Es la Espada de Damocles más obvia. Y ya, por sí sola, sería suficiente para disuadir al católico un poco devoto y capaz de proyectarse hacia el Mundo Invisible, de practicar la homosexualidad. A pesar de que, de nuevo, nadie puede reducirse al mal que comete, y que tenemos poca idea del poder de la Gracia que puede redimirnos.

Pero, a decir verdad, todavía más que la Salvación post-mortem, existe un dolor que ya se vive en la tierra y que contrarresta de manera relativamente eficaz la práctica homosexual y incluso toda veleidad de vivir en « pareja » : la perspectiva de privarse de la Eucaristía, el Pan vivo de Jesús. Ella acecha a cada católico que reconoce (con razón) a Dios en la hostia. Personalmente, no salgo con las personas que me gustan casi sólo porque ¡ quiero a Jesús-Pan ! Más que mi Salvación o mi fama, es la Eucaristía quien me ayuda a no caer en la homosexualidad. Sé que viviendo el adulterio/el concubinato, ya no tendría acceso a la Eucaristía, y eso me haría sufrir mucho, no lo podría soportar mucho tiempo. Hablo desde mi experiencia : en 2010, es mi no-conformidad con el estado de recepción de la Comunión que me hizo cortar sucesivamente con mis amantes. Yo no podía permanecer mucho tiempo con un compañero a causa de ello. Perseverar en la mentira y la incoherencia, los hay que tienen la fuerza, el orgullo descarado o la locura, para eso. Yo, ¡ ya sé que no voy para largo ! Si la Eucaristía no impusiera tal autoridad sobre mí, créanme, por mi parte, ¡ haría un siglo que me hubiera soltado ! Todavía estaría en « pareja ». Hoy en día, la Eucaristía es la única persona que me contiene. Su ausencia es mi pesadilla tanto como su consumo – que mi estado de vida permite – es mi Alegría y mi más poderosa salvaguardia.
 

42 – Lo que usted dice sobre la homosexualidad se dirige únicamente a una persona homosexual que cree. Porque si uno no cree en Dios, su objetivo parece inalcanzable ; sin Dios, su discurso es inadmisible. ¿ No ?

No lo creo. Dios es real, universal y sencillo. El hecho de ser católico, muy lejos de alejar de la inteligencia y de las situaciones humanas, coincide con todo el mundo (incluso los no creyentes), con el sentido común, con las realidades profanas, y mediante una precisión y delicadeza admirables, increíbles. Especialmente cuando se trata de hablar del sufrimiento y la sexualidad. Al respecto, la fe va al grano. Nuestros contemporáneos están fascinados por las palabras que han forjado su forma de ver el mundo y el amor : « tolerancia », « diferencia », « igualdad », « homosexualidad », « heterosexualidad », « homofobia », « amor », « la libertad », « derecho », « discriminación »… Nos toca a nosotros calmarlos reutilizándolas, analizándolas, al mismo tiempo de cuidar de no poner en duda la belleza de su sinceridad, de sus buenas intenciones. A menudo, los demás se cabrean porque no soportan ser juzgados « malos » o « malintencionados ». Si los tranquilizamos en este sentido, si les mostramos que no tenemos ninguna duda de que han intentado hacer cosas buenas, entonces podremos con facilidad hacerles ver que actúan o piensan mal (incluyéndonos primero a nosotros mismos, si es posible, en sus malas acciones y en sus defectos) o más bien que podrían actuar y pensar mejor/de otra manera. ¡ Y no dirán nada !

Por último, no está prohibido practicar la mayéutica, una palabra un poco bárbara que significa simplemente « dejar a la persona que encuentre la respuesta por sí sola, cuando ella no podría recibirla directamente o por otra persona que ella ». Además, nuestros detractores a menudo tienen muchas más cosas que enseñarnos acerca de la homosexualidad de lo que imaginamos y ¡ de lo que ellos mismos sospechan ! Vámonos entonces juntos hasta esa Isla del Tesoro que es la homosexualidad, en vez de matarnos sobre la fe o el ateísmo de cada cual. La homosexualidad es un tema atractivo. La Fe católica también. Así que los dos juntos, ¡ ni hablar ! En serio, ¿ a qué esperamos para anunciar el Amor de Cristo y de la Iglesia, a través de la homosexualidad ?
 

43 – Soy católico y veo a mi hijo o hija que se aleja de la fe. Y cuanto más le muestro que rezo por él/ella, tanto más lo/la fastidia y lo/la aleja de la fe. ¿ Qué hago ? ¿ Insisto ? ¿ Le ofrezco su libro ? Él/Ella me odiará aún más.

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Sí. No se desanime. Mi madre – que murió hace un poco más de dos años – se llama Mónica, como la santa Mónica que lloró mucho a causa de su hijo Agustín. ¡ Y valió la pena ! No tenga vergüenza de ser un santa Mónica insistente e triste (sin chantajear con sus emociones o la fe). Si no fuera así, sería más inquietante aún. Eso significaría que no quiere a su descendiente y que se burla de la Salvación de su alma. Además, las oraciones de los padres de un hijo o de una hija homosexual son siempre oídas, si no por el interesado, al menos por María y Jesús. Es lo que más importa, ¿ verdad ? Los obliga finalmente a centrar su oración en el Rey y la Reina, a contar con ellos. En cuanto a su fidelidad al Señor, aunque ésta no se adapte a priori a los actos y los deseos de su hijo, le sirve necesariamente a este último de testimonio irreemplazable y de prueba que usted lo toma en serio, que lo acompaña, que es fiel para los dos. Ella no puede quedar sin fruto.

En cuanto a mi libro, no importa si no gusta o si molesta. Por sí solo, no tiene el poder para destruir una familia ni para hacer milagros, de todas formas. Y a menos que acabe en la basura (en cuyo caso no hablemos más de ello… ¡ salvo si un basurero tiene un hijo homosexual y cae encima « por casualidad » en la desechería !), siempre se le puede echar un vistazo, hojear, y todavía puede actuar en los corazones más tarde, o bien dormitar mucho tiempo en un armario para ser redescubierto en un momento más apaciguado. Un consejo : no actúe según la reacción supuesta que tendría su hijo o su hija homosexual, pero siempre como lo debe, y para agradar al Señor. Su hijo bien podría sorprenderle. La fe es la mejor consejera, y mucho más fecunda/profética que el miedo.
 

44 – ¿ Cómo puedo hacer si un pariente es homosexual, rechaza la Iglesia, rechaza su familia y frecuenta a gente de un mundo nefasto ? ¿ Cómo entablar un diálogo con él y luego hacerle comprender que yo no apruebo su comportamiento ?

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Amar a alguien, es acoger toda su persona y todo lo que él vive. También es tolerar su libertad de actuar mal cuando efectivamente él comete errores, sin dejar de decírselo si la situación no mejora. Por lo que tenemos que nadar entre dos aguas, la de la acogida mediante la tolerancia/el compromiso, y la de la perseverancia mediante la exigencia de Verdad. Sé que no es fácil. Pero también sé que es el humor, así como el Espíritu Santo, que le permitirán a usted vincular la Caridad y la Verdad, y difundir el mensaje vigoroso de Cristo con suavidad. No pierda de vista que las personas más catófobas, son los católicos. No las personas que no conocen a Dios y que, por eso, no pueden rechazarLo. Es paradójico, pero es la verdad.
 

45 – ¿ Hay un peso adicional, un Cruz mayor, que llevo por ser padre católico de un hijo homosexual ?

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Parents and child talking


 

Sí. Sin lugar a dudas. Porque usted sabe que el alma y la Salvación de su hijo están en juego y en riesgo en este asunto. Con respecto a un pariente que no tiene la fe, el desafío que usted, progenidor católico, identifica en la práctica homosexual es más fuerte, la angustia mayor. Está bien que usted lo sepa. Ya para evitar que culpabilice en demasía y que hable/sermonee demasiado. Luego, para entender la hermosa causa de su angustia : el combate espiritual y el llamamiento personal a acentuar su oración. Y, en fin, para identificar y advertir aún mejor a su hijo homosexual contra las consecuencias reales de sus actos temporales. Cuando él le oiga avisarle de su Salvación y de su Eternidad celeste, se dará mejor cuenta de que su preocupación no es simplemente egoísta, ni debida a la mirada de los demás ni a su confort conyugal y procreativo, pero verdaderamente por su persona a él, por su Felicidad eterna, por Dios. ¡ Esto lo cambia todo ! ¡ Eso convierte su oración y su dolor para con la homosexualidad en amor entregado hacia el prójimo quien es su hijo !
 

46 – Me han criado en una familia católica, me he casado en la Iglesia, y mi marido (o mi esposa) me dejó por un hombre (por una mujer). ¿ Qué hago ?

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Admito que se trata de situaciones muy dolorosas (aunque hoy en día se tiende a banalizar aquel dolor). Y antes de aportar algún elemento de respuesta, me guardo de hablar demasiado rápido y de emitir un metodología de talla única. ¡ Sólo puedo empatizar y encuentrarme muy pobre ante usted ! He visto a parejas hombre-mujer casadas que superan muy bien el problema de la homosexualidad (porque es un problema). Otros que se han partido los morros (véase la pregunta sobre la nulidad del matrimonio).

El problema, en el actual clima esencialista y sentimentalista que tiende a trivializar la homosexualidad y a ponerla en las nubes como una « verdad indiscutible de la persona », es que la excesiva importancia conferida a la homosexualidad puede llevar a algunas parejas hombre-mujer de hoy (incluso a algunos jueces de tribunales eclesiásticos) a creer en la necesidad de su ruptura, a acelerar el proceso canónico por nulidad, a tirar la toalla, a irracionalizar el problema (« Nos tocó a nosotros. Qué le vamos a hacer… Ya hace tiempo que lo sabíamos. No se puede luchar contra los sentimientos o contra el cuerpo o contra una enfermedad o contra una relación homosexual totalmente ajena a una relación hetero. »), a no perseverar en la superación de los conflictos (especialmente cuando no hay niños en el seno de la pareja, o cuando el adulterio implica a una tercera persona y por lo tanto una relación aparentemente « de otra naturaleza »), y a descristianizar y a pasar por alto al sacramento del matrimonio, a enterrar el caso y justificar la separación por la fatalidad determinista, sin buscar más allá (« La homosexualidad, ya que no se entiende y que no es una elección, no podemos luchar contra. Ella supera todo el amor que hemos compartido ; no anula nada. Es ‘aparte’. »). La homosexualidad puede servir de coartada práctica y falaz para cualquier anulación de matrimonio, de argumento contundente barato, de leyenda impresionante y de guión fácil que explican y resuelven en apariencia todo litigio, toda culpabilidad, toda separación. No estoy diciendo que ella no constituye a veces una razón suficiente ni un obstáculo real a la durabilidad/factibilidad de un matrimonio. ¿ Pero es ello tan sencillo ? ¿Cómo medir la profundidad del arraigo de la homosexualidad, la fuerza que la persona pueda cavar hondo en ella misma y en su esposa y en el sacramento del matrimonio, el poder que Dios da para vivir con la fragilidad homosexual en la fidelidad pese a todo ? Es difícil.

Estoy atascado para aconsejar lo que sea de manera categórica en el caso que nos ocupa. ¿ Hay que renunciar o perseverar en los casos de rupturas de matrimonio debidas a la homosexualidad sentida y/o practicada ? Yo diría que depende de cada situación. Mi esperanza cristiana me induce a decir que de todos modos, nunca hay que desanimarse, y que de cualquier situación, incluso dolorosa, incluso inextricable y violenta, Jesús puede sacar lo mejor. Sé que de todas formas, vale la pena luchar contra la homosexualidad, ya que como tendencia, y con mayor razón como práctica, ella puede ser la oportunidad de un perdón y de un diálogo maravilloso que fortalecerá su pareja, revisará su funcionamiento ; y ya que la homosexualidad practicada no hará feliz en cualquier caso a su cónyuge, o al menos no más feliz que cuando él estaba en pareja con usted. Pero a veces más vale inclinarse ante el enigma del mal, ante la presencia de la cizaña en el campo de la sexualidad, ante nuestra propia impotencia acerca de la existencia de un mal o de un miedo superior que de vez en cuando sobrepasa en un tiempo terrestre a la persona con quien nos hemos casado con buena fe, porque la tendencia homosexual puede ser predominante. Se tiene que evaluar el grado de posesión según las diferentes situaciones. En algunos casos, la homosexualidad constituirá un elemento determinante ; en otros, podrá ser atemperada, domada y reciclada con éxito. Sé de hombres que han vuelto con su esposa e sus hijos después de una o varias faltas de conducta homosexuales, porque han descubierto que este estilo de vida no los haría felices. Admiro a las esposas que tienen la paciencia y la confianza para soportar tales turbulencias, y a los maridos que tienen la humildad de luchar para volver a la fidelidad de su matrimonio y superar sus inclinaciones. También conozco casos en los que la homosexualidad está tan arraigada en la persona que ha entrenado en su impotencia y desgracia a una pareja, a una esposa y a veces a una familia entera. Por eso es importante no sobrevalorar ni ignorar la homosexualidad. Sútil línea de cresta, de la cual no conozco todos los pormenores, después de haber intentado casarme con una mujer que pensaba amar y de retirarme, a pesar de mi fe y de mi voluntad de esperar el poder del sacramento de matrimonio sobre mi orientación sexual.
 

47 – ¿ Hay una relación entre el Movimiento Scout y la homosexualidad ?

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Sí, por el hecho de que el escutismo es humano, así que obviamente afectado por la diferencia de sexos (y el temor a ésta). No, o al menos no más que en otros ámbitos. Y yo diría, tal vez menos que en otros ámbitos. Porque en el seno del Movimiento Scout, la fe, la Realidad, el contacto con la Naturaleza, la amistad, y a menudo la no-mixidad de los sexos, favorece la reconciliación con la diferencia sexual, la construcción de la identidad sexual (masculina o femenina), y por lo tanto, el alejamiento del ensimismamiento que es la homosexualidad.

Dicho esto, incluso en el Movimiento Scout, se encuentran excepciones que confirman mi comprobación general. De hecho, conozco a cierto número de chicos o de chicas (una decena, para ser honesto) que, sea durante sus años de escutismo, sea mucho tiempo después, han demostrado ser homosexuales activos. ¡ « Scout » a veces rima con « Coming out » ! Por ejemplo, sólo en el corto período de dos años en los que fui lobato en los Scouts de Francia (tenía entre 8 y 10 años : dicho sea de paso, esta breve experiencia fue un pequeño trauma para mí lol…), cuento 3 chicos de mi edad que han « salido del armario » en la adultez, incluyendo 1 en mi propia seisena (tropa de 6). Como quien no quiera la cosa, ¡ es una buena media ! Pero están lejos de representar un indicador significativo y masivo.

Por anticlericalismo primitivo, e incluso por envidia interna, algunas malas lenguas se están divirtiendo homosexualizando el escutismo, convirtiéndolo en guarida escondida de pedófilos, de adolescentes frustrados y adoctrinados, de grupos paramilitares donde la camaradería viril YMCA estallaría en homosexualidad. Cuando hablo de peleas sospechosas internas, me refiero en particular a los Scouts de Europa que a veces acusan a los Scouts Unitarios o a los Scouts y Guías de France el hecho de que sean demasiado liberados en materia de moral (es decir « demasiado progresistas y maricas ») ; a la inversa, los Scouts de Francia a veces reprochan a los Scouts de Europa su conservadurismo que, por la represión de sexualidad que puede implicar, se convertiría entonces en homosexualidad practicada de manera no asumida. Cada bando le pasa la pelota arcoiris al otro, para a presentar el bebé para comprarse una probidad y/o una bondad. En ambos casos, hay algo de verdad. El exceso de permisividad conduce a la confusión homosexual. El exceso de rigidez también conduce a la explosión homosexual (véase los movimientos juveniles Wandervögel bajo la Alemania nazi). Ya observa este fenómeno y esta dicotomía en el ejército, en la policía, en las internados, en la cárcel o los cuarteles, por ejemplo.

Recuerdo, para el registro, tres acontecimientos cercanos que confirman lo que acabo de subrayar. El primero, es el voto oficial de los Boy Scouts of America (BSA) a favor del final de la exclusión de « los gays » en su liderazgo, el 27 de julio de 2015, en los Estados Unidos (Hacen igual en España). El segundo, es, en Francia, la reciente postura escout que sorprendió a todos, e hizo chirriar los dientes de los círculos católicos tradicionalistas : durante el período del « matrimonio para todos » (2012-2013), ¡ algunos Scouts de Francia recabaron la atención pública desfilando públicamente (y con uniformes escouts, además) en las manifestaciones a favor del « matrimonio gay » ! A raíz de la protesta que provocó, rápidamente esos activistas se volvieron a vestir de paisano y se ordenaron en la neutralidad, mientras decían que no estaban finalmente « ni a favor ni en contra » de la Ley Taubira (= matrimonio homo). Pero no es que piensen menos… Por último, tercer ejemplo : el año pasado, en 2015, en Roma (Italia), después de la Audiencia General del AGESCI por el Papa Francisco, por la tarde, varios grupos Scouts asistieron a la Marcha del Orgullo Gay ¡ y hasta fueron entrevistados por equipos de televisión ! Todo esto con la aprobación tácita del Comité Central

Probablemente, igual que con los manifestantes de La Manif Para Todos, la gran mayoría de los Scouts que estaban « a favor » del « matrimonio homosexual » no sabían explicar por qué, ni, entre los que estaban « en contra », tampoco por qué (excepto por principio, por reacción opuesta al progresismo ambiental, y por las consecuencias de la ley). Lo cierto es que la homosexualidad, en el ambiente del escutismo internacional, de todos los colores políticos, no ha sido analizada ni entendida, por un lado porque ella es sin duda justificada y/o demonizada en secreto, por otro porque que se la practica sin duda mucho más que los mismos exploradores se lo pueden imaginar. Pero, de nuevo, sólo estoy haciendo suposiciones basadas en mis estudios de la homofobia. El Cielo se encargará de revelarnos el desenlace de la historia de este enigmático enlace entre la homosexualidad y el Movimiento Scout…
 

48 – ¿ Existe una relación entre la homosexualidad y el tradicionalismo religioso ?

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Sí. Contra todo pronóstico, sí. Y esta paradoja se confirma regularmente para mí mediante sacerdotes amigos y laicos tradicionalistas que sin embargo aman mucho a la Iglesia Católica y asumen su preferencia por el ámbito católica tradicional. Con el mal, los extremos fusionar y se hacen eco pensando ingenuamente oponerse. En otras palabras, algunos creyentes, huyendo apasionadamente de la modernidad y del liberalismo que la homosexualidad representa, por principio, por esnobismo, por anticonformismo rebelde, por ritualismo fariseo, por odio a su época, por el alineamiento académico con un código estricto y ascético que los tranquiliza, caen en un paganismo crístico (y no cristiano), un nacionalismo « católica », un monarquismo pagano carnavalesco, una lujuria, una doble vida, vinculado con la bisexualidad. En la esferas « católicas » paseístas y nostálgicas, hay una número no desdeñable de libertinos neoplatónicos que no son conscientes de serlo. Utilizan la « tradición » para sobresalir, para alejarse de lo Real, de la diferencia de sexos, de la diferencia Creador-criatura (= la Iglesia Católica), y por lo tanto desencarnar/desvitalizar la sexualidad, el matrimonio, la práctica religiosa e incluso la procreación. En estos casos, la homosexualidad se avecina.
 

49 – ¿ Hay una relación entre cristiandad de extrema derecha y homosexualidad ?

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Claro. ¡ Y más que uno ! Casi sólo hay efectos espejos entre la comunidad « tradi de derechas » y la comunidad gay. Los opuestos se atraen en la fusion-ruptura mimética violenta, como es conocido. Alain Escada – el jefe del Instituto fundamentalista Civitas seudo « católico » – y Caroline Fourest – la entrenadora oficiosa de las Femen francesas – se exasperan entre ellos tanto como se buscan y están fascinados inconscientemente por su improbable semejanza, semejanza que confunden con una diferencia radical e irreconciliable para no asumir sus malas acciones (comunes).
 
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Basta con observar a los « legionarios » de Civitas, por ejemplo, para darse cuenta de que son tan dependientes de los medios de comunicación como los homosexualistas LGBT (aunque ambas partes pretendan odiar a aquellos « mierdos », como suelen llamarlos). Los primeros promueven tanto sus « libertades » y su « marginalidad » desobediente como los libertarios indignados a quienes apuntan con el dedo. Odian su época tanto como ellos (¡ cuántos tradicionalistas se imaginan que no habrían nacidos en el siglo correcto, y cultivan un estilo de vida pintoresco !). Fomentan tantas sociedades secretas como sus colegas-espías francmasones. Avanzan tan enmascarados como ellos, en la calle como en las redes sociales. Los Hommen y las Bandoleras son las réplicas casi perfectas de los Anonymous y de las Femen. Los activistas derechistas insultan tanto al « lobby LGBT » como los comunitarios homosexuales que se presentan todos como « fuera del ambiente » y anti-lobbie-gays. Tienen tan poco humor y flexibilidad como ellos. Son tan violentos y mordaces como ellos. Organizan los mismos happenings, las mismas « acciones-comando » que ellos. Son tan paranoicos como ellos. Por ejemplo, los Antifascistas pro-gays identifican a los militantes de extrema derecha con peligrosos locos oscurantistas, con inquisidores de otro tiempo… y los militantes de extrema derecha, igual, consideran a los Antifas y a las Femen como fieras, como brujas neo-anticuadas que se tiene que internar, como engendros del pulpo masónico « democrático » procedente de la Ilustración.
 
ProVida
 

Al igual que los militantes pro-gays, los activistas de la extrema derecha – que encima no se aceptan de extrema derecha (porque según ellos, su partido de ultraderecha es odiosamente « republicano » – en el sentido histórico francés – y la « extrema derecha » sería un insulto y una leyenda mediática inventada expresamente para desacreditarlos, oprimirlos : « ¡¡ La extrema derecha no existe, vamos !!! ¡ al igual que el Género y el lobby gay ! ») – e integristas – que no se aceptan integristas (porque según ellos, sólo los tibios, los relativistas, los progre, los republicanos y los modernistas serían integristas ; y de todos modos, para ser integristas, ya hay que considerarse « integrado » a la Iglesia Católica y ponerse bajo la autoridad del Papa actual, ¡ lo cual es pocas veces su caso !) han basado toda su razón de ser en el concepto de « REALIDAD » y en la acción, más que en el ser y la Caridad. Exactamente como los LGBT, creen que el fin justifica los medios.
 
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Los extremaderechistas están tan obsesionados con la civilización, la familia, el niño, la « VIDA » (palabra que repiten sin parar como loritos), el matrimonio procreativo y una fe politiquera, como sus oponentes hetero-homosexuales masones. ¡ Son tan cathos friendly como los pro-matrimonio-para-todos son gays friendly ! Para ellos, la Caridad es una sumisión, la risa una vergüenza o un escándalo, la acogida de los pobres una flaqueza concedida a la invasión « bárbara » (es decir « a los musulmanes liberales »), el Amor una vulgar « novela rosa » inventada por cobardes (homosexualizados, afeminados), por colaboracionistas simplones y falsos católicos. De hecho, están convencidos de que el Papa Francisco es un apóstata oculto, el Anticristo marxista en persona. Odian tanto al papado (que precedió al Concilio Vaticano II) que los libertarios izquierdistas a favor de la homosexualidad. Defienden tanto a un Jesús-Cultura, un mesianismo descristianizado y un catolicismo identitario anti-institucional (lo que ellos llaman « Cristiandad ») como los « LGBT ». Es de notar que muchos de sus miembros, decepcionados por la política y por la Iglesia Católica actuales, provienen históricamente de la extrema izquierda. Mucho más militantes de la extrema derecha de lo que pensamos no acuden los domingos a la misa (aunque sean capaces de gritar « ¡ Viva Cristo Rey ! » y « ¡ Viva la France Real Católica y Santa Juana de arcos ! » durante el tiempo de una manifestación… perdón, de un desfile), al igual que sus compañeros ateos de extrema izquierda. Los conservadores reaccionarios derechistas (que votan por defecto por el Frente Nacional, porque « no habría nada más ») a menudo son paganos (a pesar de su catolicismo levantado como una bandera de oro) y también tan homosexuales como los LGBT.
 
bERGOLIO
 

De hecho, por increíble que parezca (se trata efectivamente de las paradojas especulares habituales de la idolatría rencorosa), los afiliados a la extrema derecha y a la extrema izquierda son gemelos de tendencia e incluso a veces de práctica homosexuales. La gran mayoría de los militantes de extrema derecha son tan frustrados sexualmente como los LGBT « homosexualistas ». El miedo es su acción y comercio. Ellos son tan incapaces de tratar de homosexualidad (jamás los medios de la facción reaccionaria me han invitado, por ejemplo) como los magnates de la prensa y de la tele homosexuales. Creen tanto en la heterosexualidad (interpretada como sustituto de la diferencia sexual) y en la homofobia (interpretada como intenciones e imágenes, y no como violaciones y hechos reales) como sus colegas Antifascistas. Conozco a muchas personas homosexualmente activas que dirigen la extrema derecha, a sacerdotes súper tradicionalistas, a feligreses de las parroquias afiliadas a la Fraternidad San Pio X quienes, tras un aspecto anarquista o de familia heterosexual perfecta, son libertinos y desequilibrados sexuales, llenos de complejos, de angustias, de principios, muy incómodos con la vulnerabilidad, y que han congelado la diferencia de sexos en orden demasiado rígido, natalista, naturalista y espiritualista, para amarla verdaderamente como es y para vivir de ella. Por cierto están muy molestos con la homosexualidad. Tienen miedo a abordar el tema, porque sea se sitúan en el registro del juicio bruto de las personas y el maniqueísmo milenarista seudo-bíblico, sea temen a la confesión (… de su divorcio, su adulterio, su celibato mal vivido, su matrimonio arreglado, su bisexualidad e incluso su homosexualidad, su homofobia). Fíjese, por ejemplo, en el nivel de reflexión de Alain Escada (jefe de Civitas en Francia) sobre la homosexualidad : es edificante ver cómo él resguarda a la homosexualidad y la homofobia convirtiéndolas en abstracciones, en demonios encarnados. Nunca las analizará. La homofobia de los miembros de la extrema derecha proviene en su caso de una homosexualidad tanto reprimida y demonizada como practicada, ¡ exactamente como los LGBT !

Para concluir esta respuesta que por sí sola merecería un libro entero, le aconsejaría a usted, si no lo ha hecho ya, que lea los símbolos « Homosexual homófobo », « Hitler gay », « Homosexuales psicorígidos » y « Todo » en mi Diccionario de Símbolos homosexuales, así como el código 39 « Los Burgueses-Bohemia de extrema derecha » en mi libro Los Burgueses-Bohemia en Verdad, que tratan de la ambivalencia de la homofobia en las filas de la extrema derecha (que sus miembros rebautizan sarcásticamente « estreeeema derrrrechaaa » para denunciar/anticipar la demonización supuestamente « sistemática » y « absurda » que se desataría contra ellos por parte de la dictadura izquierdista y republicana actual del antifascismo moralizador). Yo soy de los que creen que se puede perfectamente criticar el fundamentalismo político y religioso de manera inteligente, además por muy buenos motivos, y no necesariamente por miedo ni mala fe ni adoctrinamiento ideológico-socialista. Porque una vez que uno se enfrenta a la realidad de estas facciones derechistas sectarias, se da cuenta de que no está soñando, de que hay desorden, y de que ¡ Jesús hizo bien en ser implacable con los fariseos y los puntillosos escribas de su época !
 

50 – ¿ Existe una relación entre catolicismo izquierdista y homosexualidad ?

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Efectivamente. En cuanto a la gay friendly attitude, el catolicismo izquierdista es el más previsible (el socialismo y el comunismo no rechazan nada… ni siquiera el mal en el que no creen : ese es el gran problema). Pero no obstante, en el escenario eclesial respecto a la homosexualidad, éste no es necesariamente el más insistente ni el más reivindicativo, no crea. Por desgracia, a diferencia del catolicismo derechista o de la extrema derecha, el catolicismo socialista ni siquiera necesita hacer gran ruido, levantar la voz, justificarse públicamente, mostrar quien lo compone (católicos disidentes que desobedecen a su Iglesia) ni enseñar la patita, para ganar su batalla por la « tolerancia », el « amor homosexual bendecido por Dios, porque Dios es amor », el « avance de los Derechos homosexuales » (batalla que recibe el mismo trato que la colecta de Caritas, el concierto por los Cristianos orientales, o la petición por la rehabilitación del obispo progre que está a favor de la ordenación sacerdotal de las mujeres…) : sólo tiene que fundirse silenciosamente en la masa y esperar, agazapado en la sombra de su iglesia parroquial hormigonada en forma de triángulo o de cubo, que la tormenta « integrista » de la protesta contra el « matrimonio gay » dirigida por los « fachas de derechas » pase..

Dicho esto, en descargo del catolicismo de izquierdas, del que me reclamo (no he dicho « catolicismo izquierdista » ni « socialista » ni « comunista », cuidado), y que a menudo es objeto de burla por parte del catolicismo de derechas que suele sobrevalorar su laxismo, quisiera subrayar que, en su mayoría, los católicos de sensibilidad de izquierdas suelen demostrar una acogida más concreta hacia las personas homosexuales, más matices entre la persona y el acto, menos dogmatismo y moralismo, menos práctica homosexual reprimida, que los católicos de derechas. Por supuesto, una innumerable cantidad de ellos cae en una payasada de empatía absolutamente desastrosa acerca de las personas homosexuales en búsqueda de Verdad, en una ideología gelatino-espiritual que apesta a farisaísmo, en una permisividad relativista que ayuda mucho menos que la franqueza de ciertos católicos de derechas muy amables, en una solidaridad mal entendida, porque favorecen la buena intención por encima del Amor exigente del Evangelio y de las personas a quienes ayudar (¡ esta confusión es la característica del izquierdismo y de los llamados « zurdos » !). Pero este no es el caso de todos los católicos de izquierdas, y menos aún de los verdaderos católicos de izquierdas (los sacerdotes-obreros, son como los buenos cazadores y los malos cazadores del trio humorístico francés Los Desconocidos : no hay regla). Todos los « católicos de izquierdas » (expresión que hace mofarse a los desilusionados por la política que creen que ni la izquierda ni tampoco la derecha existen, pero da igual : todavía creo en la belleza de la política no-politiquera y sigo viendo enormes diferencias reales entre la izquierda y la derecha, sobre todo respecto a la Caridad en actos) no son tan adoctrinados, cursis, ignorantes, tibios, corruptos ni a favor de la Unión Civil como, por ejemplo, los medios de comunicación católicos actuales que se pretenden « cristianos de izquierdas abiertos ». Todavía hay personas de izquierdas inteligentes, honestas, exigentes, que saben amar y acoger a las personas homosexuales con más que palabras y canciones que celebran los arco iris en los campos de trigo. El Papa Francisco (que se guarda muy bien de anunciarse « de izquierdas » para evitar las divisiones bipartidistas), a mi parecer, es una de ellas, ¡ y ello me complace mucho !
 

51 – ¿ Existe una relación entre sectas y homosexualidad ?

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Claro. El rechazo de la diferencia de sexos, lo cual es la homosexualidad, es por esencia sectario. El miedo que es la homosexualidad conduce también al sectarismo (individualista, amoroso y comunitarista). Y, para colmo, la homosexualidad, muy angelista ya que es un deseo de creerse Dios, orienta al que la siente y la practica hacia los grupos religiosos etéreos y estrictos a la vez. Por lo tanto, es totalmente lógico que la homosexualidad se combine bien con actos, comportamientos, personalidades, intransigentes, y con sistemas de creencias e instituciones político-mediático-religiosas totalitarias como las sectas. Conozco a muchos amigos homosexuales que son miembros de aquellas, que practican el New Age (Nueva Era) y que frecuentan cofradías satanistas, incluso sin identificarlas como tales dado que obtienen mediante ellas algunos beneficios y van ahí para el desarrollo de su bienestar, la recarga de su energía, para la evolución del género humano.

Cuando digo « secta », no me refiero a la caricatura del movimiento hippie de inspiración budista dirigido por un gurú raeliano, que adora a la diosa Vishnu en un Templo Mandarom. Hablo sobre todo de las sectas modernas no oficiales, de las gnosis súper tecnicistas y naturalistas, disfrazadas de ONG o de partidos políticos, compuestas por empresarios parecidos a cienciólogos, por ciéntificos-psicólogos, y hasta por cardenales romanos con traje. Probablemente sectas mucho más peligrosas que sus caricaturas, ya que actúan bajo la apariencia del bien, de la acción solidaria, de la creatividad, de la libertad, de la belleza, del progreso, de la lucha contra la superstición, de la autonomía e incluso de la espiritualidad crística. Lo apuestan todo en la acción y la voluntad individual (confundidas con la fe), tal y como lo ilustra el diseñador de moda homosexual Pierre Cardin en su entrevista para la radio francesa Francia Info el día 4 de julio del 2016 (« La felicidad está en el trabajo. » ; « La creación es mi droga. »). La secta mundial más poderosa, que sirve la « Religión Natural del Hombre » del Anticristo, tengo ganas de llamarla la secta de los Operantes anticonformistas (o Actores o Emprendedores o Ejecutivos o Comunicantes o Creadores). Sus agentes creen en un hombre-dios que se libera de su condición de criatura y que se auto-crea mediante sus buenas acciones, su trabajo, su inteligencia, su genio, sus obras, su conciencia, las tecnologías (que llaman « Naturaleza »), su ciencia, la ostentación de su oposición rebelde a sí mismo y al sistema que él ha creado (para no encargarse del orgullo, de las consecuencias desastrosas, de éste), y por supuesto sin la ayuda primordial de Jesucristo.

El deseo homosexual predispone a la traición, al anticonformismo, al culto de la alteridad absoluta y de la originalidad (es decir, a la heterosexualidad, que se desglosa la mayoría de las veces en bisexualidad y en fantasías de asexualidad), al misticismo retrógrado, al parecer, al arribismo, al poder humano supernaturalizado, al disimulo, al panteísmo rosacruz, etc. Por lo tanto, no cabe sorprenderse de que la mayoría de los seguidores de estas sectas no-oficiales, que acuden a los círculos esotéricos, a las esferas diplomáticas, a la masonería, al monarquismo supuestamente « católica » identitario, a la extrema derecha, sean de tendencia homosexual.

Esto no impide que dichas hermandades sectarias homosexuales sean apoyadas – ése es el drama – por muchos católicos sinceros que piensan que « ellas son mejores que nada : aunque no proclamen claramente a Cristo, en todo caso defienden Sus valores, y esto es un buen comienzo », por lo que las respaldan. Entre estos católicos colaboradores de la bisexualidad sectaria, contra todo pronóstico, nos encontramos con personas que además creen que se oponen a aquella : los tradicionalistas (como Civitas), unos burgueses-bohemios anarquistas de derechas (véase los códigos n°38 y 39 de mi libro Los Burgueses-Bohemios en Verdad) o « humanistas integrales anti-transhumanismo » que, mediante su fraseología positiva (positive wording) y su discurso antropocéntrico (Ecología Humana), colaboran completamente con el sistema que denuncian.
 

52 – ¿ Existe una relación entre protestantismo y homosexualidad ?

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Sí. Por tres motivos principales, vinculados por cierto a las tres blancuras defendidas por San Don Bosco (la Virgen, la Eucaristía y el Papa), que caracterizan la quintaesencia de la Iglesia católica universal, y que son negadas por los protestantes. Aquellos están en la rebelión y la negativa a la autoridad del Papa, a la Iglesia humana institucional querida por Cristo. Dudan que los sacerdotes sean Jesús en persona. Ellos aman a un Jesús sin cuerpo, trascendente, espiritual, literario (la Biblia), decidido por la voluntad y la percepción personales, que no se hubiera rebajado hasta incorporarse en los sacerdotes y en un pan que se come, ni en cada ser humano. Como consecuencia de ello, no entienden la Comunión de los Santos ni el estatuto especial de « Madre de Dios » que incumbe a María. Al fin y al cabo, tienen un problema con la Encarnación (humana y divina). Dado que la homosexualidad también es un rechazo de la Encarnación, la negación de la virginidad, y la falla en obedecer a la Iglesia, es lógico que muchos protestantes se reconozcan en ella.

Por si fuera poco, encima de la incomprensión fundamental sobre la Encarnación de Jesús en cada Hombre, otro punto – probablemente el más importante – marca sin duda la separación entre el protestantismo y el catolicismo, y la conexión entre el protestantismo y la homosexualidad. De hecho, los protestantes adoptan una concepción exterior y pasiva de la santificación. No creen en la transición del estado de pecado al estado de Gracia (véase las polémicas entorno a la justificación, que datan de Lutero). Efectivamente, según ellos, cuando Dios interviene sobre el ser humano, no hay ningún cambio interior real en el alma, pero es Dios quien juzga si el alma es buena. El Espíritu Santo sólo es una manta que cubre a la persona, pero el alma (que reacciona, que siente, que quisiera lo que Dios quiere) permanece con su pecado. Entonces se habla de justificación forénsica (foras en latín = fuera). La pasividad del hombre frente a la Gracia, y la imposibilidad del perdón y de una profunda conversión interior, acaban por avalar, de rebote, la homosexualidad y la impregnación de ésta en el que la siente. A ojos de los protestantes, no pueden existir santos homosexuales, ni santificación efectiva dentro de la tendencia homosexual. Es incompatible. « Dado que el mal no es bueno y no debería existir (¡ está marcado en la Biblia !), ya no existiría y no podría ser el terreno de resplandor del Bien. » « Dios, eso ayuda y salva, y yo tengo que creer en ello, o de lo contrario no funciona. Pero Dios, sobre todo no puede ser yo ni está dentro de mí. » Visión muy mágica, voluntarista, desencarnada e individualista de Dios, y por supuesto de la homosexualidad.

Basta con observar, por otra parte, todas las grietas y las numerosas paradojas de las « Iglesias evangélicas » (luteranas, bautistas, pentecostales, metodistas, anglicanas, etc.) en relación con la homosexualidad. Hasta a las más conservadoras les cuesta ponerse de acuerdo entre ellas : en un santiamén, pasan del rechazo rígido a la aceptación más complaciente (ejemplos: la ordenación de mujeres obispos, los matrimonios homosexuales religiosos, los obispos protestantes que salen del armario, etc.). Parece mentira ver lo que su fobia de parecerse al modelo de « cierre homófobo típicamente católico » los lleva a hacer, se lo digo de verdad… La ambigüedad de la postura anti-homosexualidad de los protestantes radica más en una oposición de principio vinculada a una lectura literal y académica de la Biblia que en una refutación relacionada con un auténtico análisis de fondo de la homosexualidad. Por lo tanto, su obediencia a la Palabra de Jesús no dura mucho tiempo.
 

53 – Si los niños de la pastoral juvenil me hablan de homosexualidad (han visto parejas homosexuales por televisión, incluso uno de ellos es criado por una « pareja » homo), ¿ qué digo ?

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No se tiene que perder la oportunidad de desvelar todo lo que conoce sobre el tema. ¡ Y verá que Jesús, a través de usted, tendrá éxito loco ! ¡ No hay nada peor que una catequista que esconde la cabeza bajo el ala y elude la cuestión de la homosexualidad ! La homosexualidad es una cojonuda oportunidad perdida para unirse a los jóvenes en el corazón de lo que ellos viven/creen y para revelarles el Amor de Dios por ellos (por personas – las personas homosexuales – interpuestas).

Lamentablemente, todavía hay muchos catequistas – vacilantes y mal entrenados, o demasiado influenciados por el relativismo contemporáneo – que evitan entrar en el meollo de la cuestión, en el juicio de los actos homosexuales, a fin de no enredarse en un debate emocional que podría volverse contra ellos y contra la Iglesia, frente a una juventud, incluso de educación católica, muy susceptible y animada por su época a confundir a las personas homosexuales con sus actos o con sus imágenes mediáticas (los derechos, las leyes, los clichés de la homosexualidad, los estereotipos de género masculino o femenino, etc.). Los catequistas o responsables en apostolado de la escuela secundaria, que salen del apuro soltando la cantinela práctica y convincente (pero muy incompleta) de la « imposibilidad de reducir a una persona a su apariencia física o a su sexualidad », tienen su mérito. Pero, en realidad, se acobardan y le dan rodeos al problema. Es muy triste para ellos y para los jóvenes.

Sin embargo, si ha estofado bastante el tema, francamente, tírese al agua. Usted y la Iglesia lo tendréis todo ganado. Recuerdo muy bien este testimonio recibido últimamente por una amiga de mi edad, madre de dos adolescentes, Pablo un chico de 9 años, y Matilde una chica de 15 años (aquella se planteó hace poco la cuestión de la homosexualidad, más para poner a prueba a sus padres que por convicción personal y por verdadera homosexualidad fija). Pues bien, encuentro que a esta mamá le sale ahora todo muy bien, y que su ánimo produce frutos hermosísimos. Su conocimiento de la homosexualidad desactiva las bombas y evita homosexualidades que se hubieran desencanado en respuesta de oposición a los adultos : « En cuanto a la homosexualidad, puedo decir que mis hijos siguen abordando la cuestión sin rodeos… Van al grano con toda libertad y yo, ahora, contesto con claridad. ¡ Y sin complejos ! Creo que esto los tranquiliza mucho. Sin duda alguna. Pienso que Matilde se habrá enfrentado en la escuela secundaria con ciertas cosas que nunca sabré. Ella camina y Dios se cuida de ella. Pero es gracias a ella que he tenido que profundizar todavía más sobre el tema porque soy una madre y directamente concernida, cuando una adolescente empieza a provocar respecto a una probable homosexualidad. No creo que los padres católicos estemos dispuestos y cómodos para responder correctamente. Pablo, hace apenas un mes, me hizo la observación siguiente : ‘Mamá, creo que algunos de mis compañeros de clase serán homosexuales más tarde…’ ; ‘¿ Y eso ?’, le pregunté. ‘No sé… Se nota’ Pablo tiene 9 años… y yo no le hablaba del tema. Matilde me ha dicho que era lesbiana… y yo le contesto : ‘Hija, si eres homo, y si quieres ser salvada y no perder tu alma por la eternidad – porque si practicas la homosexualidad, recuerda que es un pecado grave – tendrás que vivir en la continencia, como Philippe.’ ¿ Has visto ? ¡ Yo difundo el mensaje ! Cumplo con mi deber de madre que ama. En el fondo, ¡¡ Matilde y yo compartimos una gran complicidad !! Mi hija va bien y no tengo miedo a que vaya por mal camino. Dios siempre vela y su ángel de la guarda también. » Este ejemplo de ajustes entre padre e hijo se aplica totalemente a la relación entre educador y joven o catequista y chavales. Además, un verdadero y buen catequista se hace el portavoz de la totalidad del mensaje de la Iglesia, inclusive sobre la homosexualidad. No selecciona los pasajes del Catecismo que le convienen, y se mueve con su época. ¡ Así será aún más apreciado por sus jóvenes, y más apóstol !
 

54 – Si mis propios hijos me hablan de homosexualidad, ¿ qué les digo ?

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Usted tiene que decir sencillamente la Verdad : que la homosexualidad es un mal (porque es un miedo, y a veces un rechazo de la diferencia de sexos, diferencia de la cual venimos todos y que nos permite existir y amar verdaderamente), a veces una irrealidad (porque todo miedo no es fundado ni duradero), pero que las personas homosexuales a su vez tienen que ser respetadas y amadas (porque no son el mal que sienten a menudo sin haberlo escogido). Ahora, sus jóvenes oyen hablar de la homosexualidad cada vez más temprano (hasta se les consulta en párvulos, como en este video de Perú)… a menos que sus castos oídos y ojos sean aún preservados de esto, en cuyo caso tanto mejor. Por lo tanto son muy sensibles a su mirada respetuosa hacia las personas homosexuales, pero necesitan tanto más su luz sobre los actos, ya que en Occidente sobre todo, su entorno escolar, generacional, educativo, mediático, los induce precisamente a que no amen a las personas homosexuales tales como son y a que no juzguen los actos homosexuales.

No sirve de nada mentir a los niños, aunque sea por buenísimas excusas (no darles ideas, salvaguardar su inocencia y su sexualidad, no embarcarse en un debate peligroso que se controla mal, etc.). Cada niño y adolescente es capaz de entender la primacía de la diferencia de sexos, en la identidad (chico/chica) y en el amor (la sexualidad). Cualquier niño puede entender que la acogida de la diferencia sexual, es el Amor mismo ; y que al rechazar la diferencia (de sexos) se ama menos y crea sufrimiento, violencia, discriminación inaceptables.

Si el tema de la homosexualidad es planteado por sus hijos, incluso los más pequeños, enfréntese a ello con alegría y gravedad (dos emociones que van bien juntas). No tenga miedo. Incluso será un golpe de suerte para usted que la palabra sea pronunciada abiertamente. Más vale que salga y que se le consulte al respecto, antes que su niño le de vueltas al fenómeno cuya existencia conoce y que tenga miedo a compartirlo con usted… porque es en este momento cuando los fantasmas se impregnan. Si sus adolescentes no le hablan del todo de homosexualidad, y a fortiori en nuestra época actual, en mi opinión, esto no es para nada buena señal.
 

55 – He descubierto que el padrino que había elegido para mi hijo es homosexual. ¿ Cómo me sitúo al respecto ? ¿ Pongo distancia ? ¿ Cambio de padrino ?

Jeffrey Ulate, joven que se le negó ser padrino de su sobrina  Viviana.

Jeffrey Ulate, joven que se le negó ser padrino de su sobrina Viviana.


 

Si la elección del padrino homosexual fue hecha con conocimiento de causa (es decir con conocimiento de la homosexualidad), la cuestión de mantener este enlace tan precioso y único entre su hijo y su padrino no se plantea. Su elección es responsable y necesariamente la buena, cualesquiera que sean los eventos venidores. A menos que con el tiempo el riesgo de mala influencia sobre su hijo sea real y que el amigo escogido realmente no demuestre ser un dechado de virtud (en particular porque está en « pareja », o va de flor en flor), se lo ruego : conserve esta filiación bautismal (y si usted es sacerdote, no le niegue este papel). El padrinazgo es no sólo un hermosa prueba de confianza, sino también una promesa de eternidad, de paternidad adoptiva espiritual que dura para toda la vida. Además, usted, y en particular su hijo (o su hija), sois probablemente el único lazo que aún conecta a su amigo-padrino con la Iglesia, con la fe y con la Verdad, en el caso de que éste practique la homosexualidad. Entonces, esta relación padrino-ahijado, de anodina, puede volverse crucial.

Si la elección del padrino se hizo antes de que usted descubriera su homosexualidad, es una situación más compleja. Pero allí también, tiene que ver esta configuración imprevista como una suerte para la evangelización, para una ayuda amistosa fortalecida, para un ajuste precozmente adulto entre usted y su hijo. No como una mala sorpresa, un palo, un peligro, una traición, una desilusión, una angustia, un problema insoluble, una excusa para revisar su decisión e incluso romper cualquier vínculo con el « traidor ». No se retira una confianza dispensada. Aún cuando las relaciones humanas evolucionan, se diluyen a veces.

Concluiré subrayando una realidad. No mentiremos. La homosexualidad da miedo, ya por su condición de pendiente resbaladiza, y también para con su perversidad intrínseca una vez que se vuelve activa, pero también en cuanto se aproxima a la juventud (véase la desconfianza acerca de los solteros empedernidos, la amalgama entre homosexualidad y pedofilia, el salto hacia la incertidumbre y la « modernidad », etc.). La coartada de la fe, de la confianza amistosa o del padrinazgo espiritual no cambia casi nada y no basta para apaciguar totalmente los ánimos. Así que nosotros, personas homosexuales, les estamos doblemente agradecidos que nos escojáis como padrinos o madrinas. Adivinamos perfectamente que, desde una perspectiva social y católica, no somos « valores seguros al 100% », incluso a los ojos de nuestros muy buenos amigos. Ofrecermos a uno de sus hijos, es todo un reto, y esto para todas las partes presentes.

Yo, por ahora, sólo me han pedido ser padrino una sola vez en mi vida, y de un alevín muy majo, además. El hijo de estimados amigos. Es un privilegio que me comprometo a cumplir. Aunque no tenga miedo de mí, sé que evitaré al máximo tocar a mi ahijado, que nunca me enamoraré de él y que jamás seré tentado por él, simplemente porque si ocurriera lo contrario, me lo prohibiría (incluso en pensamiento) y sobre todo no me perdonaría a mí mismo proyectar lo que sea de erótico sobre él. Pero también sé muy bien que en teoría, desde el punto de vista de la probabilidad y de una mirada exterior, mi condición podría asustar a la gente poco temeraria y disuadir a ciertos católicos de arriesgarse a escogerme como padrino, al menos por precaución, « en la duda », para no tentar a la suerte, y para evitar preocupaciones inútiles, aunque sea poco probable que suceda un derrape, y aunque me aseguren de que « mi homosexualidad no tiene nada que ver con eso, y no es nada contra ti… ». Muchos padres prefieren la seguridad. Los entiendo muy bien y no puedo culparlos. Pero sepan que aquellos que se atreven a confiar en nosotros más allá de sus propios miedos y de nuestra homosexualidad nos conmueven más no poder.

El hecho de que nos pidan como padrino (o madrina, para las mujeres) nos consuela muchísimo de no ser padre (o madre, para las mujeres), nos responsabiliza en la fe (porque un padrino sólo cobra sentido en la fe : el « padrino-diploma-de-amistad » es una desnaturalización contemporánea del verdadero padrinazgo), nos disuade de la menor veleidad de reivindicar el « matrimonio para todos » y luego la procreación con asistencia médica y las madres subrogadas. El padrinazgo, por supuesto, es más limitado que la paternidad de sangre, y nunca llegará a subsanar nuestra falta de pareja o de niño. Pero es mejor que nada. Y además, ofrece el lado bueno de la paternidad, de la amistad y del sacerdocio, sin los inconvenientes. Constituye una sublime ofensa a la homofobia ambiental y una prueba tangible – al igual que la continencia homosexual – que la Iglesia y las personas homosexuales se compaginan muy bien. En lugar de tomar tontamente las calles, los manifestantes católicos de La Manif Para Todos hubieran luchado de forma mucho más eficaz contra los vientres de alquiler nombrándonos a nosotros padrinos de sus chiquillos – ¡ y convirtiéndonos así al Amor de la Iglesia por nosotros !
 

56 – Mi hijo/hermano/primo/amigo homo me invita a su boda. ¿ Acepto, ya que entra en conflicto con mis creencias religiosas ? ¿ Acudir a esta fiesta, no equivale a justificarla, y entonces a pecar ?

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No me corresponde a mí decirle lo que tiene que hacer exactamente. La homosexualidad es un terreno tan complejo y minado a causa de la sinceridad que inspira y a causa de la humanidad que contiene, que no hay una solución única aplicable a cada situación particular. Lo que importa, cualquiera que sea su decisión final, es que haya sido inspirada y que sea concluida por una aplicación sustancial de la Caridad-Verdad. Si ha habido Amor y Verdad, su elección será necesariamente buena.

Respecto a su pregunta, por ejemplo, es muy posible que usted acuda a una ceremonia de « matrimonio » homo de un pariente de manera 100% moral y católica, desde el momento en que ha formulado previamente a sus anfitriones su oposición al acto-pareja homosexual, su desacuerdo con el evento, su convencimiento de que la fiesta que tendrá lugar no es un matrimonio y de que una « pareja » homosexual nunca experimentará concretamente la realidad del matrimonio puesto que el matrimonio es la diferencia de sexos ; pero, después de haber expresado clara y amablemente su opinión en Verdad, es importante que añada que la relación de amor que usted tiene por su hijo/hermano/primo/amigo le manda que asista igual a la ceremonia. El problema sería ir a semejante farsa creyendo en ella. Si ése fuera el caso, yo le aconsejaría que no acuda al evento. Pero de lo contrario, el hecho de estar presente a un día de « boda » homo no me parece ser un pecado en sí, ni un compromiso. Todo depende de la Verdad y de la Caridad que usted ponga en su presencia… o en su decisión de ausencia. En cualquier caso, prevalecen la relación y las personas. Si obviamente su negativa de estar presente al « matrimonio » dañara seriamente la relación y no fuera comprendida, mejor valdría elegir el mal menor, y por lo tanto renunciar a sus principios morales, aceptando a pesar de todo la invitación. Será una manera para usted de asumir su parte de sufrimiento en el Amor, sin renunciar nunca a la Verdad, y de comulgar aún más con Cristo. Podría ser que su esfuerzo y su alegría en el ayuno evangelicen mucho más que una intransigencia purista/puritana que desearía permanecer a toda costa fiel a sus creencias, por muy justas que sean.

Yo añadiría un pequeño paréntesis que puede tener importancia para su discernimiento. En la situación que estamos discutiendo, resulta obvio que el grado de riesgo, de implicación personal (y por lo tanto de pecado, en el caso de que usted apruebe el evento) es más arriba si usted asiste a un « matrimonio » homo que si invitara a un pariente homosexual a su propio matrimonio válido (cf. Estudiaremos este caso más adelante con la pregunta n°64). No puedo negar que de hecho es más grave participar en una reunión « ritualizada » que justifica un acto malo y/o irreal que invitar a un hermano/primo/amigo con su compañero a un matrimonio válido, aunque en ambas circunstancias, su justificación del « amor » homo podría incitarle a pecar.
 

57 – En la reunión familiar, una prima viene con su pareja y « su » niño. ¿ Cómo reacciono y cómo explico esta realidad a mis hijos que los verán ?

Primero, les dice toda la Verdad a sus hijos, recordándoles la exigencia de Caridad y de hospitalidad hacia los pecadores. Luego, le conmino a que acoge ampliamente, a que dé la bienvenida a todo el mundo, sin seleccionar, y sin desviar del anuncio de la Verdad acerca de las personas interesadas. Por cierto, usted va a decirme que la Verdad es un acto, que la Caridad tiene sus límites : « ¡ No existe verdadera Caridad sin la exigencia y la firmeza de Jesús ! » Pero creo que la primera de las Verdades, es la Caridad. « ¡ Yo no soy la Madre Teresa ! » Pues ¡ sí, usted lo es ! En nombre de la Comunión de los Santos, somos Madre Teresa.

Último consejo : si usted tiene realmente dificultades con ciertas realidades sociales indefendibles que hasta contaminan su propia familia, contemple la filiación completamente torcida, pecaminosa, adúltera, incestuosa, criminal, que Dios el Padre ha elegido para unirse con todos los hombres quienes somos, y para injertar en ella a su propio hijo Jesús. ¡ Y eso debería aliviar en usted toda revuelta, angustia o sensación de injusticia !
 

58 – Organizo un festejo familiar con mi esposa y mis hijos. Mi hijo, homosexual, me dice que esta vez, no vendrá sin su compañero. ¿ Qué hago ?

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Le propongo que aplique el mismo método que Jesús : afirmar o volver a afirmar su opinión sobre la homosexualidad, y a continuación su acogida incondicional y su amor por su hijo, aparte del desacuerdo que se perfila entre vosotros. Incluso más allá del desacuerdo. El Amor todo lo soporta. Y muchas cosas pueden decirse y ser oídas con el Amor, y en el cuidado benévolo (pero no complaciente) de la sinceridad de las personas, de los beneficios objetivos que viven las personas en una situación que sigue siendo inaceptable.

Además, no se preocupe y confíe en el buen sentido de sus hijos. Si su hijo homo es lo suficiente inteligente y consciente del sufrimiento que le causa, tendrá la delicadeza de moderar sus demandas, de comportarse bien, de cancelar algunas de sus iniciativas « un poco filosas » porque él sabrá que éstas le incomodarían y le herirían. Conozco a muchas personas homosexuales quienes, por amor por sus « viejos » y para evitar el choque cultural, admiten dormir en una cama o habitación separada de su compañero, se ahorran los gestos de afecto amoroso ostentosos, se muestran más sobrios de lo habitual, no abordan los temas sensibles con sus padres (porque incluso ellos no se sienten seguros con respecto al « matrimonio para todos », a las Manifestaciones, a la adopción, a las madres de alquiler, o adivinan que sobre estas cuestiones, ¡ es mejor no aventurarse !), o hasta acuden a las reuniones familiares o en casa de sus padres sin su pareja. Nosotros, las personas homosexuales, ¡ no somos todas terroristas, asesinos de padres, ni manipuladores !
 

59 – Mi hijo me dice que si no lo acepto con su pareja, nunca lo volveré a ver. ¿ Me someto a su chantaje ?

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Si su hijo (o su hija) homosexual no tiene la decencia de tratarle con delicadeza (porque su espíritu está escarmentado a causa de la tristeza de usted, de las Manifestaciones Pro-Vida, de su práctica religiosa, de un pasado personal doloroso reprimido, de la influencia tóxica y vengadora de su compañero con respecto a usted, qué sé yo…) y si ha decidido ponerle a prueba pidiéndole siempre más y más (primero la aceptación de su « salida del armario », a continuación sus relaciones amistosas sospechosas, luego el desfile de sus amantes efímeros, la Gay Pride, la presencia del compañero regular para las vacaciones y las reuniones familiares, la Union Civil, y encima la invitación a su « matrimonio » y por último los « nietos » obtenidos por PMA – procreación con asistencia médica – o vientre de alquiler), entonces le sugiero dos actitudes… que pueden llevarse a cabo de forma simultánea (¡ sí sí !) porque son complementarias. « Sed prudentes como las serpientes y sencillos como las palomas. » (Mateo 10, 22) Mientras usted no tiene que enfurecerse, también no debe ceder al chantaje, aunque tenga que contradecir sus antiguos laxismos y pedirle mucho a su hijo (aún cuando, por flaqueza, por miedo, por ignorancia, usted hubiera tenido que poner los límites mucho antes, a pesar de que dejó que demasiadas etapas se quemaran, que el paso atrás parezca demasiado tarde, y que su esposo o esposa ya no esté allí para apoyarle…), ¡ y sobre todo pedirse mucho a sí mismo !

¿ Por qué « a sí mismo » ? Tal vez la sobreafirmación homosexual y « militante » de su hijo reclame sólo una cosa : que usted pida perdón por la herida que ha generado su divorcio con su padre (o su madre… en caso que usted haya divorciado…), o perdón por el mal que usted le ha hecho/que su hijo ha sentido como tal, o incluso que usted se concilie con la persona con la que estaba casado(a) y que cambie de vida. Si decide hacerse ejemplar e irreprochable en Amor, es obvio que su hijo, de provocativo, le imitará en su metamorfosis. Al igual que su desorden homosexual seguía por inconsciente mimetismo de oposición la desestructuración de su propio matrimonio y de su desobediencia a la Iglesia, el retorno de su hijo a una vida más auténtica podrá responder al restablecimiento inesperado de su hogar y de su propia vida de oración/de comunidad católica.

Entiendo perfectamente que, frente al chantaje a la homosexualidad que puede tener consecuencias irreversibles (ruptura definitiva, enfermedad mortal contraída, nuevas vidas que están incluídas en el proceso de la práctica homosexual, felicidad existencial comprometida, etc.), uno no tenga ganas de jugar al todo por el todo con sus propios hijos, ni simplemente hacerse la graciosa o el más obstinado. No hay que olvidar que la homosexualidad es ante todo una herida de orgullo. Por lo tanto, su capacidad de causar daño es fuerte, y a veces se activa a partir de un detalle o de un malentendido, además. Por ejemplo, por orgullo estúpido, su hijo puede esforzarse por permanecer fiel a su compañero aún cuando objetivamente ambos se maltratan y que su « pareja » anda de capa caída. O bien por provocación inmadura, su hija lesbiana puede quedar embarazada y obligarle a usted a que acoja la vida de un nuevo ser que, moralmente, no podrá negar, rechazar ni despreciar, una vez que haya nacido.

Sin embargo, le aliento, a pesar de la naturaleza impresionante del capricho que es la homosexualidad justificada, a que no se deje intimidar. Su hijo, en su interior, está esperando que usted encuentre el ánimo para oponerse a él, espera la confesión de su propio sufrimiento (o de su pecado) que sin embargo sólo podrá venir de él (o de usted, en lo que e refiere al pecado), aunque no sepa pedírselo. El tiempo, la oración, la firmeza, la perseverancia en la dulzura y la Verdad, la alegría grave y el rechazo del mal, su conversión personal, harán, creo, que se aflojen las decisiones teatralmente sinceras y a menudo demasiado perentorias para ser definitivas. Siempre recuerdo esta observación empírica de los cazadores de caza mayor, quienes comprueban que es en el momento en que el jabalí está a punto de morir por su disparo cuando se enfurece más y causa mayores daños. Estoy convencido de que el diablo – o todas nuestras desobediencias, nuestras cerrazones, nuestras rabias, nuestros juramentos malvados – funciona igual : en su agonía es cuando se desata. Pero su energía no demuestra ni su victoria ni su duración o su verdad. Todo lo contrario. Aquella furia es proporcional a su inexistencia y a su debilidad. En cuanto al chantaje a la homosexualidad que a veces nosotros, las personas homosexuales, armamos en contra suya, háganos frente, con calma, silencio y amabilidad. La bomba se desactivará solita. Las acciones y las resoluciones dictadas por nuestro deseo homosexual son un coloso con pies de barro. La mayoría de las veces, éstas se practican sobre todo porque usted no reza bastante. Y si ora lo suficiente, pero que nosotros persistimos en nuestros errores, significa que Dios lo permite para su santificación.
 

60 – Organizo las vacaciones en familia. Me gustaría invitar a mi hijo homo. ¿ Incluyo a su novio, o impongo que no se junte con nosotros ?

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Imponer, no. El simple diálogo suele resolver mucho más los problemas que los silencios o las prohibiciones secas. Conténtese, si lo puede, con formular su opinión sobre la homosexualidad, teniendo en cuenta de que el hecho de invitar de vacaciones no es neutro : eso equivale a adoptar a alguien oficialmente como un verdadero miembro de la familia, aunque ello parezca suceder en un marco informal y relajado. Sin embargo, el compañero de su hijo nunca formará parte de su familia de sangre, ni siquiera por cooptación o simpatía. Tan sólo podrá ser un hijo adoptivo, a título individual. Pero no mucho más. No se mienta a sí mismo ni a los demás. Sólo la Verdad permite el Amor y las relaciones auténticas.

Y, dicho sea de paso, si yo fuera usted, evitaría hacer demasiado con el « novio » de su hijo, impulsar cualquier iniciativa. No le tiene que considerar ni como un extranjero ni como un compinche o un « yerno simbólico » con el que se podría fingir una complicidad ficticia y que podría engañar a propósito de la realidad (la familia) y de la Verdad (la fe). A menos que la convivialidad forme parte de su plan de acción para convertir y evangelizar a la « pareja » de su hijo, ni siquiera se me ocurriría invitarle, de incluirle o de excluirle a las actividades familiares. Si se requiere su presencia, en este caso sólo usted ya verá lo que puede hacer y se posicionará en conciencia cuando llegue el momento. Pero no genere ideas que darían a entender que usted anima a su hijo en el camino de la práctica homosexual. También tenga cuidado de la formulación perentoria de decisiones que induciría a pensar que usted negaría por completo lo que él vive amorosamente. ¡ Todos estos casos de conciencia ya se plantearán bastante pronto y por intermedio de los demás ! Más vale que la iniciativa no venga de usted. Todo lo que le sugiero, es que no dé por sentada, que no valide y no normalice la situación ilegítima de su hijo. No por « deber » sino en nombre de la felicidad de las personas en Verdad.
 

61 – Los lazos con una de mis tías, lesbiana, que además es mi madrina, se han decaído, sobre todo desde el « matrimonio para todos ». ¿ Cómo recuperar el contacto ?

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Es muy sencillo. 1) Invitándose a su casa (¡ lo real, siempre es ideal !). 2) O llamándola por teléfono. Sin hablar demasiado (« ¿ Quién se justifica se acusa ») sino más bien escuchando y dejando que ella se desahogue. 3) insistiendo un poco, si ella no atiende al teléfono en seguida. 4) Pediéndole perdón : no necesariamente por « haberse equivocado » – negando lo que usted piensa y lo que cree – sino al menos perdón por « haber lastimado », o que su interlocutora « se haya sentido lastimada ». 5) Escribiéndole una linda carta. Lo más corta possible : no entrar en el debate, sino más bien insistir en la importancia de la belleza de su relación, sin negar tampoco los problemas. 6) Reconociendo (porque es verdad) que las Manifestaciones Para Todos, cuan loable sea su meta, fueron homófobas. El hecho de que salga la palabra « homofobia » de su propia boca/pluma puede tener el efecto de una bomba y convertirse en la llave que abrirá de golpe el corazón de su tía, se lo juro.

Ya sabe : contra todo pronóstico, las personas más tozudas, gruñonas y contrariadas, también son las más fáciles de convertir y suavizar. ¿ Por qué ? ¡ Debido a que es agotador estar de morros ! Monseñor Patrick Le Gal – obispo en el Ejército – explicaba una vez que la persona que pone cara larga se cansa dos veces más que los otros. Dándole vueltas a su rencor, no sólo castiga al otro, ¡ sino que también se castiga a ella misma ! ¡ Doble pena ! Para sacarla de ahí, usted tiene que recurrir a la pedagogía, al humor, a la escucha. ¡ Y ella será cuanto más feliz de tener la impresión de liberarse doblemente !

En cuanto al « matrimonio para todos » en particular, créame, los defensores del « matrimonio gay » no se han abrigado ni enfurruñado tras una larga investigación, una madura reflexión, ni una plétora de argumentos sólidos. En general, defienden la ley de manera epidérmica, sin creer en ella (¡ sólo basta con oírles hablar del matrimonio !), sin ningún otro motivo que el apoyo arbitrario y emocional a las personas homosexuales. De ahí su actual silencio refunfuñón. Ya, durante la aprobación de la ley en Francia, se aguantaban la respiración y no se sentían bien. Por otra parte, la asistencia a la edición 2013 de la Marcha del Orgullo Gay fue muy tímida y mucho menor que los otros años…

Encima, cada vez más personas homosexuales dejan de lado al « matrimonio para todos », al percatarse de sus consecuencias desastrosas y de su propia falta de interés por este « regalo » envenenado/inútil. Entonces cuente también con aquella toma de conciencia – silenciosa, lenta pero poderosa – por parte de las personas homosexuales para regresar a ellas con suavidad. Muchas están dispuestas a darse cuenta de que la relación y el pasado que han compartido con usted valen mucho más que las disputas sociales en las que la gente se mete para ocultar sus problemas íntimos.
 

62 – Llevé a mi hijo a una merienda de cumpleaños, y al dejarlo, me han pillado porque descubrí que su compañero de clase era criado por una pareja de hombres que supervisaba la fiesta : ¿ qué hubiera tenido que hacer ?

El mismo caso de conciencia podría plantearse si su hijo se encuentra – suele sucede cada vez más – en una clase con otro niño criado por dos hombres/dos mujeres en « pareja », o con un compañero de clase para quien uno de los dos progenitores biológicos es socialmente homosexual. Estas nuevas realidades fantasmáticas actuales, lejos de ser irrelevantes, bastan con trastornar el equilibrio y la orientación pedagógica de toda una institución escolar. Sólo en esta semana, he visto que en algunas escuelas primarias francesas, el Día de la Madre y el Día de Padre habían sido reemplazados por el « Día de las personas que amamos », en nombre de la « no discriminación » de las situaciones familiares anormativas. Así que usted se ha de preparar seriamente. La ciencia ficción, el ser humano asexuado, es para hoy.

En el asunto de la merienda de cumpleaños, pero finalmente en todas las situaciones en las que su hijo puede enfrentarse a la realidad homosexual, le aconsejaría una sola cosa : a partir del momento en que usted expone la Verdad (¡ y con toda Caridad !), son viables todos los patrones de acciones y reacciones. ¡ Entonces usted dispone de un gran margen de maniobra, en realidad ! O bien saca a su hijo de la fiesta pero con Amor (sin embargo, en este caso, esa decisión puede ser interpretada como un rechazo de personas… mientras que sería mejor favorecer el diálogo), o bien lo deja pero explicando bien cómo decide dejarlo (es decir, definiendo las condiciones con calma) y preparando un hermoso « intercambio-Verdad » con los organizadores en el momento de recuperarlo. Cuando hay amor por las personas, por la Verdad sobre lo que ellas viven, cuando hay humor, todo se vuelve posible, muchas cosas son audibles y admisibles. De hecho, es así como podemos ver cuánto la fe católica libera verdaderamente, desata los nudos, distiende la atmósfera y aumenta significativamente nuestro margen de actuación (en comparación con aquellos que actúan en el fragor de sus convicciones o de sus emociones, pero sin el fuego de la Esperanza, de la Fe y de la Caridad). La Iglesia es una verdadera riqueza, un buzón de sugerencias para cualquier situación, incluso la más grotesca.

Por ejemplo, al ver los anuncios publicitarios gays friendly y pro-« homoparentalidad » de mi agencia de seguros profesionales (la MAIF), decidí cancelar mi suscripción en esa mutualidad de Salud. Por teléfono, tuve que exponer a un agente las razones de mi despedida. Hubiera podido acobardarme, plantear por pereza y rencor una excusa de mal pagador para rescindir el contrato sin discutir. Pero actuar sin Verdad, no es actuar como Cristo. Así que tomé el tiempo para explicar por qué estaba opuesto al « matrimonio homo » y a la asignación del parentesco a las formas amorosas que no son parentales. Fue la oportunidad de un diálogo apaciguado y apasionante de casi dos horas con el empleado de la MAIF que, sin ello nunca se hubiera cuestionado sobre la oposición a la homosexualidad y al « matrimonio gay », y que me confesó después que se había sentido interpelado por la novedad y el coraje de mi discurso. A menudo la gente nos rechaza sólo porque en un principio, somos nosotros los que los habíamos rechazado y que no habíamos tomado tiempo para ellos.
 

63 – Divulgo mi oposición al « matrimonio gay » y a la homosexualidad (de mi hijo, mi sobrino o mi nieto). Así que me pongo de malas a toda la familia gay friendly que me considera como el católico reaccionario e intolerante. Es difícil. ¿ Cómo seguir frecuentándolos en aquella atmósfera pesada ?

familia
 

Me lo figuro muy bien. A veces es difícil de soportar. Aunque el juicio por « fundamentalismo », por « conservadurismo », por « retraso arcaico », no sea agradable de recibir y suele ser injusto, trate usted de convercerse de que éste es el precio de la Verdad y de su Alegría en la persecución en nombre de Jesús, teniendo en cuenta que si el punto de desacuerdo puede debilitarse con el tiempo, nunca será un detalle. No « por nada » es el debate tan tenso y doloroso : ¡ Es debido a la importancia y a la belleza del reto ! Porque lo que está en juego con el « matrimonio para todos », es la diferencia de sexos y la diferencia Creador-criaturas (la fe, la Iglesia…)… es decir los Fundamentos de nuestra vida. ¡ Así que vale la pena luchar, perseverar, sufrir ! No tanto « para tener razón ». Sino más bien para la preservación de la calidad de relación con su familia. No hay nada peor que los vínculos o los intercambios familiares que no se viven en la Verdad. Y da igual si sus allegados no le entienden siempre, le consideran como un « facha reaccionario », le faltan el respeto y le imponen – en público como en privado – un chantaje sentimental constante. En realidad tratan de sonsacarle una Verdad y una Caridad que todavía no siguen (entonces, ¡ le toca a usted destacarse dos veces más en ambos terrenos !). ¡ Aguante ! Manteniendo siempre en su corazón el horizonte de la Resurrección.

Además (¡ y esto no es un detalle ! Tal vez seo lo más importante), en estos asuntos de tensiones familiares con respecto a la homosexualidad-heterosexualidad-homofobia y al « matrimonio gay », curiosamente, la persona que se tiene que convertir más, ¡ es usted ! ¡ El problema, no es tanto los demás ! En el fondo, se trata de un combate espiritual entre su razón y su corazón. En estos debates familiares explosivos o turbios, usted siempre será, a pesar de las apariencias, maltratado más por dentro que por fuera ; los demás siempre probarán su relación íntima con Dios, con la Iglesia, con su propia sexualidad y su matrimonio, mediante su forma de contestarles ; usted siempre será más amenazado por sus propias dudas personales y su falta de argumentos en contra del « matrimonio para todos » que por los « argumentos » y los ataques de los pro-matrimonio-gay (que por lo general no son de un nivel muy alto : su defensa de la ley es puramente afectiva e ideológica). Lo que quiero decir con esto es que si los ataques de sus parientes le afectan, ello no indica ninguna « injusticia » y « conspiración » que deberían desesperarle por su familia o por su sociedad, ni tampoco ofercerle una excusa para victimizarse aún más/endurecerse. ¡ Todo lo contrario ! Su dolor y su exasperación ilustran sobre todo que todavía no sabe bastante bien por qué el « matrimonio gay » es malo, cuánto la Iglesia tiene razón en todos los recuentos a propósito de la homosexualidad, y probablemente que usted no se ha formado lo suficientemente sobre la homosexualidad y que no ama bastante a las personas homos/a sus amigos gays friendly. Así que déle gracias a Dios por la oportunidad que le entregan aquellas persecuciones, de encontrarse en Verdad con las personas homosexuales, de sumirse en el Catecismo de la Iglesia Católica, de entrenarse en el análisis/la denuncia de la homosexualidad y de la heterosexualidad manteniéndose firmemente en el amor de las personas, de ser testigo de Jesús en el corazón de su época.

Terminaré esta respuesta regalándole un pequeño « recordatorio » muy útil que escribí hace poco tiempo, para exponer de manera sintética cuatro argumentos de peso que justifican la oposición al « matrimonio gay » (y, más ampliamente, a la Unión Civil, a la homofobia, al activismo pro-gay y pro-heterosexualidad). Ya que a menudo, incluso los oponentes al « matrimonio gay » no lo conocen, y sólo se ajustan a las « consecuencias sobre la filiación » de la Ley para justificar su objeción intuitiva (eso es demasiado facilón…). Ese recordatorio le podrá ayudar. Léalo y vuélvalo a leer. Se trata más de un recuadro para usted y para su corazón, que de un contenido que derramar y asestar a los demás (de todos modos, en general, a usted no le dan tiempo para presentarlo en el momento de responder en cinco segundos a la tradicional pregunta-que-no-espera-respuesta « ¿ Por qué está en contra del matrimonio gay ? »).

Personalmente, cuando me preguntan por qué estoy « contra el matrimonio homosexual », digo primero (y el hecho de que yo sea abiertamente homosexual me ayuda a ser escuchado y considerado legítimo para hablar, es evidente) que me opongo a éste precisamente porque amo a las personas homosexuales y a la Humanidad, y que esta ley no las respeta en absoluto, aunque ésta se imponga en nombre suyo. En mi opinión, el « matrimonio homosexual » es extremadamente grave por esas cuatro razones principales que voy a aclarar ahora mismo :

1) En primer lugar, esta ley ya no se basa en la Humanidad dado que sustituye la sexuación humana por la orientación sexual de las personas, es decir por nuestros sentimientos e impulsos humanos o, lo que es lo mismo, por la gente que nos atrae físicamente y por nuestra práctica genital. Como si fuéramos ángeles o animales, ¡ y ya no seres humanos ! Así, como si nada, con las Uniones Civiles – y luego el « matrimonio asexuado » – nos deslizamos poco a poco de los Derechos Humanos a los Derechos de los homosexuales y de los heterosexuales. Esta es una violación de nestra humanidad muy grave.

2) Luego, este « matrimonio » no respecta la realidad de las personas homosexuales y de sus « parejas » potenciales, y no resuelve para nada sus problemas individuales (violación, heridas, sufrimiento : hasta ahora, 100 amigos homosexuales míos me han revelado que han sufrido una violación) ni sus problemas « conyugales » (violencia, infidelidad, hastío) y sociales. Incluso esta ley complica su existencia y aumenta la homofobia en contra de ellas, ya que las mete en situaciones y en prácticas a menudo irreversibles, comerciales y delictivas (robo y tráfico de niños), prácticas que van a generar represalias homófobas de una crueldad terrible, más rápidamente de lo que creen.

3) Por otra parte, en nombre del « amor », el « matrimonio homosexual » retira y banaliza la diferencia sexual en los textos legislativos : el marido y la mujer se desvanecen en « cónyuges », el padre y la madre en « padres ». Simbólicamente, ya no se reconoce la diferencia de sexos como el Mejor humano para existir y para amar, cuando se sabe muy bien que no hay amor humano verdadero sin la acogida de la diferencia sexual, y que todo ser humano necesita el amor dentro de las diferencias de sexos para construirse y ser feliz. Dicho de otro modo, con el « matrimonio para todos », el amor entre los dos cónyuges diferentemente sexuados, y luego entre los dos posibles padres biológicos (hombre/mujer) de un niño, ya no es reconocido ni valorado como lo mejor para que una sociedad viva en paz, ya no está protegido por la legislación nacional. Se trata de un inicio de masacre del Amor encarnado, real. Ni más ni menos.

4) Por último, esta ley del « matrimonio gay » da lo menos tres padres a un niño. Este escándalo ha sido reconocido por casi todo el mundo, incluso por los pro-matrimonio-para-todos (por eso ya no se los oye desde la aprobación de la ley…). De hecho, a partir del momento en que se nombra « padres » a ambos miembros de una « pareja » homosexual, y en que se les da a un niño que criar, es « obligatorio » recurrir a una tercera persona, ¡ si no a 4 o más ! Y no cabe ninguna excepción : habrá lo menos très padres en los casos de adopciones, proyecto de copaternidad, consecuencias del divorcio o de una separación, reprodución asistida, vientres de alquiler, etc. El « matrimonio homosexual », ¡ es el multiparentesco (un mito) impuesto a todos ! ¡ Bienvenidos en « el mejor de los mundos » !
 

64 – Me voy a casar en la iglesia con mi futuro marido y, al enviar las invitaciones, estoy atrapado en el fuego cruzado : no sé si debo invitar a mi primo que vive en Estados Unidos solo o con su compañero, a riesgo de causar un psicodrama en mi propia familia. ¿ Qué tengo que hacer ?

invitacion
 

Si yo fuera usted, invitaría igual a su primo con su pareja. Convidarlo a venir solo equivaldría a no respetar su libertad o su compromiso de vida. Negaría su sinceridad, su situación concreta, así como su persona y la relación entre él y usted. Sería un castigo y una intromisión en cosas y elecciones que no son suyas. Menos mal que no acogemos a las personas según lo que hacen, pero sólo según cómo son, aunque no estemos necesariamente de acuerdo con sus acciones y su estilo de vida, y a pesar de nuestros desacuerdos. Si abriéramos nuestra puerta únicamente a aquellos con los que estamos de acuerdo al 100%, o si invitáramos a nuestra boda sólo a la gente con una forma de vida irreprochable, ¡ nos encontraríamos completamente solos !

Nuestro amor por los demás debe ser incondicional. No amamos a las personas a partir del momento en que se lo merecerían, estarían en regla o de conformidad con nuestra idea de la ética, aprobaríamos todos sus actos. Les abrimos nuestra puerta porque los amamos más allá de lo que hacen, y más allá de la respetabilidad y del decoro social. Esto no nos exime de coronar esta acogida de Verdad, especificando claramente por qué las acogemos, y teniendo en cuenta la rectitud de los actos. Pero es la Caridad que prevalece. « Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad. » (1 Cor 13, 13) Por mi parte, invitaría a su primo y a su « novio », al mismo tiempo que les enunciaría claramente lo que pienso de su unión. No de manera peyorativa ni maniquea – « Estáis equivocados, cometéis el mal, no sois felices, lo que hacéis es pecado, etc. » – sino en modo positivo – « Somos testigos que lo que estáis experimentando es sincero y os trae beneficios innegables, pero creemos que tenéis mejores cosas que vivir que una pareja, que no estáis un mínimo saciados juntos ni que todavía cada uno de vosotros haya encontrado su mejor lugar. Si os invitamos a los dos, no es como pareja, sino como personas que apreciamos cada una personalmente, como dos amigos, como dos seres queridos. Si os escribimos esto, es porque queremos estar en Verdad con vosotros, porque os amamos y que deseamos que estéis a nuestro lado para la fiesta. »
 

65 – Mi hijo, en pareja con un hombre, tiene un niño (por vientre de alquiler, u otros) y luego lo bautiza en la Iglesia. ¿ Voy a la ceremonia o no ? ¿ Acojo a este niño o no ?

bautismo
 

No cabe duda de que tiene que acoger a este niño. En cuanto a la ceremonia ou la misa de bautismo, si usted tiene la fuerza, y bajo la condición de que haya dicho previa y libremente la Verdad y su opinión sobre la homosexualidad, acuda a pesar de todo al evento. Incluso un niño nacido de manera ilegal, ilegítima, mercantil, y por los malos medios, no tiene que pagar todas las consecuencias del orgullo de sus padres (¡ ya pagará bastante !) y no ha de ser privado de la Gracia divina. ¡ Él sería el fruto de una violación que usted iría a su bautismo de todos modos ! Considere que el proceso de los « padres », por muy amañado que sea, les inducirá necesariamente a caminar, e incluso a convertirse, al contacto con la catequesis del sacerdote sobre el bautismo, si alguna vez éste es bueno. Sólo puede ser bueno para ellos que usted ingrese un poco a la alegría de la fiesta (porque el bautismo sigue siendo una gran fiesta) y que ellos oigan por medio indirecto y sagrado la Verdad sobre su situación adúltera.

Ya sé, como usted, que « la religión es sagrada », y que si no hacemos las cosas en forma debida, sobre todo a nivel del rito, de las condiciones de administración sacramental, de la pureza de las intenciones de los « padres » que bautizan, se cuestionará fuertemente la validez del Sacramento. Además, su presencia en el bautismo podría dar la impresión a su hijo y a su círculo social de que usted ratifica el estilo de vida homosexual. Pero en su corazón y en sus palabras, sabe muy bien que, si se ha mantenido firme y leal a su ser interior en Jesús, no desviará y no animará/alimentará ningún mal. Aún mejor : limitará los daños y desempeñará verdaderamente su papel de mensajero de Dios. Y, por último, un sacramento, aún cuando es administrado en condiciones poco óptimas y ha decidido abrazar los medios y la Humanidad defectuosos, ¡ sigue siendo un Sacramento !
 

66 – En un campamento católico de esquí, un joven me confiesa sus sentimientos por un amigo de la misma edad. ¿ Qué hago como animador o como uno de sus compañeros ?

Antes de buscar una solución humana, rece y busque el asesoramiento del Espíritu Santo. Él seguro le contestará, de manera muy clara y sorprendente.

Junto a esta solicitud espiritual, usted tiene sin duda un papel que jugar. Si la divulgación – accidental o confidencial – de una homosexualidad le ha sido regalada, no es por casualidad. Es que se ha considerado que usted puede aguantarla, que es digno de confianza, o más peligrosamente, se la ha puesto a prueba/ligado. Regocíjese de ello, pase lo que pase, ya que le dará la oportunidad de anunciar a Cristo y de aliviar a una persona que ya no llevará su cruz invisible solo. Gracias a usted.

Si usted es animador en un campamento, es muy probable que el descubrimiento de la homosexualidad de uno de los jóvenes que está a su cargo sea accidental (aunque yo conozco el caso real de un joven que vino a confiar sus sentimientos amorosos « irreprimibles » respecto a otro chico de su grupo, a su jefe… y tristemente/demagógicamente, dicho « responsable », contra toda previsión, se había sentido halagado por tal marca de confianza, y se había hecho de casamentero entre los dos chicos, justificando su tráfico por la banalización y su propio desinterés en la historia). En el caso de que usted es testigo de un idilio homosexual que se está rondando, le aconsejo que no divulgue la confidencia a los otros miembros del equipo ejecutivo, ni tampoco que encubra el incidente, ni mucho menos que promueva la libre expresión de la homosexualidad entre los dos interesados, sino que tiene que operar ante todo a corazón abierto en el marco de la relación interpersonal, en el diálogo cara a cara (con los dos chicos implicados juntos, o por separado o incluso solamente con el « tentado »), en la explicación serena y la desdramatización de las primeras atracciones afectivas adolescentes.

Si realmente usted se da cuenta de que la situación no mejora, y hasta se pone fea (lo que resultaría muy sorprendente porque normalmente, la complicidad que instauran la verbalización y la comprensión de la tentación homosexual corta por lo sano), entonces, será necesario incluir a otras personas en el grupo de conversación (monitores, director de colonia, padres, grupo de jóvenes …). Pero le deseo que no se llega a esos extremos. Dado el miedo, la ignorancia, las humillaciones y el chantaje emocional que suele armar cualquier debate sobre la homosexualidad, esto podría herir inútilmente a gente, en particular a las personas directamente afectadas.
 

67 – Yo soy un joven scout y me hago ligar por uno de mis compañeros que me revela sus sentimientos. ¿ Cómo reacciono ? O me han puesto una mano en el trasero o un compañero de secundaria me ha acariciado. Nos hemos masturbado mutuamente delante de una película porno y me ha gustado. ¿ Qué hago ?

Película "No Se Lo Digas A Nadie" (1998) de Francisco Lombardi

Película « No Se Lo Digas A Nadie » (1998) de Francisco Lombardi


 

No entres en la dinámica ni el círculo vicioso de la intimidación, de la banalidad, de la diversión. La sexualidad es importante, hermosa y frágil a la vez. Sé cuánto es extremadamente difícil ir a hablar de ella con alguien, ya que el gesto afectivo, amoroso, erotizado, recibido además a una edad demasiado joven, es desconcertante y humillante porque a menudo no es libre, no es muy fácil de demostrar (por lo general, es oculto y furtivo), no parece lo suficiente grave como para ser denunciado o bastante inocuo para no despistar. Y encima, cuando este gesto es homosexual, rechaza la diferencia de sexos, por lo que hiere aún más la identidad sexuada de las personas que lo comparten : pone en tela de juicio una identidad masculina o una identidad femenina, y más aún en proceso de construcción. Así que ello incrementa el trauma. Cuando la amistad se entromete (uno no tiene ganas de denunciar a un compañero), cuando la amenaza de los rumores se entromete, cuando la desconfianza acerca de los adultos se entromete (un joven no quiere que ellos exageren la situación, que el incidente se convierta en un asunto de Estado, que se amplifiquen los problemas), cuando la responsabilidad personal se entromete (para hacer este tipo de obscenidades, se debe ser como mínimo dos) y cuando el ridículo (el bam-bam o el porno o las caricias, son cosas de marica o de bebé) cierra el ciclo, entonces, casi siempre es la condena al silencio.

Aún así, si puedes hablar con un adulto de confianza, que sabrá escucharte, tranquilizarte, confirmarte que lo que has experimentado no es ni normal ni monstruoso, ni revelador de tu identidad profunda, que sabrá disociar el acto de tu persona (porque cuando uno tiene tu edad, encuentra dificultad para no identificarse con sus propias acciones), que sabrá resolver el problema permaneciendo discreto y respetuoso, hazlo. No guardes para ti lo que pasó. De lo contrario, podrías interiorizar tu miedo o tu experiencia (quizás bajo la forma de una homosexualidad cuando llegues a la edad adulta, lo que sería una lástima porque nadie es « un homosexual »), y dejar a tu o tus cómplices de tontería sin ayuda tampoco. Todos los adultos no son maduros, pero todavía hay unos pocos que lo son. Y además el lugar más seguro donde puedes estar seguro de encontrarte con una persona que será una tumba, es la confesión a un sacerdote católico.
 

68 – Han ligado homosexualmente a mi hijo en el Movimiento Scout. ¿ Cómo me enfrento al evento ? ¿ Monto un poyo ?

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Al contrario, haga todo lo posible por evitar el escándalo (« Bienaventurados los pacificadores »). Y ahórrese una nueva versión de los psicodramas burgueses…

Conozco personalmente el caso – no en el marco del Movimiento Scout sino en el de un instituto de secundaria relativamente acomodado, lo que es lo mismo – a un alumno que hizo su declaración de amor a otro de la misma edad sin que haya habido paso al acto homosexual. Nada más que intenciones expresadas, la revelación de sentimientos, tal vez una nota de amor interceptada, de todas formas la expresión de una emoción. Pero nada más, a priori. A la vez los hechos han sido conocido en seguida porque el compañero que recibió esta declaración ha tenido el reflejo de hablar de inmediato a su padre, y el equipo ejecutivo adulto tomó el asunto en sus propias manos y apagó el fuego con calma convocando discretamente y por separado a los dos jóvenes involucrados. Al parecer, trato hecho.

Obviamente, si esto le sucede a su hijo, sea él la « víctima » o bien el autor del derrape (en el supuesto de que los papeles sean fácilmente separables, lo cual no es siempre el caso), usted puede calmar los ánimos, ofrecerle tomar tiempo para hablar, escucharlo a solas, apaciguarlo. Si es su hijo quien siente la atracción homosexual, usted puede además valorar con él la importancia y la belleza de las amistades de la adolescencia a menudo « fuertes » y apasionadas (al mismo tiempo que vuelva a darles su justa medida), enseñarle a descubrir sus impulsos y a canalizarlos, tomar el tiempo para examinar sus sentimientos (« Vamos a ver si duran o no… »), no despreciar su sinceridad, reanudar el diálogo cuando sea necesario, explicar con calma lo que es la homofilia, es decir una atracción o una fascinación sentida por cierto número de jóvenes de su edad, y que constituye a menudo una etapa clásica de la madurez afectiva de los adolescentes. La homofilia no anuncia necesariamente una homosexualidad presente o futura, sino que al contrario es la expresión de una falta de confianza, de una carencia de amistades, de una angustia, y la promesa de una bella sensibilidad a la amistad. « Sé libre, hijo mío, y no establezcas en ti lo que no es fijo. Es humano temer a la sexualidad, puesto que ella es la muerte y la vida. »

Por último, me doy cuenta de que en este tipo de configuraciones, de manera extraña y contra todo pronóstico, la intervención de los adultos se centra más el incipiente y joven incendiario que en el demandante. Por prudencia y para « no retorcer el cuchillo », se descuida al recibidor. Es lógico. Primero la atención se centra en el peligro, en el culpable, para evitar que él haga mayores daños y otros adeptos, y porque se supone que el joven a quien ha halagado tiene la inocencia para él, sería capaz de recuperarse y se recuperará rápidamente una vez que se haya resuelto la crisis, porque los adultos quieren desdramatizar, hacer borrón y cuenta nueva, exonerar al muchacho que según ellos habría sido un blanco accidental a sus espaldas. Sin embargo, opino que el seguimiento, sin por ello ser afiebrado y pesado, debe ser procurado tanto al depredador como a su presa. Porque no hay que creer que la propuesta – incluso esbozada, incluso tácita, incluso exterior, incluso extranjera, incluso ilógica – de la homosexualidad no tendría ninguna incidencia en la mente y en el corazón del joven que la recibe. Aún cuando él fuera guapo, viril y que no presentaba antes de la declaración ningún síntoma de homosexualidad. Un adolescente, a esa edad, también es frágil, sensible a su poder de atracción y de seducción. El hecho de haber sido capaz tan joven de gustar eróticamente a otro chico de su edad puede crear en él ese tipo de cuestionamientos : « Si he causado un dilema amoroso homosexual en el corazón de un amigo, si he inspirado homosexualidad, tal vez será porque se desprende de mí una homosexualidad inconsciente… tal vez haya sido yo ambiguo y me lo haya buscado… Esta declaración de amor no ha podido pasarme por casualidad… ». Entonces, a ustedes adultos que me leen, no desprecien demasiado rápido la influencia sentimental de las series de televisión sobre nuestros jóvenes, dispuestos a creerse y a imitar incluso lo que al principio nunca hubiera sido para ellos objeto de identificación.
 

69 – Estoy enamorada de un hombre homosexual católico. ¿ Dejo el caso o insisto ? (Pregunta subsidiaria : ¿ son todos los chavales católicos de hoy sea gays sea seminaristas ?)

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Sé de situaciones en las que la insistencia, la suavidad en la perseverancia, la paciencia y la templanza, tuvieron su recompensa. Y dan parejas muy felices (aún cuando la homosexualidad del cónyuge nunca desaparece por completo, y a menudo pone la pareja en alerta, obliga a un diálogo permanente de alta calidad…). ¡ La fe ayuda ! Conozco otros casos en los que por desgracia las mismas cualidades han resultado un fracaso. Esto no quiere decir que haya chicas más dotadas que otras, que usted no tenga habilidades por si acaso no funciona, o que su fe no sea lo suficientemente fuerte. Sólo significa que la homosexualidad es un miedo y una herida compleja, que puede ser domesticada y acercada con mucho más frecuencia de lo que se piensa, pero que a veces es demasiado profunda para ser domada en un tiempo terrestre o incluso por una hermosa amistad (espiritual). El peligro de este tipo de configuraciones (cf. véase el símbolo « Amiga de un tío gay » en mi Diccionario de Códigos homosexuales), es el idealismo y el voluntarismo… o bien, en el extremo opuesto, la desesperación y el abandono. Además, el clima mediático actual no ayuda a salir de la creencia de que la homosexualidad puede/podría superarse.

Por lo tanto, le toca a usted identificar por qué ha ido a parar en aquella situación torcida, y a veces inextricable. Le toca discernir las verdaderas razones, y comentarlas con la persona homosexual que la atrae. ¿ Será por masoquismo, por amor a las complicaciones, por orgullo de salvar al otro, por miedo a los hombres y por androfobia, por miseria afectiva, por adolescencia retardada ? ¿ O bien será por fe verdadera, por amor auténtico de la persona y de la diferencia de sexos, por confrontación a la minusvalía, por coraje noble y lúcido ? « Ninguna mujer es atraída por una persona homosexual por accidente. » observa el padre Xavier Thévenot. Tal vez sea una prueba que Dios le manda porque Él siente que usted tiene el carisma para llevarla. Tal vez sea una artimaña del diablo para hundirla en sus heridas sexuales. Sólo usted tiene la respuesta y encuentrará aquella en Cristo. Pero usted también tiene una herida, eso está claro.

Respecto a su paréntesis humorística final, claro que existen también muchos hombres católicos equilibrados, muy « machos » y muy « padres », firmes en su fe, que la esperan y que aún saben cortejar de manera sana. No todos son sacerdotes o homos o ya casados o divorciados. No lo dude. Aunque a veces parezca que no hay mucha variedad, que la Iglesia católica y la práctica religiosa son « cosas de mujeres » llenas de chicas vírgenes y hambrientas, aunque comprobemos que nuestra época castra, emascula, « frigidifica », asexualiza, deviriliza a los hombres, figúrese que todavía hay muchos hombres leales – en las iglesias, en los grupos la oración, en las parroquias – aún célibes que expresan en secreto la misma queja que usted, pero esta vez en su contra : « Ya no hay verdaderas mujeres. Todas son chicas fáciles o, por el contrario chicas nerviosas y saturadas de principios rígidos. Las mujeres de hoy me agreden, me piden a la vez demasiado y no bastante, son complicadas. Son mujeres-madres o señoritas… pero no esposas. ¡ Me estoy asfixiando ! » En algún momento, tendremos que parar, entre los sexos, de creernos tan diferentes. Que yo no digo nada…
 

70 – Soy animador cristiano en un campamento para minusválidos, y observo los acercamientos entre dos veraneantes trisómicos. ¿ Dejo hacer o los separo ? ¿ Qué les digo si fingen el compromiso amoroso bajo la presión de los demás ?

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Ya presencié la escena como animador. Fue durante un « guateque » con bailes. En aquella época, separé sin brutalidad y sin ruido a los dos veraneantes. Y no ocasionó ningún problema. El humor, la sonrisa y el silencio hacen el resto. En cuanto al compromiso amoroso entre dos personas con síndrome de Down o discapacidad mental, rara vez este se reivindica, y no reviste – que yo sepa – un carácter oficial ni serio ni incluso amoroso (… lo que no significa que, en otro marco que la unión/el acto homosexual, estas mismas personas no puedan ser capaces de amar verdaderamente : ¡ todo lo contrario !). Las personas trisómicas, a menudo muy sensibles y mimosas, están más inclinadas a gestos de efusión de ternura cualquiera que sea el sexo de la persona a quien desean entregarse, que a una práctica afectiva exclusiva con las personas de su sexo, es decir a una homosexualidad fija. Encima de que entre dos personas adultas « consentidas » y aparentemente « en pleno uso de sus facultades mentales » ya me cuesta dar credibilidad a la autenticidad de sus abrazos y de su « pareja », cuánto más me cuesta creer en la libertad y en la seriedad de los besuqueos y del cosquilleo intercambiados entre dos personas con síndrome de Down del mismo sexo. Hay que dejar – y lo digo para todos – de alimentar el mito del « amor homosexual » y de la « identidad homosexual », más aún cuando los más frágiles son instrumentalizados con fines identitaristas y sentimentales muy dudosos.
 

71 – Me consideran como homófobo porque soy católico. ¿ Tengo que esconder mi fe ? Si afirman « Dices esto porque eres creyente », debo responder « ¡ Para nada ! Lo digo porque es verdad y es sentido común. ¡ Diría lo mismo si fuera ateo ! » ?

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Si le acusan – además como « homófobo » – a causa de su identidad de Hijo de Dios y de la Iglesia-Institución, que esto sea para usted una ocasión de humildad, de humor y de alegría (No por nada, de las 9 Bienaventuranzas ofrecidas por Jesús en la Biblia, ¡ 3 se refieren a la felicidad en la persecución en nombre de Cristo y de la fe !) y no un pretexto de orgullo y de desprecio (« Si me persiguen, ¡ será porque siempre tengo razón ! ¡ Y eso me da aún más auto-satisfacción de poseer la Verdad, y me da el derecho a contra-atacar con la misma violencia o una violencia decuplicada ! » ; « La homofobia : ¡ Tontería ! ¡ Es como la extrema derecha y el Généro : sólo existen en boca de los paranoicos ! »)

De mi propia experiencia, cuando alguien me suelta « Dices esto porque eres católico » (subtexto : « por superstición y por sumisión a otra persona que tú, y que piensa en tu lugar »), contesto un CLARO QUE SÍ entusiasta. Estoy feliz de afirmar que me opongo a la homosexualidad (y no a las personas homosexuales, infinitamente dignas de ser amadas) porque soy católico. Y es porque soy católico por lo que me vuelvo realista, concreto, verdadero, experto de la realidad homosexual. Me complace declarar con convicción que, a causa de la Encarnación de Jesús en nuestro mundo y del rasgo empírico y sencillo de la fe, el catolicismo coincide con el sentido común de la persona atea, se une a la vida íntima de cualquier persona, y que entonces yo podría hacer las mismas observaciones sobre la homosexualidad si no fuera creyente.

Otra buena nueva que le puedo traer para ayudarle a poner al maltrato buena cara y buen corazón. En los « debates » apasionados sobre la homosexualidad, si usted oye la palabra « homofobia » o el adjetivo « homófobo/homofóbico » por parte de sus críticos, ¡ considere interiormente que le ha tocado el Gordo ! Ya que, en ese caso, no sólo juegan su última carta y muestran su talón de Aquiles, sino que además dan pábulo a la espada de Verdad-Caridad. Por una parte, porque las personas – incluso homos – no saben nada de homofobia (eso representa para usted una oportunidad clave de enseñarles su ignorancia) ; luego, porque usted va a responder a la agresión por una confianza relajada (maravillosa oportunidad de desarmar/impresionar al hosco) ; en tercer lugar, porque la homofobia es un tema doloroso e impresionante (con ella, se trata de sufrimientos de adolescencia, de suicidios, de violaciones, de asesinatos, etc., en una palabra, ¡ pega fuerte !), entonces un tema que tiene majores probabilidades de tocar la fibra sensible de su oyente que el discurso teórico sobre la homosexualidad ; por último, porque con la homofobia los debates sobre la homosexualidad se descentran del juicio de las personas para trasladarse lentamente hacia la tierra más pacífica y menos culpabilizadora del juicio de los actos. Al examinar la violencia insospechable de la « identidad » homo y de la práctica homo, el pasado escolar/amistoso/profesional/social/amoroso de las personas homosexuales, la gente ya no se sentirá atacada escuchándole. Ellos le considerarán como alguien que conoce bien a las personas homosexuales y que se ha dejado tocar por su sufrimiento y su mundo. ¡ Como un católico estupendo !
 

72 – ¿ Debo decir la Verdad sobre la homosexualidad al riesgo de no ser escuchado y de romper de entrada toda posibilidad de diálogo, de escucha, con mi interlocutor ?

Sí. Todo depende de cómo (es decir, con fuerza y suavidad). Pero sí. Escuchado, usted nunca lo será por aquellos que ven la fe como una « debilidad del espíritu ». El diálogo, de todas formas, usted nunca lo hubiera tenido, incluso si se hubiera callado sobre la homosexualidad. Entonces, más vale hablar del tema. No tiene nada que perder, y todo que ganar. Por experiencia propia, sé que la homosexualidad es un sujeto que provoca la escucha, la curiosidad, las reacciones y la palabra, que destruye la indiferencia. Sea o no homo, este tema es una autopista hacia la fe, y la fe una autopista hacia el tratamiento de la homosexualidad. Y los enemigos de la Iglesia y de la Verdad buscarán mil excusas, mil reivindicaciones hipócritas, mil chantajes, hasta que usted cierre el pico, que no anuncie la Buena Nueva católica a las personas homosexuales, que no hayan logrado arrancarle su luz.
 

73 – Mi hijo homosexual no quiere leer su libro. Además, le odia, y dice que es por culpa suya si ha abandonado la Iglesia y quiere suicidarse. ¿ Qué actitud adoptar ?

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No fuerce su libertad. Por supuesto. Aunque entiendo su frustración, impaciencia y ansiedad. Yo suelo representar a ojos de las personas homosexuales enojadas contra la Iglesia, contra su familia, y también – esto parece mentira – contra su propia homosexualidad (que se obligan a banalizar porque no la llevan tan bien como lo pretenden) la quintaesencia de la monstruosidad. Pero a menudo hay una fina línea entre la ira y el amor. La ira es la fase terminal de la mala fe, y el preludio a la confianza. Los indiferentes no son movidos por nada en absoluto. Mientras que los indignados están a punto de dar un vuelco a favor del amor, de la confesión de preferencia, y de la fe. Por ejemplo, son los personas más ateas que se convierten al catolicismo (consideremos a san Pablo, quien perseguía despiadadamente a los cristianos justo antes de su conversión). Recuerdo a un amigo homosexual, que tiene tres años más que yo, que vino con su novio a escuchar una de mis conferencias en el Este de Francia, y que se dió la vuelta como una tortilla al oírme. Me contó más tarde que antes de venir, me odiaba. Hoy, es un verdadero hermano que está haciendo un camino de fe sorprendente. La barrera de fantasmas y de enemistad entre el « Philippe Ariño mediáco » y el « Philippe real » vuela en pedazos cuando la gente se encuentra conmigo y deja de atribuirme sus peores fantasmas homófobos y anticlericales. Por lo tanto, la actitud de cerrazón de su hijo o hija respecto a mí – y más generalmente respecto a usted y a la Iglesia – paradójicamente trae consigo una gran promesa.

Por último, otra cosa es cierta : no hay prueba sólida de que mis conferencias y mis escritos hayan podido hacer que un día la gente se suicide o se aleje de la Iglesia. Muy al contrario. Tengo confirmaciones por e-mails que mi testimonio trae a personas homosexuales a la práctica religiosa, a misa y a la oración (¡ hasta a sacerdotes !). Las malas lenguas que difunden el rumor según el cual yo vaciaría los bancos de las iglesias y provocaría suicidios, nunca me han leído o escuchado, y tratan de silenciarme haciendo hablar a sus muertos (fantaseados) en su lugar. Además, mi discurso sobre la homosexualidad es tan positivo que es difícil estar deprimido después de haberlo oído. De hecho, en el caso en que casi toda la sociedad impone que sólo habría dos caminos de felicidad obligatorios para nosotros las personas homosexuales (es decir la « salida del armario » y la « pareja »), ¡ yo digo que hay tres ! : dos satisfactorios (los que acabo de mencionar) más otro que los supera (la homosexualidad continente entregada al mundo y a la Iglesia, y vivida en una amistad desinteresada). ¡ Tan sólo estoy abriendo la perspectiva de la felicidad de ser homosexual, y valorando a los solteros ! Así que incluso la persona deprimida de ser homo, incluso el adolescente aislado o creyente, incluso la persona homosexual que se siente mal en « pareja », incluso la que está viuda o ya mayor o que se encuentra fea, ¡ no pueden sino alegrarse ! Además, yo no veo en qué medida el hecho de dar una imagen negativa de la práctica homosexual – imagen que corresponde a menudo con sufrimientos y violencias reales – empujaría al suicidio y devaluaría la belleza de las personas homosexuales : ¡ es más bien la indiferencia gay friendly y la denegación de los sufrimientos que viven mis hermanos homosexuales que los lleva a veces a lo peor !
 

74 – El « matrimonio para todos » me hizo sentir incómodo con respecto a las personas homosexuales. Yo casi no fui a las manifestaciones (o no fui del todo). ¿ Usted entiende mi dilema ?

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¡ Y cómo ! Tan pronto como vi el giro de las Manifs Para Todos y su fundamentalismo natalista que excluía la propia esencia del « matrimonio para todos », a saber la homosexualidad, dejé muy rápidamente de participar en ellas. Por eso nunca tiraré la piedra a alguien que se negó a ingresar a la mascarada que fueron las Manifs Para Todos, e incluso animo a la gente a que no vaya y no financie esta estructura politiquera con un nombre tan absurdo como los medios de su causa. Entre los pro-matrimonio homosexual y los anti, en realidad, es difícil encontrar su sitio. Yo mismo, todavía no lo he hallado.

Los líderes socialistas que impusieron la asexuación sentimentalizada del « matrimonio para todos » a todos los franceses nos hicieron creer que las personas homosexuales eran la ley que se aprobó en su nombre y en teoría « por su propio bien ». Entonces es lógico que, debido a este chantaje y a esta amalgama engañosa, muchas personas homosexuales se hayan identificado frenética e ingenuamente con el « matrimonio para todos », y que muchos detractores de dicha ley, por temor a pasar por homófobos y a cortar definitivamente con amigos o familiares homosexuales, hayan ocultado su participación en las Manifestaciones Para Todos y quizás no han ido del todo.

Por lo que yo me abstengo de juzgar a cualquiera en función de su presencia o ausencia en las manifestaciones en contra de la Ley Taubira, y puedo fácilmente ponerme en los zapatos de aquellos de ustedes que han preferido no acudir a aquellas, sobre todo cuando nos damos cuenta con el tiempo de su torpeza y de su homofobia. Porque si no cabe duda de que el « matrimonio para todos » dividió mucho a la sociedad, al mundo y a la Iglesia Católica, y que era nuestro deber de oponernos a éste (Se trata de una ley que transforma la diferencia de sexos en opción de identidad y de amor, Cuando en realidad la diferencia de sexos es la condición primera e innegociable de la existencia humana y del Amor), si es cierto que la Ley Taubira constituye un hito civilizacional dramático para nuestro planeta, no es menos cierto que la oposición tonta, homófoba, y obsesivamente natalista, de los « católicos » contra la Ley Taubira también contribuyó a dividir a la sociedad y a la Iglesia. De hecho, el colectivo La Manif Para Todos abriga la legislación contra la cual pretende luchar : ¡ ya no habla en absoluto del « matrimonio para todos » y lo ha sustituido por la lucha contra la maternidad subrogada (GPA) y la propuesta de una nueva Unión Civil (el PVC : una Alianza de Vida Común) ! Es asombroso.

Para ocultar su homofobia y no tratar de la homosexualidad, para aprovecharse de los católicos crédulos aterrorizándoles, La Manif Para Todos ha alternado (¡ y sigue haciéndolo !) los espantapájaros que hacen una cortina de humo a la homosexualidad e incluso al « matrimonio para todos » : el Género (Gender), la GPA (vientres de alquiler), el transhumanismo, la esclavitud humana, la libertad de educación… En todo caso, este movimiento Pro-Vida niega a Jesús y a las personas homosexuales desde el principio. Así que entiendo perfectamente que cualquier enamorado de la Iglesia y de Cristo, y cualquier amigo de las personas homosexuales, se sienta extremadamente herido por las Manifestaciones Para Todos, y llegue a ser escéptico tanto con el « matrimonio para todos » como con el movimiento de protesta de este último.

Guinda del pastel : ¡ incluso aquellos que no son capaces de defender el mensaje de la Iglesia sobre la homosexualidad ni su fe católica, están tratando ahora de ocultar su catofobia y su homofobia jugando el juego del « compromiso » político y cultural, defendiendo a los Cristianos de Oriente o la Ecología o « la Vida o « lo Humano » o los « valores/raíces cristianas » ! ¡ Cabe arrancarse el pelo ante tantas contradicciones, orgullo e hipocresía ! Recuerdo a estos apóstatas que los Cristianos orientales son perseguidos en realidad porque nosotros, los católicos occidentales, precisamente ya no asumimos ser católicos y porque avalamos la Unión Civil, fingiendo oponernos a ella sin nombrarla.
 

75 – ¿ Eran los eslóganes pro-Vida de La Manif Para Todos justos ?

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No. Eran y siguen siendo catastróficos. Caen sea en la enunciación de verdades positivas insípidas que no asumen a Jesús, sea en la negación y la demonización irreflexiva del enemigo. Los militantes y líderes de La Manif Para Todos (= los Pro-Vida) reproducen de idéntica manera lo que reprochan a sus oponentes : por ejemplo, el propio título de La Manif Para Todos es la réplica exacta del « matrimonio para todos » (gracias, Frigide Barjot, por este mimetismo « ingenioso »…) ; han privilegiado la forma en detrimento del fondo (La Manif Para Todos, no significa absolutamente nada, excepto una universalidad sin contenido) ; la Alianza de Vida Común propuesta hace poco por La Manif Para Todos es una copia de la Unión Civil ; la heterosexualidad y el « amor homosexual » no son cuestionados por los activistas de La Manif Para Todos, al igual que los pro-matrimonio-gay ; transforman la unidad en un absoluto, exactamente como sus oponentes LGBT con el argumento de la igualdad ; por su trato únicamente natalista del « matrimonio para todos », transforman a la madre y al niño tanto en objetos como los promotores de la maternidad subrogada (¡ y eso que el Papa Benedicto XVI nos había advertido bastante contra las derivas del natalismo !) ; del mismo modo que los miembros heteros gays friendly del lobby LGBT, defienden « la Vida », « lo Humano », « la Familia », « la diferencia », « la voluntad humanista », sin darse cuenta de que usan textualmente el lenguaje del mundo. En su oposición a la homosexualidad y a la desnaturalización del matrimonio, los líderes LMPT siguen centrados en el niño, excluyendo así a todos los seres humanos que no entran en el marco del matrimonio procreativo o de la familia tradicional, es decir a casi toda la Humanidad. Encima, dejan totalmente de lado a la realidad intencional y emocional del « matrimonio para todos », y a la realidad sentimental y sacramental del matrimonio tradicional.

La Manif Para Todos, y todos los movimientos Pro-Vida que de ella se derivan, actualmente presenta uno tras otro los tópicos lingüísticos más patéticos y heterosexistas. Voy a tomar algunos ejemplos sacados de la realidad. Diciendo que « la homosexualidad no es un problema, pero que el problema radica sólo en las consecuencias sobre el niño », están equivocados : la homosexualidad, incluso como tendencia no actuada, ya constituye un problema para la persona que la siente, y no merece nuestra indiferencia. Pretender que « el matrimonio no es una cuestión de amor » es falso. El matrimonio, inclusive civil, es a menudo una cuestión de amor, aunque no figure en el papel. Defender que « un niño necesita un padre y una madre » es una mentira. Sólo necesita un padre y una madre que se aman. Dicho de otro modo, sólo necesita el amor entre su padre y su madre biológicos. Decir « papá + mamá = niño » también es falso. La diferencia de sexos no es una garantía de niño, y no basta con ser capaz técnicamente de procrear para merecer el matrimonio ni para ser promovido socialmente como modelo de amor y de familia. Decir « Un padre, una madre, no se miente a los niños » es falso : a menudo, en los casos de « homoparentalidad », el niño puede conocer física e intelectualmente la identidad de sus padres. No sufre sistemáticamente una disimulación. El problema no es la mentira sobre la genealogía, sino el no-reconocimiento del amor entre los dos padres diferentemente sexuados de un niño. Otra elucubración enunciada por La Manif Para Todos : defender « lo Humano », « al Niño », « la Vida », « los valores », « las convicciones », « el porvenir », « la Esperanza », la perseverencia (« No Pasarán ! », « On ne lâche rien ! »), es inoperante, ya que incluso los defensores del « matrimonio gay » le hacen. La única cosa que nos distinguiría de ellos, es la lucha contra la heterosexualidad, pero La Manif Para Todos no se atrevió a ello. Decir que « la sexualidad es del orden de lo privado y que la orientación sexual no es asunto de nadie » es falso. La sexualidad y el amor son tanto individuales como sociales porque constituyen realidades abiertas al mundo y a la vida. Decir que « nadie se define según su sexualidad » es falso y mundano : de ningún modo se puede reducir la sexualidad a la genitalidad ni a la sentimentalidad ; todo lo que es humano es sexual, ¡ por lo que cada ser humano se define por su sexualidad ! Estar en contra del Género (Gender) es absurdo : tenemos el deber de defender el género sexuado y las imágenes engeneradas ajustadas a la Sagrada Familia. ¡ Así que no tenemos que posicionarnos en contra de todo los géneros ni en contra del género en sí ! Decir que « el problema son los lobbies » es falso : cualquier grupo de presión no es malo en sí, y la Iglesia Católica, por ejemplo, es un lobby que tiene el mérito de existir. Decir que « el problema es el pensamiento único y los medios de comunicación » es falso. Todo depende de lo que se pone detrás de « pensamiento único » y la principal lección que hay que sacar es que el primer pensamiento único y el primero de todos los medios de comunicación, ¡ somos nosotros ! Decir que « Cristo nunca se metió en política y no hizo nada de político » (traducción = « los católicos no deben mostrar su catolicidad en la política y en los medios de comunicación ») no es correcto. La política es la vida. Bien es cierto que Jesús nunca ha sido un politiquero, pero ha amado lo suficiente a la gente y ha propuesto un modelo de vida que constituía un contrapoder visto como peligroso por los políticos de su tiempo, como para ser político y ser juzgado digno de ser crucificado. Decir y creer que « la ostentación de la identidad católica no es estratégica porque aquella cierra puertas y pasa por proselitismo », esto es falso : « católico » significa universal y abre puertas (las del Cielo, y a veces las de la tierra). Por último (porque bien hay que cerrar la lista en algún momento…), los militantes de La Manif Para Todos todavía no han comprendido que el Género no era un lobby organizado (ajeno a ellos), ni una terrible ideología-fantasma, ni una teoría bien conocida de los que la defienden, sino al contrario una ideología – la heterosexualidad – que ellos mismos apoyan porque no la denuncian explícitamente y porque confunden la heterosexualidad con la diferencia sexual.

El discurso « emprendedor », altermundista, filosófico, político (tipo Osos Amorosos, burgués-bohemio o extrema derecha), vagamente « cristiano » (o demasiado cristiano para serlo verdaderamente), verde, de movimientos como Ecología Humana, La Manif Para Todos, la revista Límite, las Sentinelas, etc., está completamente detrás del palo (Civitas y el Porvenir Para Todos, ni hablar). Incluso el argumentario de Ecología Humana es puro Humanismo Integral. Pretende luchar contra el transhumanismo, ¡ cuando en realidad el transhumanismo ES el Humanismo Integral y apuesta todo en el Hombre ! Los católicos mediáticos, o aquellos que fingen serlo, desarrollan evidencias (tales como la importancia de la educación, de la transmisión, del compromiso, de la Misericordia, de la sexualidad), sin duda de manera clara y didáctica, y que son siempre buenas de recordar, pero sin hacer progresar realmente los debates y sin nombrar los verdaderos problemas sobre los cuales se cristalizan las tensiones sociales : la heterosexualidad, la homosexualidad y la homofobia, que son las tres únicas coartadas de las leyes que nos preocupan. En cuanto a La Vanguardia (L’Avant-Garde), que reúne a todos los antiguos miembros de La Manif Para Todos decepcionados por su propio movimiento, surfean la ola burguesa-bohemia del anticonformismo « sin concesiones », del antipartidismo, pero sus lemas sobre las « raíces cristianas » y « el compromiso » se hunden en la palabrería/censura sobre la homosexualidad y sobre la Iglesia Católica como los demás.

A causa del orgullo, del miedo, de la ignorancia, de la estupidez, de la homofobia, del arribismo, de la falta de visión, de los portavoces oficiales del movimiento de oposición al « matrimonio gay », nuestro combate se ha quedado empantanado en la contradicción, la división (tantos grupos y colectivos falsos que van por las ramas, ¡ vaya broma seria !), pero sobre todo en la colaboración con el enemigo. Da miedo. Porque Francia tenía riquezas reales y medios humanos, intelectuales y espirituales, únicos para hacer frente al transhumanismo. Ahora, plegándose al espíritu del mundo y al Humanismo Integral, Ella comienza su pendiente descendente hacia las persecuciones anticristianas en nombre de la homofobia. Y la peor parte es que, de algún modo, se lo merece. Todos tendríamos que avergonzarnos por el derroche que realizó La Manif Para Todos, por la homofobia y la catofobia de los católicos.
 

76 – ¿ Diría usted que La Manif Para Todos y los Pro-Vida han demostrado homofobia ?

Encuesta en 2014 acerca de los Peruanos católicos

Encuesta en 2014 acerca de los Peruanos católicos


 

Absolutamente. Aunque lo niegue, porque en realidad, La Manif Para Todos confunde la homofobia con la presunción de homofobia, es decir con un juicio de intenciones insultante y supuestamente « absurdo ». Al final, el movimiento pro-Vida cree que la homofobia no existe, o sólo en su forma más espectacular : la agresión física – a veces mortal – a una persona homosexual, con la intención de perjudicarla. Ni siquiera se le ocurre que en su fase embrionaria, la homofobia ya es el temor al semejante, el miedo a la homosexualidad y las personas homosexuales, el rechazo del tema, una indiferencia benévola. Por lo tanto, le resulta imposible identificarse a ella, o tan sólo imaginar que pueda participar en la homofobia.

Los líderes de La Manif Para Todos, que se han negado deliberadamente a hablar de homosexualidad – pese a que aquella era la principal coartada del « matrimonio gay » -, que han impedido a las personas homosexuales capaces de abordar claramente el tema que se expresen (excepto las que justificaban la Unión Civil, que se comían al « lobby gay », y que podían sólo servirles de garantía homosexual para exonerarse de la presunción mediática de homofobia), se ríen a carcajadas e ironizan tan pronto como oyen la palabra « homofobia », juran por su vida que no son homofóbicos/homófobos (« Anda, ¿¿ tendría yo pinta de homófobo ?? » ; « ¿¡¿ Cómo se atreven a dudar así de mi bondad !?! ¿¡ Cómo se atreven a insultarme, yo la inocencia azul-blanca-rosa personificada !? ¿¡ Somos nosotros, la matanza de Orlando, o sí ?! Vamos vamos, ¡ cálmense y vuélvense más bien hacia el islamismo que ustedes, libertarios izquierdistas, encubren y justifican envolviéndose en la coartada homófoba ! » ; « ¡ Yo no puedo ser homófobo dado que estoy abiertamente en contra, dado que lo juro por mi honor y que creo sinceramente oponerme a todo forma de homofobia ! » ; « La homofobia no existe y es un falso debate. Es como el racismo. ¡ Seamos un poco más realistas, responsables, adultos, y salgamos de lo emocional, de las acusaciones apasionadas, de las fobias sociales fantaseadas, de las paranoias identitaristas y comunitaristas ! » ; « No soy homófobo ; sólo matrimoniófilo. » ; etcétera. Telón. Pasamos página. Hablemos de la Familia, para variar…).

Pero no es eso, hablar de homofobia. La homofobia no es simplemente un insulto, una acusación, un juicio malo. Encima de todo, son hechos, personas reales (agredidas o agresoras), intenciones específicas, miedos efectivos. Comenzando con el miedo a abordar francamente el tema de la homosexualidad y a nombrar la homosexualidad como mala y no-amante. Para hablar bien sobre la homofobia y saber lo que es (en lugar de defenderse inmediatamente de ella), aún falta hablar de homosexualidad. Todavía queda por saber lo que es la homofobia : a saber las violaciones – en particular intencionales – en contra de las personas homosexuales, así como la identidad homosexual y la práctica homosexual. La presunción y la acusación de homofobia llegan muy detrás en la escala de consideración y de gravedad de la homofobia. Sin embargo, una de las más graves homofobias – que es imputable en gran medida a La Manif Para Todos en ese caso – es realmente la sustitución de la diferencia de sexos por la heterosexualidad. ¡ Vaya violencia simbólica contra todos las personas homosexuales que esta validación social y tácita de la heterosexualidad como « nueva sexualidad/humanidad/amor/familia/hijos » !

En el aprovechamiento indigno de las personas homosexuales por los defensores del « matrimonio gay » y por los oponentes al « matrimonio gay », me cabe un poco el consuelo de que éste haya sido tanto homófobo como catófobo. Quiero decir que La Manif Para Todos ha ignorado, rechazado y despreciado a las personas homosexuales tanto como a las personas católicas. Por lo que los católicos auténticos me caen aún mejor.
 

77 – ¿ Ha reunido el « matrimonio para todos » a gente que tenían el mismo combate y que hubieran tenido que quedarse unidos prescindiendo de los egos ?

Asociación Coexister

Asociación Coexister #TodosUnidos


 

Por fuera, sí. En realidad, no. Este llamamiento a la unidad, idea fija constantemente recalcada, ha sido dentro del movimiento más bien una fantasía colectiva, una excusa para renunciar a la Verdad, y una invitación a la autocensura para evitar de cuestionarse a sí mismo. Además, en concreto, muchos católicos, sin embargo opuestos a la Ley Taubira (= « el matrimonio para todos » en Francia), no han ido a manifestar y no se han reconocido en La Manif Para Todos. Incluso me atrevo a decir que se trata de la mayoría de los católicos. Personalmente, no creo, al denunciar los errores y las corrupciones de La Manif Para Todos, que me coge una rabieta de ego para conseguir a toda costa una visibilidad mediática. Y no siento casi nada en común con alguien que a la vez se opone al « matrimonio gay » y que defiende la Unión Civil, o con una persona que dice no a la maternidad subrogada sin oponerse a la homosexualidad, o con un militante La Manif Para Todos que no es católico. La Manif Para Todos ha cultivado demagógicamente este simulacro de Unidad para en realidad tener a todos bajo su pulgar, para silenciar a sus miembros y entre ellos a sus oponentes, robarles su dinero y su tiempo, anestesiarlos espejeando victorias ficticias y responsabilidades heroicas.

Suelo decir que la Unidad es para los anti-matrimonio-para-todos lo mismo que la Igualdad para los pro-matrimonio-para-todos : una droga para negar su propio alejamiento común de la Verdad y de la homosexualidad, y para negar sus divisiones internas. Disculpe la trivialidad de mi discurso, pero entre los oponentes a la Ley Taubira hay una mayoría que todavía se está masturbando ahora mismo con « la Unidad », « el Bien commun », « la Benevolencia », « la Caridad », « la Esperanza », « la Transmisión », « la Educación », « la Cultura », « el Compromiso » y « la Ecología ». Sin embargo la Unidad sin Cristo es una ilusión. La Caridad y la Misericordia sin el reconocimiento de la miseria y sin la verbalización del mal, también son espejismos.

Cuando me dicen que criticando a La Manif Para Todos y su « estrategia » yo me comportaría como un horrible ingrato, un caprichoso, un divisor abominable, un chico gruñón henchido de soberbia (porque sus supuestos « 15 minutos de fama ofrecidos gentilmente por La Manif Para Todos » no hubieran durado), como un criminal, un traidor, un cómplice de los vientres de alquiler (GPA), les pregunto : « ¿ Pero de qué Unidad están hablando ? ¿ La Unidad en torno a qué y a quién ? ¿ A Cristo del que han renegado y a la homosexualidad que han negado ? Porque, sí, ¡ de estos dos temas de importancia capital, hablemos ! ¡ Son ustedes los que dividen por no tratar de aquellos, y no al revés ! A pesar de lo que imaginan – porque además de esto me aseguran de que suscriben todo lo que leen de mí -, nunca hemos estado en el mismo bando y no luchamos de ningún modo contra el mismo enemigo. Yo estoy luchando contra la heterosexualidad. Ustedes se oponen a todas sus numerosas raíces sin identificar la raíz-madre. Así que no me llamen ‘hermano’ y ahórrenme el chantaje emocional a la ‘Unidad’ y a la ‘Caridad en la humildad y la complementariedad’. Hipócritas voceros de la Unidad, ¡ son ustedes los divisores reales, los esparcidos dispersantes ! No busco ningún triunfo personal. ¡ Sólo quiero la Verdad y nada más ! »

Quiero añadir que la intuición no es en absoluto la comprensión de lo que se combate. Muchos activistas Pro-Vida han adivinado que el « matrimonio homosexual » era una ley muy grave para la Humanidad (y los confirmo en esa idea), pero concretamente, en la forma de combatirlo, nos distamos totalmente. La mayoría de los oponentes al « matrimonio gay » han atacado las consecuencias de la Ley Taubira sin abordar las causas ni el « matrimonio gay » en sí. Algo así como en estado de pánico, como para resolver la cuestión más apremiante, y sin discernimiento. Además, todavía no se han percatado de la gravedad de la Unión Civil (el PaCS) y menos aún del « matrimonio homo », del cual ya (casi) no hablan. Para ellos, el « matrimonio homo » ya formaba parte del pasado incluso antes de que esté en estudio. Se histerizaron un rato contra éste (encargándose de que no se lo llamara por su verdadero nombre « matrimonio gay ») para, una vez votado, cambiar muy rápidamente de « Malo a quien vencer » : la maternidad subrogada (GPA), el transhumanismo, el Islam, el Papa Francisco, la izquierda, etc. Es la prueba de que no han priorizado/jerarquizado de ningún modo las cosas y de que actuaron como brutos sin cerebro.

Desde el punto de vista de la patología y de la actitud cateta, estamos saturados con La Manif Para Todos. Entre los histéricos que vociferan sobre la comercialización del niño y sobre la esclavitud humana, los falsos católicos que simulan sobre ellos mismos la persecución anticristiana y « familífoba » mientras ametrallan al Papa, los progre (burgueses-bohemios = los « bobos » en Francia) que fingen obsequiosa y beatíficamente el acercamiento con los JESUISCHARLIE y luego los Indignados (con poco éxito…), por no mencionar los reconciliadores ecuménicos que se vanaglorian de su propio ánimo de ayudar a los Cristianos de Oriente sin ser capaces de tener el coraje de decirse católicos y de oponerse al « matrimonio gay », todos han desviado en todas las direcciones, ¡ y a lo grande ! ¡ Y son esas mismas personas quienes, además, tienen luego el descaro de predicarnos moral sobre la Unidad, justo cuando desenmascaramos sus artimañas, su dispersión y su codicia ! Utopía de la Unidad sin Cristo y de la « humildad » sin la denuncia del mal. Fanatismo de complementariedad obligatoria. Quimera azucarada del « Todo contribuye al bien, así que todo está bien, todo se mezcla necesariamente bien, todo es aceptable. ». Creencia errónea que la homosexualidad no sería el centro del « matrimonio homosexual ».

Así que lo repito sin rodeos : no, no sólo por oponerse en deseo y en apariencia a la misma cosa, ni porque aquella es identificada con razón como universalmente mala, nos opondríamos igual, nos complementaríamos necesariamente bien, todos caminaríamos en la misma dirección, o incluso nuestro combate sería común y justa. El fin no justifica los medios. La « buena » intención tampoco. El caso del « matrimonio para todos » es un claro ejemplo de ello. ¡ Fue más bien el « testimonio (inútil) para todos » ! No hemos andado juntos y no ha habido ningún « Despertar de Conciencias », al contrario de lo que algunos falsos profetas de la Ecología Humana tratan de convencernos. Aunque la Manif Para Todos haya tenido el mérito de revelar accidentalmente las fuerzas vivas en Francia, de hecho dividió tanto – si no más – a la sociedad como el « matrimonio gay » y el Gobierno socialista reunidos. El día que tengamos la humildad para darnos cuenta de ello comencerá, creo, el retroceso hacia una Unidad verdadera. No antes.
 

78 – ¿ Uno se puede oponer al « matrimonio para todos » y sus consecuencias sin tocar a la Unión Civil ni a la heterosexualidad ?

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No. Es imposible. Los que proclaman « la abrogación universal de los vientres de alquiler » (golpe publicitario grandilocuente y vacío…), pretendiendo ahorrarse la denuncia del « amor » homo y la profesión de su fe católica, se engañan a ellos mismos por completo y nos están mintiendo. Dado que, por un lado, el « matrimonio para todos » es un intento oculto de desocializar y de pulverizar a la larga el matrimonio religioso. Y por otra parte, la coartada del « matrimonio para todos » e incluso del uso de la maternidad subrogada, está basada en la creencia y la justificación de la « identidad » homosexual (identidad socialmente materializada por la « salida del armario » y legalmente por la Unión Civil) y en la creencia y la justificación del « amor » homosexual (amor socialmente materializado por la « pareja » homo y legalmente por el « matrimonio para todos » y sus consecuencias) como « amor universal y no-gay ». Para entender esto, hay que ir más allá de la racionalidad cartesiana del jurista, más allá de la distinción exagerada entre el matrimonio civil y el matrimonio religioso, despegarse del contenido meramente formal del PaCS (Union Civil) y del « matrimonio para todos », y considerar su realidad intencional/sentimental ante todo. Porque la Unión Civil y el matrimonio entre dos personas del mismo sexo nunca han sido pedidos por su contenido. Son reclamados en nombre del « reconocimiento de las personas homosexuales », el nombre de una alineación REAL (al contrario de lo que se imaginan muchos católicos) entre la homosexualidad y la heterosexualidad, y en nombre de la justificación mundial de la homosexualidad como supuesto « Amor universal ». El error de los oponentes a la GPA (maternidad subrogada) es descuidar el terreno de la representación simbólica, de la percepción emocional de nuestros contemporáneos, de la carga sentimental de las leyes y de las políticas actuales… porque en el fondo, lo ocupan por su miedo, su ignorancia, su homofobia, a veces su falta de fe, su (s) divorcio (s) y el apoyo encubierto al « amor homosexual ».

Eso es especialmente evidente en este momento : « La Manif Para Todos sustituye la lucha contra el « matrimonio gay » por la lucha contra la GPA (maternidad subrogada), para acabar por aprobar la Unión Civil a hurtadillas. Pero puesto que « en su mente » y « en teoría » se declara contraria a la Unión Civil, ella no admite su comprometimiento vago, y acaba por enfurruñarse en su rincón sin razón. Inmadurez a todos los niveles. Por estúpido orgullo, los líderes de La Manif Para Todos se niegan a aceptar que no pueden prescindir de las personas homosexuales ni del análisis de la homosexualidad para ganar su combate (incluso el combate contra la maternidad subrogada y a favor de la familia). Ellos ni siquiera tienen la energía para contradecirme o justificarse verbalmente ante mí porque no pueden competir con las observaciones que hago.

En perjuicio suyo, fuera de la Biblia y de su fe en las pocas cosas que dice su Iglesia oficial sobre la homosexualidad, los católicos casi sólo tienen nuestra vida, nuestra existencia, nuestro testimonio de personas homosexuales continentes, para resistir un poco socialmente contra la homosexualidad, contra el « matrimonio para todos », contra la GPA (maternidad subrograda), y para justificar su oposición a la apisonadora LGBT arco iris. No tienen otra opción, y muchos ponen mala cara por tener que colaborar con nosotros. No sólo eso. Actualmente, los hay que se arrancan los cabellos sobre nuestro caso, como por ejemplo Virginie Tellenne (también conocida como Frigide Barjot) que está tratando de imponer con forceps su creencia en el « amor homosexual » (amor del cual nunca habla y cuyo análisis rechaza, por homofobia primaria, ya que su explicación pondría el dedo en su propia llaga de amor), porque ella sabe intuitivamente que el « amor homosexual » es el último bastión importante – junto a la transubstanciación eucarística – que derribar o que levantar antes de que Cristo y su Iglesia Católica sean entregados/revelados por completo al mundo. Es el grano de arena que lo bloquea todo a nivel político o al contrario que lo pone todo en marcha : depende de qué lado uno se sitúa. Y creo que, en esta caso, la defensa barjociana del « amor homosexual » es ciega y demoníaca.
 

79 – ¿ Son conscientes los católicos de todas las personas que han dañado durante el paso legal del « matrimonio para todos » ?

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No lo creo. Basta con ver la aprobación mayoritaria de los católicos a favor de la Alianza Vita (movimiento Pro-Vida más destacado en Francia), de La Manif Para Todos, de las Sentinelas (llamadas « les Veilleurs ») o de los « primeros de la clase » que podrían ser llamados « los Intocables » (Tugdual Derville, François-Xavier Bellamy, el padre Pierre-Hervé Grosjean, Erwann Le Morhedec, etc.) para comprobar que ¡ estamos lejos de la toma de conciencia de una culpabilidad y del arrepentimiento ! La mayoría de los católicos están a mil leguas de la autocrítica, ya que se envuelven en la victimización de ellos mismos (que les impide ser humildes y reconocer sus errores), en la demonización paranoica y radicalizada de su época, y en el odio al Papa Francisco.

Ellos no han tomado conciencia plena del reto prioritario de la homosexualidad, del « matrimonio para todos », de la heterosexualidad, para el mundo. Los consideraron como una « etapa » entre otras, como expedientes no-universales, incluso como no-temas y sujetos peligrosos, porque en el fondo tuvieron miedo a nosotros, las personas homosexuales. Hasta respaldaron la Unión Civil y la homosexualidad practicada (los póliticos de izquierdas y de derechas, los presidentes de La Manif Pour Tous, se presentan todos como católicos). Además, ni siquiera tienen idea de su homofobia, palabra que desprecian y de la cual sólo retienen la definición mediática caricaturesca gay friendly, dado que nos quieren sinceramente desde lejos. ¡ Así que la petición de perdón católica acerca de las personas homosexuales no es para mañana !

Y por sobre todo, los católicos están lejos de imaginar que la persecución contra ellos no vendrá sólo desde el exterior (medios de comunicación, ateos, musulmanes, políticos…), sino sobre todo de ellos, desde el interior del Iglesia : poco antes del Fin de los Tiempos, son los católicos quienes condenaron a Jesús místico a muerte. Todo va a suceder exactamente como en la Pasión de hace 2000 años. Son los católicos quienes iniciarán el ataque contra la Iglesia y el Papa, y a partir de quienes vendrá la Gran Apostasía. No habrá sorpresa. Así es como ocurrió con Jesús. « Acordaos de la palabra que os he dicho : El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros. » (Juan 15, 20) Desde un punto de vista humano, la Iglesia alberga lo mejor y de lo peor, que quieréis. Santa Faustina (1905-1938) vio la flagelación de Jesús « en directo » y confirma que son católicos de nuestra época que van a perseguir al Papa Francisco, a la Iglesia Católica, a Jesús pos-resurreccional (el Espíritu Santo) : « Jesús me dio a conocer por qué pecados Él se sometió a la flagelación : son los pecados de impureza. […] Vi cosas terribles : los verdugos abandonaron a Jesús y otras personas procedieron a la flagelación, tomaron los látigos y golpearon al Señor sin misericordia. Eran sacerdotes, clérigos, monjas y los más altos dignatarios de la Iglesia, lo que me sorprendió mucho. También había laicos de distintas edades y de diversos estados – desataban toda su ira contra el inocente Jesús. » (Libro Primero, párrafo 445, pp. 197-198) Es imprescindible, para vivir una humildad sustancial y estar lleno de santidad eterna, asumir que el peor de los pecadores, ¡ siempre somos nosotros !