Carta a sor Paula (Lettre à soeur Paula, en español)

Carta a Sor Paula

 

Drapeau espagnol

(en español – traducción : Philippe ARIÑO)

 
 

Paula es una hermana misionera portuguesa de la Comunidad de las Servidoras del Evangelio. Ella tiene 46 años, vive y trabaja actualmente en Japón. Es una amiga común quien nos puso en contacto, y le dejó mi dirección. Su correo electrónico me pareció tan rico en cuestiones relativas a la posición de la Iglesia sobre la homosexualidad, tan revelador de la ignorancia y la febrilidad de muchos creyentes católicos practicantes frente al deseo homosexual, que decidí contestarle sin prisa. La búsqueda de la verdad de esta mujer, su humildad también, me ha tocado la fibra.

 

En primer lugar, aquí está su correo electrónico y mi intento de respuesta :

 
 

« Estimado Felipe,

¿ Cómo está ? Es un placer conocerle, aunque sea por e-mail. Soy una misionera portuguesa de la misma comunidad que Céline, los Servidores del Evangelio. Mi nombre es Paula. Vivo y trabajo en Japón. Creo que Celine ya le ha escrito sobre el tema del cual quisiera sus consejos. Ante todo, le agradezco por su disponibilidad. Voy a explicarle un poco la situación. Se trata de un mozo japonés que es católico y que desde algunos meses ha decidido dejar su trabajo para pensar mejor en su porvenir, porque por el camino de Santiago, se preguntó si tal vez Dios le llamaba a seguirlo como sacerdote. Aún no está seguro de si tiene su lugar con nosotros, los Servidores, pero él nos pidió que le acompañáramos en su proceso de discernimiento. Nos damos cuenta de que, aunque sea bautizado desde niño (a diferencia de la mayoría de los católicos japoneses que reciben el bautismo de adultos), le cuesta confiar en las enseñanzas de la Iglesia, y a veces eso se convierte en un verdadero obstáculo para la profundización de su vocación. Cuando le explico que a menudo hay que distinguir entre la trayectoria oficial de la Iglesia y la acción pastoral, le resulta muy difícil entenderlo, porque lo interpréta como una hipocresía. Últimamente, ha expresado sus dudas en cuanto al discurso de la Iglesia sobre la homosexualidad. Nos dice que no es homosexual y que no conoce a nadie que lo sea. Sin embargo, quiere comprender el discurso de la Iglesia a propósito de este tema ; si no, teme que cuando sea sacerdote, quizás no pueda ser capaz de poner en práctica lo que defiende la Iglesia, y acabe por abandonar el camino del sacerdocio católico. Por el momento, está poniendo realmente en tela de juicio su vocación a causa de este tema. Leyó comentarios sobre la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que trata de la acción pastoral respecto a las personas homosexuales, y no está de acuerdo de este mensaje. Él piensa que éste no es un mensaje de misericordia, como el de Jesús. Sería una contradicción con el Evangelio. También piensa que no es justo que para los heterosexuales haya dos opciones: la vida matrimonial y la castidad consagrada a Dios, pero para los homosexuales sólo hay la castidad. Puesto que yo no soy lesbiana, me resulta realmente difícil juzgar. Busqué unas cuantas informaciones, pero no sé qué opinión aceptar como justa. Confieso mi ignorancia sobre el tema y por eso le pido su ayuda. Dado que es usted homosexual y católico, ¿ aceptaría contestar algunas preguntas ? Por ejemplo, ¿ qué opina de la frase siguiente ? : «La inclinación homosexual, aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente desordenada, ya que es una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral» (según La Carta de la Conferencia Episcopal : Matrimonio, familia y uniones homosexuales, 1994) Es decir, ¿ la inclinación homosexual, para usted, es desordenada, y se puede considerar el comportamiento homosexual intrínsecamente malo ? Para mí es difícil entender que, siendo la homosexualidad una estructura de la persona, aunque no sea de origen genético en la mayoría de los casos, sería/es algo malo y desordenado. Si soy sincera, en mi ignorancia, yo preferiría que la homosexualidad pudiera cambiarse mediante alguna terapia y convertirse en heterosexualidad. Pero según lo que leí, en psicología, no lo aceptan ni lo aconsejan, aunque haya grupos que alentan el cambio llamándolo ‘conversión’, ¿ eso es ? Entonces, ¿ cómo comprende y vive su orientación sexual ? Con respecto a la frase siguiente en la misma carta, ¿ está de acuerdo con esta afirmación ? « En realidad, también debemos reconocer a aquellos que tienen una tendencia homosexual la libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y que le da su dignidad especial. Debido a esta libertad, como cualquier rechazo del mal, el esfuerzo humano, aclarado y sostenido por la gracia de Dios, podrá permitirles evitar la actividad homosexual. ¿ Cree usted que una persona homosexual puede evitar la actividad sexual y debe hacerlo por su bien ? ¿ Está de acuerdo con la opción de la castidad para todos los homosexuales cristianos ? O también, ¿ piensa que la Iglesia debería ser más abierta ? ¿ En qué sentido ? Por ejemplo, ¿ cree que la acción pastoral católica a favor de los homosexuales debería orientarse hacia el apoyo de la fidelidad de las parejas homosexuales estables ? ¿ Conoce usted una experiencia eclesiástica diferente de la imagen que tenemos al leer únicamente aquella Carta ? ¿ Me puede aconsejar también una bibliografía que me permita interarme mejor del tema ? (sea sobre la homosexualidad, sea sobre el punto de vista de la Iglesia al respecto). Con permiso, aún tengo otra pregunta : ¿ qué piensa de los matrimonios entre personas homosexuales y de la adopción de niños por su parte ? Disculpe porque me doy cuenta de que le acabo de someter una verdadera entrevista. Eso muestra cuan grande es mi ignorancia en cuanto a este tema. Le agradezco de todo corazón por su cooperación. A la espera de noticias suyas, que Dios le bendiga. Paula »

 
 

Estimada Paula,

 

Finalmente, voy a tratar de contestar por escrito a tu correo : me inspira un montón de respuestas que me parecen importantes de  desarrollar, ya que podrán ser útiles para muchas más personas que tú. Podremos volver a hablar por teléfono si quieres … si por lo menos logramos coordinar nuestros calendarios ! ^^

 

Si quieres, voy a hacer una especie de lectura lineal de tu correo para no perderme nada.

 

Me escribes que a este muchacho « le cuesta confiar en las enseñanzas de la Iglesia, y a veces eso se convierte en un verdadero obstáculo para la profundización de su vocación ». A riesgo de parecer un poco duro y directo desde el principio, te diría que creo que uno no puede emprender un camino hacia el sacerdocio si no ama profundamente a la Iglesia Católica, si de antemano no confía en Ella en su totalidad, si se deja demasiado inspirar e influenciar por la fama engañosa y vergonzosa que los medios de comunicación dan de Ella con fuerza actualmente (por ejemplo, se dice que la Iglesia sigue siendo un poco « anticuada » a propósito de ciertos temas, tiene « retraso », está desconectada de los « progresos » sociales, tiene una mentalidad « cerrada »). La Iglesia Católica es humana, imperfecta, pero a pesar de todo inspirada por Dios : pues es santa, pese a su jodida humanidad. Y esto, ¡ no hay que ponerlo en duda ! La confianza es algo necesariamente arbitrario y ciego, pero ya he tenido la oportunidad de experimentar muchas veces la rectitud del mensaje del Evangelio, y también del Papa y de la institución vaticana. Por ejemplo, en cuanto al tema de la homosexualidad, siempre he confiado en el mensaje un poco áspero y seco del Catecismo de la Iglesia Católica al respecto, diciéndome que la Iglesia tenía razón sin que supiera todavía por qué, que lo entendería más tarde, que tenía que hacer mi propia investigación para encontrar otras palabras más personales y compensar la brevedad del discurso eclesiástico. Y, al fin y al cabo, a día de hoy, ¡ no me arrepiento en absoluto de haber sido tozudo en mi ceguera ! Aunque no me expresaría exactamente como el Papa o incluso un San Pablo, aunque me he apropiado su mensaje sobre la homosexualidad para humanizarlo más, vuelvo hacia mi Iglesia dándole la razón y sosteniéndola en sus decisiones. Acerca de la homosexualidad, Ella siempre ha hablado con acierto Cuando dice que los actos homosexuales son intrínsecamente desordenados. Tiene toda la razón de pedir el celibato continente. Tiene toda la razón de expresar su recelo a propósito de las parejas homosexuales y del deseo homosexual. ¡ Y es alguien como yo, que ha estudiado el tema a fondo a través de cuatro libros y que ha pasado 10 años en el mundo asociativo gay y en el « ambiente homosexual », quien lo dice ! No soy un chico quien expresa un punto de vista lejano, porque no aceptaría su homosexualidad ni el hecho de acercarse a ella. La confianza en la Iglesia – que no es sinónima en absoluto de ausencia de mirada crítica, ni de sumisión dócil a todo lo que está dicho – no defrauda nunca, porque La creo profundamente justa y sorprendente. Sí, voy asumiendo cada día más de formar parte de esta familia que es la Iglesia católica, y me escandalizo de ver que maltratan así a mi abuelo, porque tiene el valor de decir de viva voz lo que se ha de saber sobre la homosexualidad, y muchos más temas de moral sexual por otro lado. Al leer lo que dice realmente Benedicto XVI, uno cae en la cuenta de que no es para nada el hombre frustrado del cunal algunos medios de comunicación hablan. Está especialmente al tanto de nuestras realidades contemporáneas.

 

« Cuando le explico que a menudo hay que distinguir entre la trayectoria oficial de la Iglesia y la acción pastoral, le resulta muy difícil entenderlo, porque lo interpréta como una hipocresía. » Comprendo que no pueda acoger del todo el discurso que separa teoría y práctica, Iglesia superior e Iglesia inferior (aunque veo muy bien cómo lo has dicho : el Vaticano bien tiene que proponer un marco moral, un discurso generalista, adaptándolo luego a cada situación, a las excepciones, a las personas, a las situaciones humanas imprevistas). La resistencia de este muchacho lo honra. ¡ Tiene razón de no aceptar nuestras tibiezas y tentaciones de distancia con nuestra propias Institución para no asumir todo lo que nos pide o la mala fama que su defensa nos daría ! Al menos, eso significa que inconscientemente le importa mucho la Unidad de la Iglesia, que está en busca de la Verdad, que desea de manera tenaz la coherencia entre los discursos y los actos, que quiere abrazar la Iglesia ¡ completamente o para nada ! A lo mejor tiene que conservar la parcela de belleza que contiene su revuelta (a saber la búsqueda de la Verdad) y consentir por otro lado en el misterio de la obediencia. « Obedecer » significa « amar » cuando se da su obediencia al buen Maestro.

 

« Últimamente, ha expresado sus dudas en cuanto al discurso de la Iglesia sobre la homosexualidad. Nos dice que no es homosexual y que no conoce a nadie que lo sea. Sin embargo, quiere comprender el discurso de la Iglesia a propósito de este tema ; si no, teme que cuando sea sacerdote, quizás no pueda ser capaz de poner en práctica lo que defiende la Iglesia, y acabe por abandonar el camino del sacerdocio católico. » Me parece estupendo que este chico quiera ser tan entero, que se arriesgue también en un terreno que a priori no conoce mucho (el mundo homosexual), que anhele estar en el corazón de un apostolado dentro y cerca de las realidades de nuestro mundo. Lo felicitarás y lo animarás a que siga con fisgar, a que no se deje nunca torear a firmar un contrato sin conocer todas sus cláusulas. A partir del momento en que acepta que no se puede controlar o adivinarlo todo de la inteligencia de Dios…

 

« Por el momento, está poniendo realmente en tela de juicio su vocación a causa de este tema. Leyó comentarios sobre la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que trata de la acción pastoral respecto a las personas homosexuales, y no está de acuerdo de este mensaje. Él piensa que éste no es un mensaje de misericordia, como el de Jesús. Sería una contradicción con el Evangelio. » Entiendo su primera reacción. Ahora bien, aquella impresión de falta de amplitud de miras estriba no tanto en el contenido como en la brevedad de los artículos de la Carta de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Y está claro que el mensaje de la Iglesia, aunque no es falso, debe refinarse, ser más preciso, para ser más acogedor y amable. Personalmente encuentro que no se habla todavía bastante de la cuestión del deseo homosexual en sí mismo, ni de su relación con la violación. Por lo tanto, le cuesta dar la talla al discurso bienpensante de la apertura incondicional al otro. El chico del cual me hablas ne tiene que perder de vista que el amor al prójimo no es un « sí » sin reservas, pero a veces un « no » y una exigencia enunciada con firmeza. Jesús siempre acoge al otro sin reservas, ¡ pero los actos humanos con muchas reservas y exigencia ! Porque a Él le importa el Amor tanto como a las personas amadas por Éste. Y puesto que nos responsabiliza, nos pone frente a nuestros límites humanos y nuestra libertad. Si no importáramos para Él, no se molestaría para oponerse a nuestras ilusiones – a veces bien intencionadas – de hacernos pasar por Él. Pero Jesús no acoge a la mujer adúltera con ojitos de miel, una sonrisa remilgada, y un amplitud de miras relativista : Él la ama profundamente, y por eso también le dice sin rodeos : « Vete y no peques más. » Acoge a la persona, pero no acepta el pecado. Hace una petición explícita, que condena el acto mientras que pone de pie al alma pecadora. Por eso encuentro que el mensaje de la Iglesia sobre la homosexualidad es exigente, pero muy evangélico. Es el amargor de la copa derramada.

 

« También piensa que no es justo que para los heterosexuales haya dos opciones: la vida matrimonial y la castidad consagrada a Dios, pero para los homosexuales sólo hay la castidad. » Primero, expliquémonos con los términos. La castidad no es equivalente a la abstinencia o la continencia : también se ha de vivir en una pareja hombre-mujer, o entre amigos, e incluso entre un artista y su obra de arte, porque la castidad es esta justa distancia que permite la relación, esta resistencia a la fusión destructiva. Luego, es cierto que la petición de la continencia para las personas homosexuales es un poco difícil de beber de un trago. A mí también, me dio quebraderos de cabeza, sobre todo cuando empezaba a aceptar la realidad de mi deseo homosexual. Me encontraba en misas dominicanas durante las cuales la condición homosexual no era mencionada en absoluto (días especiales de ésos como « La Jornada de las Vocaciones » o « La Misa por las Familias »…). Durante las homilías, los sacerdotes no proponían más que dos opciones de vocaciones posibles para seguir a Cristo : sea la pareja casada (que yo no podía vivir), sea el celibato consagrado vivido en el sacerdocio (que no podía vivir tampoco, ya que la entrada en los seminarios era bloqueada para las personas homosexuales). Esta forma de pensar me pareció un poco restringida y espantosa ; en aquella época (a los 20 años), casi lloraba, y gritaba interiormente hacia el Señor : « Pero Señor, ¿ qué camino nos queda para nosotros, los homosexuales ? ¿¿¿ Qué salidas de emergencia ??? ¿ Por qué no tendría derecho al amor, yo también, ya que me diste un corazón para amar ? » Sin embargo, esta revuelta no me hizo abandonara a la Iglesia (mi fe era demasiado fuerte). Al contrario, me dio el impulso para plantearme las buenas preguntas e inaugurar un nuevo camino. Y encima, con el paso del tiempo, iba comprendiendo que aquel sendero limitado y estrecho de la continencia, propuesto a las personas homosexuales, no era ninguna condenación del Amor, sino que era justamente una petición específica que reconoce nuestra singularidad a nosotras, personas homosexuales, y también que no era ni más fácil ni más difícil de vivir que el matrimonio o el sacerdocio : la continencia entraña la misma renuncia, el mismo don total de sí mismo, la misma libertad. No deja de ser un camino por el cual se puede amar verdaderamente. No es el número de elecciones propuestas que determina nuestro grado de libertad y nuestra felicidad, pero sí nuestra elección completa de una sola persona, sea una persona del sexo supuestamente « opuesto », sea Jesús. Y las personas homosexuales no son privadas de Jesús : a causa de los límites impuestos por su deseo sexual, al fin y al cabo, quizás sean específicamente más orientadas hacia « la buena Parte ». Entonces, ¿ por qué deberían quejarse, llorar por ser marginadas del modelo de la Pareja presentado por nuestra sociedad ultra-erotizada como la única estructura de amor verdadero ? En cierta manera, su condición homosexual les prepara de forma más directa y más firme a las Bodas celestes. Si saben atraparla, es una suerte para ellas verse obligadas, a causa de un deseo interior que no han elegido, a entregarse a sí mismas completamente a la persona de Jesús, dado que la Iglesia no les propone vivir otra cosa con otra persona. La Iglesia les pide en seguida algo tremendo, totalmente surrealista humanamente hablando, pero glorioso en la Eternidad. ¡ Tendrían que alegrarse de esta Buena Nueva ! Sin embargo, ésta cobra todo su sentido únicamente a la luz de la Fe y de la Resurrección.

 

« Puesto que yo no soy lesbiana, me resulta realmente difícil juzgar. Busqué unas cuantas informaciones, pero no sé qué opinión aceptar como justa. Confieso mi ignorancia sobre el tema y por eso le pido su ayuda. » No tengas miedo, Paula, de tus impresiones, de tus opiniones, o juicios razonados. La homosexualidad es humana. Aunque todos no la sienten físicamente, sigue perteneciendo a todo el mundo, y cualquier persona puede hablar de ella – ¡ incluso los sacerdotes « heterosexuales » ! – porque la reflexión sobre el Deseo concierne a cada uno de nosotros. La homosexualidad no es un tema que pertenece específicamente a las personas homosexuales, aun cuando la mayoría de ellas lo hagan creer para no escuchar las verdades que el mundo exterior les revela en cuanto a los numerosos límites de su tendencia sexual. Es nuestro deber, como cristianos, de posicionarnos. ¡ Y he visto a gente supuestamente « heterosexual » tratar de homosexualidad con más pertinencia y mayor distancia que los que tienen los ojos cerrados y ninguna perspectiva sobre su propia condición homosexual ! Así que tú, ¡ tranquila ! 🙂

 

« Dado que es usted homosexual y católico, ¿ aceptaría contestar algunas preguntas ? Por ejemplo, ¿ qué opina de la frase siguiente ? : «La inclinación homosexual, aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente desordenada, ya que es una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral» (según La Carta de la Conferencia Episcopal : Matrimonio, familia y uniones homosexuales, 1994) Es decir, ¿ la inclinación homosexual, para usted, es desordenada, y se puede considerar el comportamiento homosexual intrínsecamente malo ? » Sí, estoy de acuerdo con esas palabras. Desde luego, son explícitas, pero rectas. Por haber sido testigo del desorden interior y exterior que provocaba la justificación del deseo homosexual en la vida de las personas que se sometían ciegamente a ello como si fuera un deseo que las definía por completo, y que fuera equivalente al amor entre una mujer y un hombre que se aman verdaderamente o entre un hombre continente y Dios, puedo decir que subscribo a éstas. Luego, me gustaría añadir al respecto mi propio estudio de terreno. He inventariado en las obras homosexuales (películas, novelas, biografías, discursos de muchos individuos homosexuales…) todas las citaciones inconscientes de la palabra « desorden », ¡ y hay muchas ! (y contra toda previsión, ¡ fueron hechas por personas que defendían la autenticidad de su deseo homosexual !) También he descrito la naturaleza dispersante, es decir más divididora que unificante, del deseo homosexual, a través del estudio de los símbolos recurrentes en las ficciones que tratan de la homosexualidad : las caras cortadas por la mitad, los animales con dos cabezas, los cuerpos quebrados, los gemelos, los siameses, los espejos rotos, los dobles esquizofrénicos, etc., todas estas figuras simbólicas de la división. Para mí, aquellas imágenes son el lenguaje del deseo homosexual, un impulso que conduce más a la dispersión y a actos donde dominan la fantasía narcisista y las pulsiones en vez de la Realidad y la Verdad (lo cual no significa que estén siempre totalmente desconectadas de las dos últimas).

 

« Para mí es difícil entender que, siendo la homosexualidad una estructura de la persona, aunque no sea de origen genético en la mayoría de los casos, sería/es algo malo y desordenado. Si soy sincera, en mi ignorancia, yo preferiría que la homosexualidad pudiera cambiarse mediante alguna terapia y convertirse en heterosexualidad. Pero según lo que leí, en psicología, no lo aceptan ni lo aconsejan, aunque haya grupos que alentan el cambio llamándolo ‘conversión’, ¿ eso es ? » Es cierto que no es deseable poner la homosexualidad en el campo de la genética o de la enfermedad por no ser simplemente una elección. Sin embargo, aunque no pretendo zanjar entre lo innato y lo adquirido (porque según yo, la homosexualidad sigue siendo una enigma que no hay que dilucidar por completo para dejar al individuo que la siente una libertad máxima, para no transformarla en destino, para no « patologizarla » ni esencializar el deseo homosexual y darle demasiada importancia en detrimento de la persona homosexual), he comprobado que el deseo homosexual era a la vez el indicio de una herida relacionada con un contexto de violencia real (violación, incesto, auto-desprecio, deseo de ser un objeto, aislamiento amistoso, etc.) y también la señal de coincidencias y de terrenos con futuro (determinantes o no), ambos caracterizados por una falta de deseo. Claro, hay que tener mucho cuidado con las terapias de grupo y todas esas sectas que estigmatizan a « los » homosexuales y los reducen a su deseo homosexual para quitárselo mejor y simular una conversión milagrosa a la « heterosexualidad ». Personalmente, no creo en la eficacia de aquellos métodos, entre otras cosas porque no considero la orientación homosexual como un factor determinante de la totalidad de la persona que la siente, ni como el mal absoluto. Además, lo que se juega a nivel de la sexualidad es muy misterioso y profundo : no creo que se pueda cambiar por completo cuando uno es homosexual, salvo los que se sienten bisexuales. Depende de la profundidad del arraigamiento de la homosexualidad en nosotros. En resumen, la herida homosexual sigue siendo un enigma con muchas incógnitas, incluso para mí. Dicho esto, todos tenemos algo en nosotros que curar … y está claro que el deseo homosexual, a partir del momento en que uno se entrega a él, hiere, e una fragilidad que hay que tomar en cuenta. He visto en las personas homosexuales que me rodean mucha frustración, miedo, timidez, odio contra sí mismas, misantropía (declinado en misoginia o androfobia), falta de confianza. Esto no es específico del deseo homosexual (existen otras clases de deseos dispersantes), pero el deseo homosexual está marcado por este desorden.

 

« Entonces, ¿ cómo comprende y vive su orientación sexual ? » En el momento en que te escribo estas líneas, trato de vivir la continencia. Después de 29 años de celibato total, y luego un período de un año y medio de experimentación de la relación homosexual carnal con hombres, vuelvo poco a poco a la continencia pero con más firmeza y pureza. En todo caso, con más seguridad. Esta promesa tiene que ser confirmada a largo plazo y por la alegría. Pero de momento, ¡ va por buen camino ! ¡ Mi corazón arde, y es más ardiente que antes !

 

« Con respecto a la frase siguiente en la misma carta, ¿ está de acuerdo con esta afirmación ? « En realidad, también debemos reconocer a aquellos que tienen una tendencia homosexual la libertad fundamental que caracteriza a la persona humana y que le da su dignidad especial. Debido a esta libertad, como cualquier rechazo del mal, el esfuerzo humano, aclarado y sostenido por la gracia de Dios, podrá permitirles evitar la actividad homosexual. ¿ Cree usted que una persona homosexual puede evitar la actividad sexual y debe hacerlo por su bien ? ¿ Está de acuerdo con la opción de la castidad para todos los homosexuales cristianos ? O también, ¿ piensa que la Iglesia debería ser más abierta ? ¿ En qué sentido ? Por ejemplo, ¿ cree que la acción pastoral católica a favor de los homosexuales debería orientarse hacia el apoyo de la fidelidad de las parejas homosexuales estables ? » Sí, estoy de acuerdo con la frase citada más arriba, porque creo en el poder de la acción de Dios en nosotros. Ahora bien, esta acción no es ni espectacular (¡ no se pide a una persona herida que corra los cien metros !), ni eufórica, ni una promoción para el matrimonio forzado, ni una incitación al abandono del deseo homosexual. Al contrario, cuanto más uno se acerca sin temor a su deseo homosexual y al « ambiente homosexual » para reconocerlos y entender cómo funcionan, tanto menos riesgos existen para él de confundirse con éste y de dejarlo dirigir su vida. Pero bueno, obviamente, alento al respeto de las parejas homosexuales y al apoyo de la fidelidad en su seno, sin que por ello nos engañemos sobre su fragilidad objetiva. No se ha de idealizar el amor homosexual, ya que tiene muchos límites (y no sólo porque la sociedad le pondría trabas ; es el deseo que es, por naturaleza, débil y violento). Tampoco hay que quitarle el calificativo de « amor », porque aunque sea un amor limitado, puede ser a veces el lugar del intercambio de diferencias, de ternura, de compromiso sincero, que no podemos dejar de lado.

 

« ¿ Conoce usted una experiencia eclesiástica diferente de la imagen que tenemos al leer únicamente aquella Carta ? » Confieso que, hasta el día de hoy, no he encontrado nunca a una pareja homosexual que me entusiasmó realmente (¡ y a parejas homosexuales, conozo muchísimas !). Pero jamás hay que jamás decir. Mi escepticismo no es definitivo. Si un día me toca encontrar a una pareja homosexual que me parece sólida y feliz a la larga, no dudaré en expresarlo. La única cosa que puedo decir ahora al respecto, es : « Lo veré más adelante », aunque sigo sin estar convencido de la fuerza del amor homosexual, y sé cada vez mejor por qué.

 

Desde el punto de vista de mi experiencia de Iglesia, no he encontrado verdaderamente a personas homosexuales que vivían una combinación armoniosa entre fe y homosexualidad : sea trataban de formar una Iglesia gay mientras se alejaban de la Iglesia institucional (como es el caso con la asociación cristiana David y Jonathán en Francia), sea me encontré con chicos aislados que reprimían su homosexualidad en una práctica religiosa en la que callaban sus tendencias (casos muy raros… y entre ellos, hay algunos eclesiásticos…). Pero confieso que, a día de hoy, no conozco a ningún hombre como yo, que asume de manera pública tanto su fe practicante católica como su homosexualidad.

 

Relativo a la acogida de las personas homosexuales en las iglesias, encuentro a los sacerdotes aún demasiado tímidos, timoratos, al respecto. Su actitud de miedo les hace a menudo torpes, incluso un poco condenadores. En el terreno, a la Iglesia católica todavía le cuesta tomar al toro homosexual por los cuernos. Haría falta una formación, un resumen completo, una palabra franca en la que basarse, para procurar no meter la pata y evitar el distanciamiento de ciertas personas de la Iglesia por la única razón de la homosexualidad.

 

« ¿ Me puede aconsejar también una bibliografía que me permita interarme mejor del tema ? (sea sobre la homosexualidad, sea sobre el punto de vista de la Iglesia al respecto). » Sólo puedo aconsejarte la lectura de intelectuales y teólogos tales como Xavier Thévenot, Jacques Arènes, Xavier Lacroix, o en un registro psicoanalítico y profano, Jean-Pierre Winter, muy sólido también. Es lo mejor que he encontrado. Y, por supuesto, mi libro … 😉

 

« Con permiso, aún tengo otra pregunta : ¿ qué piensa de los matrimonios entre personas homosexuales y de la adopción de niños por su parte ? » Trato del tema precisamente en mi ensayo. En pocas palabras, no soy favorable al matrimonio entre personas homosexuales, ni a la adopción de hijos por ellas. En ambos casos, es en nombre del respeto a la diferencia entre los sexos (la que consolida la unión de amor verdadero) y a la realidad de la familia, que defiendo este punto de vista. Ojo : cuando digo esto, quiero advertirte con insistencia contra una sacralización natalista de la procreación, o contra una idealización de la diferencia entre los sexos. No basta con que los niños existan físicamente, o que una pareja esté formada por una mujer y un hombre, para que haya amor real. No sólo tiene que estar presente la diferencia entre los sexos, sino que también aquella ha de ser coronada por un deseo verdadero y libre entre dos personas diferentemente sexuadas, y luego por la acogida de niños, para poder hablar realmente de amor y de familia.

 

« Disculpe porque me doy cuenta de que le acabo de someter una verdadera entrevista. Eso muestra cuan grande es mi ignorancia en cuanto a este tema. Le agradezco de todo corazón por su cooperación. A la espera de noticias suyas, que Dios le bendiga. Paula »

 

Paula, quiero darte las gracias calurosamente por haberme dado la oportunidad, a través de tu correo lleno de preguntas, de abordar cuestiones centrales sobre la homosexualidad. Tus preguntas atestiguan en ti de una fe muy viva, justa, incisiva, en marcha, fértil. ¡ Genial ! Me has hecho las buenas preguntas, y me permites expresar con palabras más sencillas lo que me habita desde hace mucho tiempo y que no había nunca formulado de esta forma. Hace 2 años, después de la lectura mi libro, un amigo de mi familia, un sacerdote ya mayor, me sugirió escribir un fascículo que propondría consejos prácticos para la acogida de las personas homosexuales por la Iglesia. Y tengo la impresión de que, gracias a tus interrogaciones, su deseo se ha cumplido. Es impresionante ver cómo el simple tema de la homosexualidad es por sí solo factor de discordia, de divisiones internas/externas, y de distanciamiento de la Iglesia. Ya lo he comprobado muchas veces con los recién adultos católicos presentes en nuestras iglesias. Entonces has llegado directamente al grano. Mil gracias. Por lo tanto, me gustaría mucho publicar en el sitio internet de mi libro nuestra entrevista que te mando ahora. ¿ Me lo permites ? Dios, que es todopoderoso, te bendiga. Tu (ya) hermano Philippe.

 
 
N.B. : Amigos lectores de lengua española, encontrarán todas las reacciones (desgraciadamente en francés…) a esta carta así como mis respuestas, en el sitio Padreblog.fr. Es uno de los artículos más leídos. ¡ Agradezco al padre Pierre-Hervé Grosjean y a sus compadres sacerdotes !