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¿ La condena unánime de la salida del armario del Padre Charamsa habría resuelto el tsunami de la homosexualidad que llega en el Sínodo ?


 

Francamente, aunque mi fe en el Espíritu Santo revelado plenamente en/por la Iglesia Católica-Institución y en particular a Francisco y al Papa Benedicto XVI se mantiene intacta, no puedo dejar de observar tres espejismos (persistentes) que la gran mayoría de los católicos y cardenales alimenta, sobre la segunda parte del Sínodo :
 

1) Que este Sínodo sería un Sínodo « sobre la familia ».
 

No. Esto no es un Sínodo sobre la familia, a pesar de su título y de su pretensión. Se trata en realidad de un Sínodo sobre el celibato (consagrado y cuya forma es la continencia). Se trata de un Sínodo, por lo tanto, sobre la Iglesia, sobre todo el cuerpo eclesial y su viabilidad/legitimidad.
 

2) Que este Sínodo no levantará grandes olas.
 

Podemos desearlo y rezar por ello, sin embargo la cosa se presenta mal. El reto oculto del Sínodo es considerable : evitar el cisma. Digo « oculto » porque el Papa y sus cercanos tratan de minimizar este riesgo, de mantener un perfil bajo, de tranquilizar a lo católicos antes del tsunami progresista que llega sobre el Vaticano (Se olvidan demasiado rápidamente del otro progresismo – igual de terrible como el oficial – defendido por los tradicionalistas y conservadores entre los católicos, que sueñan con una « reforma » que hace progresar a la Iglesia hacia atrás). Por precaución táctica, las cabezas pensantes/rezantes del Vaticano anuncian que no anunciarán nada nuevo, nada « revolucionario », y que desilusionarán a muchos. Pero yo no sería tan optimista. ¿ Los católicos se dan cuenta de que el peligro no está detrás, pero sobre todo frente a ellos ? ¿ Rezan por las buenas intenciones? Yo no lo creo para todos.
 

3) Que la homosexualidad occupa un sitio-anexo en este Sínodo.
 

Es absolutamente erróneo creerlo. La homosexualidad es el principal punto de crispación del Sínodo, aunque la Curia aún no quiera admitirlo (y la eluda con el expediente de los divorciados que se han vuelto a casar) y quiere hacer de ella un fuera-de-tema, sirviéndose, por otra parte, de la fuerte ola emocional de indignación generada por el escándalo de la apertura de la segunda parte del Sínodo : la salida del armario del sacerdote polaco Charamsa. Este acontecimiento sólo es el fuego – sin duda impresionante, pero aislado y rápidamente dominado – que esconde otro fuego más grande : el incendio de la tibieza eclesiástica en cuanto a la bipolaridad heterosexualidad-homosexualidad, del miedo interno a denunciar el mito del « amor homosexual » y a proclamar la santidad en el marco del celibato continente, a la defensa ciega de la heterosexualidad (entendida como la diferencia de sexos). He escogido al azar en Facebook (véase más bajo) varias reacciones de católicos (e incluso un extracto en el Padreblog ) supuestamente sólidos, que son muy timoratos o inexactos respecto al análisis de la homosexualidad y de la heterosexualidad. Reducen el escándalo de la salida del armario del padre Charamsa a un asunto de adulterio universal y de ruptura del voto de castidad en el sacerdocio, para desligarse de explicar que son también la homosexualidad, la creencia en la heterosexualidad y la creencia en el amor homosexual que son problemáticas dado que constituyen graves factores agravantes adicionados al pecado de adulterio y a la desobediencia anti-sacramental planteados por una minoría de curas que han colgado el hábito. Como lo explico desde hace mucho tiempo ya, la homosexualidad es el único tema que divide realmente a la Iglesia de una manera impensable. Yo diría que las tres cuartas partes de los católicos creen en el « amor homosexual », y que la cuarta parte restante no sabe por qué se opone a ello, ni cómo explicar por qué no cree en ello (excepto bíblica y sacramentalmente) ni le apetece oponerse a ello. Porque es un tema objetivamente espinoso, impopular, difícil de aclarar. Incluso cuando hablamos bien de la homosexualidad, despertamos una división fuerte en el mundo y en la Iglesia, y somos mal entendidos/odiados/temidos por la gran mayoría de nuestros parientes, incluyendo a los católicos (¡ puedo decirlo además con conocimiento de causa !). No estoy soñando. Durante las conferencias pre-sinodales que tuvieron lugar en Roma antes del domingo pasado, nada indicaba que – incluso en las mesas redondas destinadas a abordar directamente el tema de la homosexualidad – la homosexualidad y la heterosexualidad fueron tomadas en serio y verdaderamente afrontadas.
 

Ilusionándose que el desalojo posterior a la salida del armario de un miembro de la delegación de la Doctrina para la Fe alejaría milagrosamente el problema, muchos católicos no se imaginan que, aunque los ejércitos progresistas y gays friendly de Faraón (= la heterosexualidad) estén detrás de ellos, ¡ el mar (= la Iglesia) está a punto de partirse en dos frente a ellos ! ¡ En cuanto al peligro del cisma, yo, personalmente, prefiero desafiar de frente al Cerbero con tres cabezas ! Esta es la mejor manera de derrotarlo, creo. Esa es la Esperanza. No simplemente un deseo piadoso « optimista » basado en una falsa idea de « unidad eclesial ». Y tal vez el cisma sea evitado.
 
 
 
 
 
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Ver la traducción francesa de este artículo en este link, así como otro artículo sobre el mismo tema. También un texto muy claro.

La condamnation unanime du coming out du Père Charamsa aurait réglé le tsunami de l’homosexualité arrivant sur le Synode ? (traduction italienne partielle)

 

À dire vrai, même si ma foi en l’Esprit Saint révélé pleinement à/en l’Église-Institution catholique et plus spécialement aux Papes François et Benoît reste intacte, je ne peux m’empêcher d’observer trois illusions (persistantes) dont la grande majorité des cathos et des cardinaux se nourrissent, à propos de la deuxième partie du Synode :
 

1) Que ce Synode serait un Synode « sur la famille ».

 

Non. Ce n’est pas un Synode sur la famille, même s’il en porte le titre et en a la prétention. C’est en réalité un Synode sur le CÉLIBAT (consacré et dont la forme est la continence). C’est un Synode, donc, sur l’Église, le corps ecclésial en particulier et sa viabilité/légitimité.
 

2) Que ce Synode ne fera pas de grandes vagues.

 

On peut le souhaiter et prier pour cela, mais ça ne s’annonce pourtant pas comme ça. L’enjeu caché du Synode est de taille : éviter le schisme. Je dis « caché » car le Pape et ses proches essaient de minimiser ce risque, de jouer profil bas, de rassurer les cathos devant le tsunami progressiste qui arrive sur le Vatican (c’est bien vite oublier qu’un autre progressisme – tout aussi redoutable que l’officiel – est porté par les tradis et les conservateurs parmi les cathos, qui rêvent d’une « réforme » qui fait progresser l’Église vers l’arrière). Les têtes pensantes/priantes du Vatican annoncent par prudence tactique qu’ils n’annonceront rien de nouveau, de « révolutionnaire », et qu’ils feront des déçus. Mais je ne serais pas si optimiste. Les catholiques ont-ils conscience que le danger n’est pas que derrière mais surtout devant eux ? Prient-ils pour les bonnes intentions ? Je ne le crois pas pour tous.
 

I cattolici sono consapevoli che il pericolo non è dietro ma soprattutto davanti a loro?
 

3) Que l’homosexualité occupe une place-annexe dans ce Synode.

 

C’est absolument faux de le croire. L’homosexualité y est le point de crispation majeure, même si la Curie ne veut toujours pas le voir (et le noyer avec le dossier des divorcés-remariés) et veut en faire un non-sujet, en se servant, qui plus est, de la forte vague émotionnelle d’indignation unanimement condamnante suscitée par le scandale d’ouverture de la deuxième partie du Synode : le coming out du prêtre polonais le père Charamsa. Cet événement n’est que l’incendie – certes impressionnant mais isolé et vite maîtrisé – qui en cache un plus gros : l’incendie de la tiédeur ecclésiastique par rapport à la bipolarité hétérosexualité-homosexualité, de la peur interne à dénoncer le mythe de « l’amour homo » et à annoncer la sainteté dans le célibat continent, de la caution aveugle à l’hétérosexualité (comprise comme la différence des sexes). J’ai pioché au hasard sur Facebook (ci-dessous) des réactions de catholiques (et même un extrait sur le Padreblog) pourtant réputés solides, qui se montrent très timorés ou inexacts concernant l’analyse de l’homosexualité et de l’hétérosexualité. Ils réduisent le scandale du coming out du père Charamsa à une affaire d’adultère universelle et de rupture du vœu de chasteté dans le sacerdoce, pour se dédouaner d’expliquer que c’est aussi l’homosexualité, la croyance en l’hétérosexualité et la croyance en l’amour homosexuel qui posent problème, et qui sont de graves facteurs aggravants ajoutés au péché d’adultère et au péché de désobéissance anti-sacramentelle posés par un ecclésiastique défroqué minoritaire. Comme je l’explique depuis longtemps, l’homosexualité est le seul sujet qui divise vraiment l’Église à un point inimaginable. Je dirais que les trois-quarts des cathos croient en l’« amour homo », et que le quart restant ne sait pas pourquoi il s’y oppose, ni comment expliquer pourquoi il n’y croit pas (à part bibliquement et sacramentellement), ni a envie de s’y opposer. Car c’est une thématique objectivement épineuse, impopulaire, difficile à éclaircir. Même quand on parle bien de l’homosexualité, on réveille une division forte dans le monde et dans l’Église, et on est incompris/détesté/craint de la très grande majorité de ses proches, y compris cathos (j’en sais quelque chose!). Je n’ai pas la berlue. Pendant les conférences pré-synodales qui ont eu lieu à Rome avant dimanche dernier, rien ne laissait présager que – même dans les tables rondes censées traiter directement du sujet de l’homosexualité – l’hétérosexualité et l’homosexualité étaient prises au sérieux et vraiment affrontées.
 

En s’illusionnant sur le fait que l’éviction post-coming out d’un membre de la délégation de la Doctrine pour la foi éloigne miraculeusement le problème, beaucoup de catholiques ne s’imaginent pas que, même si les armées progressistes et gay friendly de Pharaon (= l’hétérosexualité) se trouvent derrière eux, la mer (l’Église) est sur le point de s’ouvrir en deux en face ! Personnellement, je préfère, concernant le danger du schisme, regarder le cerbère à trois têtes en face ! C’est le meilleur moyen de le terrasser, je crois. C’est ça l’Espérance. Pas un vœu pieux « optimiste » fondé sur une fausse idée d’« unité ecclésiale ». Et le schisme sera (peut-être) évité.
 

Preghiamo perchè il tema dell’omosessualità e della santità nel celibato continente siano opportunamente affrontati e spiegati da questo Sinodo, prendendo il « toro per le corna » su un tema che divide così tanto i cattolici in balia delle bighe progressiste del Faraone LGBT ( = eterosessualità) che rincorrono il popolo in fuga. Solo così si potrà evitare che la Chiesa si apra in due come il mar rosso, e che invece possa passarvi in mezzo, all’asciutto come ai tempi di Mosè.
 

Enfin, pour terminer sur l’Affaire Charamsa, loin d’accabler le prêtre polonais, loin de me contenter de le mépriser en priant hystériquement sur sa « chute » sans chercher à comprendre son sens, loin de justifier son coming out, je pense que son attitude n’est pas que le « stratagème médiatique » que beaucoup de cathos veulent y voir. Il y a du vrai derrière son « putsch ». La réaction de ce prêtre est logique et indique que les torts sont malgré tout partagés entre lui et l’Église romaine, que le discours ecclésial sur l’homosexualité n’a pour le moment trouvé ni son couronnement ni sa cohérence ni son incarnation. Ce n’est pas un hasard si le prêtre en question s’est exclamé dès sa première interview : « Il est temps que l’Église ouvre les yeux face aux gays croyants et comprenne que la solution qu’elle propose, à savoir l’abstinence totale et une vie sans amour, n’est pas humaine ». En effet, Charamsa pointe du doigt l’exigence de la CONTINENCE que l’Église catholique sous-entend dans son discours sur l’homosexualité, mais surtout la peur – qui ressemble à une hypocrisie, pour le coup – de Celle-ci à assumer et à annoncer explicitement cette exigence… car en effet, 1 point pour le prêtre polonais : l’Église n’a pas encore eu le courage d’assumer précisément l’appel au célibat continent, c’est-à-dire au « renoncement au couple » demandé aux personnes durablement homos (renoncement qui n’est absolument pas induit par le terme vague de « chasteté » qui pour l’instant a prévalu dans tous les discours officiels de la Curie sur l’homosexualité). Pas étonnant, donc, que ce dernier voie et dénonce ce manque de franchise RÉEL, ce talon d’Achille, ce voile pudique d’imprécision pudibonde, comme une mascarade, un signe révélateur d’une homosexualité cléricale refoulée (car pour une part, ce voile est un aveu de pratique homosexuelle et de croyance en « l’amour homo » effectivement cachées dans le Clergé !). Et pour aller un peu plus loin, Charamsa attend la Vérité. Il attend la forme concrète de la Croix qui Lui est donnée spécifiquement dans le cadre de sa tendance sexuelle réelle. Et l’Église prive pour l’instant toutes les personnes durablement homosexuelles de cette Bonne Nouvelle de la continence. C’est un manque objectif. Alors je n’irais pas aussi vite dans le lynchage du monsieur dissident. Son coming out est l’indicateur de manquements à la Vérité que le Pape, les cardinaux et les évêques doivent écouter, au lieu de noyer la part de Vérité que contient le geste médiatique infâmant dans le procès d’intentions caricatural (« Il a fait ça pour se faire remarquer! », « C’est diabolique! », « Il a voulu diviser à la veille du Synode ! », « Il a loupé son coup ! », « Il a voulu vendre son futur livre. », « Il fait les choux gras des médias anti-cléricaux », etc.). Il faut savoir écouter aussi le sens des attaques.
 
 
 
 

Ci-dessous, trois réactions sur le coming out qu’aurait magiquement neutralisé un lynchage « catholique » unanime :
 
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polonais 2
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Voir aussi la traduction espagnole de cet article, sur ce lien ; ainsi que l’article associé, en français et en espagnol. Je rajoute cet article capital sur la demande de « réforme » du discours ecclésial sur l’homosexualité.

Film « Marguerite » de Xavier Giannoli (avec Catherine Frot) : le navet que les bobos trouvent géniâl

Marguerite Ange
 

Au secours, y a-t-il quelqu’un de sensé dans la salle ?

Les bobos s’extasient en ce moment sur « Marguerite » de Xavier Giannoli qui vient de sortir en salles en France. Quand à la fin de la projection j’ai entendu la salve d’applaudissements quasi unanimes en l’honneur de ce film pourtant médiocre et choquant, non pas esthétiquement mais dans ses messages, je n’ai pas pu réprimer ma révolte : « Mais ils sont tous devenus cons ou quoi ?? Si vous trouvez ce film beau et profond, c’est que vraiment la France est en pleine dégringolade, en pleine régression morale, intellectuelle et spirituelle ! » À la sortie, j’ai heureusement pu me défouler sur les deux amis avec qui je me trouvais, et qui, pour au moins l’un d’entre eux, se seraient volontiers fait avoir. Quelle époque, mes frères, quelle époque passionnante et effrayante à la fois !
 
Marguerite France
 

L’onirique équivaudrait au Vrai, voire même Le dépasserait

Le message principal du film, tenez-vous bien, c’est celui-ci : Il ne faut pas briser des rêves, même irréalistes. Tant pis si les gens passent pour des idiots ou des fous : ils sont quand même « touchants » dans leur fidélité à leurs croyances insensées. Il faut les laisser. Valorisons leurs intentions à défaut de pouvoir valoriser leurs talents réels. C’est un peu la bienveillance condescendante qu’on retrouve dans la chanson hyper bobo d’Anne Sylvestre « Les Gens qui doutent » : « J’aime leur petite chanson même s’ils passent pour des cons. » L’important, c’est de participer. L’important, c’est d’y croire. Logique hédoniste s’il en est. Chacun doit réaliser son rêve : ce qui prime, c’est de se faire plaisir (… même si c’est au détriment des autres et de soi). La passion amoureuse ou idolâtre excuserait tout. Peu importe le résultat. Peu importe le Réel, l’excellence, le Meilleur, le Vrai. Cette pensée qui érige le doute et le fantasme sur un piédestal se veut un hommage vibrant à la sincérité, qui serait finalement plus belle que la Vérité même. La star ratée est belle, au moins d’être sincère, d’avoir cru être star. Ce serait « pas bien » de briser des rêves, surtout les rêves d’amour de la femme amoureuse : ça peut la tuer physiquement, en plus de la rendre malheureuse. Au diable la connaissance, et vive l’ignorance ! Au diable les tristes réalistes ! Nazis, va !!
 
Marguerite ampoules
 

Margue-rite

« Dans le boboïsme, tout est rituel, rien n’est sacré. » comme me l’avait expliqué à très juste titre une amie spécialiste des bobos. Et en effet, le film « Margue-rite » prétend créer un nouveau rite : la consécration (et le sacrifice rédempteur) de la médiocrité. Le mythe de la Vérité par le mensonge ou par la merde (autrement appelé le kitsch). « Marguerite » est un film moralisant sur la grande mascarade sociale qui excuserait la petite mascarade individuelle de la sincérité. À en croire son réalisateur Xavier Giannoli (tiens, encore un bobo barbu…), les chimères, les illusions, l’imaginaire fallacieux contiendraient leur part de vérité, de beauté, d’amour, que n’égalerait pas leur dénonciation. Si le mensonge sert à vivre et soulage, ma foi, tolérons-le. Voire même, qu’il remplace la Vérité ! qu’il remplace l’Amour ! Par exemple, Georges, le mari infidèle de Marguerite, à la fin, « aimerait » vraiment celle-ci quand même, rien qu’en protégeant Marguerite de la « terrible » vérité, rien qu’en tentant de sauvegarder les apparences du « monde intérieur » fantasmé que sa femme cocue s’est construit. C’est « ça » l’amour… Le cinéma intérieur permettrait cette substitution « miraculeuse » entre Vérité et sincérité, entre Vérité et mensonge, la rendrait possible et magnifique. La voix (objectivement fausse) de l’héroïne serait plus belle que les mensonges bienveillants mais lâches qui la couvrent et la portent cyniquement aux nues. L’auto-mensonge serait mille fois plus excusable que le mensonge des autres, car on ne se l’imposerait qu’à soi-même. On excuse tout à la femme amoureuse et naïve ! Xavier Giannoli et tous ses suiveurs bobos nous proposent en réalité par ce film une moralité par défaut. Le médiocre deviendrait le bien ou le meilleur du fait qu’il trouve pire ailleurs ou qu’il est entouré d’un simulacre de meilleur que lui, d’un faux bien. Du fait aussi qu’il serait sincère et individuel (pardon… « intime »). Syllogisme aberrant, hallucinant d’immoralité moralisante ! En fait, c’est le culte du relativisme, un relativisme jugeant le jugement (autrement dit, jugeant l’intelligence et le goût des belles choses vraies) : « Qui a le cœur assez pur pour juger Marguerite ? » argue le Maître Dong de l’histoire, le Noir Madelbos. Sublime renversement des valeurs : le fou qui s’illusionne serait plus sage et plus doué que les sages et que ceux qui chantent bien ; la vraie Charité serait de mentir ; les apparences seraient toujours trompeuses. Le bobo applaudit la nullité comme du génie caché. Seul lui serait capable de déceler « le bon goût du mauvais goût ». Oui, je crois qu’on peut le dire : on nous fait vraiment passer des vessies pour des lanternes !
 

"La tentation de l'innocence" si bien décrite par Pascal Bruckner

« La tentation (bobo) de l’innocence » si bien décrite par Pascal Bruckner


 

Sainte Marguerite Dumont, prophète de la grandeur de la nullité, priez pour nous

Marguerite est l’archétype de la diva bobo (Yolande Moreau, en un peu moins pire). On nous la vend comme le prophète qui s’ignore, comme la divine ingénue, comme la sainte ratée (mais tellement plus sainte et visionnaire que les saintes assermentées !), comme la rigolote drôlissime (c’est « jubilatoooire ») qui serait un symbole (« révolutionnaire » à son insu) de la dénonciation des faux-semblants et à elle toute seule un pied de nez au star system qui fabrique des vedettes formatées par les diktats de la société bourgeoise), comme la nouvelle Colette, comme la bourgeoise anti-bourgeoise (bobo, quoi). On croit rêver. Les bobos n’ont jamais compris que la naïveté et l’irréalité n’étaient pas l’innocence, et encore moins l’Amour et la Vérité. Dans les faits, le personnage de Marguerite n’a rien d’une grande dame. Elle ne vit que pour elle et pour son image. C’est la femme stérile dans tous les sens du terme (elle finit d’ailleurs par cracher du sang, comme Emma Bovary). Elle fait semblant d’aider les autres en organisant des galas de Charité, mais on ne la voit jamais concrètement à l’œuvre auprès des pauvres. Elle dépense des sommes astronomiques pour ses caprices de star (c’est un vrai panier percé). Elle corrompt tout le monde (d’où la vague de mensonges et de non-dits qui l’engloutit). Elle fait du chantage. Elle délaisse son mari. Elle se ment à elle-même et vit dans son petit monde matérialiste et individualiste. Elle dilapide tous ses biens pour se construire une carrière ratée et s’entourer de faux amis et de mécènes cyniques et androgynes. Elle s’auto-détruit (« J’ai adoré la souffrance. » conclut-elle à la fin du film). Et ceux qui se rendent compte de la supercherie de cette fausse sainteté cinématographique n’auraient évidemment « rien compris » et ne « sauraient pas s’émerveiller » #foutagedegueule. (« Mais vous ne comprenez pas. » dira Françoise, la maîtresse de Georges, face à son amant qui se lamente des excentricités et des velléités de célébrité chez sa femme. #solidaritéféminine). Mais qui n’a rien compris dans cette histoire, en réalité ?
 
Marguerite ampoule 2
 

Les bobos commencent à peine à nous faire chier (et c’est parti pour durer, visiblement !)

Derrière ce film, on retrouve toutes les rengaines bobos du moment : les thèses féministes misandres (les femmes sont toutes trompées par leur mari, les hommes sont tous des manipulateurs volages et sans couilles : « Encore une fois l’histoire d’une femme trompée. Une de plus… » lamente Atos Pezzini), la haine du mariage (ce film, c’est la rêverie féminine contre le réalisme macho ; il n’y a ni famille ni enfants ; et selon le médecin de l’asile à la fin, « jamais Marguerite n’a été une femme heureuse en amour. »), l’appel à l’anarchie anticonformiste et au blasphème iconoclaste (Kyril, le dandy anarchiste efféminé, scande qu’il ne veut « plus de religion ! » et déclare la mort de l’art : « Merde à la beauté ! » ; par ailleurs, dans le film, la Croix du Christ est toujours l’endroit du mensonge et de la panne de voiture… #nocomment), le paganisme et l’ésotérisme (avec le Noir Madelbos jouant le rôle de sorcier entraînant Marguerite vers une mort magnifiée, Félicité la « femme à barbe » médium et cartomancienne), l’encouragement à la débauche (Lucien et Kyril se rendant dans une fumerie d’opium, Madelbos tronchant Félicité, Georges couchant avec Françoise, Atos le pédéraste sortant avec des éphèbes largement plus jeunes que lui et collectionnant les photos pédophiles, etc.), l’éloge de la féminité sanctifiée-parce-que-déchue (Hazel, avec sa voie éraillée, est le prototype de la « jeune première » bobo actuelle ; et Catherine Frot, le prototype de l’égérie bobo, c’est-à-dire de la vieille Yolande Moreau lunaire), l’éloge de la folie (qui serait plus sage que la sagesse officielle des hommes…), etc.
 

Lucien et son "poussin" Kyrile

Lucien et son « poussin » Kyrile


 

Ce film soi-disant « beau » sombre dans la nostalgie dépressive éthérée du boboïsme. Je n’aurai pas le temps de le passer au tamis des 59 codes de mon prochain livre sur les bobos. Mais je peux déjà vous dire qu’on trouve dans « Marguerite » quelques perles typiquement bobos : par exemple la folie bobo pour le blanc (code n°32), avec l’héroïne qui « ne mange que des aliments blancs » ; la promotion de la transidentité et de l’homosexualité (code n°59), avec Félicité la « Barbue » (so Gender…) ; la passion pour les ampoules et les bougies (code n°36), avec la salle de spectacle et ses ampoules suspendues (rêverie typiquement bobo) ; la fanfare jazzy (code n°16), avec Madelbos le Noir (sosie de Louis Armstrong) et la photolâtrie (code n°42) ; la voix-off insupportable (code n°35), avec les interviews ratées de Marguerite enregistrées sur gramophone et conservées comme des reliques sacrées de la star incomprise. Etc. etc. Le cortège de clichés bobos dans ce film est infini ! Quand je pense que les éditions Artège ont refusé de publier mon bouquin sur les bobos, en me disant qu’ils ne voyaient pas à quel public il se dirigeait… on voit bien que la plupart des cathos ne savent pas regarder leur époque !
 

Vive le blanc !

Vive le blanc !


 

Un film sur la Vérité et pourtant ennemi de la Vérité

Le film de Xavier Giannoli, malgré les apparences et ses intentions, n’est pas ami de la Vérité. Il nous parle de « Vérité » à tout bout de champ : il se présente comme une biopic historique, basée sur « une histoire vraie » (générique du début) ; même le chapitrage insiste sur le pouvoir de la « Vérité » (« Chapitre 5 : la Vérité »). Et pourtant, tout du long, « Marguerite » ne nous montre que des personnages qui mentent aux autres et se mentent à eux-mêmes. Giannoli n’aime pas la Vérité et n’y croit plus (c’est finalement bien ça, la définition du boboïsme : un manque de foi qui se fait passer pour une profession de foi désabusée). Il fait même dire à son héroïne : « Croyez-vous que toutes les vérités soient bonnes à entendre ? » Selon ce réalisateur, tout dans la vie serait une question de « points de vue », de « croyances et de perceptions personnelles », d’« intentions » : la fausseté vocale de Marguerite n’égalera jamais la lâcheté des autres à ne pas la juger (on observe ce subjectivisme absolu dans des films comme « Le Goût des autres » ; d’ailleurs, Agnès Jaoui, dans le style bobo hédoniste subjectiviste, aurait pu tout à fait jouer le rôle de Catherine Frot !). « Marguerite » est un film sur la Vérité. Or il enchaîne les incohérences et les invraisemblances (vous m’expliquez comment une voix aussi exagérément laide n’est dénoncée par personne ? vous m’expliquez comment une chanteuse ne s’entend pas chanter et n’a aucune idée de sa voix ? vous m’expliquez comme Marguerite parvient à remplir sa salle de théâtre à la fin ? vous m’expliquez comment une voix a le pouvoir de tuer quelqu’un ?). Et le pire, c’est qu’en mentant, ce film prétend faire la morale aux gens qui mentiraient plus que lui ! Bienvenue sur la cour d’école des adulescents bobos ! De plus, dans « Marguerite », la « Vérité » n’est annoncée que par les objets, la technique, l’artifice, le matériel ; jamais par des personnes humaines. On voit bien toute l’idolâtrie matérialiste qui se cache derrière le boboïsme « anti-Système ». Le film de Giannoli est, malgré les étoiles dans les yeux, profondément désespéré : selon lui, la « Vérité » soit n’existe pas, soit serait forcément laide, cruelle, rabat-joie, sans cœur, ricanante (comme les rires du public lors de la scène finale), mortelle (Marguerite, à la fin, telle une héroïne tragique, s’effondre dans les bras de son mari, foudroyée d’avoir entendu l’enregistrement de sa vraie voix : le bobo est intimement persuadé que la beauté est mortelle et dangereuse). Le credo du boboïsme, c’est que la Vérité – belle, éternelle, unique, aimante – n’existe pas : seuls le doute, le flou, la perception instantanée, les vérités partielles et individuelles, les amours éphémères, composeraient ce « vrai » relatif et temporaire. Lucien, par exemple, est l’allégorie du libertin bobo à la sauce Vicomte de Valmont, du prince charmant qui ne s’assume pas et qui voit l’amour comme une terrible maladie/hypocrisie/soumission, pour au fond ne pas s’engager et se donner pleinement : il n’avouera jamais son penchant pour la belle Hazel, sous prétexte qu’il ne serait pas « digne d’elle ». Puanteur de l’hypocrite pudeur/humilité du bobo ! Ce que nous annonce à son insu le film « Marguerite », que certains sacrent déjà comme un « chef-d’œuvre » de drôlerie, de sensibilité, de vérité et d’amour (pauvres d’eux !), c’est que notre époque ne croit plus en la Vérité ni en l’Amour. Nos contemporains nous vendent le mensonge, l’intention, l’imaginaire ou l’illusion comme de l’amour vrai. J’ose espérer qu’il existe encore quelques âmes qui ne se laisseront pas bercer par cette comédie de la fausse « pudeur » et de la « merde prophétique » orchestrée par les bobos. Par pitié !
 

Valmont et Merteuil bobos (Lucien et Hazel)

Valmont et Merteuil bobos (Lucien et Hazel)

Décryptage du « Tout Nouveau Testament » de Jaco Van Dormael : Et en plus, ça nous fait la morale !

Nouveau Testament affiche
 

Le problème d’un film comme « Le Tout Nouveau Testament » (2015) de Jaco Van Dormael, pur navet de et pour soixante-huitards attardés, c’est qu’il n’est ni assez qualitatif pour s’en gendarmer (c’est pourtant ce qu’il rêverait de faire : choquer du catho et construire une œuvre blasphématoire hyper dérangeante, iconoclaste, originale et profonde à la fois…), ni assez insignifiant et inoffensif pour mériter notre silence. Alors, bien que le ver bobo (bourgeois-bohème) soit déjà depuis longtemps dans le fruit, et que la dénonciation d’une énième merde cinématographique ne changera apparemment pas la face du monde, si mon insoumission et la lecture de cette critique peuvent déjà faire réfléchir au moins une personne qui tombera sur mon blog et qui n’a pas encore compris le bain bobo dans lequel nos cerveaux sont mondialement ramollis depuis longtemps, ce sera déjà ça de gagné. Allez, on y croix !
 

Jaco Van Dormael, le réalisateur

Jaco Van Dormael, le réalisateur


 

Je ne vais pas m’étendre trop sur le côté énervant de bêtise de ce film rempli de poncifs dégoulinants de bien-pensance et paradoxalement aussi de désespérance. Toujours on y retrouve l’éloge de la désobéissance. Tu n’es vrai que si tu t’opposes, que si tu détruis toutes les règles, et que si tu désobéis. Je pense qu’on a compris le message.
 

Une fois identifié cela, le plus inquiétant reste que « Le Tout Nouveau Testament » récolte étonnamment pas mal de rires (forcés et ricanants) dans les salles de projection où il passe. Soudain, quand tu les entends, tu as l’impression d’être seul au monde, ou d’assister à une profonde amnésie collective. Et les critiques négatives lues çà et là sur internet ou dans les journaux, aussi intuitives soient-elles, sont rarement argumentées. C’est donc pour cette raison que j’ai voulu quand même le décrypter et le passer au tamis de mon futur livre sur les bobos, avec ses 59 codes bobos. Pour qu’au moins les gens qui ne l’aiment sachent un peu mieux exprimer pourquoi ! Jugez par vous-mêmes :
 
 
 
 

Code 1 – Petit-fils de 1968

Dans le film de Dormael, tous les personnages, même celui qui interprète Dieu, ne croient plus en l’Humain, en l’Amour, en la différence des sexes, en leur famille, en eux-mêmes, en Dieu. « Je me déteste ! » avoue Dieu. Ils sont tous porteurs de la même négativité de fond : « On vit dans un monde complètement merdique. » se lamente Willy, le gamin transgenre M to F qui se prend pour une fille.
 

Épris d’une soif de liberté sans limites, et pourtant sans Espérance, ils envoient tout balader, à commencer par leurs racines et leurs parents, puis les représentants du Réel et de l’ordre que sont les pères, les hommes. Dans le film de Dormael, les mâles sont présentés comme des gamins asexués, des assassins, des obsédés, des brutes, des êtres diaboliques, des infidèles. « Le Tout Nouveau Testament » est un film à la gloire du matriarcat. Il veut tuer le père (biologique et spirituel). Un vrai film de soixante-huitards.
 
Nouveau Testament Parricide
 

Code 2 – Je suis original !

L’idéologie bobo érige l’anticonformisme et la désobéissance en valeurs absolues. La Vérité serait dans le « non », dans l’altérité absolue, dans l’orgueil de se croire autre et original. « Le Tout Nouveau Testament » cadre complètement avec celle-ci. Tous les personnages se prennent pour l’Original qu’est Dieu. De plus, même le prénom de la jeune héroïne (Éa… comme tous les prénoms monosyllabiques bobos actuels qui se veulent non-conventionnels – Léo, Ninon, Lilou, Thaïs, etc. – mais qui finissent par être choisis par tout le monde) respire le conformisme du mouton de panurge qui a fait de l’anti-norme la norme mondiale. L’une des actrices-phare du film, Catherine Deneuve, est la quintessence de ce snobisme misanthrope obsédé par ce désir de ne faire absolument pas comme les autres parce qu’on est en réalité complètement mimétique sans s’en rendre compte : « Je ne suis pas conventionnelle. »
 

Code 3 – Haine de la matière et des richesses

Dans le boboïsme, il y a un apparent rejet des richesses matérielles, de la société de consommation, du capitalisme et des moyens de communication (télé, internet). C’est ce qu’on observe chez les héros du « Tout Nouveau Testament ». Par exemple, Martine la bourgeoise tire un trait sur les conventions sociales en vivant avec un gorille ou encore en louant les services d’une racaille escort boy (d’ailleurs, son gorille casse tout dans l’intérieur bourgeois). Jean-Claude, quant à lui, démissionne de son boulot stressant de businessman de bureau. Victor, le SDF-scribe, est présenté comme un sage parce qu’il n’est pas connecté aux nouvelles technologies : « Je sais pas la date de ma mort : j’ai jamais eu de téléphone. » Éa vomit le hamburger qu’elle trouve entier dans une benne à ordures, parce que forcément « McDo c’est dégueulasse » et que la mal-bouffe est composée de « cadavres de baleines » échoués. Et même le personnage de Dieu, joué par Poelvoorde, exprime sa haine contre le monde moderne, les villes et les ordinateurs… alors que c’est quand même lui qui les a créés pour asservir ses créatures et les manipuler à distance.
 
Nouveau Testament haine ordi
 

Code 4 – Le consommateur masqué

Même s’ils se veulent anti-matérialistes et anti-ordinateurs, la vie des personnages du « Tout Nouveau Testament » ne tient qu’à un ordinateur, qu’à une connexion. Ils sont tous suspendus à leur téléphone et programment leur vie en fonction de lui. Le personnage de Marc est totalement soumis au porno, au fric, à la luxure : il consomme du sexe pour le sexe. Martine, quant à elle, a les yeux scotchés devant la télé. Le personnage de Dieu est accro à sa télé et à son ordi. Il communique avec les terriens qu’il a créés par téléphones portables. Les médias sont son interface privilégiée. Et son ordi, tout pourri soit-il, est comme sa propre oxygène. Il supplie sa fille de le lui rendre : « J’t’en supplie ! Redémarre mon ordinateur ! »
 

On observe aussi ce mimétisme consumériste chez le réalisateur, qui régurgite des références ciné (King Kong, Amélie Poulain), journalistiques (images d’archives), musicales (« Il venait d’avoir 18 ans » de Dalida, « La Mer » de Charles Trénet, etc.), à qui mieux mieux.
 

Code 5 – La solidarité d’apparat

Nouveau Testament racisme

Le bobo a coutume de se faire passer pour une Mère Teresa, et au final pour une victime plus à secourir que les pauvres qu’il prétendait initialement aider. C’est exactement ce qui se passe avec le Dieu du « Tout Nouveau Testament », qui fait la queue dans la file de soupe populaire des migrants dans l’église, et qui double tout le monde en provoquant une émeute. Cette xénophobie inattendue du représentant gauchiste de Touche pas à mon pote ! se voit jusque dans le choix final du réalisateur d’envoyer travailler le personnage de Dieu au goulag infernal que serait l’Ouzbékistan.
 
Nouveau Testament sans-papiers
 

Code 6 – Plus bourgeois que bourgeois : l’élite du bon « mauvais goût »

Le comble, c’est que le bobo, même s’il ne renonce pas à ses privilèges, s’imagine être une exception de bourgeois. Y compris dans le mauvais goût. Il est fort probable en effet que les acteurs et les créateurs du film « Le Tout Nouveau Testament » aient l’impression de ne pas être bourgeois, d’avoir composé une œuvre militante non-conventionnelle et ultra-poétique, de ne pas être vulgaires, d’avoir été (même dans leur incorrection) des pourfendeurs « sans prétention » de l’ordre moral. Écoutez la « rebelle » qui croit avoir cassé son image de bourgeoise : « Je pense que ceux qui ne me connaissent pas très bien me voient comme une femme, blonde, élégante, parisienne… Mais les gens ne me connaissent pas vraiment, et je pense que me voir dans des situations un peu étranges et différentes, ça les choque particulièrement. Tous les gens aiment être surpris dans la vie. Même moi, j’aime beaucoup les surprises. » a déclaré cette bobo presque finie de Catherine Deneuve. S’il vous plaît, on ne rigole pas.
 

Code 7 – Jargon vulgos-pédant

Pour cultiver son côté « outsider décontract », le bobo s’illustre souvent par un mélange langagier des genres qu’il rêve naturel : mi-beauf mi-bourgeois, mi-poétique mi-grossier, mi-châtier mi-charretier. On retrouve cette ambiguïté travaillée par exemple dans la manière qu’adopte Éa, l’héroïne, pour décrire la vie de bureau ennuyeuse de Jean-Claude, l’un de ses prophètes : « Jean-Claude avait une petite vie de merde, avec des horaires de merde. »
 

Code 8 – Parler anglais

Habituellement, quand le bobo s’exprime pour faire snob tout en restant cool et connected people, il case des mots d’anglais et de franglais quand il peut. Dans le film, l’anglais est néanmoins remplacé par l’allemand. Et la Belgique, cadre béni de Dieu apparemment, est l’archétype du pays bobo, dans le sens de « plaque tournante du multiculturalisme international sans saveur », « tout-venant des idéologies libertaires » et « no man’s land religieux » : the place to be du libéralisme libertaire.
 

Code 9 – Optimisme et Espoir

Le leitmotiv du boboïsme, c’est le remplacement de l’Espérance (celle qui croit en la victoire de la Vie sur la mort… mais en regardant la mort en face !) par l’optimisme et l’espoir (une positive attitude scolaire et sans fond, qui nie les limites du Réel et la gravité joyeuse de la Résurrection christique). Malgré sa noirceur, le film « Le Nouveau Testament » entre complètement dans cet optimisme téléphoné qui contrebalance de manière forcée une grande désespérance de fond, dans le seul but de sauver la face et surtout de se dresser en donneur de leçons. Le crédit de la positivité boboïsante repose sur un grand renfort de poncifs poétiques, sur des phrases qui font joli mais qui ne veulent rien dire, sur la profusion de fleurs partout (dans le ciel, dans les habits, dans les mains et les cheveux). L’amour, pour le bobo, ce n’est pas compliqué : c’est les fleurs. Celles-ci remplacent encore le côté cucul et naïf des petits cœurs de la culture kitsch. Dormael a foutu des fleurs partout. Ça fait écolo, en plus.
 
Nouveau Testament fleurs
 

Code 10 – Petit

Chez le bobo, le pastiche d’humilité, qui n’est en fait qu’une arrogance démagogique ou une lâcheté déguisée, se traduit par la passion pour la petitesse et le microscopique (les petites gens, les petits plaisirs de la vie, les détails, etc.). « Ta vie est devenue toute petite. » (Éa par rapport à la vie de Jean-Claude) D’ailleurs, dans le film, beaucoup des personnages ont leur doublure d’eux enfants. Selon le boboïsme, le vrai ne surgirait que de l’anodin, du non-programmé, du sans-prétention, de l’insignifiant. Yolande Moreau, jouant toujours le rôle moralisant de l’imbécile-philosophe dans les films (« Amélie Poulain », « Séraphine », etc.) est abonnée à cette petitesse qui n’a au fond rien à dire. Elle bredouille… et c’est si puissant ! #foutagedegueule
 
Nouveau Testament Gens de peu
 

Code 11 – Je ne souffre pas !

Le boboïsme se caractérise pour une surenchère sensibleriste de l’émotionnel pour masquer tout d’abord un vide abyssal de Sens (le Sens est remplacé par les sens), ensuite une absence d’empathie, et un refus de se reconnaître vulnérable. L’angoissé et le complexé de compétition qu’est le bobo a tellement peur de ne pas gérer son débordement d’émotions – encore faudrait-il qu’il ose se montrer vulnérable – qu’il se jette dans l’émotivité des autres pour ne pas aborder la sienne. On pourrait dire que c’est un businessman des sentiments, mais paradoxalement un sans cœur. « Je prends les larmes des gens. Je ne sais pas pleurer. » avoue Éa en récoltant dans un flacon les larmes de ses prophètes qu’elle écoute froidement. Il ne se laisse pas tant toucher que ça par les autres et par le monde, car il capte l’émotion plus qu’il ne la partage.
 

Code 12 – Globe-trotter

Le bobo se veut électron livre, « universal traveller », Citoyen du monde, grand voyageur capable (de temps en temps) de partir en trek au bout de la planète, sur un coup de tête. On en a un beau spécimen dans le film avec Jean-Claude, l’ex-homme d’affaires, qui plaque tout pour rejoindre le Cercle Polaire seul sur son canoë.
 
Nouveau Testament banquise Jean-Claude
 

Code 13 – Canapé

Dans le film de Dormael, on trouve quelques canapés (le canapé est l’autel sacré du bobo !)… même si c’est plutôt le banc public qui les supplante.
 

Code 14 – Scooter

Dans le film, on a surtout le canoë comme moyen de locomotion roots, ou encore le transport le plus « bio » qui soit : à dos d’homme (Éa sur le dos de Victor le clochard).
 

Code 15 – Mosaïque multiculturelle

Le boboïsme propose souvent une vision de diversité humaine très standardisée, sous forme de « minorités visibles » utilisables politiquement et médiatiquement pour défendre des bonnes intentions (l’égalité, la solidarité, la tolérance, le respect, le handicap, la lutte contre les discriminations, les différences… sauf bien sûr la différence des sexes et la différence Créateur-créatures qu’est l’Église). Le film « Le Tout Nouveau Testament » reproduit tout à fait cette humanité-mosaïque publicitaire United Colour of Bande de Cons, avec les portraits individuels filmés façon selfie, avec la brochette de « tranches de vie » de personnages montrés comme autant d’illustres inconnus extraordinaires auxquels on n’aurait pas prêté attention, avec les foules faites de bric et de broc (mêlant parfois monde réel et monde fictif, à l’instar des pubs de téléphonie mobile) comme c’est le cas avec la foule sur la plage à la fin.
 

Code 16 – Fanfare jazzy

Le bobo aime se croire homme d’un peuple pauvre et créatif, s’imaginer entouré d’une fanfare tzigane ou jazz de la Nouvelle-Orléans, d’une cour des miracles qui fait de la vraie musique artisanale avec pas grand-chose. On retrouve cela à deux reprises dans le « Tout Nouveau Testament », avec d’une part l’adulation de Martine et Victor pour les forains du cirque, d’autre part avec la vidéo amateur du joueur de trombone barbu et à poil (typiquement bobo dans le style).
 
Nouveau Testament Cirque et Victor
 

Code 17 – Le vieux marin breton

Pas de vraie œuvre artistique bobo sans la présence d’un vieux papy, en général barbu, marginal et fantasque, qui sert de Maître à penser et de caution moralisante/amusante au protagoniste. Dans le film de Dormael, c’est bien évidemment le personnage de Victor, le clochard-philosophe, qui joue ce rôle (même si cette œuvre regorge de papys « touchants » : Jean-Claude, Marc, et même l’imbuvable Dieu). Éa, en rencontrant Victor, alors qu’elle décrit l’odeur nauséabonde qui se dégage de lui quand elle est sur son dos, décide d’en faire son père biologico-spirituel de substitution : « Le genre que j’aurais aimé avoir comme père. » Victor, au fur et à mesure de l’intrigue, devient l’Évangéliste qui rédige la Bible retraçant la vie de la Fille de Dieu.
 

Code 18 – Vive le vieux !

Dans le boboïsme, le bourgeois-bohème se rachète une virginité en cultivant dans son style de vie le désuet, le rétro-kitsch, le style « vieux », en affichant son goût des choses antiques/usées et en les agençant de manière hyper moderne et novatrice. Ce n’est pas de la part du bobo un vrai retour au passé ni une main tendue à ses parents et grands-parents réels : au contraire, c’est un semblant de retour, pour faire dire au passé qui aurait appartenu à ses aïeux ce qui arrange ses propres fantasmes libertaires. Le film de Dormael rentre tout à fait dans ce paradoxe : les parents et les grands-parents de sang sont méprisés, et pourtant, c’est leur univers artistique, matériel, musical, rétro, qui est récupéré, travesti et reconstitué nostalgiquement pour servir de prétexte à mettre des fleurs partout dans le ciel. Sur un air de disque vinyle… Mettez du Dalida et du Charles Trénet dans votre vie… #OMG
 

Code 19 – Chapeau Charlie Winston

Dans la série chapeaux de bobo, vous avez le bob de Jean-Claude ! Et les couvre-chefs de Dormael !
 

Code 20 – Clope

Benoît Poelvoorde, qui joue (mais est-ce vraiment un rôle de composition ?) son sempiternel numéro de dieu égocentrique, violent, ingérable et invivable, enchaîne les clopes et les binouzes. Mais comme l’acteur est célèbre et qu’il est soi-disant dans l’autoparodie, il est exempté de l’étiquette du beauf ou du bobo. Suprême ruse du boboïsme (ou de la beaufitude : là, on hésite…) que de croire qu’on n’est pas ce qu’on est et qu’on ne fait pas ce qu’on fait sous prétexte qu’on l’est et qu’on le fait « en connaissance de cause », « pour la caméra » et « pour l’intention de le dénoncer » !
 
Nouveau Testament drogues
 

Code 21 – Ville

La ville qui se met au vert est un lieu commun de la bobo attitude. Et c’est exactement ce qui se passe dans « Le Tout Nouveau Testament », quand on voit Adam nu au milieu de Bruxelles, ou encore le ciel urbain se tapisser en jardin de fleurs à la fin du film.
 
Nouveau Testament Ville
 

Code 22 – La Passion pour la Nature, le vent et la mer

Le bourgeois-bohème rêve d’une fusion avec le Ciel, la Nature, le Vent et la Mer, tous ces lieux de l’infini où son existence et sa volonté peuvent s’évaporer, où son narcissisme mélancolico-nostalgique peut s’exprimer, et qui étanchent sa soif d’une authenticité qu’il ne vit plus dans ses rapports humains. Dans le film « Le Tout Nouveau Testament », c’est exactement ça. « On dirait que tout le monde a eu la même idée : aller à la mer pour y mourir. » (Éa) ; « Quitte à mourir dans une semaine, autant mourir à la mer. » (Willy, le gamin transgenre M to F dont les médecins ont diagnostiqué une maladie incurable) ; « Ta musique, c’est ‘la Mer’ de Charles Trénet. » (Éa s’adressant à Willy) ; etc. La déception collective de l’Humain chez les personnages du film se reporte systématiquement sur une idolâtrie mièvre et suicidaire de la Nature. Par exemple, Jean-Claude finit sa vie au souffle du vent, du bruit des feuilles dans les arbres, des rires d’enfants, en contemplant le Ciel, puis en allant ramer dans la mer polaire. Martine (Catherine Deneuve) vit ses derniers instants aux bras d’un gorille (trop décalé et « jubilatoire » d’avoir osé la zoophilie…). Le film s’achève par un pathétique Regarde le ciel : « Je ne peux m’endormir que si je vois le ciel. » déclare Victor, insistant pour coucher à la belle étoile dans le jardin de la maison luxueuse de Martine.
 

Code 23 – « La Nature me domine et prouve ma méchanceté d’être humain. »

Nouveau Testament King Kong
 

Dans la pensée bobo, il y a souvent une inversion réifiante entre humanité et animalité : les animaux sont humanisés en même temps que les humains sont déshumanisés, robotisés et méprisés par cette personnification. Cette inversion s’origine dans une conception conflictuelle (et erronée) entre l’Homme et la Nature, et surtout entre l’Homme et Lui-même. C’est exactement ce qui se passe dans « Le Tout Nouveau Testament ». Par exemple, Éa discute avec un oiseau qui s’adresse au businessman Jean-Claude qui ne le comprend pas. Elle traduit ce que lui raconte l’animal : « L’oiseau dit qu’il se pose la même question pour vous. » Plus tard, Martine, la bourgeoise qui se momifie en femme-objet dans un univers matérialiste étriqué, va vivre un nouvel amour avec un gorille de cirque qui aura des réactions humaines : « C’est la première fois qu’il m’arrive une si belle preuve d’amour. Je suis heureuse. » Selon le bobo misanthrope, les animaux aimeraient tellement mieux et tellement plus fidèlement que les humains ! Quant au personnage de Willy, il a pour conscience ou pour ange-gardien un poisson volant fantôme lumineux qui l’accompagne partout dans ses déplacements.
 
Nouveau Testament nature méchante
 

Mais cette naturomania bobo ne tarde pas à montrer son réel visage. Contre toute attente, « Le Tout Nouveau Testament » non seulement n’énonce aucune règle morale pour le bien de tous, mais traîne en procès toutes les lois physiques naturelles, comme si celles-ci n’étaient que le fruit d’une décision humaine satanique. Il attribue à la Nature une « méchanceté » dès que Celle-ci freine la marche du progrès technologique et les projets des Hommes : par exemple, dans le film, la loi de la gravité (le collier de perles qui se défait, la pluie qui tombe, la tartine de confiture qui se renverse toujours du mauvais côté…) est présentée comme mauvaise et sera abolie par la Déesse Yolande Moreau à la fin. Autre exemple : l’eau du bain de Jean-Claude constitue un obstacle et un imprévu satanique pour répondre immédiatement au téléphone. Dernier exemple : se retrouver sur la file du supermarché qui n’avance pas serait le résultat d’une machination divine et humaine diabolique. Les nouveaux Commandements qu’édicte le « Tout Nouveau Testament » visent finalement à rabaisser l’Homme et la Nature pour laisser place à la « toute-puissance » de la technologie.
 

Je tue des gens, mais c'est pas grave : je suis/c'est écolo...

Je tue des gens, mais c’est pas grave : je suis/c’est écolo…


 

Code 24 – Je ne crois pas en Dieu mais je fais comme si

Le boboïsme tente de copier à l’identique l’Église-Institution catholique, mais en La vidant de sacré, pour se prouver à lui-même qu’il peut faire largement mieux qu’Elle. C’est ce qu’on voit dans le film de Dormael : les vrais cathos sont considérés comme des potes, des gens bien gentils (Éa surnomme son frère Jésus « Jicé »), des doux rêveurs (« Tu planes. » susurre Dieu à l’oreille du père Ludovic, ce jeune clerc pétri de complexes enfouis), des gens faibles qu’il serait facile de dépasser et de renverser. Tous les personnages du « Tout Nouveau Testament » se prennent pour Dieu. Et même s’ils sont ironiquement filmés comme des dieux ordinaires et sans prétention, ils ont quand même au moins la prétention de penser que leur identité cynique d’« anti-prophètes » ou de « dieux ratés » est plus sainte et plus exemplaire que celle des prophètes, des saints et des cathos officiels. « Dieu existe. Il habite à Bruxelles. Il est odieux avec sa femme et sa fille. On a beaucoup parlé de son fils, mais très peu de sa fille. Sa fille, c’est moi. Je m’appelle Éa et j’ai dix ans. » Éa, avec ses 6 prophètes, voudraient réécrire la Bible, faire un meilleur best-seller que son grand frère Jésus, et se venger de Dieu son père.
 
Nouveau Testament Prêtre
 

Et une fois que ces personnages arrogants et planants à la fois se rendent compte que, malgré leurs dires et le second degré, ils pètent quand même plus haut qu’ils n’ont le derrière question religion, ils finissent par nier dans l’expression d’un athéisme convaincu de lui-même leur orgueil de s’être crus « plus croyants dans l’incroyance que les vrais croyants » : « Y’a rien après la mort. » (Éa) ; « Nom de Dieu de merde ! » (Dieu) ; « C’est moi Dieu. C’est moi qui ai inventé tous les malheurs ! » (Dieu)
 
Nouveau Testament Église-maison
 

Code 25 – Nostalgie de la messe du dimanche et de la vie communautaire

Dans le film, Éa et toute son équipe de prophètes se réunit pour aller mourir à la plage et veiller (en même temps qu’écrire leur propre Bible) le futur cadavre de Willy, le gamin transgenre qu’ils vénèrent comme un nouveau dieu innocent et hermaphrodite.
 

Code 26 – Festi-schisme

Les personnages du film créent leurs propres fêtes athées, leurs propres enterrements, leurs propres mariages et accouplements (zoophiles, Gender, fin du monde…).
 

Code 27 – New Age et psychologie

Dans le boboïsme, il y a bien de la place pour une spiritualité, mais celle-ci se cantonne à rester psychologisante et prétentieuse. C’est la soupe capillotractée que nous propose « Le Tout Nouveau Testament », qui se présente sous la forme d’un conte philosophique enfantin « profond », dictée par les questions innocentes de la « psy » en herbes, Éa. Cette dernière questionne le monde (pour tacitement prouver son absurdité), soumet une interview-confidences-intimes à ses 6 prophètes desquels elle fait accoucher la mémoire émotionnelle. Et ça donne un cortège de phrases insipides qui se font passer pour des vérités universelles à la « Forrest Gump » (« La Vie c’est comme une boîte de chocolat : tu ne sais jamais sur quoi tu vas tomber. »). Exemples : « La vie c’est comme une patinoire. Il y a beaucoup de gens qui tombent. » (Aurélie) ; « Comment ils font les poissons pour respirer ? » (Éa) ; « J’ai plein de souvenir, évidemment, de mon enfance. Ce qui est étrange, c’est que dans chacun, il y a un peu de tristesse. » (Marc) ; « Je ne peux m’endormir que si je vois le ciel. » (Victor), etc. Voilà voilà. Démerdez-vous avec ça.
 

Miss Freud Jr, qui te perce jusqu'à l'âme...

Miss Freud Jr, qui te perce jusqu’à l’âme…


 

Code 28 – Ni remords ni péché

Une des caractéristiques du boboïsme, c’est le déni de la culpabilité, le déni de l’existence du bien et du mal, le déni du remord et du regret : faut tout assumer, même si ce « tout » ne doit revêtir aucun caractère moral (le bobo dira « aucun caractère manichéen ») ! Concernant le film de Dormael, il fait table rase de la moralité. La frontière entre le bien et le mal est totalement gommée. Y compris ce qui est censé représenter le bien (= l’héroïne Éa), y compris ce qui devrait être de l’ordre de la réponse de la moralité à l’immoralité – à savoir l’envoi des SMS par Éa pour annoncer aux êtres humains la date de leur mort, et pour punir la brutalité de Dieu son Père – est immoral. En effet, avertir chacun de la date de sa mort, c’est tuer la liberté de tous. L’acte de vengeance de la fille n’est pas plus moral que la condition humaine éprouvante qu’impose Dieu à ses créatures humaines. Le problème, c’est que dans le film, les deux actions sont mises en opposition, comme si la gravité de l’action paternelle innocentait la gravité de l’action de la fille qui lui a succédé. La preuve symbolique la plus parlante de l’absence de morale du film, c’est, à la fin, la suppression de la loi de la gravité : rien n’est grave, tout se vaut, le bien et le mal n’existent pas et ne sont que là où chacun les voit à un moment donné. C’est l’éloge angéliste du chaos.
 
Nouveau Testament Morts
 

Code 29 – L’enterrement bobo

Le bobo a une fascination identificatoire morbide et narcissique pour la mort. C’est le cas, dans le film, avec le personnage de l’Assassin : « François aimait les enterrements. » (la voix-off de Éa)
 

Code 30 – Croisade iconoclaste contre les «clichés»

Comme le boboïsme est une idolâtrie, il cherche à détruire tout ce qu’il vénère, à savoir les objets, les images, les préjugés, les médias, les clichés, et aussi les corps (puisque le corps est également une image). Le film « Le Tout Nouveau Testament » joue à fond sur l’inversion et sur la dénonciation des images, même s’il en est complètement prisonnier : les prophètes sont des anti-prophètes, les gentils sont les méchants, les filles sont des garçons et les garçons sont des filles, les animaux sont des humains et les humains sont des animaux, les pères sont des bébés et leurs enfants les punissent, la femme de Dieu est fan de base-ball (concept hyper queer), etc.
 

Code 31 – Super-Zéro haut perché

Dans le boboïsme, la place des Supers-Héros ratés est omniprésente. On retrouve un parfait écho à cela dans le film de Dormael, avec le personnage de Jean-Claude petit, habillé en Zorro de carnaval raté : « Jean-Claude avait une petite vie de merde. » (la voix-off de Éa) Par ailleurs, ces Supers-Zéros bobos se placent en général en hauteur et philosophent sur les gens qu’ils observent froidement de loin, parfois en se mettant projectivement à leur place, ou en leur prêtant leurs propres pensées existentielles morbides et désabusées : c’est le cas d’Adam et Éve contemplant la ville de Bruxelles, ou encore de Martine observant sa télé d’un œil vitreux. Bienvenue dans le monde de la schizophrénie narcissique !
 
Nouveau Testament feuilletons de début d'aprem
 

Code 32 – La folie pour le blanc (sali)

Le bobo aime bien rejouer la pureté de la vierge ou du prêtre en blanc. Tout ça, bien sûr, dans l’apparat, et sans don de sa personne, sans Croix. Dans « Le Tout Nouveau Testament », par exemple, c’est tout en blanc dans l’intérieur aseptisé et bourgeois de Martine (qui finira par devenir bordélique et sali). Et le lave-linge est le tunnel entre la Maison de Dieu et la Terre. Ça montre bien toute la sécheresse de cœur des bobos qui ne conçoivent le Paradis que comme une blanchisserie sans âme, une usine à gaz…
 
Nouveau Testament blanc
 

Code 33 – Barbu

Le Christ athée des bobos est très souvent un « libre penseur » barbu. On en trouve plein dans le film « Le Tout Nouveau Testament » : Victor, Jean-Claude, et même dans la vraie vie Jaco Van Dormael. C’est le règne des barbus !
 

Code 34 – Silence et Pudeur sacrés

Dans l’idéologie bobo, le silence et la pudeur sont sacralisés à l’extrême. Même quand ceux-ci sont ennemis de la Vérité. Les scènes de silence sont des simulations sensibleristes d’humilité. Celui qui n’a rien à dire, qui balbutie, qui se tait, aurait cent fois plus raison que celui qui ose parler et défendre la Vérité à laquelle il croit. C’est ainsi que, dans le film de Dormael, on nous fait tout un plat sur la profondeur du vide silencieux, on nous montre comment Jean-Claude le businessman reprend goût à la vie en se taisant et en sentant le vent silencieux sur sa peau, on voit des mains s’effleurer (François et Aurélie, Xénia et Marc), on nous présente la vieille femme de ménage limitée intellectuellement et un peu simplette (Yolande Moreau) comme la nouvelle Voix des anges. Sans compter l’emploi réchauffé (et franchement gonflant) de l’acteur Canal + François Damien, abonné au rôle du timide et du maladroit que tout le monde prend pour un benêt parce que ce n’est pas un canon de beauté, mais qui en réalité cacherait un cœur tendre et une intelligence émotionnelle supérieure (#preneznouspourdescons). Pudeur, à force d’être obligatoire, tu en deviens impudique et pleine de vacuité !
 

Code 35 – La voix-off insupportable

Une des techniques les plus employées par la propagande bobo, c’est la voix-off. Cette voix d’outre-tombe ou de l’inconscient, on l’entend partout dans les films et les chansons bobos. Elle est censée philosopher, « penser tout haut », et nous éduquer à la beauté sensorielle et au bien-être (bon, ok, à nous anesthésier le cerveau et le cœur). On en trouve un bel exemple avec la trame narrative du film « Le Tout Nouveau Testament », qui suit les élucubrations orales et pseudo « intellectuelles » d’Éa, la gamine conteuse commentant sa propre vie et celle des autres. Elle nous emmerde prodigieusement avec ses fausses questions existentielles, son lyrisme philosophico-poétique à deux balles, ses incises répétitives ou reformulantes comme dans la série Bref de Canal +. Et le pire, c’est que l’héroïne et surtout le réalisateur y croient et trouvent ça très beau, très pur, très nouveau et puissant, ce verbiage sans direction. Grosse pitié pour eux.
 

Code 36 – Bougies

En général, dans les œuvres bobos, les bougies, les guirlandes colorées, les barrettes d’encens, ne sont pas loin ! Dans le film de Dormael, comme par hasard, on retrouve la salle d’un loft abandonné habité par Éa et Willy ornée de bougies.
 

Code 37 – Le mariage bobo

Rien
 

Code 38 – Le blogueur catho

Dieu, dans le film de Dormael, est bien blogueur !
 

Code 39 – Dandy Queer & Camp

Dans le film « Le Tout Nouveau Testament », Éa joue le rôle de l’enfant « ange noir » gothique, sorte de Petit Prince déchu des temps modernes, spectatrice du monde nihiliste que lui ont laissé les adultes, qui poserait des questions existentielles ultra-profondes avec la fausse candeur de celle qui juge tout en feignant d’interroger sans arrière-pensée : « Et toi, tu sais quand tu vas mourir ? » ; « Que deviennent les adultes ? Que deviennent les enfants ? » ; « Pourquoi est-ce que sur terre tout n’est pas gratuit ? » Le bobo, c’est le précieux qui dit rose pour présenter le noir, et qui dit noir pour présenter le rose.
 

Code 40 – Style littéraire sobre-trash

Le boboïsme, pour se prouver son originalité incorrecte, et en réalité pour exprimer sa fausse liberté, aime mélanger le classique et le baroque, le kitsch et le camp, le politiquement correct et le politiquement incorrect, bref, mélanger les « genres ». Le générique final du film « Le Tout Nouveau Testament », mêlant broderies et rock métal, en constitue une belle illustration. De même, les images de poupées Barbie filmées en stop-motion empruntent à de nombreuses séquences de films bobos queer militants (tendance féministe, performer et LGBT) singeant cyniquement l’artisanal, le sans-concession, l’innocence violée.
 

Code 41 – Pas d’humour

En général, malgré le ton léger et décalé qu’il veut donner à ses œuvres artistiques, le bobo a du mal à être drôle. Car il s’est trop éloigné du Réel pour que son humour noir ne se transforme pas en amertume, en cynisme agressif. Ses créations sont trop noyées dans l’intention idéologique, ou au contraire dans la simulation d’absence d’intentions, pour rejoindre l’humilité de l’humour. C’est ce que j’ai constaté en allant voir « Le tout Nouveau Testament ». Ce film n’est même pas drôle comme l’humour noir, parce qu’il n’y a pas de Vérité, pas de Réalité, pas de respect de l’Humain ni des personnes parodiées. Du coup, l’humour qu’il essaie de déployer s’évanouit en cynisme, en premier degré beauf, en ricanement glauque. On n’a pas envie de décrocher un seul sourire car les thématiques, objectivement graves (par exemple : le mec en voiture qui se mange une autre bagnole parce qu’il reçoit un texto lui annonçant que sa mort est imminente : comment rire de ça ??) sont traitées avec une légèreté qu’elles ne méritent pas. Poelvoorde n’est pas drôle non plus : le spectateur n’apprécie jamais d’être violenté, pas même par une star aux mimiques familières ni « pour de rire ». La promotion de toutes les bassesses humaines (insultes, menaces, addiction à la prostitution et au porno, divorces, adultère, blasphème, meurtres, décès…), c’est notre merde quotidienne : vous croyez franchement que ça fera rire quelqu’un ? que ça ne nous anesthésie pas assez comme ça ?
 

Code 42 – Photolâtrie

Le photographe, c’est le Dieu du bobo. Et la photographie, avec tous les effets spéciaux à la Matrix qui l’accompagnent (timelaps, rayon de soleil, ralenti, etc.), c’est son péché mignon. Le bobo rêve de faire de sa vie un roman-photos seventies ou un clip vintage mythique. Les portraits et interviews selfie (avec leur lumière blanche frigorifique blêmissant les visages) et les effets photographiques au ralenti ne manquent pas dans le film « Le Tout Nouveau Testament ».
 
Nouveau Testament photolâtrie
 

Code 43 – « J’aime / J’aime pas »

L’exposition de ses goûts sous forme de liste, exposition pensée comme une traversée poétique, philosophique et spirituelle ultra-importante à exhiber à tout le monde (alors que les goûts, c’est ce qu’il y a de moins intéressant et de moins universel dans la vie des Hommes, en fait), est un poncif du boboïsme, et l’occasion d’un épanchement nombriliste sur ses petits souvenirs, ses petits rêves, ses petites contrariétés aussi. On retrouve vraiment ce narcissisme nostalgico-plaintif dans le film « Un Tout Nouveau Testament », qui constitue une sorte de « Fabuleux Destin d’Amélie Poulain » inversé, déniaisé, noirci, beaufisé, sans Espérance. « J’ai plein de souvenir, évidemment, de mon enfance. Ce qui est étrange, c’est que dans chacun, il y a un peu de tristesse. » (Marc) Dans la pensée bobo, je dis ce que j’aime et ce que je n’aime pas, ce dont je me souviens… et je trouve ça hyper profond. Sentir, ça équivaudrait à penser. Pire, ça exempterait de penser ! Et vas-y qu’on nous déroule un bal de sensations et d’événements anecdotiques censé ressusciter en nous un heureux ou un mauvais souvenir oublié, censé décrocher en chacun des spectateurs du film un acquiescement ému et complice « Oui, c’est vrai, c’est bien vu, ça m’arrive souvent et je le remarque intérieurement sans jamais oser le partager ! » : les perles qui tombent au ralenti dans les escaliers, ma file de caisse qui n’avance pas dans le supermarché, la tartine de confiture qui tombe toujours du mauvais côté, le téléphone qui sonne toujours quand on est en train de prendre un bain, etc. Sauf que ces commémorations sont archi nulles, ces « vérités » empiriques archi niaises et peu inspirantes, tant qu’elles ne sont pas connectées à Dieu ni à l’Amour-Vérité. Elles se réduisent à des images d’Épinal sans but, sans message.
 
Nouveau Testament société de consommation
 

Code 44 – Promenade chorégraphique

Le bobo a tendance à confondre sa vie avec un chef-d’œuvre customisé de la « Nouvelle Vague » ou un vidéo-clip musical. C’est la raison pour laquelle le film de Dormael s’organise comme un clip musical géant et convivial, où tout le monde est invité à balancer la tête en fredonnant les tubes de la play-list rétro-classico-kitsch concoctée par la Femme de Dieu (Yolande Moreau) et sa fille christique Éa. D’ailleurs, Éa est venue soutirer à ses 6 prophètes bien plus qu’un simple bilan existentiel : elle approche sa tête du cœur de chacun pour lui révéler « la musique ou la chanson intérieure qui habite son âme et qui lui est propre ». C’est y pas mignon ? « J’écoute la musique des gens. Chacun a sa petite musique. » Notre bobo vit sa vie en chanson. Il pense que l’être humain serait à lui seul une partition vivante ou un juke-box, et que nous aurions tous en nous une chanson rétro cachée, un artiste qui sommeille, un cœur d’artichaut ou une âme d’enfant à réveiller. Ridicule.
 

Code 45 – Sifflotements, xylophones, banjo et piano

Tout comme le bobo, pour paraître cool et proche du Peuple, possède dans son entourage urbain son joueur d’orgue de barbarie (« À vot’ bon cœur, m’ssieurs dames ! ») ou son homme-orchestre baba-cool sifflotant et à la voix écorchée, nous, avec « Le Tout Nouveau Testament », on a droit à DJay Yolande Moreau qui nous lance ses vieux vinyles. C’est teeellement typique…
 

Code 46 – Le monde enfantin désenchanté

Nouveau Testament gothique
 

Souvent, le bobo reprend à son compte le monde des enfants ou le monde de son enfance personnelle, pour y faire passer son idéologie asexuée et athée. Le plus terrible, c’est que cet adulte se venge de sa propre immaturité en utilisant son idée déformée de l’enfance pour pasticher le Petit Prince mais dans une version noire et désenchantée. Pour ce faire, il a coutume de traîner en procès les autres adultes, par le biais d’un personnage (mi-actrice mi-voix-off, parlant face caméra façon selfie) qui revient systématiquement dans les œuvres du boboïsme : la figure de l’Effrontée. En général il s’agit d’une adolescente de dix ans, rebelle, gothique et insolente (c’est le cas de Éa dans le « Tout Nouveau Testament »), fusionnelle et en même temps ennemie avec sa maman, et qui tient le rôle du prophète condamnant le monde adulte, détruisant le mariage, la masculinité et la paternité (cf. le film « Rebelle » (2012) de Mark Andrews, le film « Raiponce » (2010) de Byron Howard, le film « Vice-Versa » (2015) de Pete Docter, le film « Le Petit Prince » (2015) de Mark Osborne, etc.). Le nouveau philosophe en jupons conçu par le bobo nous crache à la gueule et prétend nous apprendre la vie, d’un air béat, nostalgico-capricieux, avec la fausse candeur de celui qui juge rien qu’en posant des questions. Ahurissant. Actuellement, plein d’adultes bobos mettent en scène une enfant adultisée arrogante qui tape sur les adultes à leur place. Et le pire, c’est que cet auto-dénigrement irresponsable se fait passer pour de l’humour, de l’humilité, de la morale, de la beauté, de l’innocence humble, du génie. Le film de Dormael a le culot inconscient de s’annoncer comme un conte philosophique ironico-profond, avec, en générique final, des illustrations en broderies des épisodes du film. C’est « presque beau »…
 
Nouveau Testament effrontée
 

Code 47 – Le divertissement jeunesse confié au bobo

Rien
 

Code 48 – « L’Amour n’existe pas. Les amours (éphémères) oui. »

En règle général, le boboïsme massacre la réalité de l’Amour unique et éternel, incarné uniquement dans la différence des sexes et dans la différence Créateur-créatures (à savoir l’Église). Ce manque de foi en l’Amour réel habite tout le film de Dormael : pas une union amoureuse ne s’annonce durable et fidèle ; l’« amour » ne pourrait être qu’intensément multiple et durablement éphémère ! Par exemple, Martine, le personnage incarné par Catherine Deneuve, mouche son mari qui la découvre au lit avec un gorille (comme ça, il n’a plus rien à redire, ce vieux con !) : « J’aimerais que tu t’en ailles et que tu ne reviennes jamais. »
 

Code 49 – « Je suis vivant » ou « J’ai aimé »

Toute l’idéologie bobo repose sur la sensiblerie amoureuse. L’important, dans l’amour, ce ne serait pas d’aimer, de se battre et de s’engager, de se donner entièrement et une bonne fois pour toutes. Non. L’important pour le bobo, c’est de « vibrer », de profiter de l’instant et de l’étreinte présents, de « se sentir vivant et aimé », de ne pas choisir ni espérer trop, de vivre ses « coups de cœur » quand on le sent, et peu importe si ça dure ou pas. Dans « Le Tout Nouveau Testament », on retrouve cela dans toute les intrigues amoureuses : Éa embrasse Willy, Marc retrouve son amour de jeunesse, François vit son coup de cœur et « sans rien attendre en retour », Martine a un flash pour un gorille, etc.
 

Code 50 – « L’amour s’impose à moi. Je le construis par mon ressenti. »

Dans le film de Dormael, l’amour est présenté comme une rupture de l’ordre et des codes traditionnels : il n’aurait pas d’âge (cf. Marc et Xénia, Martine ; du côté des jeunes, Éa et Willy), pas de frontière (cf. Éa et Willy, Éa et Victor), pas de sexe (cf. Willy, François enceint), pas d’autre maître que la subjectivité individuelle (cf. Aurélie et François, Jean-Claude, la femme de Dieu).
 

Code 51 – « J’aime là où je ne désire pas/ne m’engage pas »

Dans le film « Le Tout Nouveau Testament », par exemple, François découvre « l’amour » parce qu’il a tiré au pistolet automatique sur sa future compagne Aurélie sans la tuer, sans la connaître, et en visant cette passante au hasard. Le grand message du film, c’est que l’amour n’est pas volontaire : il ferait partie à la fois du hasard et du destin. Autant dire que ce n’est pas le véritable Amour qui rend libre et qui veut le bien de l’être aimé !
 

Code 52 – «Je t’embrasse… Prends soin de toi…»

Dans le film de Dormael, une grande place est laissée à l’effleurement des mains, à la retenue des gestes amoureux. Même les queutards se rachètent une vertu en jouant les vierges effarouchées ou les grands adolescents allongés transis de peur au lit.
 

Code 53 – «Je ne drague pas. Et c’est pas sexuel.»

Nouveau Testament Marc nudisme
 

Le bobo, en vrai néo-cathare qui se respecte, sépare (ou fait fusionner) complètement l’âme et le corps. C’est pourquoi, par exemple, il encourage la bisexualité, les amours platoniques, la confusion entre amour et amitié, l’adultère, les viols, etc. Ce qui compte à ses yeux, c’est la fidélité à soi et la liberté sans borne ! Puisqu’il diabolise la sexualité – et en particulier les sentiments et la génitalité –, il part du principe (faux) que « l’amour ce serait pas sexuel » ou « ce ne serait pas que du sexe ». On trouve un bel exemple de cette schizophrénie et de cette promotion du libertinage asexué dans le film « Le Tout Nouveau Testament » avec le personnage de Marc. Les nombreuses frasques sexuelles que ce dernier vit avec les prostituées sont totalement banalisées puisqu’il finit par retomber par hasard, pendant une séance de doublage de film porno, sur son amour de jeunesse, Xénia (comme par hasard, le nom de l’icône lesbienne et féministe par excellence !). Et cet amour est montré comme évident et fort juste à cause de son improbabilité, à cause de la référence culturelle (Xénia lit du Marcel Proust dans la cabine d’enregistrement pendant le temps de pause : c’est trop une libertine-philosophe qui a du goût et qui cachait son jeu !!!), du rationnalisme, et de la concordance des goûts et des souvenirs. On est bien là dans une conception désincarnée, égoïste, adulescente et purement rationnaliste du couple et de la sexualité.
 
Nouveau Testament adultère
 

Code 54 – Mademoiselle

Sainte Yolande Moreau, mère des humbles d'esprits, priez pour nous

Sainte Yolande Moreau, mère des humbles d’esprits, priez pour nous


 

La grande prêtresse du bobo, c’est Mademoiselle. Une femme non-mariée, bafouée par les hommes, libre (comprendre « indépendante », « insoumise », « désobéissante »), déjantée voire lunaire, portant une nuisette blanche, une couronne de fleurs autour de la tête et des tenues printanières. Yolande Moreau, ça a toujours été la mascotte des bobos, celle qui ne paye pas de mine, l’imbécile heureuse, le Ravi de la Crèche (… mais qui a quitté depuis bien longtemps la crèche, la différence des sexes, le mariage et l’Église !). Dans le film de Dormael, le personnage Aurélie occupe la deuxième place, avec ses robes fleuries, son bras en plastique, son statut insoupçonné de vierge végétale à la beauté triste et fragile, sa fausse innocence (elle accepte quand même sans trop de résistance de coucher avec un homme marié, François, puis de lui faire un gosse, comme si c’était elle le père…). Et la troisième Reine des bobos, c’est Éa, la femme-enfant, le p’tit mec dans un corps de femme, la Fille de Dieu (rien que ça !), l’allégorie de la Justice impitoyable. Les demoiselles bobos font tout pour ne pas correspondre au cliché archaïque de la vieille fille !
 
Nouveau Testament la folle qui est sage
 

Code 55 – Trio bisexuel (en plein déménagement…)

Dans les œuvres bobos apparaît souvent le triolisme, c’est-à-dire le « poly-amour » ou l’amour à trois, sur fond de colocation ambiguë et de déménagement. On retrouve cela dans « Le Nouveau Testament » avec François qui décampe pour habiter chez Aurélie, ou encore Martine qui héberge chez elle un gorille qui a mis sa maison bourgeoise sans dessus dessous.
 

Code 56 – Le mariage (ou pas)

Le bobo, en général, même s’il revendique d’avoir le « droit de se marier », méprise concrètement le mariage qu’il voit comme un terrible et hypocrite carcan bourgeois dont il faudrait à tout pris se défaire. Émancipation, émancipation ! Et dans le film de Dormael, le grand massacre, après celui de la paternité, c’est bien celui du mariage. Pas un des couples représentés ne tient. Et les autres personnages sont des célibataires endurcis. Il y est fait ouvertement l’éloge de l’adultère. Par exemple, Martine quitte son mari et l’envoie balader pour un gorille. François quitte sa femme et son fils pour partir avec Aurélie… qu’il cueille par une déclaration-fleuve présentée comme humble et pudique : « J’suis marié. J’aime pas ma femme, j’aime pas mon fils. Si vous ne m’aimez pas, j’attendrai la mort en pensant à vous tous les jours. » Jaco Van Dormael ose nous vendre cette adultère sur un joli air de piano à la Yann Thiersen, comme s’il s’agissait de la pureté d’un premier amour authentique. Pas de problème, voyons ! Les réalisateurs bobos sont vraiment des cas cliniques, en fait.
 

Code 57 – Famille, tu me saoules

Dans le boboïsme, la famille de sang traditionnelle en prend bien sûr pour son grade : le bobo ne supporte pas tout ce qui lui est imposé et qu’il n’a pas choisi ! Tout héritage est à ses yeux « liberticide ». On retrouve cette rupture immature et capricieuse avec ses racines dans le film « Le Tout Nouveau Testament » : toutes les familles sans exception sont représentées comme des tablées ennuyeuses, où ça ne communique pas, voire même où ça se gueule dessus sans arrêt. La famille de Éa, l’héroïne, en première ligne. C’est le parricide généralisé : « Les parents, c’est des connards ! » conclut Willy, le gamin transgenre M to F qui se prend pour une fille, et qui ne fait pas de secret de sa jalousie incestuelle inconsciente avec sa propre maman qu’il présente comme la grande Méchante : « Je savais que quelque chose clochait avec ses piqûres. » Toute l’intrigue du film repose sur la vengeance des enfants contre leurs parents. Et après, Jaco Van Dormael et ses suiveurs s’étonnent qu’on trouve son film violent et choquant ?
 
Nouveau Testament famille
 

Code 58 – L’enfant : mon projet et mon pote

Dans l’idéologie bobo, la frontière entre les sexes, entre les générations, est totalement gommée, inversée : « Que deviennent les adultes ? Que deviennent les enfants ? » se questionne à un moment Éa. Finalement, une fois cette frontière dénigrée, la violence de la confusion du rapport enfant/parent arrive bien vite. Le rapport d’inversion des pouvoirs de soumission/domination entre les générations s’applique aussi bien humainement que spirituellement : dans le film, c’est Éa qui tient tête à Dieu son père (« Tu ne me fais pas peur ! »), qui lui donne des ordres, qui peut même faire des choses que lui ne peut pas faire (comme marcher sur l’eau, par exemple). Le père est complètement dévirilisé, à la merci de sa fille qui lui a pris tout ses pouvoirs. La Fille est plus grande que le Père. Ce n’est absolument pas biblique ni respectueux, ces rapports intergénérationnels.
 

Code 59 – Bobo homo

Le coup de grâce de la destruction des limites orchestrée par le bobo, c’est le déni de la différence des sexes… un déni qui se traduit généralement par une promotion molle et indifférente de l’homosexualité, et plus largement d’une asexualité libertine, d’une bisexualité universelle, d’une indifférenciation des sexes et de l’identité (chacun est ce qu’il croit être et aime qui il veut !), d’une confusion/inversion des genres sexués. The Gender is back !. Le film « Le Tout Nouveau Testament » rejoint tout à fait la grande mouvance de la confusion identitaire et amoureuse qu’est l’hétérosexualité (hétérosexualité = toutes les altérités au niveau de la sexualité). La transidentité est portée aux nues par toute la communauté de prophètes de l’héroïne : « Willy, c’était mon miracle à moi. » déclare Éa parlant de Willy, le gamin transgenre M to F qui se prend pour une fille. François finit même par être mis en cloque par sa compagne Aurélie. Le boboïsme/l’hétérosexualité est bien l’autre nom du transhumanisme, autrement appelé le Gender.
 
Nouveau Testament Willy

Isaïe 54

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« Crie de joie, toi la stérile qui n’enfantais pas ! Connais la joie, la fête, toi qui ne mettais pas au monde, vois ces enfants de ta ruine, plus nombreux que ceux d’une mère installée – dit Yahvé. Élargis l’espace de ta tente, déroule tes toiles, allonge les cordages, renforce les piquets, car tu vas déborder à droite et à gauche ; ta descendance va dépouiller des nations et repeupler des villes désertes. » (Isaïe 54, 1-2)

« Le Petit Prince » transformé en bouillie bobo par les enfants du divorce

 

On se réveille !

 
Petit Prince Bovarysme
 
 
 

Tout film – si ce n’est pas en lui-même ça le devient au moins par l’interprétation qui peut en être faite – est un trésor !
 

Avec mon grand frère dominicain et mon papa, je suis allé voir avant-hier soir (jeudi 30 juillet 2015) au cinéma à Cholet le film d’animation « Le Petit Prince » de Mark Osborne. J’ai hésité entre « Les Minions » (la seule expression artistique par onomatopées que notre monde de plus en plus inculte, tolère, comprend et utilise pour développer une pensée et rire de lui-même… : misère) et l’adaptation de Saint-Exupéry, car pour la seconde j’avais peur de réentendre un texte que je connais par cœur, et donc de ne rien apprendre de nouveau sur notre époque. Finalement, sur l’avis d’un ami journaliste (bobo) qui a aimé l’adaptation du Petit Prince, j’ai quand même risqué la redite. Mon frère et mon père étaient d’accord. Et je n’ai absolument pas regretté le déplacement ! Non seulement je n’ai pas perdu mon temps en allant voir « Le Petit Prince » (ce qui ne m’a pas empêché de trouver le film mauvais), mais j’ai retrouvé d’une manière troublante quasiment tous les codes de mon prochain livre sur les bobos (livre qu’une certaine maison d’édition catho a refusé… alors qu’il y a quasiment toutes les clés de lecture de notre monde actuel) !

 

Pendant la projection, je prenais continuellement des notes sur mon téléphone portable tout en essayant de suivre l’intrigue, ce qui agaçait suprêmement mon grand frère, et interrogeait mon père qui se demandait ce que je pouvais bien fabriquer au lieu de savourer innocemment les images, « comme tout le monde ». À un moment donné, entendant trop de clins d’œil inconscients à mon futur livre, je me disais en moi-même, avant la fin du film, que le pompon serait la promotion, par l’un des personnages, de l’ESPOIR (en effet, dans l’idéologie bourgeoise-bohème, la positivité passe par l’éloge de l’espoir et de l’optimisme… à défaut de l’Espérance…). Et ça n’a pas loupé ! Le Petit Prince adulte du « Petit Prince » d’Osborne nous déclare en conclusion de l’intrigue que ce qui compte le plus pour lui, c’est l’« Espoir ». Je suis ressorti du cinéma excité intérieurement comme une puce, comme après une grande confirmation, avec une immense envie de coucher sur le papier tout ce qu’à l’évidence je ne pouvais pas partager avec mon père et mon grand frère qui disaient (alors que ce ne sont pourtant pas les derniers des cons) qu’ils ont trouvé ce film super voire magnifique. Comme ils ont assez vite joué de méfiance face à mon silence suspect (moi, quand je ne parle pas après un film, c’est mauvais signe !), j’ai bien été obligé assez vite de cracher le morceau, de refroidir leur enthousiasme en leur avouant pourquoi je n’avais pas aimé, en veillant malgré tout à ne pas les vexer, ni les traîner à mon insu en péché de naïveté, d’aveuglement ou de bêtise, et à ne pas passer pour le visionnaire qui se la pète d’avoir identifié des évidences que personne n’aurait été capable de déceler sauf lui. L’entreprise d’explicitation s’avérait de prime abord si périlleuse que, pour amuser mon grand frère et pour parodier ma solitude extrême, je simulais d’être le fuyard fou, en camisole, excité, intimidé d’avoir à parler, courant comme un dératé dans les rues choletaises des Arcades Rougé en hurlant « De toute façon, personne ne me comprend ! C’est horriiiible! Je suis un OVNI !!! », et fatigué d’avance d’avoir à rentrer dans des explications et des illustrations vaines pour justifier ses intuitions confirmées ! Il aura pourtant suffi que je donne l’exemple de l’espoir pour que mes proches parents se dévexent et me prennent un peu au sérieux, en se disant, mi-froissés mi-émerveillés : « Celui-là, il est spécial quand même… Il voit des trucs que personne de normalement constitué n’identifie. Et le pire, c’est qu’il n’a pas tort. Et il fait à son insu injure à notre intelligence à déceler les pièges médiatiques que notre époque nous tend. Allons-nous lui pardonner ? Allez… Oui. »
 

Hier matin, suite à l’expression rapide de mon avis sur « Le Petit Prince », un gars de La Manif Pour Tous – un hystéro de la dénonciation de la GPA et de l’Enfant-Roi – m’a conseillé sur Twitter de « positiver » et de « ne pas tout voir en noir », tout simplement parce que je décryptais la violence et la vacuité de l’optimisme, très bien illustrées par le film d’Osborne : peu, très peu, verront le mal, le mensonge et le simplisme des messages dans cette adaptation ; et celui qui les voit passera aisément pour un rabat-joie « qui a perdu son âme d’enfant ». Ferme ta gueule et ne pense pas ! nous disent les censeurs Bisounours bobos, en citant le Petit Prince en prime : « On ne voit bien qu’avec le cœur : l’essentiel est invisible pour les yeux. » = connards, oui !

 

À l’inverse, une jeune mère de famille, consciente des problématiques que je soulevais (notamment sur le transhumanisme, la propagande LGBT hétérosexuelle, l’homosexualité, le boboïsme, etc.), m’a exprimé un avis auquel je souscris complètement : « Je suis toujours sidérée de voir à quel point les gens, même ‘conscientisés’, sont aveugles sur le sens des films et des dessins animés en général. Et on commence souvent par me prendre pour un OVNI quand j’en parle. Ils sont persuadés que ceux qui réalisent ces films ont pour seul but de les émerveiller… et n’ont aucune autre intention, ni n’ont subi aucune influence idéologique ! Personne ne comprend pourquoi je montre les anciens Star Wars à mes enfants alors que je refuse de leur montrer le Petit Prince ou la Reine des Neiges… Et ensuite, ce sont les mêmes qui sont persuadés que Dora a des vertus éducatives… Parfois, je m’imagine en train de les secouer physiquement et de crier : ‘Hoho ! On se réveille !’. Toute œuvre est EN PREMIER LIEU, le véhicule d’idées ! Punaise, on le sait quand même depuis Voltaire ! » Oui, les films de propagande ont toujours eu pour génie de passer pour innocents, de se draper de leurs intentions (ou de leur soi-disant absence d’intentions), et de faire oublier qu’ils sont précisément des films de propagande.
 
 

L’écho parfait du « Petit Prince » avec mon futur livre sur les bobos

 

Concernant les échos aux 59 codes bobos de mon livre présents dans le film « Le Petit Prince », voici mon relevé rapide :
 

– L’hybridité bobo du film est déjà visible rien que dans forme, c’est-à-dire dans le mélange des techniques d’animation : une qui fait très moderne, l’autre qui fait artisanale, désuète, minimaliste, avec l’emploi du stop-motion, en papier mâché, comme dans les années 1970. À certains moments, la rêverie éthérée du « Petit Prince » d’Osborne cède la place à la noirceur des dessins animés bobos sans Espérance, à la façon de « L’Étrange Noël de Mister Jack » de Tim Burton, dépeignant un monde déshumanisé, monstrueux, dit « réaliste » et over-subversif parce qu’il s’autorise à dénoncer le nihilisme du libéralisme économique contemporain (Cf. Code n°46 – Monde enfantin désenchanté).
 
Petit Prince Stop motion
 

– L’inversion et l’effacement des générations sont récurrents dans l’idéologie bobo (Cf. Code n°58 – L’enfant : mon projet et mon pote). En général, dans les productions bobos, cette inversion va dans les deux sens : de l’adulte vers l’enfant (par démagogie, et surtout par projection incestuelle et pédophile, ce sont les vieux qui jouent et imitent les jeunes générations tel qu’ils imaginent qu’elles seraient) ; et de l’enfant vers l’adulte (c’est la parodie d’enfance des bobos qui transforme les ados en êtres sans sexe et sans âge, qui sortent des phrases qui ne sont pas de leur âge, qui font des « blagues » d’adultes). Le temps est aboli en même temps qu’idéalisé à l’extrême. D’ailleurs, dans « Le Petit Prince », quand on demande à l’héroïne son âge, elle refuse de le donner. Elle s’exprime comme une adulte. Par exemple, elle avance qu’elle « a une intolérance à la mortadelle » pour dire qu’elle n’aime pas un plat : une gamine ne s’exprimerait jamais de cette manière. Elle se voit même proposer le volant de la deux-chevaux par son ami aviateur : « T’as un permis de conduire ? » Et elle est déjà traitée comme une adulte et une working-woman par sa propre mère. Quant au personnage du Petit Prince adulte trentenaire, il est dépeint comme un enfant qui n’a pas grandi. C’est le déni de la différence des générations qui se fait passer pour de la beauté et universalité.
 
Petit Prince Matricide
 

– On retrouve souvent dans les productions bobos la figure de l’adolescente pré-pubère effrontée (une Hérodiade en herbe), couplée à celle de sa mère despotique et incestueuse (Cf. Code n°32 – La folie pour le blanc ; d’ailleurs, dans le film « Le Petit Prince », tout l’univers du bobo est gris et blanc). Comme je le signalais déjà dans d’autres films d’animation (« Raiponce », « Rebelle », « Vice-Versa », etc.), on voit apparaître en ce moment de plus en plus ce que je qualifierais de « films des enfants du divorce qui se vengent – en se mettant de préférence dans la peau d’une gamine rebelle – de la relation fusionnelle et incestuelle avec leur mère célibataire qui les élève seule et qui est présentée comme tyrannique ». Et les bobos prônent, pour contrebalancer ce déséquilibre affectif et éducatif matriarcal, nostalgiquement les désordres exotiques de leurs pères lointains de substitution, en général des amis ou des référents masculins avec qui il n’y aura jamais d’ambiguïté sexuelle (« Là-Haut », « Les Nouveaux Héros », etc.). Se dégage de ces films gynocentrés une misogynie matricide très marquée et un mépris malsain des enfants. Car le mariage n’est toujours pas défendu. La relation d’amour entre les deux parents biologiques reste non-traitée. On sent l’exposition de conflits, des reflux inconscients de manques familiaux. Mais pas de conscientisation ni de résolution des problèmes. La haine des adultes (à quelques exceptions près) est véhiculée. La haine des jeunes aussi. Et plus largement celle des parents, de la famille et du mariage.
 
Petit Prince Matricide 2
 

– La technique de la mise en abyme, illustrant la croyance bobovaryste que la vie ne serait qu’apparence, que la fiction serait plus vraie que la réalité, que l’onirique serait plus concret que l’Humain, est particulièrement présente dans le film « Le Petit Prince » (cf. Code n°44 – Promenade chorégraphique). Ça pue le narcissisme : le réalisateur se filme en train de s’émouvoir (par personnage interposé) d’une œuvre littéraire qu’il a idéalisée et dont il se sert pour pleurer sur lui-même.
 

– Le vieux sage fantasque et incorrect, qui passe pour un fou mais qui dans sa « folie » aurait tout compris (Cf. Code n°17 – Le vieux marin breton), est un leitmotiv des créations bobos. Le vieil aviateur du « Petit Prince », ami de la fillette, rentre tout à fait dans ce cadre.
 
Petit Prince Vive le vieux
 

– L’idéologie bobo remplace souvent l’amour ou la famille par l’amitié. Pour le bobo, l’amitié et le lien sentimental se substituent ou équivaut au lien du sang : l’amitié occupe une place démesurée (Cf. Code n°57 – Famille, tu me saoules ! ; et Code n°55 – Trio bisexuel… en plein déménagement ). Et dans le film « Le Petit Prince », toute la paternité du texte original du Petit Prince est affadie par la relation intergénérationnelle – certes touchante, mais pas de sang – entre l’héroïne et son papy aviateur.
 
Petit Prince Inversion des générations que dans un sen
 

– Dans la pensée bobo, la Nature est personnifiée, et ravit son humanité à l’Homme, confondu avec les machines qu’il a créées (Cf. Code n°23 – « La Nature me domine et prouve ma méchanceté d’être humain. »). On observe ce phénomène dans le film « Le Petit Prince », surtout sur la chanson du générique final : « Parle au ciel et aux étoiles. »
 

– On retrouve dans le boboïsme le mépris de la raison, caricaturée en rationnalisme desséchant, un intellectualisme mortifère (Cf. Code n°7 – Jargon vulgos-pédant ). Dans le film « Le Petit Prince », le monde universitaire est montré comme corrompu et déshumanisé.
 

– Avec l’idéologie bobo, nous sommes face à un matérialisme conservateur masqué, c’est-à-dire à la fois faussement distant des objets (le bobo se la joue détaché du matériel, brocanteur roots), et obsédé par eux (Cf. Code n°3 – Haine de la matière et des richesses ; et Code n°4 – Le consommateur masqué ). On le voit à travers le personnage du vieil aviateur dans « Le Petit Prince », qui avoue à la jeune héroïne : « Je suis comme ça : j’amasse. » Mais également dans la superstition entourant les objets : dans le film, les objets sont considérés vivants (ex : le renard en peluche vit) et collectionnés en tant que témoins réels d’un passé « éternel », à l’instar de la boîte à souvenirs du cycliste d’« Amélie Poulain » : l’avion, la rose, le renard, etc. Les objets s’animent tellement dans l’esprit du bobo qu’une fois confrontés au Réel, ils en deviennent décevants, méchants, monstrueux. Dans « Le Petit Prince », les machines sont des ogres métalliques, avec une gueule mécanique qui engloutit l’Homme qui les manipule.
 

– Le bobo a une relation ambivalente avec l’urbanité : à la fois il ne veut pas se détacher de la ville – en particulier du charme désuet et exotique de la ville européenne mythique – et en même temps il prétend vouloir s’en extraire pour fuir son artificialité (Cf. Code n°21 – Ville… européenne ). On retrouve ce double mouvement idolâtre d’attraction-répulsion par rapport à la ville dans le film « Le Petit Prince », avec l’image d’Épinal du Paris de la Belle Époque, mais également la diabolisation de l’urbanité, montrée comme un enfer carcéral impersonnel.
 

– Les roof-tops (buildings surplombant la ville) sont des incontournables de l’iconographie bobo (Cf. Code n°31 – Super-Zéro haut perché). Dans le film « Le Petit Prince », la conclusion « Regarde le Ciel » et le monde vu de haut, surtout par avion, ne dérogent pas à la règle.
 
Petit Prince Regarde le Ciel
 

– Dans le boboïsme, c’est souvent l’éloge de la Nature… y compris de la nature insulaire en ville (cf. Code n°22 – La Passion pour la Nature, le vent et la mer). Dans « Le Petit Prince », la maison de l’aviateur joue ce rôle du havre de paix printanier au milieu de la forêt de béton.
 

– Le bobo se met souvent aux médecines douces et aux séances de sport/yoga (cf. Code n°27 – New Age et psychologie). C’est ce que fait la fillette du « Petit Prince ».
 

– Dans l’idéologique bobo, la souffrance, le péché et la mort n’ont pas leur place (cf. Code n°11 – Je ne souffre pas !). C’est ce qui se passe dans l’adaptation cinématographique du Petit Prince. La mort et la souffrance, même si elles sont esquissées (l’héroïne se coupant le doigt, le vieil aviateur séjournant à l’hôpital et au seuil de la mort), ne sont jamais expliquées ni justifiées autrement que par un stoïcisme résigné (« C’est comme ça. Il faut consentir. »). Et la mort du Petit Prince par le serpent est interprétée comme la mort symbolique de l’enfance en lui… alors que dans la version originale du Petit Prince, sa mort n’est pas que symbolique : elle est aussi physique.
 

– L’éloge de la petitesse est un cliché récurrent du boboïsme (cf. Code n°10 – Petit ). On le retrouve dans « Le Petit Prince », avec le titre bien sûr, mais aussi la passion pour les petits objets miniatures, pour les choses vues d’avion, mais aussi le goût du microcosmique… allongé dans le jardin de papy.
 
Petit Prince Le vert chanté par le virtuel Écologie
 

– Dans l’iconographie bobo, le canapé (en général usé et qui a vécu) tient lieu d’autel sacré que l’on retrouve partout (Cf. Code n°13 – Canapé). On retrouve les vieux canapés et vieux fauteuils chez l’aviateur du film « Le Petit Prince. »
 

– Comme je le signalais en début d’article, toute l’idéologie bobo se fonde sur la croyance en l’espoir… au détriment de l’Espérance (Cf. Code n°9 – Optimisme et Espoir). Celle-ci est exprimée à la fin du film « Le Petit Prince », d’une manière déterminée (et avec les violons !), par le personnage du Petit Prince devenu adulte : « Je ne suis pas désespéré. Je suis plein d’espoir. Ça, oui ! Plein d’espoir. »
 

– L’esthétique bobo idéalise la figure littéraire de l’électron libre, de l’éternel voyageur, du fugueur errant (Cf. Code n°12 – Globe-trotter), en l’occurrence dans le film « Le Petit Prince » de l’aviateur sans attache. « L’aviateur a besoin de toi. » répète-t-on à l’héroïne.
 

– L’idéologie bourgeoise-bohème voit l’Humanité sous forme de grand patchwork compartimenté en personnages-clichés, en token comme on dit aux States (Cf. Code n°15 – Mosaïque multiculturelle). Tous les personnages du conte de Saint-Exupéry, repris dans le film « Le Petit Prince », font l’objet de ce saucissonnage et de cette redistribution mondialisée, apparaissent comme autant de « facettes d’humanité ». Ils perdent toute la tendresse et la drôlerie du texte original.
 

– Dans la fantasmagorie bobo, les vieilles chansons jazzy et les violons tsiganes occupent une grande place (Cf. Code n°16 – Fanfare jazzy ). On les retrouve dans « Le Petit Prince ».
 

– L’idéologie bobo porte aux nues les goûts et les sensations individuelles (cf. Code n°49 – « Je suis vivant » ou « J’ai aimé » ; et le Code n°43 – « J’aime / J’aime pas »). C’est ce qui se passe dans le film « Le Petit Prince », notamment lorsque le Petit Prince adulte recouvre la mémoire, ou que la petite fille (double du réalisateur) s’émeut devant tous les petits détails, petits objets, petits gestes, petits personnages en plastique qui ont habité son enfance et qui sont reliés à l’œuvre du Petit Prince.
 

– Dans la pensée bobo, c’est l’éloge du style « vieux » : brocante, culture rétro, vieux vinyles, vieil avion, vieille baraque, esthétique du souvenir, vieille deux-chevaux, etc. (Cf. Code n°18 – Vive le vieux !) Et on le constate dans le film « Le Petit Prince » : la mémoire émotionnelle, sensitive et onirique (les rêves, l’imaginaire, les souvenirs) est mise sur un piédestal. « Grandir, c’est pas tellement ça le problème. Le problème, c’est d’oublier » déclare le sage-aviateur, sorte de Maître Dong de l’hédonisme nostalgique. Et à la fin du film, la promesse de la gamine au Petit Prince adulte se veut un vibrant serment d’amour : « Je n’oublierai jamais rien. »… Promesse humainement fausse et intenable. C’est comme assurer « J’aurai toujours des sentiments pour toi ». On oubliera toujours quelque chose. Et nos sentiments ne seront jamais les mêmes à l’égard de la personne aimée. À l’instar du film d’animation « Vice-Versa » des studios Pixar, le thème de l’usine à neurones ou du réservoir à rêves (rêves matérialisés par les étoiles ou les boules de bowling) est très présent dans « Le Petit Prince », et plus généralement dans les dessins animés actuels gangrénés par l’idéologie transhumaniste. La Mémoire est prise pour une énergie qui va remplir le cortex cérébral (individuel ou mondial), le faire « travailler », faire que l’Humain-objet se sente « vivant » et puisse « jouir de vivre », « jouir de lui-même ». La mémoire et les souvenirs, en d’autres termes, sont envisagés comme des biens de consommation, comme un archivage et une accumulation quantitative. Ils sont d’ailleurs souvent entreposés dans une chambre énergétique. Ils se réduisent à une batterie d’intensités transportant l’être humain vers le passé. Finalement, le boboïsme met en place une autre forme de capitalisme, cette fois affectif et émotionnel… même si, en intentions, le bobo le veut anti-matérialiste et anti-capitaliste. Bienvenue dans le transhumanisme peint en vert et rose !
 

– Dans la fantasmagorie bobo, on a souvent droit à la ballade chorégraphique urbaine au ralenti (Cf. Code n°44 – Promenade chorégraphique). Dans le film « Le Petit Prince », elle est aussi présente – avec la ballade en dodoche, avec le ralenti et le papillon – même si elle est encore suffisamment parodiée pour échapper à l’habituel pathos mélancolique du bobo.
 

– Le barbu est un leitmotiv de l’iconographie bobo (Cf. Code n°33 – Barbu). Et dans « Le Petit Prince », il est représenté par le vieil aviateur, bien sûr.

 

– Dans le œuvres bobos, la photographie vintage occupe une place prédominante. Le photographe est le dieu des bobos (Cf. Code n°42 – Photolâtrie ). On le retrouve dans le film.
 
Petit Prince Photographe
 

– L’idéologie bobo a coutume d’éjecter la différence des sexes, donc le mariage (Cf. Code n°56 – Le mariage (ou pas) ; et Code n°48 – « L’Amour n’existe pas. Les amours (éphémères) oui. »). C’est ce qui arrive dans le film « Le Petit Prince » (et pas du tout dans la version originale du Petit Prince !) : la rose est morte ; l’héroïne n’est pas entourée de ses deux parents biologiques, divorcés (le père est absent) ; le Petit Prince est un vieux gars célibataire, tout comme le vieil aviateur. La différence des sexes n’est pas honorée. Son absence est certes pleurée, mais non réparée. La différence des sexes est ici hors-sujet.
 

– Dans le boboïsme, ça psychologise à mort, mais pour éloigner du Réel (Cf. Code n°47 – Le divertissement jeunesse confié au bobo ; et Code n°27 – New Age et psychologie). Dans le film « Le Petit Prince », j’ai été frappé par l’irréalité des situations, les caricatures à prétention pourtant réaliste, l’accumulation de poncifs idéologiques creux se servant de l’esthétique de l’enfance pour maquiller leur vanité. Finalement, le bobo donne à bouffer aux enfants de la merde ou de la pensée sucrée. Ce film essaie de faire entrer les enfants dans la nostalgie mais non dans le passé, dans la sentimentalité mais non dans l’Amour incarné, dans l’immortalité mais non dans l’éternité, dans la déprime mais non dans la joie, dans l’hédonisme Carpe Diem et non dans le mystère de la Croix.
 

– Dans la propagande bobo, l’intertextualité (= la citation) d’une œuvre dite « simple et profonde » est omniprésente (Cf. Code n°35 – La voix-off insupportable). Cette récupération des grands classiques de la poésie philosophique mondiale est malhonnête car elle les vide de toute leur essence, de leurs belles contradictions et aspérités. Dans le film « Le Petit Prince », le fil conducteur est bien sûr le conte philosophique de Saint-Exupéry, conte instrumentalisé sous forme de berceuse, avec la voix-off enfantine du Petit Prince, avec des phrases poétiques anesthésiantes entrecoupant l’intrigue principale et bien connues de tous… tout ça pour tenir un discours moraliste appris et insipide. L’adaptation cinématographique prend la forme du pamphlet anti-modernité et pro-naïveté-enfantine, de la leçon de vie par les sens : être soi-même, savoir savourer la vie, Carpe Diem, cultiver les rires d’enfants intergénérationnels, fermer les yeux et se souvenir, etc. Endormir la pensée, surtout !
 

– Dans l’idéologie bobo, s’il y a souvent la promotion d’une spiritualité voire d’une transcendance, elle s’identifie uniquement à la conscience et à la perception de l’individu, et n’est surtout pas ramenée à Jésus et encore moins à l’Église-Institution (Cf. Code n° 24 – Je ne crois pas en Dieu mais je fais comme si ). C’est ce qui se passe dans le film « Le Petit Prince ». On y entend plein de mentions à l’éternité, mais celle-ci n’est pas nommée ni reliée à Jésus et à sa Résurrection. C’est juste un gentil doigt pointant le Ciel, mais n’indiquant que les Étoiles, pas du tout le Christ. C’est le conte philosophique, pas catho et qui se substitue à la Bible. Par exemple, on n’entend dans l’intrigue aucune démarche de pardon après la fugue de la gamine. Exactement comme la résolution de la fugue de la fillette du film « Vice-Versa », où aucun pardon entre parents et enfant n’est formulé.
 

– L’emphase sur le vent et sur les silences est un classique des œuvres artistiques bobos (Cf. Code n°34 – Silence et Pudeur sacrés ; et Code n°22 – La Passion pour la Nature, le vent et la mer ). Et dans « Le Petit Prince », on voit des fleurs (en papier crépon) partout, le soleil, le ciel étoilé, le vent, les petits oiseaux, etc. Et comme par hasard, notre jeune héroïne bobo aspire, pour son travail, à intégrer au début du film l’« Academy Verte » super écolo…
 

La Nature vers Nature et Découvertes

La Nature version Nature et Découvertes


 

– Dans la musique bobo, c’est toujours la même recette : sifflotements, chansons pas assumées comme telles et chantonnées comme si elles étaient spontanées et improvisées, xylophones infantilisants à la « Amélie Poulain », banjo et piano sautillants, musique conceptuelle avec une originalité artisanale (la machine à sous marquant le rythme, par exemple), voix androgynes et fluettes, etc. (Cf. Code n° 45 – Sifflotements, xylophones, banjo et piano ). C’est exactement le cas des chansonnettes du « Petit Prince », qui ne veulent rien dire (à part la décontraction), qui sont chantonnées l’air de rien, par la chanteuse la plus bobo que la France ait connue (Camille… Ne manque plus que Pauline Croze ou Jeanne Cherhal ou Rose ou Lorène Devienne), qui appellent à l’abandon au bien-être… et surtout à l’abandon de la Vérité : « Suis-moi », « E = MC2 », etc.
 

 

 

– Dans l’idéologie bobo, ce qui prime, c’est l’individualisme collectif, c’est le déni de l’individualité à travers paradoxalement la promotion des modèles relationnels fusionnels et l’idolâtrie pour l’originalité (Cf. Code n°2 – Je suis original !). « Et si moi c’était toi ? » fredonne la chanson du générique final. Et le film « Le Petit Prince » se veut un hommage à l’originalité et à l’excentricité EN SOI. Encore une absurdité et un poncif idéologiques.
 

– Le propre de l’idéologie bobo, c’est la fuite du désir, de la volonté. Il faudrait que tout arrive sans qu’on le cherche, sans qu’on s’y attende, sans programme et sans liberté. Cool Attitude. C’est la soi-disant « liberté » de ne pas être libre. C’est la soumission au désir non-orienté et instantané. Il ne faudrait pas rechercher de Sens à l’existence. Le Sens, c’est l’absence de Sens. Le sens, c’est l’instinct, l’émotion, l’envie, l’inconscient, l’imaginaire, les sens, et basta ! (Cf. Code n°51 – « J’aime là où je ne désire pas/ne m’engage pas »). « C’est si bon, sans savoir où on va. » ; « C’est si beau quand on s’perd. » entend-on toujours dans le générique final.
 

– Le boboïsme prône la désobéissance (Cf. Code n°1 – Petit-fils de 1968). Et dans le film « Le Petit Prince », c’est tout à fait ça : l’héroïne en culotte courte brise les interdits, s’échappe chez son voisin atypique, circule en voiture avec lui sans permis, répond à sa mère, fugue, vole un vélo, pilote un avion sans permis, rentre dans les immeubles et les hôpitaux sans autorisation, contourne les agents de l’ordre, etc. Ça, c’est vraiment une « liberté » tout à fait étrangère à l’esprit du véritable Petit Prince. Jamais, dans l’histoire de Saint-Exupéry, le Petit Prince ne désobéit. Pas même à sa rose capricieuse ! Le vrai Petit Prince est un modèle d’obéissance et de service. Quasiment l’inverse de l’héroïne du « Petit Prince » ! Le film d’Osborne, au contraire, encourage à la désobéissance en faisant passer celle-ci pour du respect, du génie et de la liberté ; il oppose de manière manichéenne le désordre à l’ordre (aussi irréels l’un que l’autre !). Contrairement au Petit Prince qui est une ode à la paternité (à toutes les paternités), là, dans le film, la paternité de sang est complètement zappée : l’héroïne ne verra jamais son vrai père. C’est vraiment un film qui ne défend ni le mariage ni les pères, garants du Réel. C’est l’auto-construction – par soi-même, par ses souvenirs et son ressenti – qui prévaudrait !
 
Petit Prince Effrontée
 

– Dans l’idéologie bobo est promu le goût de l’incorrect (Cf. Code n°6 – Plus bourgeois que bourgeois : l’élite du bon « mauvais goût » ; Code n°7 – Jargon vulgos-pédant ; Code n°28 – Ni remords ni péché ). Et dans le film « Le Petit Prince », idem : manger de la mal-bouffe (la gamine et le grand-père s’en vont acheter des pancakes en cachette en ville), fuguer, rouler sans permis, mépriser la morale, les règles, l’ordre, contourner l’institutionnel et l’organisationnel, c’est montré comme le summum du bon goût et de la liberté.
 

– La marotte du boboïsme, c’est la lutte contre les images, les préjugés, les « clichés », c’est le discours iconoclaste de la haine des apparences (comme si elles étaient toutes trompeuses, ce qui est faux) (Cf. Code n°30 – Croisade iconoclaste contre les « clichés »). Dans le film « Le Petit Prince », on tombe sur la même censure et le même mépris (superstitieux et fétichiste) du corps et des images. La belle phrase du Petit Prince « On ne voit bien qu’avec le cœur : l’essentiel est invisible pour le yeux. » est spectaculairement transformée en « Le plus important, c’est ce qui est invisible. ». Et le détournement interprétatif de la maxime exupérienne est encore plus spectaculaire : implicitement, celle-ci est comprise par les bobos comme le mépris de toute image et matérialité et la haine des apparences. Ils n’ont rien capté.
 

– Dans le quotidien du bobo, le thé occupe une grande place (Cf. Code n°20 – Clope ). Le Papy Mougeot du film a bien entendu sa théière !
 

– Le vélo et le scooter sont les moyens de locomotion de prédilection du bobo (Cf. Code n°14 – Scooter ). Ils ont une large place dans le « Petit Prince ».
 
Petit Prince étoiles luminaires
 

– Dans le boboïsme, la bougie et les guirlandes lumineuses sont considérées comme le paroxysme de la beauté sobre et spirituelle (Cf. Code n°36 – Bougies ). Dans les films bobos tels que « Shortbus » de John Cameron Mitchell, ou encore « Raiponce », on s’en rend particulièrement compte : les étoiles deviennent des luminaires réifiés, des lampions de fêtes foraines. Et dans « Le Petit Prince », la guirlande étoilée symbolise les rêves humanistes et les idéaux humains à portée de main. La Voie Royale du décollage bobo vers le « Rêve », c’est le chemin de guirlandes colorées, bien entendu !
 
Petit Prince Guirlande
 

Conclusion : L’Enfant-Roi Jésus remplacé par le mythe capricieux, planant et individualiste de l’Enfant-Roi angélique

 

Conclusion : Dans l’adaptation cinématographique du Petit Prince, la royauté n’est pas assignée à Dieu, ni à un héritage paternel, ni au mariage… mais au dieu « Enfance » ou au dieu « Souvenir ». Et on voit ce que ça donne : un défilé narcissique de jolies pensées nostalgiques. Un monde sans foi au mariage ni en la Résurrection : quelle guimauve plate ! Pauvre Saint-Exupéry. Je crois qu’il doit être dépité de la récupération esthético-senti-menthe-à-l’eau qui est faite du message délivré par son petit blondinet ! Surtout que l’écrivain, lui, croyait en la Transcendance divine. C’est très clair dans Citadelle. Il doit se retourner dans sa tombe d’entendre son chef-d’œuvre littéraire traduit en insipide « Carpe Diem » ou en rouleau-compresseur d’infantilisation planétaire « Adultes et jeunes, redevenons l’enfant que nous avons tous été ». Je pense que Saint-Exupéry n’aurait jamais cautionné le moralisme anti-fasciste bien-pensant de ces faux naïfs qui veulent se racheter une innocence par l’esthétique. Il n’aurait pas eu le snobisme des bobos qui se gargarisent de dépeindre le non-sens « kafkaïen » (adjectif qu’ils adorent) d’un monde moderne courant à sa perte. Le message de Saint-Exupéry, ce n’est absolument pas ça. Il n’a jamais, dans Le Petit Prince, sombré dans la désespérance. Jamais il n’a infantilisé, même quand il a parlé de l’enfance et fait parler l’enfance. Pour lui, notre royauté ne repose pas sur le mythe capricieux de « l’Enfant-Roi » mais uniquement sur notre fraternité avec l’enfant Jésus et sur notre filiation avec Dieu le Père.
 

Le pire, c’est que la trahison cinématographique de Mark Osborne, qui se veut un hommage vibrant et fidèle à l’œuvre originale, ne sera identifiée de quasiment aucun spectateur. Je suis étonné que l’instrumentalisation bobo de l’œuvre de Saint-Exupéry n’ait pas encore été dénoncée, alors qu’elle est pourtant criante. Actuellement, la construction (sincère) de mausolées et de mémoriaux en l’honneur d’auteurs qu’on croit aimer et dont on dénature la pensée ne fait que commencer. L’entreprise bobo de déconstruction de la Vérité et de dénaturation du Réel a de beaux jours devant elle ! Déjà, on érige des temples aux résistants, aux artistes torturés ou soi-disant « naïfs » et « optimistes » (de préférence homosexuels, athées et juifs : Yves Saint-Laurent, Egon Schiele, Gustav Klimt, Allen Ginsberg, Harvey Milk, etc.). J’attends avec impatience l’adaptation musicale du Journal d’Anne Franck par les Fréros Delavega en duo avec Yaël Naïm…
 

Saint-Exupéry (oui, je sais, ce n’est pas officiellement un saint), priez pour nous et ayez pitié de nous. Et les pleurnicheurs bobos, s’il vous plaît, arrêter de rendre hommage. Car vous ne servez pas ceux que vous chérissez.

« La Femme au tableau » (« Woman In Gold ») de Simon Curtis, l’archétype du film fasciste (… qui nous prépare une sacrée Troisième Guerre mondiale !)

Maria affiche
 

Vendredi 24 juillet 2015. Je viens d’aller voir à Cholet avec mon père le film « La Femme au tableau » (« Woman In Gold ») de Simon Curtis, tout juste sorti au cinéma. Un film nord-américain sur le nazisme.
 

Le synopsis : en Californie, une vieille dame juive autrichienne naturalisée américaine, Maria Altmann, héritière des tableaux de famille réalisés par Gustav Klimt qui ont été volés à sa famille juive lors de la guerre 39-45, se bat, aux côtés de Randy un jeune avocat père de famille, pour récupérer ses biens et obtenir gain de cause auprès de la justice autrichienne.
 

La malhonnêteté de ce film m’a tellement sidéré que j’en laisse une petite critique maintenant. Comment les réalisateurs d’aujourd’hui peuvent-ils nous/se tromper à ce point sur la Seconde Guerre mondiale ? Comment notre monde va faire pour ne pas reproduire un nouveau conflit international avec des productions « biographiques » mensongères pareilles ? Je me pose sérieusement la question. On aurait pu croire qu’avec les avancées de la science et des études scientifiques, les êtres humains allaient mieux se regarder en face et retenir les leçons de l’Histoire. Pas du tout. Ils se servent du cinéma pour La travestir et Lui faire dire ce qu’ils veulent.
 

Sans exagérer, « La Femme au tableau » de Simon Curtis nous dresse le portrait des méchants nazis (et de leurs petits-fils autrichiens d’aujourd’hui, tout aussi « nazis » et fermés) vaincus par les gentils Américains. Ça ne va pas chercher plus loin. L’Autriche est présentée comme l’enfer, et les USA le paradis de la justice et de la mémoire. « Les Autrichiens ne lâcheront jamais, et je ne les laisserai pas m’humilier à nouveau. » (Maria, dans un moment de découragement) ; « On n’est pas aux États-Unis, ici… » se plaint Hubertus, l’Autrichien regrettant le système judiciaire à deux vitesses de son pays. Ce film n’a quasiment aucune valeur historique, mais le drame, c’est qu’il en a la prétention et la forme : biopic, légende chronologique attestant en générique final de la véracité des faits relatés, costumes d’époque, reconstitution partant d’une vie fantasmée autour du tableau de Klimt La Femme en or, volonté de rejuger l’Histoire et les crimes impunis, etc.

 

Comble du mensonge : la non-restitution des œuvres d’art volées par les nazis aux Juifs est mise sur le même plan que la Shoah. Et une telle analogie ne semble choquer personne ! alors qu’on ne parle pourtant pas des mêmes réalités (les êtres humains ne sont pas des objets, que je sache, pas même si ces derniers leur ont appartenus et renvoient à leur mémoire). Elle prouve une chose : la folie idolâtre et fétichiste des bobos (bourgeois-bohème), qui réécrivent l’Histoire à leurs étendards (pro-vieux, pro-féministes, pro-esthétique, pro-droits, pro-désobéissance… mais surtout pas pro-hommes, pro-pères, pro-réel, pro-nation, pro-devoirs, pro-ordre, évidemment) et considèrent leurs sentiments comme des lingots d’or, des droits à réclamer et à collectionner, des reliques sacrées. Et le pire, c’est que cette réécriture se veut commémorative, réparatrice et justicière. « Ce que tu fais est juste. » assure Maria, la grand-mère « héroïque », à son jeune ami avocat Randy ; « Les œuvres d’art volées par les nazis sont les deuxièmes prisonniers de la Seconde Guerre mondiale. » déclare, dans un aveu vibrant, Monsieur Loder à Maria. Le spectateur entend fuser les déclarations d’amour passionnées à l’art, comme tout les bobos qui portent aux nues des artistes soi-disant géniaux/sulfureux qui ne sont en réalité que les « épate-petits-bourgeois » de la pensée unique libérale : Salvador Dalí, Klimt – qui serait l’auteur de « la Joconde autrichienne » (il ne manque plus qu’Egon Schiele, Bernard-Marie Koltès, Lorca et Jean-Luc Lagarce pour que le tableau soit complet…). Pendant toute l’intrigue, les héros se battent plus pour des tableaux et l’application à la lettre d’un testament que pour des personnes concrètes ou pour comprendre les faits réels de la Seconde Guerre mondiale. C’est de l’entêtement matérialiste qui se fait passer pour gratuit et désintéressé. On rêve !
 
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Par ailleurs, tout le film suinte le mauvais féminisme, la déférente galanterie asexuée, inter-générationnelle, misandre, « à l’américaine ». Je dis « mauvais », car il existe un bon féminisme, qui défend les femmes sans le faire au détriment de hommes. Mais dans le cas du film de Simon Curtis, le féminisme idolâtre (la femme est mise sur un piédestal, recouverte d’or : cf. le titre « Woman In Gold ») auréole de gloire une femme inflexible, de fer, vieillissante, acariâtre (quoique touchante), capricieuse, matriarche, blessée, totalitaire, conquérante, n’ayant que le mot « égalité des droits » en bouche, demandant à prendre la place des hommes et de la Justice. Ce n’est ni la femme réelle fragile ni la femme souhaitable. Le matriarcat défendu dans « La Femme au tableau » entend faire plier le soi-disant « patriarcat » fasciste (inexistant dans les faits, car sous la véritable Allemagne nazie, le féminisme battait son plein) : « J’ai toujours pensé qu’il fallait plus de femmes juges. » conclut en a parte Maria au tribunal américain, toute contente de gagner son procès et d’avoir rallié la juge-femme à sa cause.

 
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Je n’ai pas honte de le dire. Ce film est une pourriture de bien-pensance nord-américaine, d’antifascisme moralisant qui ment sincèrement et inconsciemment sur la Seconde Guerre mondiale, et qui ne rend même pas justice aux Juifs.

 

Depuis si longtemps on nous ment sur la véritable identité de la Seconde Guerre mondiale, sur la véritable identité des « Alliés ».

 
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Le grand secret caché par tous ces pères-la-morale anti-fascistes actuels, ces chantres du progressisme libéral et « démocratiques », c’est que :
 

1) les « nazis », ce sont eux (d’ailleurs, dans le film, Maria tout comme Randy, avant d’être naturalisés américains, sont d’origine autrichienne). Et historiquement, l’Allemagne et les États-Unis étaient jumeaux en tous points (artistiquement, sexuellement, économiquement, spirituellement) et se disputaient la place de Première Puissance mondiale.
 

2) la Seconde Guerre mondiale est de la faute des Alliés (autant que des Allemands) et a été orchestrée par eux : pendant la Première Guerre mondiale, ils ont humilié l’Allemagne qui n’avait jamais voulu la guerre, alimentant ainsi le sentiment d’injustice et la soif de revanche de la Seconde Guerre mondiale dans l’esprit des Allemands. Et les pays voisins de l’Allemagne (l’Angleterre – dont la flotte se voyait menacée par la flotte allemande –, la France et la Prusse), par peur de voir cette Première Puissance mondiale empiéter sur leurs territoires et les bouffer tout cru, ont pactisé ensemble (et avec les États-Unis) pour le mettre hors d’état de nuire et l’anéantir.
 

3) Les antisémites, ce sont eux. Par la Déclaration de Balfour (1917), les Anglais ont décidé arbitrairement que le centre mondial du judaïsme ne serait pas Berlin mais Israël, pour à nouveau réduire l’influence de l’Allemagne – alors que Berlin était le nombril juif de la Planète – et se mettre en avant. Les Alliés ont donc, à l’instar des Allemands, tout autant délogé les Juifs d’Europe ! L’Angleterre a voulu faire mordre la poussière à l’Allemagne par jalousie et cupidité parce que les Allemands devenaient Première Puissance mondiale. Comme par hasard, dans le film « La Femme au tableau », la vieille Maria, l’Américaine Juive Donneuse de Leçons universelle des bobos, ressemble trait pour trait à la Reine Elisabeth II d’Angleterre ! Ça alors… quelle coïncidence…

 

La Reine Elizabeth II, toute petite, apprenant à faire le salut nazi

La Reine Elizabeth II, toute petite, apprenant à faire le salut nazi


 

Fascinant retournement des brebis « victimes » en agnelles carnivores et louves despotiques ! Pendant combien de temps va-t-on nous mentir sur la Seconde Guerre mondiale ? Quand est-ce que nos biographes vont se décider à faire leur travail et à sortir de leur vision manichéenne « les gentils Alliés » contre « les méchants nazis » qui les déresponsabilise tout en diabolisant les Allemands, les Russes, les Autrichiens, bref, « les Blonds de l’Est » ?

 
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(J'ai eu un mal fou à trouver des images du "méchant" trio d'Autrichiens "nazis". Aucune trace sur le net et dans la liste du casting...)

(J’ai eu un mal fou à trouver des images du « méchant » trio d’Autrichiens « nazis ». Aucune trace sur le net et dans la liste du casting…)


 

La recherche historique (hystérique, je dirais) de la « Récupération » de la Justice ne justifie ni les mensonges vraisemblables ni les représailles vengeresses. Nos moralisateurs nord-américains (pas tous les États-Uniens, heureusement) feignent de pleurer sur eux-mêmes, s’endorment sur un lit de culpabilité mondiale dont le nazisme est la forme historique paroxystique, et surtout qu’ils utilisent comme matraque discursive pour empêcher le Peuple de penser et de se rebeller contre eux. Ce genre de films, par leur manichéisme puant réécrivant l’Histoire en distribuant les bons et les mauvais points, non seulement ne font pas un travail de mémoire, mais reproduisent les conflits mondiaux qu’ils prétendent sincèrement dépeindre et dénoncer. C’est à cause d’eux que notre Humanité se prépare à revivre une autre Guerre mondiale.
 

HOMOPHOBIE, LE TRÉSOR NÉGLIGÉ (Article publié sur le site suisse CLV)

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Ce texte se trouve initialement sur CLV Magazine, et est une commande de Choisir la Vie en Suisse, pays où la loi contre l’homophobie est à l’ordre du jour.

 

Je n’ai jamais vu personne invoquer l’homophobie sans avoir un viol ou une souffrance inconsciente à dévoiler, un cri à pousser. C’est la raison pour laquelle elle ne mérite ni notre dérision ni notre déni. Si nous savions combien le mot « homophobie » est juste, jamais les opposants aux droits pro-gays ne le mépriseraient autant, et jamais les défenseurs gays friendly ne lui donneraient tant d’importance et projetteraient d’en faire une loi spécifique ! En prenant conscience de la réalité à laquelle il se réfère (le rejet de la différence des sexes), nous l’appréhenderions comme une cause universelle qui devrait tous nous mobiliser, comme une occasion unique de rencontrer vraiment les personnes homosexuelles et de les libérer d’une identité et d’une pratique amoureuse qui les déshumanisent, les violentent et ne les satisfont pas.

 

Fait autant preuve d’homophobie celui qui croit que l’homophobie existe en tant que personnes (en niant qu’elle n’est qu’une peur, qu’un désir non-systématiquement acté, et parfois un acte grave qui ne résume personne, pas même l’individu qui le commet ni celui qui en est victime) que celui qui croit qu’elle n’existe pas du tout (au moins en tant que peur ou violence universelle n’appartenant pas spécifiquement aux personnes homosexuelles).

 

La première homophobie, c’est de censurer la réflexion sur l’homophobie et de mépriser le mot « homophobie »… ce qui est malheureusement le cas de la plupart des gens qui l’emploient aujourd’hui. C’est l’aveuglement généralisé sur l’homophobie, ou l’instrumentalisation émotionnelle dont elle fait l’objet, qui rend le terme si impopulaire, aussi bien du côté de ceux qui y croient de manière magique et jugent dangereuse même sa verbalisation (pour eux, le mot « homophobie » est monstrueux, ignoble et diabolique, s’incarne en des personnes – « les homophobes » – qu’il faut éradiquer et qui sont bien entendu « les autres » et jamais eux-mêmes) que du côté des complotistes paranoïaques qui n’y croient pas du tout (selon eux, le mot est une ruse absurde, un instrument malhonnête de la novlangue qui ferait partie de la rhétorique de la pensée politico-médiatique totalitaire actuelle).
 
 

1) Le sens étymologique d’« homophobie » :

Pourtant, si on s’arrête un tant soit peu sur le mot qui soulève tant de passions, on se rend très vite compte qu’il est tout simplement parfait ! Rien qu’en suivant son étymologie, nous pourrions mener à bien le combat universel et juste contre l’homophobie.
 

a) Le terme « homophobie » est l’alliance de deux mots grecs, « homo » qui signifie « même » et « phobie » qui signifie « peur » voire « haine ». Et en effet, l’homophobie, c’est tout à fait ça : la haine de soi ou du semblable, la peur du même. Je ne connais pas d’agresseur des personnes homosexuelles qui ne soit pas homosexuel lui-même. L’homophobie est une tentation universelle qui atteint tout un chacun : quand ça ne va pas, nous pouvons tous être homophobes.
 

b) Avec le temps, le mot « homophobie » est devenu, dans le langage populaire et pénal, la phobie/haine d’une personne homo (donc attaque/viol à l’encontre d’une personne homosexuelle) et la peur de l’homosexualité en général. Ce sens fonctionne aussi et complète le premier.
 

Les deux définitions, toutes différentes qu’elles soient, sont pertinentes et nous les garderons ensemble. Nous allons voir, au point n°3, les formes et modalités concrètes que prennent ces deux acceptions du mot « homophobie », et qui ont été complètement galvaudées, transformées voire niées par notre monde.
 
 

2) Ce que les mass medias et nos contemporains comprennent de l’homophobie :

Le sens réel et étymologique de l’homophobie, qui renvoie les personnes homosexuelles et leur société à leur responsabilité, les journalistes et nos politiques n’en ont que faire. Il est hallucinant de voir le réductionnisme caricatural qu’opèrent les médias sur l’homophobie (y compris les associations qui s’en disent spécialistes !) puisqu’ils court-circuitent toute enquête sérieuse sur l’homosexualité, et interdisent de parler de souffrance et de viol… alors que l’homophobie n’est pas autre chose que le viol ! Aussi paradoxal que cela puisse paraître, les anti-homophobie actuels sont les pires censeurs de la lutte contre l’homophobie.

 
 

De l’homophobie, nos contemporains s’imaginent deux mensonges :
 

a) Ils croient qu’elle se réduit à tout lien entre homosexualité et violence/souffrance, c’est-à-dire à tout ce qui donne une image négative, malheureuse, péjorative à l’homosexualité, tout ce qui renvoie à la violence concrète de l’homophobie. Autrement dit, ils pensent que l’homophobie, c’est la dénonciation de la réelle homophobie (la dénonciation de la peur de soi et des attaques contre les personnes homos). Inversion et détournement spectaculaire du sens du concept ! Ils font de l’homophobie une affaire de réputation, de paraître, de regards, de rumeurs, de subjectivité, d’intentions, de « clichés », de mal extérieur, et non de réalité, d’humanité, de personnes, de faits concrets, de relations externes et internes aux liens homosexuels. Ils la vident de substance. Ils censurent spectaculairement la violence des actes homophobes (soi-disant parce qu’« elle donnerait une mauvaise image de l’homosexualité »), simplifient leur mécanisme, et couvrent l’identité/le passé des agresseurs et des victimes.
 

b) Ils considèrent (à tort) que l’homophobie est toute résistance à un désir, un droit, une loi, portés par une personne homo ou qu’on fait porter à une personne homo. Or, l’homosexualité n’a jamais été un gage de vérité et d’amour, ni même un ordre. Ce n’est pas parce qu’une personne homosexuelle, seule ou en « couple », exprime un désir ou demande un droit « par amour », que sa législation nationale doit tout lui céder et qu’elle doit se voir offrir toutes les lois qu’elle veut, d’autant plus celles qui ne correspondent pas à sa réalité.

 

c) Comme je l’ai expliqué au départ, conjointement à ces deux croyances erronées dénaturant l’étymologie pourtant extrêmement signifiante du mot « homophobie », on trouve également – parce que ce sont les mêmes personnes, au final – des gens qui pensent que l’homophobie est une simple insulte, un procès infondé, une irréalité, une stratégie de censure, un bout de scotch qu’on met sur la bouche de tout opposant qu’on essaie de faire taire… tout comme l’accusation de « racisme », de « machisme », d’« intégrisme », de « fascisme », d’« antisémitisme », d’« islamophobie », j’en passe et des meilleures.
 

Si vous préférez, c’est un peu l’hystérie des indifférents et des démagos de l’homosexualité. Une certaine homophobie, très courue même chez les catholiques et dans la pensée boboïsante libertaire qui relativise tout et tout le monde au nom de l’amour et d’un universalisme de bon aloi, consiste à nier l’existence du désir homosexuel et de l’hétérosexualité (hétérosexualité en tant qu’idéologie libertine bisexuelle/asexuelle). On entend souvent ce discours relativisant de la part de ceux-là même qui croient en l’équivalence de l’amour dans la différence des sexes et de l’amour n’incluant pas la différence des sexes : « Homo, hétéro, bi, tout ça, ce sont des étiquettes marchandes qui catégorisent les êtres humains de manière caricaturale (… donc la tendance homosexuelle et l’homophobie, selon eux, n’existeraient pas). Seul compte l’Humain, l’amour universel, la dignité humaine, la différence des sexes. Point ! » Ce syllogisme iconoclaste, apparemment ouvert, est pernicieux car dans ce cas là, l’homophobie (qui ne reconnaît pas l’homosexualité ni la réalité des actes homos) s’habille de très belles intentions (parfois même spirituelles) et se veut anti-étiquettes, lutterait contre le réductionnisme d’une certaine conception de l’homophobie, de l’homosexualité, de l’hétérosexualité et plus globalement de la sexualité (résumée actuellement à la génitalité ou à la sentimentalité). Or l’attraction homosexuelle existe. Et les attaques qu’elle génère aussi !

 

Avec ces trois acceptions incorrectes, vous voyez qu’on est encore bien loin d’une réelle compréhension et résolution de ce qu’est l’homophobie !
 
 

3) Ce que l’homophobie est vraiment :

Fort de l’apport de l’étymologie du mot, mais également de mon expérience personnelle et de mes nombreuses études sur les cas d’homophobie (Je vous renvoie au code « Homosexuel homophobe » dans mon Dictionnaire des Codes homosexuels, consultable sur le blog L’Araignée du Désert, ainsi qu’à mon essai L’homophobie en vérité, Éd. Frédéric Aimard, Paris, 2013), c’est-à-dire des attaques opérées sur des personnes homosexuelles au nom de leur homosexualité, je peux vous assurer deux constats (particulièrement en porte-à-faux avec la mentalité générale précédemment décrite) :

 
 

a) L’homophobie est d’une part l’« identité » homosexuelle et d’autre part la pratique homosexuelle :

 

– Le coming out est le premier acte homophobe : la personne homosexuelle qui se réduit à son attirance sexuelle, à ses sentiments ou à ses pulsions, se caricature elle-même, se considère comme un animal, un ange ou un sexe anatomique sur pattes, et s’impose son chantage aux sentiments à elle-même.
 

– Et la pratique homosexuelle (le « couple » homo, si vous voulez) est le second acte homophobe, plus grave encore que le coming out. En effet, tous les actes homophobes connus ont lieu dans des cadres de pratique homo, c’est-à-dire les sphères amoureuses homo-bisexuelles (qui parfois surjouent l’hétérosexualité) ou les sphères prostitutives. Je ne connais pas d’exception. « J’ai travaillé pendant 4 ans avec une ‘bande de loubards’, tels qu’ils se définissaient eux-mêmes, dans le XVIIe arrondissement de Paris. Fréquemment, ils allaient ‘casser du pédé’ au square des Batignolles. En repensant à eux, à leurs discours, aux descriptions qu’ils aimaient faire, s’intégrant à leur mode de provocation par rapport à l’adulte, à l’éduc, je reconnais volontiers ma cécité. La bande : une cinquantaine de jeunes de 14 à 30 ans, bardés de chaînes, de croix gammées pour certains, de blousons de cuir, vivaient une homosexualité latente. […] Sans vouloir en rien énoncer que ces hommes provoquaient le viol parce que homosexuels, le viol d’hommes est peut-être localisé autour des sphères homosexuelles. » (Daniel Welzer-Lang, Le Viol au masculin (1988), pp. 183-184) Et ceci est bien logique : à chaque fois que l’acte homo se pose, le rejet de la différence des sexes se rejoue, et donc le rejet des deux membres du « couple », issus chacun de la différence des sexes. En expulsant, dans sa génitalité, la différence des sexes, la personne homosexuelle rejette son partenaire et se rejette elle-même, à plus ou moins long terme. Et concrètement, en couple homo, l’homophobie se traduit en général par l’ennui, l’incompréhension, le rapport de forces, puis la possession, l’exploitation mutuelle, l’infidélité, le mépris, la violence intraconjugale, parfois même le crime passionnel.
 

b) Au fond, l’acte homophobe est le résultat d’un désir homo refoulé ou excessivement assumé (sous forme d’« identité » ou de pratique homosexuelle, justement) :
 

Il n’est donc pratiqué que par des personnes homosexuelles, avant et surtout après leur coming out, ou bien par des personnes très mal avec la différence des sexes. Par exemple, je ne compte plus le nombre de personnes homosexuelles se disant « hors-milieu », ne supportant pas les hommes trop efféminés ni les femmes trop masculines à leur goût, refusant toute réflexion sur leur homosexualité, maltraitant leurs amis et leurs amants homos, critiquant voire menaçant les uniques personnalités médiatiques qui osent se présenter comme homosexuelles en public (d’ailleurs, ces dernières me rapportent que les seules lettres d’insultes qu’elles reçoivent ne viennent que de leurs pairs homos !). Malheureusement, cette homophobie de l’« identité » et de la pratique homo n’est pas du tout identifiée ni dénoncée socialement. Les rares fois où les gens gays friendly, s’annonçant comme les chantres de la lutte contre l’homophobie et de la défense des « droits des homos », osent reconnaître que l’homophobie puisse venir des personnes homos elles-mêmes, ils la relèguent uniquement du côté du refoulement de l’« identité » et de l’acte homosexuels. Ils n’ont pas totalement tort : nombreux sont les cas d’actes homophobes venus d’un refoulement du désir homosexuel. Dans la réalité, on rencontre beaucoup de personnes homosexuelles qui avouent cet hallucinant paradoxe : « À 16 ans, je cassais du pédé dans les parcs ; à 20 ans, je couchais avec ! » témoigne par exemple Jacques Nolot dans son film « La Chatte à deux têtes ». Mais il ne suffit pas de dire à tous – et même en actes amoureux et sentimentaux – qu’on est « pour » le désir homosexuel pour le reconnaître tel qu’il est, l’accepter, et pour ne pas le refouler. Surtout quand l’alibi majeur de l’homophobie actuel prend la forme du masque rose du coming out, de l’amitié génitalisée, du « mariage » avec paillettes à la mairie et de la paternité adoptive.

 

Je n’ai jamais vu, à ce jour, une personne, bien dans ses baskets et sa sexualité, attaquer une personne homosexuelle ou se sentir mise en danger par elle. L’agresseur homophobe ne s’en prend à une personne homosexuelle que s’il reconnaît en elle sa propre blessure de sexualité, son miroir de désir et d’acte sexuels. Il arrive même que le violeur homo joue les hétéros pour camoufler sa bisexualité latente.
 
 

4) La Loi contre l’homophobie = une loi homophobe

 

C’est la raison pour laquelle les législations nationales qui se basent sur l’orientation sexuelle des personnes (l’Union Civile, le mariage pour tous, la loi contre l’homophobie, les législations sur l’égalité des droits « entre homos et hétéros », etc.) et non plus sur la sexuation et l’humanité des personnes (les Droits de l’Homme), et qui souhaitent justifier socialement la banalité et la beauté de la pseudo « identité homo » et du pseudo « amour (homo) universel » pour en faire les fondements d’une société, sont extrêmement homophobes à leur insu. C’est aussi pourquoi on observe dans tous les pays adoptant une législation contre l’homophobie – sans comprendre ce qu’est la véritable homophobie – et se croyant en voie d’« ouverture » et de « progrès », voient les actes homophobes augmenter sur leur territoire, et cherchent à imputer la responsabilité de leurs propres méfaits homophobes à l’égard des personnes homosexuelles sur les pays orientaux soi-disant « en retard » en matière de « solidarité » et de « droits LGBTQI » (Lesbiens, Gays, Bisexuels, Transsexuels, Queer et Intersexes).
 

Faire une loi sur l’homophobie, c’est toujours faire une loi sur autre chose que l’homophobie : cela revient concrètement à réécrire une loi sur le viol, à rajouter un pansement noir et victimisant sur une plaie ouverte non-identifiée. L’homophobie n’est qu’un procès d’intention, un rajout ou une circonstance aggravante apposée à un crime qui, sans elle, mériterait déjà sanction. À elle seule, elle ne vaut presque rien. Elle est fragile puisqu’elle repose sur la croyance en l’homosexualité. Dans les procès pour homophobie, une présomption d’homophobie ou une intention homophobe doit toujours être soutenue et concrétisée par une agression physique ou une insulte ou un assassinat ou une bagarre ou un vol ou un viol censé(e) l’avoir précédée.
 

Mais le plus malhonnête dans l’histoire de la création d’une loi nationale contre l’homophobie, c’est que ses promoteurs ne s’intéressent même pas à l’homophobie en pratique, et cache leur réelle intention : la justification du supposé « amour » homosexuel en tant qu’amour universel, autrement dit leur idéologie sentimentale asexuée. Je pense notamment aux associations-bidon S.O.S. Homophobie, ou encore Le Refuge, qui alimentent l’homophobie qu’elles prétendent combattre en se faisant de l’argent et une réputation sur le malheur des personnes homosexuelles. Oui. Une loi nationale contre l’homophobie, qui n’identifie pas l’homophobie telle qu’elle est vraiment – à savoir l’« identité » homo et le « couple » homo – non seulement ne luttent pas contre la véritable homophobie, mais construit celle-ci. Il est de notre devoir de la dénoncer, en comprenant que ce refus sera notre plus bel acte de résistance anti-homophobie.
 

El derroche vocacional de la homosexualidad (el testimonio de Esteban, un amigo boliviano seminarista)

Points Coeur
 

Para empezar, os comparto, con su permiso (y cambiando los nombres, el país), tres maravillosos correos electrónicos recibidos hace una semana, por parte de un amigo ex-seminarista, Esteban, treinta años, que lucha por seguir a Cristo. Un olvidado de la llamada eclesial a la santidad, un hombre fuera de la norma, y que no tiene (aún) mi suerte de vivir la alegría inmensa y liberadora de la evangelización a través de la homosexualidad.
 
 

MAIL 1 :
 

Mi querido hermano, espero que me recuerdes!
 

Me gustaría contarte un poco de mi situación, pero en estos momentos no me encuentro en mi computadora y no estoy solo, jejejee para escribirte necesito un buen cigarrillo y un café… solo escribo este mail para no perder tu correo por que mi cel anda fallando…. en verdad necesito contarte muchas cosas como a un hermano…. solo puedo decirte que por la gracia de Dios sigo en pie después de tres meses de haber salido del seminario. jajaja soltero y solo para Jesús.
 

Te escribo luego.

 

Esteban

 
 

MAIL 2 :
 

Querido hermano:
 

Espero no robarte mucho de tu tiempo…
 

Desde hace algunos días he pensado en escribirte, pero sinceramente no se cómo hacerlo. Pero bueno, comenzaré por hablarte un poco de mí…
 

Como ya te había dicho, salí del seminario hace tres meses, los motivos de mi salida ya te los puedes imaginar, jejeje… no no no hice un gran escándalo allí… Mira, desde un inicio yo intenté ser lo mas sincero con mis superiores, es decir, les dije de esta « dificultad », pero mi director espiritual me dijo que no había ningún problema, siempre y cuando yo hablara con la mayor sinceridad posible… y bueno, la verdad es que siempre lo intenté… Durante cinco años las cosas caminaban muy bien, tanto en mis estudios como en la relación con mis compañeros de comunidad, pero el verano pasado la cosa comenzó a cambiar… comencé a tener mucho apego hacia uno de los hermanos y él hacia mí, pero no era nada grave, es decir, él siempre me veía como a un gran amigo, como a un hermano. Su nombre es Ricardo y la verdad es un hombre con un gran corazón que todo lo que quería era hacer la voluntad de Dios en todo momento, me atrevo a decir que era un santo. Para mí era como el hermano que nunca había tenido (yo soy hijo único), él, me enseñó a nadar y a jugar futbol y siempre estaba dispuesto a escucharme cuando yo me encontraba mal. Cuando yo me di cuenta que las cosas ya no iban bien, al menos de mi parte, le dije a mi director espiritual, y él me aconsejó que me alejara pero de manera gradual… yo no obedecí del todo sus consejos y la cosa empeoró por que yo empezaba a salirse de mis manos y ya no podía pasar una hora sin hablar con él, después de estos ataques de necesidad de hablarle, aunque fueran cosas tontas o sin importancia, me venía a la mente unos escrúpulos inmensos de que él ya no me iba a hablar, de que el sospechaba que era gay o que simplemente ya no me iba a hablar, y bueno, lo que hacía para calmar esa ansiedad era ir otra vez a visitarlo a su habitación para preguntarle lo que él pensaba de mí… Ricardo siempre me ayudaba y me decía que yo era como su hermano y que nunca pensaría algo malo, que él sabía que yo era un chico bueno pero sensible, que tuviera paciencia conmigo mismo y que tratara de controlarme, porque a pesar de que con él no había problemas, con los superiores podía haberlos. Yo me calmaba por unos días pero después la necesidad de estar con él era otra vez insoportable, hasta que un buen día me di cuenta que esto me estaba volviendo loco y que no podía seguir así! Una noche antes de la cena yo tuve un ataque de nervios y corrí por toda la casa como loco y llegué hasta la oficina de mi superior (él ya estaba al tanto de mi situación), al inicio parecía confundido, pero lo que hizo fue tranquilizarme y decirme que no me preocupara que me iba a ayudar en todo, que estuviera tranquilo… días después yo le pedí ir a ver a un psicólogo por que no podía dormir por las noches, tenia ataques de ansiedad y perdí el apetito… mi superior me llevó con un psiquiatra para que me diera algún medicamento… fui a terapia como unos dos meses y también estaba en dirección espiritual. Tanto el psiquiatra como mi director me decían que tenía que aceptar mi realidad y caminar con esta cruz.
 

Hago una pausa para contarte como la pasaba yo en esos momentos: tenía una carga moral terrible, a cada momento me preguntaba por qué a mí me había pasado esto?!… era irónico estar en un seminario y ser así como era, me sentía como un hipócrita. Intenté quitarme la vida y me refugié en el alcohol…por supuesto me alejé de la oración y veía como poco a poco mi vida se iba a la basura… si yo salía del seminario, adónde iría?, no iba a ser capaz de estar en el mundo sin caer!
 

El pasado mes de febrero pedí a mis superiores dejar el seminario y pasar algunos meses en la casa de misión que tenían en Bolivia, ellos aceptaron. Durante tres meses estuve en la casa de misión, pero allí el trabajo consiste en vivir en una casa hogar con niños huérfanos, como te imaginaras los padres tomaron las medidas necesarias conmigo, (y aunque me dolió, lo entiendo) no me permitieron estar con los niños, ni ser responsable de ninguna labor en el hogar y el colegio; mi trabajo consistía en limpiar el jardín y la biblioteca de padres. Mi corazón se apagaba poco a poco, la alegría que me caracterizaba se acabó, sólo buscaba estar solo y olvidar de la manera que fuese mi realidad… El padre general me escribió una carta en la que me decía que ya no podían hacer más por mí, que sinceramente él ya había perdido las esperanzas en que yo pudiera salir de mi situación viviendo allí. Yo acepté y reconocí que era lo mejor, YO TENIA MIEDO de lastimar a alguien de nuestros niños, y aunque el corazón se me partía creí que era lo mejor para todos…¡¿como Dios podía elegir a alguien como yo?!, era imposible, yo me había engañado o me había refugiado en el seminario para ocultar mi realidad… auch! jejeje ahora que te escribo no puedo evitar derramar unas lagrimas. Por qué Philippe sufro con algo que yo no he pedido sentir!, por qué tengo que renunciar a mis sueños!… sinceramente me siento como un monstruo. Me he tenido que enfrentar al vértigo de mi futuro, todo lo veo negro, se me han cerrado las puertas en todo lugar. Como te imaginarás, no puedo ingresar a otro seminario con este historial, tampoco puedo casarme por que sería un mentiroso. No he dicho nada a mis padres a cerca de esto, y no estoy preparado para hacerlo, por ahora me he dedicado al deporte, bicicleta, natación… pero la gente pregunta cuándo voy a regresar al seminario, … el tiempo se me está acabando. Además, hace unas semanas he conocido a un chico con el cual me la llevaba bien, pero me doy cuenta que estoy enfermo, soy posesivo con él, me enojo si no me escribe algún mensaje al día y ese tipo de estupideces! Te das cuenta de lo enfermo que estoy?
 

Reconozco que necesito ayuda, pero por desgracia aquí no la hay.
 

Nunca he hablado con chicos con este tipo de situación, siempre me he alejado de los chicos gays.
 

Si tu me conocieras tal vez te darías cuenta por que lo has vivido, pero aquí no se imaginan lo que pasa conmigo. Aparentemente soy un chico normal que tiene amigos, los más mujeriegos por cierto, amigas. Aquí la gente mayor, de cierta manera me estima mucho por lo de el seminario, los jóvenes me admiran y bueno, para mis padres soy su orgullo.
 

Hermano, necesito tu ayuda.
 

Perdonarme si me he explayado mucho pero necesitaba hablar con alguien por que desde que salí del seminario no lo he hecho, agradezco tu tiempo y me encomiendo a tus oraciones.
 

Tu hermano en Cristo: Esteban

 
 

MAIL 3 :
 

Querido hermano; por supuesto que puedes utilizar mi texto, todo sea para mayor gloria de Dios y para que muchos otros jóvenes que se encuentran en una situación parecida puedan encontrar la fuerza para continuar en e seno de la Iglesia.
 

Tengo que contarte que tengo una madre espiritual, ella estuvo 16 años con las Misioneras de la Caridad de Madre Teresa pero por motivos de salud tuvo que salir, ahora vive en mi pueblo y también ella esta trabajando mucho por apoyar a chicos y chicas en esta situación, le comente que por gracia de Dios te he conocido (por que así lo creo) y me ha pedido la posibilidad de tener tu correo.
 

Bueno hermano, yo se que el demonio me cobrará con intereses esto, por que creo que lo que él quiere a como de lugar es que nos apartemos de Dios y nos sintamos rechazados por Dios.
 

Te agradezco mucho, esperemos que todo esto redunde para mayor gloria de Dios y para el bien de tantas almas.
 

Per Regnum Christum ad Gloriam Dei.

 
 
 

A fuerza de ver a hombres y mujeres homosexuales extraordinarios en la Iglesia católica, pero que no encuentran su sitio porque muchos eclesiásticos no se lo ofrecen, o porque ellos mismos necesitan una energía fenomenal para salir del anonimato, me hago la pregunta: « ¿ Cuándo llegará la hora de la PROPUESTA (y no sólo un acompañamiento tímido) ? ». A veces salen del seminario y son soltados en libertad sin camino vocacional real detrás, con el bebé de su vergüenza en brazos, permanecen en la estacada, porque su homosexualidad es tanto sobreestimada como devaluada (¡sin ser reciclada útilmente y santamente !).
 

Si la Iglesia remite a las personas duraderamente homosexuales – que no están bien en el matrimonio hombre-mujer ni en el sacerdocio – al aislamiento del celibato y a la inhibición, sin proporcionarles un camino vocacional concreto, sin oficializar este celibato de manera sacramental, pública y eclesial, Ella las apagará como si fueran velitas moribundas. Y sobre todo, Ella deja pasar la dimensión fuertemente evangélica de la homosexualidad, se priva de la aportación de individuos que constituyen Su piedra angular y Su factor unificador más importante, individuos que aspiran a grande, que tienen un alto potencial para la evangelización, que no sólo tienen que « convivir » con sus tendencias y « gestionarlas » con discreción sino ofrecerlas al mundo, que despliegan una gran cantidad de cualidades una vez que sus impulsos sexuales son canalizados, dados a la Iglesia y vividos en la continencia. Esta es la dimensión misionera, profética y de santidad de la homosexualidad que de momento se ignora y se deja reposar. ¡Qué desperdicio!
 

Para celebrar el inminente fin de los tiempos (cf. el tercer secreto de Fatima), y frente a esta mano de obra desaprovechada (o subempleada) que no se siente llamada a la práctica homo ni que desea adentrarse por la vía muerta de un sacerdocio clásico o de un matrimonio infeliz, debemos pensar rápidamente en la creación de un movimiento tal vez más ambicioso que Courage, una fraternidad que inunde las esferas políticas, eclesiales, mediáticas, artísticas, intelectuales, y sobre todo el ámbito de servicio a los pobres, una fraternidad que tome su bastón de peregrino y lo deje todo para vivir su misión específica. Las persecuciones y la III Guerra Mundial (ya anunciada por Francisco) nos ayudarán a ello. ¡ Estoy ansioso por ver la cara y la fuerza de mis futuros compañeros-mendigos de esta armada crística rosa ! Nuestra salida de la tumba es inminente.
 
 
 

Evangelio según San Mateo, 10

1. Jesús llamó a sus doce discípulos y les dio poder sobre los malos espíritus para expulsarlos y para curar toda clase de enfermedades y dolencias.

2. Estos son los nombres de los doce apóstoles: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago, hijo de Zebedeo, y su hermano Juan;

3. Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el recaudador de impuestos; Santiago, el hijo de Alfeo, y Tadeo;

4. Simón, el cananeo y Judas Iscariote, el que lo traicionaría.

5. A estos Doce Jesús los envió a misionar, con las instrucciones siguientes: «No vayan a tierras de paganos, ni entren en pueblos de samaritanos.

6. Diríjanse más bien a las ovejas perdidas del pueblo de Israel.

7. A lo largo del camino proclamen: ¡El Reino de los Cielos está ahora cerca!

8. Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos y echen los demonios. Ustedes lo recibieron sin pagar, denlo sin cobrar.

9. No lleven oro, plata o monedas en el cinturón.

10. Nada de provisiones para el viaje, o vestidos de repuesto; no lleven bastón ni sandalias, porque el que trabaja se merece el alimento.

11. En todo pueblo o aldea en que entren, busquen alguna persona que valga, y quédense en su casa hasta que se vayan.

12. Al entrar en la casa, deséenle la paz.

13. Si esta familia la merece, recibirá vuestra paz; y si no la merece, la bendición volverá a ustedes.

14. Y si en algún lugar no los reciben ni escuchan sus palabras, salgan de esa familia o de esa ciudad, sacudiendo el polvo de los pies.

15. Yo les aseguro que esa ciudad, en el día del juicio, será tratada con mayor rigor que Sodoma y Gomorra.

16. Miren que los envío como ovejas en medio de lobos: sean, pues, precavidos como la serpiente, pero sencillos como la paloma.

17. ¡Cuídense de los hombres! A ustedes los arrastrarán ante sus consejos, y los azotarán en sus sinagogas.

18. Ustedes incluso serán llevados ante gobernantes y reyes por causa mía, y tendrán que dar testimonio ante ellos y los pueblos paganos.

19. Cuando sean arrestados, no se preocupen por lo que van a decir, ni cómo han de hablar. Llegado ese momento, se les comunicará lo que tengan que decir.

20. Pues no serán ustedes los que hablarán, sino el Espíritu de su Padre el que hablará en ustedes.

21. Un hermano denunciará a su hermano para que lo maten, y el padre a su hijo, y los hijos se sublevarán contra sus padres y los matarán.

22. Ustedes serán odiados por todos por causa mía, pero el que se mantenga firme hasta el fin, ése se salvará.

23. Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra. En verdad les digo: no terminarán de recorrer todas las ciudades de Israel antes de que venga el Hijo del Hombre.

24. El discípulo no está por encima de su maestro, ni el sirviente por encima de su patrón.

25. Ya es mucho si el discípulo llega a ser como su maestro y el sirviente como su patrón. Si al dueño de casa lo han llamado demonio, ¡qué no dirán de los demás de la familia!

26. Pero no les tengan miedo. Nada hay oculto que no llegue a ser descubierto, ni nada secreto que no llegue a saberse.

27. Lo que yo les digo en la oscuridad, repítanlo ustedes a la luz, y lo que les digo en privado, proclámenlo desde las azoteas.

28. No teman a los que sólo pueden matar el cuerpo, pero no el alma; teman más bien al que puede destruir alma y cuerpo en el infierno.

29. ¿Acaso un par de pajaritos no se venden por unos centavos? Pero ni uno de ellos cae en tierra sin que lo permita vuestro Padre.

30. En cuanto a ustedes, hasta sus cabellos están todos contados.

31. ¿No valen ustedes más que muchos pajaritos? Por lo tanto no tengan miedo.

32. Al que se ponga de mi parte ante los hombres, yo me pondré de su parte ante mi Padre de los Cielos.

33. Y al que me niegue ante los hombres, yo también lo negaré ante mi Padre que está en los Cielos.

34. No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada.

35. Pues he venido a enfrentar al hombre contra su padre, a la hija contra su madre, y a la nuera contra su suegra.

36. Cada cual verá a sus familiares volverse enemigos.

37. El que ama a su padre o a su madre más que a mí, no es digno de mí; y el que ama a su hijo o a su hija más que a mí, no es digno de mí.

38. El que no carga con su cruz y viene detrás de mí, no es digno de mí.

39. El que vive su vida para sí la perderá, y el que sacrifique su vida por mi causa, la hallará.

40. El que los recibe a ustedes, a mí me recibe, y el que me recibe a mí, recibe a Aquel que me ha enviado. El que recibe a un profeta porque es profeta, recibirá recompensa digna de un profeta.

41. El que recibe a un hombre justo por ser justo, recibirá la recompensa que corresponde a un justo.

42. Asimismo, el que dé un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, porque es discípulo, no quedará sin recompensa: soy yo quien se lo digo.»

 
 
 

Para seguir la reflexión : mi libro La Homosexualidad en verdad.

Film « Vice-Versa » : le transhumanisme M&M’s (ne pas avaler)

Vice 4

 

Je suis de plus en plus frappé de l’amnésie sociale dans laquelle nous baignons : virtualisation des rapports humains, sentimentalisation des objets que nous consommons pour ne pas reconnaître que nous nous y soumettons, promotion du ressenti au détriment de l’intelligence et de la foi en la Vérité unique, aimante et universelle, rupture avec l’Incarnation divine et humaine, sacralisation de l’être bionique auto-créé, déprime généralisée et isolement misanthrope croissants. Les mensonges matérialistes qu’on nous balance à longueur de films, les paradis artificiels et les stades progressifs de déshumanisation avancée vers lesquels nos mass medias et nos politiques nous orientent, ne suscitent plus l’indignation de grand monde. Pire : ils amusent, émeuvent et divertissent en masse. Celui qui verrait du mal dans les derniers films d’animation Pixar est traîné en procès de pessimisme, de folie et de mauvaise foi. Il devient un ennemi du progrès et de l’optimisme. Il a « perdu son âme d’enfant ». Ben tiens donc ! Et la cible la plus facile pour l’ingestion des doses homéopathiques de la pensée unique libertaire relativiste robotisante, c’est bien sûr nos chères têtes blondes, de plus en plus traitées comme les imbéciles qu’elles ne sont pas. Les objets et l’imaginaire sont nos amis, il faut les aimer aussi (cf. « Monstres & Cie », « Les Nouveaux Héros », « Avatar », « Moi moche et méchant », « Toy Story », « Wall-E », et j’en passe.). Tiens, bouffe tes M&M’s qui s’amusent en toi !
 
Vice 10
 

Dans la veine des films d’animation récents qui mine de rien tendent à nous imposer leur vision transhumaniste de l’Homme (pour le coup, un homme augmenté, maître de sa vie et de sa mort, capable de discerner tout seul le bien du mal, un homme à mi-chemin entre le gosse et le super-héros) et à nous faire croire que tout être humain est « un peu, quelque part » un robot capable d’aimer et de s’émouvoir et d’être aimé « comme tout le monde », le film d’animation « Inside Out » (« Vice-Versa », 2015) de Peter Docter pourrait occuper une place de choix. Il est sorti il y a deux semaines sur nos écrans français, et partout dans le monde, façon dégueuli multicolore.
 
Vice 5
 

Non seulement il ne fait pas rire (je ne parle pas que pour moi, mais aussi du large public de la grande salle où je l’ai visionné : je crois que bébé commence à en avoir sérieusement ras-le-bol de cet humour pas drôle des adultes qui essaient de projeter sur les enfants fictionnels – et malheureusement sur lui, par voie de conséquence – leurs immaturités adulescentes, leur rejet des hommes, des pères et des ancêtres, leur mépris du monde réel), mais en plus, il diffuse des idées qui sont dangereuses et inquiétantes pour notre planète. L’obscénité n’est pas que pornographique ou verbale : elle peut aussi être matérialiste et techniciste.
 

Colère, Dégoût, Joie, Peur et Tristesse

Colère, Dégoût, Joie, Peur et Tristesse


 

En effet, dans ce film, le message, en gros, c’est que l’être humain est la marionnette de son cerveau, de son centre rationalo-émotionnel, de ses sentiments. Poncif de l’hédonisme bouddhisant consumériste s’il en est. Ce sont cinq émotions – Joie, Tristesse, Colère, Dégoût et Peur – qui, tel un jury de The Voice ou de X-Factor, mènent la barque de l’existence humaine, activent les manettes, jugent du bien et du mal, et interfèrent dans les expériences vécues par la jeune héroïne de 12 ans, Riley, adolescente rebelle vivant mal le déménagement de ses parents à San Francisco (pourtant, c’est la ville gay, je ne comprends pas…). D’ailleurs – et c’est cela qui devrait suffire à nous faire flipper –, dans « Vice-Versa », émotion et action sont constamment confondues, comme si notre perception était le réel, nos désirs et sensations l’exact reflet du monde extérieur, l’onirique et le cérébral plus vrais que la Réalité même. « Les faits et les opinions, je les mélange tout le temps. » remarque le personnage de Big-Bang, amusé. Là, on est en plein règne totalitaire de la subjectivité humaine, en plein individualisme sentimentaliste et matérialiste post-moderne. Bienvenue à L(’)ego-Land !
 

Après s’être attaqué au monde extérieur, c’est l’espace psychique et intérieur que maintenant les films d’animation tentent d’aspirer, de vampiriser, de transformer en immense parc d’attractions ou en ville intergalactique de science-fiction, d’arracher au Réel et à l’Amour. Il est question, dans « Vice-Versa », du « Quartier cérébral ». L’Humain devient un centre névralgique insoupçonné, un amas de cellules intelligentes et vibrantes, une grande organisation hiérarchiquement supérieure à l’Homme lui-même. On reconnaît bien là la prétention de certaines neurosciences à enfanter et commander les Hommes par eux-mêmes. Dans ce film, la responsabilité et la liberté humaines sont presque totalement évacuées, rangées au rayon « accidents » ou « catastrophes » ou « réactions ». Le cerveau humain est figuré comme une immense et complexe tour de contrôle, une industrie, une entreprise dont l’être humain ne serait plus le maître mais un vague employé, une marionnette, sa propre souris de laboratoire, l’objet de traits de caractères en perpétuel conflit entre eux.
 

Qu'est-ce qui sont cons, ces mecs (ces "pères"?), quand même...

Qu’est-ce qui sont cons, ces mecs (ces « pères »?), quand même…


 

Par exemple, les seuls personnages qui agissent vraiment dans « Vice-Versa », ce sont les émotions. Les humains réagissent en fonction d’elles… mais ne sont pas acteurs de leur propre vie. On nous fait croire que la réaction est action, le tout en travestissant les concepts psychanalytiques courants pour nous proposer un mix de psychanalyse pour les nuls. Freud doit se retourner dans sa tombe de voir l’interprétation grotesque (l’excuse de la « parodie » !) qui est faite du Moi, du Surmoi, du subconscient, des rêves, des « déjà-vu », etc., dans « Vice-Versa » ! À aucun moment les souvenirs ne sont liés à l’amour, ni à un don, et encore moins à l’éternité du Christ, cette dernière étant tournée aussi bien vers le passé que vers le présent et le futur. Non. Les souvenirs dans le film sont réduits à des boules de bowling que le cerveau consomme, emmagasine ou jette, selon le degré de plaisir ou d’intérêt individuel qu’elles représentent. Et ce mépris des souvenirs s’accompagne paradoxalement de leur surévaluation : ce sont en effet eux (ou plutôt la nostalgie) qui sont le moteur du présent, de la vie.
 

Tout ce qui, dans le vécu humain, relève un peu plus de la liberté, de la surprise, de l’altérité, de la charité, de l’activité et de la responsabilité, est isolé, figé et suspendu sous forme d’îles d’Épinal abstraites, d’empires fragiles (« l’Île du délire », « l’Île de l’Honnêteté », « l’Île de l’Amitié », « l’Île du hockey », « l’Île de la famille », « l’Île des rêves », « l’Île de l’imaginaire », « l’Île romantique », « l’Île des fashion victims », « l’Île des Boys Band », etc.). C’est bien clair. L’actif devient passif. Ce qui est nécessairement castrateur se ramollit (d’ailleurs, la seule fois où le père de Riley joue son rôle de poseur de limites, il le fait maladroitement, et surtout il finit par renier son autorité de « méchant pédagogue » ; idem à la fin du film quand la gamine, après sa fugue, ne se fait même pas engueuler…). Pascal Bruckner, dans son essai La Tentation de l’innocence (1995), nous avait prévenus : « Notre époque privilégie un seul rapport entre les âges : le pastiche réciproque. Nous singeons nos enfants qui nous copient. » (p. 95)
 
Vice 6
 

Ce n’est pas innocent que sur la palette des cinq émotions qui ont été retenues pour symboliser l’Humain, et qui téléguident l’héroïne féminine Riley à distance, seule l’une d’elles est positive (la Joie), tandis que les quatre autres sont négatives et surtout négativisées : Colère, Dégoût, Peur et Tristesse. Ça montre tout à fait la basse conception de l’Homme qui est défendue par les concepteurs du film : un être capricieux, sanguin, cyclothymique, lâche, lunatique, nabillesque.
 
Vice 2
 

Et il est particulièrement signifiant que ce soit le binôme de la Joie et de la Tristesse qui ait été retenu au casting pour vivre le gros de l’aventure de « Vice-Versa » : Joie et Tristesse, c’est l’exacte réplique de la bipolarité « Jean-qui-rit Jean-qui-pleure » de notre société maniaco-dépressive qui passe du « Je vais bien tout va bien » au « Rien ne va » en une fraction de seconde, pour sauver la face, pour changer de face surtout (comme si l’être humain n’était qu’une carte réversible… vice-versa, quoi), bipolarité censée nous faire rire (ouaich) et qui en réalité dévoile une absence de gestion de ses émotions (ça s’appelle l’hystérie ou la schizophrénie), une démission et un refus de rencontrer le Réel.
 
Vice 1
 

L’héroïne appelée Joie est ras-des-pâquerettes. Dans ce film, la joie est spectaculairement réduite à l’optimisme (l’optimisme étant bien loin de la joie profonde, liée à la Croix du Christ, au Réel dépassé et donné par le pardon). Elle devient un slogan Carrefour « J’optimisme ! », le cri du consommateur de bonnes ondes et de bonnes émotions : « Sois positive ! », s’écrit Joie, « Joie, POSITIVE ! » se répète-t-elle à elle-même. Le personnage de Joie, c’est juste la positive attitude de Lorie, c’est l’allégorie de l’euphorie, de l’allégresse excitée, visuelle, extériorisée, bloquée au paraître, au sourire et à la bonne intention. C’est une parodie de la Joie. Car il y a des joies intérieures, graves, pas nécessairement souriantes ni extatiques, parfois même couronnées de larmes et de silence. L’Espérance, contrairement à l’optimisme, prend en compte le Réel, le pardon, la mort, la souffrance humaine, n’est pas simplement un volontarisme qui souhaiterait voir le monde avec des lunettes roses et éradiquer le moindre frein à sa boulimie de toute-puissance.
 
Vice 8
 

Dans son réductionnisme binaire, « Vice-Versa », bien évidemment, choisit de représenter l’émotion de la Tristesse par le personnage de la femme intello. Histoire de nous faire comprendre que c’est la raison, l’intelligence, la culture, qui rendraient triste… Faut pas trop réfléchir et « se prendre la tête » dans la vie. La pensée est livrée à l’imagination, même pire, à l’imaginaire (l’autre nom du mal) : « Train de la pensée, gare de l’imaginaire ! » ; « J’adore le Monde de l’Imaginaire ! » s’exclame le personnage de Joie, excitée comme une puce.
 

Dans tout le film, la tristesse est (sauf à la fin, quand il s’agit d’apitoyer et de se décharger de sa juste culpabilité) la bête à abattre… car « c’est pas bien de pleurer, faut pas être triste, faut pas montrer que ça va mal, faut pas être défaitiste, faut pas se servir du mal ». La lutte contre toute marque de tristesse, ce refus des limites, manifestent une approche scolaire, immature, manichéenne et dénégatrice du Réel. C’est un binarisme capricieux, qui ne tient pas compte que l’Humain est un tout, que le chemin de la Vie passe aussi par la mort et les déceptions. En cela, « Vice-Versa » n’est pas du tout un film pédagogique.
 

La tristesse se substitue grotesquement au remord, au regret, à la reconnaissance de la faute. Le grand oublié de ces cartoons « freudiens », c’est à l’évidence le pardon. Le « Je suis triste de t’avoir fait du mal » s’évanouit en pathétique « Je suis triste parce que je ne suis pas joyeux » ou en narcissique « Je suis triste parce que je suis triste d’être triste. » Aucun des personnages de « Vice-Versa » ne demande pardon pour le mal qu’il a fait à l’autre. Ils demandent pardon parce qu’ils ont « fait de la peine ». Ça s’arrête là…
 

Je vous présente les nouvelles "Princesses" Disney

Je vous présente les nouvelles « Princesses » Disney


 

Jour/Nuit. Joie/Peine. Colère/Peur. Dégoût/Plaisir. Ce film est l’illustration d’une schizophrénie mondiale tantôt introvertie, tantôt extravertie, d’un caprice d’Humanité qui résout mal la tension entre monde virtuel et monde réel. Avec Walt Disney Pixar (je pense aussi à « Raiponce », « Rebelle », « la Reine des Neiges », et maintenant « Vice-Versa »), on commence à avoir l’habitude de tomber sur des héroïnes féminines adultisées dans leurs attitudes, à l’humour cynique et cassant, des fillettes qui font la gueule et sont d’une humeur exécrable les trois-quarts du film. La résurgence quasi automatique de l’Effrontée, cette femme-enfant blasée qui traîne les hommes et les pères en procès d’immaturité, de faiblesse, qui rentre dans une compétition incestuelle avec sa mère, et qui leur vole à tous les deux la vedette, est à ce titre très symptomatique de l’égocentrisme de beaucoup de nos contemporains athées : mon père n’existe pas, ma mère est ma meilleure rivale, les enfants sont tous des petits cons, la famille et le mariage c’est trop relou, je me suis créé moi-même et je n’en ai rien à foutre de ce monde qui court à sa perte.
 

La prochaine étape des héroïnes féminines en culottes courtes, c'est le coup de boule (OK?)

La prochaine étape des héroïnes féminines Disney, c’est le coup de boule (OK?)


 

Soit dit en passant, dans « Vice-Versa », l’enfance est complètement innocentée, en même temps que lissée, affadie, mise sous verre et désincarnée. Par exemple, le personnage de Dégoût demande à un moment donné au personnage de Joie « C’est quoi la puberté ? » ; et Joie lui répond : « Je sais pas. Ça doit pas être très important. ». En gros, l’évolution, le grandissement et la métamorphose concrète des enfants sont squeezés en même temps qu’entravés. Et la phrase de conclusion du film, prononcée par la mère de l’héroïne, n’est pas pour nous rassurer : « Riley a douze ans. J’vois pas ce qui pourrait arriver… » C’est vrai. L’adolescence et l’enfance, c’est période « off » négligeable dans une existence, ça compte pour du beurre et c’est « vachement cool »…
 

L’ironie du sort, c’est que juste avant d’aller voir « Vice/Versa », le matin même, je me suis rendu à la projection d’un autre film, cette fois italien, « Mezzanotte », de Sebastiano Riso, où la même scène du portable du héros signalant l’appel entrant de son père ou de sa mère biologique qu’il rejette (Davide, dans « Mezzanotte », abandonne carrément son téléphone dans la rue) est jouée. Non seulement le lien du sang est technologisé, mais en plus, il est ensuite coupé par le « lien du son » qui le travestit. Cette coïncidence entre deux films radicalement différents m’a rappelé combien la tentation est grande chez nos contemporains de prendre la Technique – et les progrès visuellement impressionnants qu’elle nous dévoile – pour notre mère de substitution, pour notre propre reflet narcissique, pour un humain plus intéressant que les Humains réels parce qu’il en épouse la forme, les attitudes, la réaction, le cerveau, l’émotion, les sentiments, et qu’il se présente sous la forme d’un dessin-animé jeunesse. Moi, je trouve des films tels que « Vice-Versa » gravissimes car ils nous vendent du rêve désincarné, de l’amour (inexistant) des objets et surtout de la haine du Réel. Cette manœuvre peut nous passer complètement au-dessus, nous sembler anecdotique. Mais je constate les tentatives de plus en plus sincères et récurrentes des réalisateurs actuels de nous faire pleurer la mort des robots (cf. la scène violoneuse de la mort de Big Bang dans « Vice-Versa », du sacrifice de Bay-Max dans « Les Nouveaux Héros », etc.), et ne peux que m’attrister de comprendre que de plus en plus de personnes préfèrent la compagnie des robots (et juste avant, des animaux) que la compagnie des humains, je ne peux que me révolter de voir que cette propagande transhumaniste soit massive et relativement efficace.